Partida Rol por web

El siempre impulsivo Matt se adelantó y lanzó un puñetazo a la cara del viejo desnudo, quien no mostró intención alguna de evitarlo.

El impacto hizo girar la cara del hombre, pero al mismo tiempo, como si una fuerza invisible le obligara a moverse, la cara de Matt se movió de forma similar a la del viejo.

No supisteis si el viejo había sentido algún dolor, pero Matt sí sintió el dolor de recibir un fuerte impacto en la mandíbula sin que nadie ni nada lo hubiera tocado.

Elegidos- Repitió el viejo sin preocuparse por Matt.- Sólo los marcados por el Sagrado Signo pueden atravesar la Puerta, y cumplir  su Destino. Pero la puerta no se abrirá si no sois dignos.  ¿Cuál es el nombre del Dios que no ha sido, pero con vuestra ayuda será?- Deja el viejo la pregunta en el aire.

Daphne se quedó unos minutos pensando. Recordando todo lo que habían puesto en común y todo lo que habían hablado. Las horas de investigación. La mujer se frotó los ojos y, finalmente, miró al hombre desnudo y suspiró. Tenían que seguirle la corriente, aunque fuese por el momento.

-Nyarlathotep. ¿No lo recordáis?

- Umr al Tawil, llevamos su marca en el hombro.- Dijo Sonny apretando los puños por no hacer lo mismo que Matt y tratar de acabar con aquel viejo de un derechazo. Y es que todas las histirias que sus compañeros le habían contado, aunque extrañas, ya se las creía por completo. No iba a dejar que aquel dios extraterrestre se llevara a sus hijos para sacrificarlos o lo que fuese a hacer para venir a este mundo.- Vamos, déjanos pasar o...o sufrirás Su ira.- Probó a amenazar al hombre.

El hombre sonríe al escuchar el nombre pronunciado por boca de Sonny.

Vuestro destino os espera.- Dice mientras se levanta del suelo. Una vez en pie, el viejo mueve su mano derecha formando un amplio círculo y en el aire se forma un arco de color rojo brillante. -Ha llegado el momento de que El todo en Uno y el Uno en todo venga a la tierra. Que Umr al Tawil nazca y sea puerta y llave a la vez. Lo que está escrito no puede ser borrado.

Roderick se volvió a preguntar por qué seguía adelante con aquella locura... ¡no quería entrar! No tenía a ningún churumbel a quien rescatar ¿por qué había sido marcado?... ah espera el tío sin cabeza... ¡Razón de más para no entrar!

- ¿Destino?- comento cada vez nervioso- ¿pero que dice pobre diablo? el destino no está escrito y nosotros no tenemos por qué escribir nada ¿vais a entrar todos? a ver si va a ser una trampa...- el lo dejaba ahí... por si caía la breba y les daba a todos por darse la vuelta... porque si todos entraban no el apetecía quedarse sólo

Matt se frotó la mandíbula, preguntándose que narices había pasado. Se había movido como si le hubiesen dado un buen gancho, pero nadie le había tocado. Cuando se recompuso, empezó a oír adivinanzas y respuestas, sin tener muy claro que era lo que pasaba. Demasiada información que procesar. Pero entre todo aquello, había algo muy claro. 

—Osea, que entramos y nos devuelven a nuestros hijos— Matt pasó la mano por la cintura de Daphne, dispuesto a atravesar con ella esa última prueba

Daphne no parecía tan convencida como su marido. Aquello era raro, y aquel hombre... ni siquiera se dignaba a mirarla. La mujer en cambio, le miraba con desconfianza, sin poder apartar la vista de él.

—No ha dicho eso —matizó— ¿Y si al nacer ese dios mata a nuestros hijso?

-Yo creo que es más esto segundo -coincidió con Daphne-. Pero no nos queda otra que entrar y sacar de ahí a nuestros hijos. No creo que estén en otro lugar... pues este sitio no veo que tenga nada más.

Ab no las tenía todas consigo de creer al tipo ese y entrar en su juego. Lo malo es que como le había pasado a Matt, parecía inmune a nuestros actos. Si era cierto lo que decía el destino les esperaría l otro lado...para bien o para mal.

