Partida Rol por web

Desde el camello ha pisado la arena de Rub al-Hali algo dentro de ti te está diciendo que es aquí donde debes estar.

Desde el camello ha pisado la arena de Rub al-Hali algo dentro de ti te está diciendo que es aquí donde debes estar.

Desde el camello ha pisado la arena de Rub al-Hali algo dentro te dice que vas en el camino correcto.

Habría que estar loco para querer continuar, y menos aún cuando su guía, Yusuf al-Akba, que había mostrado ser tan habilidoso en su trabajo, les abandonaba. Sin embargo, a pesar de las largas horas bajo aquel calor abrasador, en los ojos de Sonny había una determinación inquebrantable. Sentía que iba en el camino correcto, sin saber muy bien cómo.

- Te estamos muy agradecidos, Yusuf, pero yo voy a continuar.- Dijo mirando a los demás, esperando que no dudaran tampoco, en parte para darle valor a él mismo, cuyas piernas le temblaban un poco.

Ab se bajó del camello y miró la inmensidad del desierto. No sabía donde estaba ni a dónde tenía que dirigirse, pero sentía que éste era el sitio donde debían estar.

-Sí, descansemos, pero creo que nos debemos quedar por aquí -dijo Ab mirando a sus compañeros muy seguro de lo que decía.

–Nosotros tenemos que quedarnos aquí– respondió Matt repentinamente seguro– No hemos llegado hasta aquí solo para pasar una noche en un charco y volver. No diga tonterías.

–¡Matt!– exclamó Daphne temiendo que aquel extraño se ofendiese– Disculpe a mi marido, estamos muy nerviosos... Entiendo que no quiera seguir pero ¿Por qué no se queda? Si pasamos la noche aquí es porque lo considera seguro, nosotros haremos lo que tenemos que hacer y así podría acompañarnos a la vuelta. O al menos, vuelva en dos o tres días. Es posible que nos perdamos a la vuelta... y si todo sale bien, le aseguro que se sentirá aliviado de habernos esperado.

Daphne se estaba ya imaginando la vuelta con todos los niños. Pensar en todo lo que había hecho por salvarlos y que finalmente muriesen en el desierto deshidratados le ponía los pelos de punta

Yusuf continua montando el campamento mientras vosotros vais hablando. Llena las cantimploras, hace algo de leña y luego prende un fuego.

Como quieran, si quieren continuar entrando en el desierto es cosa suya, ya les dije que nunca nadie había salido.- Con el fuego ya en marcha se pone a preparar la cena.- Acordamos que les traía hasta aquí y me marchaba, - Le respondió a Daphen.- pero si lo desean puedo quedarme dos noches más por la zona, aunque les costará más de lo pactado.

-Ya le dijimos que por dinero no iba a ser -recordó el cabo a su guía-. La verdad es que nos vendrá bien que alguien esté cuando regresemos, por si necesitamos algo...

Ab pensaba en lo que podía pasarles y en los niños. Si volvían con todos ellos, quizás necesitasen más monturas o que alguien les llevase lo mejor que pudieran al sitio más cercano, y ese no era otro que Yusuf.

-¡Qué buena idea Daphne!- Dijo Sonny entusiasmado por tener a alguien que los recibiera tras su heroico regreso.- Lo que haga falta.- Desde luego la emoción no dejaba a Sonny conseguir un precio económico.- Pues no se hable más. Deberíamos empezar. Cuanto antes mejor.

Dos noches. Ni una más.- Dice Yusuf una vez ha negociado con vosotros el nuevo precio de sus servicios. La cena ya está servida y es el momento de recuperar fuerzas del viaje.- Coman, mañana les espera un día duro.

Daphne asintió con seriedad. Estaba tan nerviosa que apenas cenó y nada más terminar se excusó con su marido y compañeros y se fue a dormir. Tenía miedo, pero tenía más ganas de que todo acabase.

Roderick no podía con su cuerpo serrano... Si el sol ya era malo, el calor y la arena eran mucho peor, no conseguía quitarse la sensación de sed y malestar por las altas temperaturas y encima la amenaza de no volver con vida de todo aquello.

Cuando sus compañeros consiguieron sacarle un par de días al guía se sintió aliviado, aunque que el francés tuviese tanta prisa en largarse de allí lo llenaba de preocupación.

- ¿Algún consejo más?... ¿A parte de que deberíamos irnos con usted? -Le preguntó a Yusuf mientras comía, el estómago de Craven siempre agradecía la comida en cualquier circunstancia.

Sonny recogió sus cosas y lo preparó todo para el día siguiente. No sabía si iba a poder pegar ojo ya que estaba realmente nervioso. Esperó por si hubiera alguna indicación más de Yusuf y se fue a intentar dormir.

La conversación de esa noche fue mucho más corta. Tal vez fuera la presión de saber que mañana ningún guía local evitaría que os perdierais entre las arenas, tal vez la sensación de que estabais cerca de vuestro objetivo pero ninguno parecía demasiado hablador.

Tras echar un último lecho a la hoguera Yusuf se despidió y se marchó a dormir. Pronto, todos los demás seguisteis su ejemplo.

Matt. Matt.

Unas voces te llaman. Varias, no sabes identificar quien las pronuncia, pero vienen de más allá del oasis en el que te encuentras, en el mismísimo centro del desierto.

Yusuf se levantó con el alba, os despertó a todos y se puso a empaquetar sus cosas. No había pasado más de media hora cuando ya lo tenía todo listo.

Nuestros caminos se separan aquí. Suerte en su búsqueda.- Se subió al camello.- Volveré esta tarde al anochecer y mañana cuando esté anocheciendo. Si deciden regresar aquí estaré.

As-salamu aláikum.- Se despide de vosotros antes de partir.

Sonny notaba la congoja de lo que significaba quedarse sin guía. Evidentemente, como soldados que eran, tenían ciertas nociones de supervivencia, pero las condiciones tan extremas del desierto suponían un gran riesgo aún así.

- Bueno, ¿y ahora qué? No sabemos ni por donde empezar. Quizá lo mejor sea esperar a la noche y ...buscar esas "luciérnagas".- El ex-boxeador se puso la mano a modo de visera y señaló con el dedo al horizonte.- Creo que es por ahí.- No sonaba muy convincente.

–Esperad. ¿No habéis oído eso?– Matt se había quedado completamente pálido. En otras circunstancias hubiese creído que sus compañeros le estaban gastando una broma, pero sabía perfectamente que ninguno de sus colegas bromearía en una situación como aquella. Ni ningún otro. –¿No lo oís?

Matt señaló en la dirección de donde venía la voz que lo llamaba.

–Me están llamando...

Las voces paran, pero tú sabes perfectamente desde donde venían.