Partida Rol por web

—Está... Está...— Matt movió el hombro de King con suavidad, pero pronto pareció desistir y se giró hacia sus compañeros. Craven tenía aspecto de estar aterrado, y no era para menos pero al menos estaba ahí. Tenía que reconocer que el hombre había hecho algo que no todos serían capaces de hacer. Al fin y al cabo, él no tenía ningún hijo esperando su ayuda— Da igual. Preparados o no es la única opción que tenemos y si quieren pedirnos algo, ya lo veremos en su momento. Sigamos y, si algo nos ataca, lo disparamos. Así de sencillo.

Matt se echó el arma al hombro y avanzó hacia el río. Tras dar unos pasos, el hombre paró y sin girarse, dijo una breve frase antes de continuar..

—Craven... sé que tú no tienes hijos aquí... Gracias por acompañarnos

Ab se acercó hasta el sargento junta a sus compañeros. El sargento Joe King no era el mismo que había conocdido en las trincheras, allí en Francia. Ahora parecía un muñeco que no tenía voluntad ni fuerza. Parecía un ser sin alma y sin memoria. Un nudo se le hizo en el estómago al cabo y decidió alejarse de su antiguo compañero no sin antes despedirse.

-Gracia sargento King, espero que después de esto encuentre el descanso que se merece -dijo y se alejó en la dirección que les indicaba.

Mientras caminaba, Ab siguió atento a lo que pudiera encontrarse, simpre con el fusil preparado y con los ojos y oídos alertas.

- Os propongo algo. Podemos dividirnos. Yo puedo ir por donde dice el sargento King, con alguien más, si queréis, y los otros que nos sigan a una distancia prudencial, con los rifles preparados, por si las moscas. Al menos que les pillemos por sorpresa, si es que no saben que estamos aquí.-Con un poco de suerte podrían no saber cuántos de ellos habían entrado.

Siguiendo el plan de Sonny os separasteis en dos grupos. Si os atacaban, al menos no caeríais en una emboscada. Pero de poco sirvió, pues nada ni nadie perturbó vuestro avance en la dirección marcada por el sargento King.

Pasado un rato, cuando cansados de andar comprobasteis la hora en vuestros relojes comprobasteis que habían dejado de funcionar en el momento que cruzasteis el portal.

Poco podíais hacer más que seguir avanzando y justo eso es lo que hicisteis. Caminar y caminar sin descanso. Cuando ya pensabais que el pobre sargento King no sabía en que dirección os había enviado vislumbrasteis a lo lejos el río negro. del que había hablado.

Un poco más y llegasteis a la orilla del río. Sus aguas eran negras como el carbón y a primera impresión no desprendían un olor diferente al del agua clara y cristalina.

Roderick que había caminado en todo momento pegado al americano, estaba cada vez más asustado pues que nadie tratase de impedirles el avance era algo mucho peor que le salieran unos matones o bichos de esos raros que los habían estado acosando, pues lo que quería decir es que el mal que los había acechado los estaba esperando. Al llegar finalmente ante aquellas aguas negras las miró con la frente perlada en sudor, mientras olisqueaba a su alrededor quizás tratando de reconocer algún atisbo de azufre... vete usted a saber qué.

- Pues... si no fuera por el color... diría que huele a agua y ni siquiera huele a estancada...- tras mirar al agua y después a sus compañeros añadió- ¿Qué se supone que tenemos que hacer ahora? ¿darnos un baño? yo no me encuentro en mis mejores momento y es bastante probable- levantó el alerón derecho para olisquearse, tras un guiño bajó el brazo y finalizó la frase- muy probable, que huela a apalgata usada, pero no me he traido jabón y el agua va a estar fría...

—Oh vamos. Está mejor que nosotros... Pero no hará falta que nos bañemos. —dijo tratando de tranquilizarlo. Lo malo era que a Matt no se le daban bien aquellas cosas y no sabía cuando era conveniente parar—  Tan solo tenemos que seguirlo hasta el pozo. Y luego seguramente meternos en él.