- Pues claro que no queda otra, si queréis nos damos la vuelta ahora.- Si al menos tenían la oportunidad de ver a los niños ya se les ocurriría algo para llevárselos consigo.

- Mirándolo así... si nos marchamos nos va a quedar el interrogante de los niños y todo habrá sido por nada...- razonó pese a las ganas que tenía por darse la vuelta- y si es una trampa... pues parece que todo ha girado en traernos aquí desde el principio... caimos en la trampa desde que fuimos marcados... y ahora será mejor que me calle porque al final me voy a dar la vuelta- respiró profundamente para acto seguido echarle bemoles y entrar- Vamos... antes de que vuelva a pensar y salga corriendo en dirección contraria...- agregó siendo el primero en acceder a la boca del lobo mordiéndose los labios y cara de susto... mucho susto.

Uno a uno vaís bajando bajo el arco de fuego rojo brillante. Un paso estáis en la estancia junto al viejo desnudo y vuestros compañeros y al siguiente desaparecéis de la vista, como si nunca hubieráis existido. Confiáis que los compañeros que desaparecen lleguen sanos y salvos al otro lado, igual que sucedió en España, pero es algo que no se sabe hasta que se cruza.

Matt te cogía por la cintura mientras cruzábais el umbral. Ambos disteis el paso juntos, ambos teníais que desaparecer a la vez, pero justo cuando pasabas por debajo del arco notaste como su presencia se desvanecía.

Un paso después estabas sola, te giraste para ver como el arco de fuego se desvanecía, dejándote a ti en un templo perdido en mitad del inmenso desierto de Rub al-Jali. Completamente sola, con la única y perturbadora presencia del viejo desnudo que te mira y dice. - Sólo aquellos que hayan sido marcados por el Sagrado Signo pueden atravesar la Puerta

Daphne se quedó en shock cuando su marido se desvaneció en sus brazos, como años antes se había desvanecido su brazo. Durante unos largos minutos, se quedó mirando al viejo como quien miraba un trozo de piedra hasta que por fin atinó a hablar.

—Márcame entonces

El viejo desnudo vuelve a sentarse en el suelo, en la misma posición en la que se encontraba cuando llegástes.- Si el deseo del abridor fuera que pudieses cruzar el umbral ya lo habrías hecho.

Daphne se sintió frustrada como nunca antes en su vida. Estaba aterrada ante la perspectiva de esperar allí a... ¿A qué? La mujer miró al camello y apretó los labios. Una idea empezaba a tomar forma en su mente. 

—¿Cuanto tiempo pasarán allí? — preguntó— ¿Sabes que hay al otro lado? ¿Si podrán volver con nuestros hijos?

El hombre desnudo levanta los hombros dando a entender su ignorancia a las preguntas que le haces. - Nunca he estado en el otro lado. Mi misión era esperar a los elegidos y abrirles el paso como he hecho. Sé que tu hijo nunca volverá, ya que lo que está escrito no puede ser borrado.

—No tienes ni idea. Esos hombres volverán. Traerán a nuestros hijos de vuelta. SI crees que algo puede interponerse entre un hombre y su hijo es que nunca has tenido uno. —Daphne se dio la vuelta, con la pistola en la mano por si aquel hombre decidía atacarla y, escribió un par de palabras al azar en la arena. Cuando se aseguró de que el anciano lo había visto, lo borró con el pie— ¿Lo ves? Pues ahora no. Ha sido escrito, y lo he borrado. Y ellos lo borrarán también. Y volverán. Con todos los niños.

En aquel momento, Daphne tuvo muy claro lo que debía hacer, pero antes, volvió a acercarse a aquel desagradable hombre.

—¿Qué piensa hacer ahora?

El hombre sonrió.- El viento se hubiera llevado tus palabras aunque no las hubieras borrado. Los planes de aquel que abre el camino son eternos.- Dice antes de dejarte hablar para escuchar tu última pregunta.

Mi misión ha sido terminado.- Responde con sinceridad.- Permaneceré aquí hasta que el Abridor de caminos decida.

—Pues si no piensa moverse del sitio, sea un hombre y ayúdeme— la mujer atrajo con esfuerzo a dos de los camellos. Primero a uno y luego a otro.—Hágame el favor de ayudarme a atar un camello a otro. Tengo que volver con ayuda para el resto