De una patada, el soldado arrojó un par de huesos al agua, para ver si se hundían con normalidad o pasaba algo extraño.

En cuanto los huesos tocan el agua negra comienzan a disolverse, de ellos se desprende un humo blanco. Un segundo después no hay ni rastro de ellos.

- ¡Gulps!- Sonny ya estaba dispuesto a meterl el pie o la mano para ver si el agua estaba fría cuando Matt tiró unos huesos al agua.- Vaya, bueno es saberlo. Pues sigamos hasta el pozo.- Dijo alejándose de la orilla para que no le salpicara agua.

Matt pegó un salto atrás al ver los huesos humear. Aunque esperaba que ocurriese algo, verlo era otra cosa muy diferente. Nada de aquello le gustaba.

—Ahora espero que no tengamos que meternos en ese pozo...

Cuando se giró vio que se había aferrado a Craven. El capellán le estaba utilizando desde que entraron allí como la manta espantamonstruos de los niños, pero ahora era él quien había reculado.

—Si, será mejor que sigamos

Ab sonrió al ver por fin el río a lo lejos. Al ver sus aguas negras se sorprendió y se acercó a la orilla. No olía mal, aunque su color dejaba claro que no era agua normal y corriente.

Cuando Matt lanzó los huesos el cabo se retiró un poco de la orilla con cara de funesta sorpresa.

-No, en este agua no nos vamos a bañar -aseveró negando con la cabeza-. Busquemos el pozo quizás allí encontremos a alguien o algo que nos diga dónde están nuestros hijos.

El cabo se acercó al agua nuevamente y miró la dirección de la corriente. Si querían llegar al pozo debían ir donde comenzaba la corriente.

Siguiendo el curso del río no tardasteis en llegar a un enorme pozo de más de un centenar de metros de diámetro al que cae el agua negra formando una cascada.

Con cuidado os acercáis al borde del pozo tratando de buscar el fondo pero para vuestro asombro descubrís que no parece tener fondo, mil metros, dos mil, más. ¿Quién sabe cuánta profundidad tiene?

Mirando con más atención el perímetro del pozo descubrís una pequeña escalera tallada en las paredes verticales, que en teoría os debería permitir bajar, si tenéis cuidado, de uno en uno. Desde donde os encontráis podéis ver que hay, al menos, un par de "rellanos" en el descenso.

—Joder...

No hacía falta decir mucho más. Un resbalón no solo les haría caer hasta el fondo del pozo, donde sus huesos se harían pedazos, sino que un mal movimiento haría que su carne se convirtiese en... bueno, en nada. Simplemente desaparecería como habían desaparecido los huesos. Matt miró de reojo a Roderick. Con lo nervioso que estaba el capellán, no sería raro que resbalase y cayese hasta el fondo.

—King no dijo nada de meternos en el pozo. Dijo que nos estarían esperando aquí... ——Hagamos una cosa. Esperemos un rato unas horas, si no viene nadie bajaremos. ¿De acuerdo?

El capellán no estaba asustado... Estaba aterrado, nada más ver lo que el agua negra era capaz de hacer, su desatada imaginación lo situó a él y al resto en el fondo de aquella ponzoña mientras se disolvian entre alaridos de dolor. Por ese motivo a la hora de avanzar se convirtió en una especie de koala con el americano que se le veía pisendo muy a lo seguro, era lo que diferenciaba a un cobarde de un valiente.

Entre sudores, miradas de espanto y rezos a todos los santos, Roderick y el resto de compañeros llegaron al pozo, el señor Craven se asomó agarrándose bien al borde para no caer, para ver qué había.

- Puede que nos estén esperando en los rellanos del pozo... O al final del mismo... Yo prefiero no bajar pero este sitio con esas aguas tan frescas no es un lugar para esperar a nadie- o a unos desgraciados como nosotros... Pensó

-¿Seguro? Seguro que están ahí abajo. ¿Queréis que eche in vistazo?

Ab se acercó y miró el pozo. Algo se movió dentro de él incómodo. No le gustaba tener que bajar por ahí, pero si no le quedaba otra iría donde fuese por los niños.

-Si al final decidimos bajar, opto por atarnos como padamos, así si uno se resbala, los demás podremos sujetarle y subirle -propuso no muy seguro de si era buena opción o no... aunque ni siquiera creía que fuera bueno bajar por allí.

—El problema no es caer... Una caída puede salvarse pero si nos cae algo de esa agua... ¡Adiós!— Matt miró a sus compañeros. Aún así había que bajar.

— Hagamos una cosa...Esperemos media hora a ver si aparece alguien. Si no bajaremos. Pero en lugar de atarnos unos a otros nos ataremos dos. Abe. Yo bajaré primero. Me ataré a tí, pero tú te quedarás arriba del todo. Cuando llegue al primer rellano, entre los dos haremos una guía para ayudar a bajar a Roderick y Sonny.—dijo recordando que su compañero había sido gravemente herido— Y ya que no tenemos reloj... No sé. Calculemos el tiempo a ojo.

Pasado un tiempo prudencial en el que nada ni nadie apareció en aquel solitario enclave de pesadilla decidisteis comenzar el descenso. Atados con cuerdas bajasteis por la circular escalera escavada en la roca.

Los escalones no estaban desgastados, así que dedujisteis que o bien no se habían usado nunca o bien algo los conservaba al igual que ocurría en la ciudad de los pilares.

Un par de horas después de comenzar la marcha llegasteis al primer rellano. Que resultó ser una charca de enorme extensión llena de lo que parecía una especie de barro, negro y maloliente. Las escaleras continuaban al otro lado de la charca, pero para llegar a ellas había que introducirse en el lodo y cruzar. No había otro camino.

—Bueno —suspiró cansado— No hemos llegado hasta aquí para irnos. Veamos si ese agua es corrosiva o no. ¿Cómo lo lleváis? 

Matt lanzó el extremo de una de las cuerdas al agua, esperando que humease o hiciese cualquier otra cosa rara. Quizás hasta convertirse en serpiente. A aquellas alturas, estaba dispuesto a creer cualquier cosa.

La bajada por la escalera sorprendió al cabo por el estado de la misma. Estaba en perfecto estado. De todas formas según bajaba el cansancio y la monotonía del descenso hizo que las escaleras fuera en lo que menos se fijase y sí en lo quepudiera aparecer en cualquier curva de la inacabable bajada.

Al llegar al primer rellano descubrieron un lago relleno de lago parecido a un cieno. Ab apretó las mandíbulas, pues recordaba lo que el líquido que discurría por el río había hecho con los huesos que habían tirado en él.

Mat introdujo el extremo de la cuerda para ver sí también era corrosivo, pero algo le decía que tendrían el mismo problema...y lo peor es que debían cruzar.

-Si es corrosivo, quizás podamos ponernos algo de ropa doblada varias veces en los pies y cruzar rápidamente para que solo se desintegre eso -propuso mientras miraba la cuerda.

Entonces se giró y miró a ver de que estaban hecho la pared que tenía a su lado. Si pudieran sacar unas cuantas losas, piedras o rocas, quizás pudieran lanzarlas y pasar pisando en ellas. Mientras Mat metia la cuerda el cabo fue a mirar si alguna piedra estaba desprendida o suelta.

Mientras Abraham observaba detenidamente las paredes de fría roca que os rodeaban y de la que tal vez, con mucho esfuerzo y algo de riesgo de caer al vacío, pudierais sacar algún trozo Matt introdujo el extremo de la cuerda en la charca de cieno negro. En esta ocasión, ni vapores ni ningún otro signo de corrosión se produjo, para cerciorarse, en un ataque de inconsciencia el piloto tocó el pastoso líquido con sus propios dedos, lo que le demostró sin lugar a dudas que este cieno no era corrosivo.