Partida Rol por web

Los Leones de Wati llegaron a la ciudad viviente de Wati. Al cruzar la puertas se dirigieron a un acólito del Gran Mausoleo que les hizo unas señas. Les preguntó acerca de los detalles de la tumba de Akhentepi, qué tesoros encontraron y si estaban seguros de haber concluido la exploración. Tomaba notas burocráticamente, sin realizar comentarios más allá de los puros formalismos. Cuando finalizó les recordó que para conocer el siguiente lugar a explorar debían presentarse en el Gran Mausoleo. También les comentó que le había llegado un rumor de que grupos de exploradores se estaban reuniendo en la posada El Diente y La Cachimba para festejar el éxito en el primer día de exploración.

Al llegar a la posada, el propietario, Farhaan, el dueño hizo sonar una pequeña campana mientras exclamaba en voz alta:

¡¡Tenemos a otro grupo de supervientes!!

Se escucharon unos tímidos aplausos y felicitaciones de los asistentes. Al fondo del local había una pizarra con varios nombres de los grupos de aventureros que se presentaron a la lotería. Algunos nombres, como los Chacales de Jesper y las Arañas de Acero, tenían su nombre tachado y la espiral de Pharasma dibujada al lado.

Tras los aplausos, el líder de los Buscadores de Criptas, un hombre delgado vestido a la moda de Absalom, llamado Falto, continuó un relato de cómo a su grupo le fue asignada la tumba de un importante funcionario de Wati, su lucha contra una momia y los abundantes tesoros que encontró su grupo.

La paladin enana entró en la taberna con su habitual rostro serio y circunspecto, observó sin perder detalle a los demás clientes de la taberna de El Diente y La Cachimba sin embargo no pareció encontrar aquello que anhelaba. Le constaba que no había sido la única heraldo de los clanes phamet en formar parte de las expediciones, pues mientras que algunos clanes enviaban a sus mejores campeones para recuperar viejos artefactos de su civilización ocultos en olvidadas necropolis otros enviaban a sus más sagrados paladines y clérigos para asegurarse que aquellas expediciones no acababan en saqueos que profanasen y faltasen a las tradiciones fúnebres de Osirion, cosas que a veces han conducido a funestos finales.

Awib buscó una mesa e indicó al resto de los Leones de Wati que tomaran asiento mientras observaban a aquel charlatán de Absalom. La paladin extrajo su gran martillo y lo dejo apoyado a su lado, para mayor comodidad y al alcance de la mano. En cuánto el servicio llegó para servirles, Awib alzó su rudo rostro.

- Cerveza amarga de Sothis, por favor. - dijo depositando unas monedas encima de la mesa con un golpe seco. - esta ronda va a cuenta del Clan Maestroesfinge ¡Brindemos todos por nuestra victoria! - añadió la enana que como buena representante de su raza también sentía predilección por el alcohol. 

Nylwa volvió a entrar en aquel concurrido tugurio de charlatanes y encantadores de serpientes. A pesar de los malos ratos pasados en la Tumba de Ankhentepi, la chiquilla de ojos verdes como malaquitas no dudó en sonreír estupefacta por aquel espectáculo. - ¡¡¡Ooooooooh!!!- Exclamó maravillada por aquel ambiente de jolgorio, mientras escuchaba el relato del apuesto Falto.

La historia estaba llena de detalles. La puesta en escena, le recordaba a los dramas teatrales que los hermanos de la Flor del Amanecer representaban en el templo para congratular las diferentes festividades. Aquello le hizo rememorar sus tardes con Minkhai y cuando su mentor le llamaba pequeña zoquete. Pero la muchacha de bello rostro y rasgos garundis no pudo evitar fijar su mirada en aquellos nombres tachados en el tablero. 

Su curiosidad la llevaron hasta el lugar. Awib había pedido cerveza con su fastuosidad habitual, pero la chiquilla no podía volver hasta donde se acomodaban sus amigos sin preguntar. Cuando llegó hasta el tablón, halló a un intendente cubierto por su chilaba. 

- ¡¿Qué les pasó?!- preguntó con una lágrima en los ojos. Parecía que aquel mundo sólo se hacía eco de aquellos que habían tenido éxito, pero en esos grupos tachados como el que intenta limpiar el borrón en un libro, representaba a gente con sueños, que a buen seguro habrían sufrido allá donde fueran a buscar fortuna...

No pudo evitar evocar nuevamente la letal trampa de los escarabajos o incluso la de la corriente de agua situada en la Sala Falsa del Sarcófago. Seguramente esos intrépidos aventureros no tuvieron la suerte que ellos, y ahora nadie podía brindar por ellos. ¡¿Acaso no se enfrentaron a los mismos peligros?! ¡¿Acaso no intentaron superarlos?!

El mundo era bello, pero a la vez imperfecto...

Al fin salieron de la claustrofóbica tumba. Allí, en la silenciosa necrópolis sustituyeron el pétreo techo por el inabarcable manto celeste. Al alzar la mirada, Ibrahïm sintió que todo su dolor era un poco más soportable. Tras sentarse unos instantes para recuperar el aliento tras el ascenso por el malhadado hipogeo, el muchacho pudo averiguar que varios de los objetos que portaban tenían un ténue halo de poder arcano. Durante el camino de vuelta trató de desentrañar los secretos que estos elementos atesoraban. A su lado Abbas balaba mientras trotaba gozoso.

Tímidos fueron los vítores que recibieron al llegar a la posada. Por curiosidad, se aproximó al pizarrín que había al fondo del local y se llevó una mano al pecho en señal de respeto por aquellos que habían caído en el cumplimiento de su propia misión.
Ellos mismos habían estado a punto de perecer bajo la fría piedra; en un lugar recóndito y cruel en el que sus almas hubiesen permanecido como extranjeros en tierra extraña. Pues, aunque era el mismo Sol el que calentaba la tórrida arena a la que él llamaba hogar y el que iluminaba la entrada a tan infausto sepulcro, el lugar de reposo de Akhentepi había sido construido para albergarle únicamente a él; esa mampostería nunca hubiese dado la bienvenida a unos huéspedes no deseados.

Perdido en estos lúgubres pensamientos, el conjurador rumiaba acerca de lo cerca que había estado de perder la vida. El mundo estaba lleno de misterios, incógnitas que él quería resolver. Pero su poder, la magia viva cuya chispa su maestro se encargó de incendiar, había resultado ser endeble en cuanto se había enfrentado a una prueba seria.
Aún recordaba las palabras que se habían grabado a fuego en su mente: "la magia no es sólo aquello que le da al mago poder para moldear la realidad a su antojo. No es una energía mística que fluye como un viento, invisible a los ojos de cualquiera; la magia es amor. Es una fuerza que a todos nos corre en las venas, sólo que algunos se niegan a darle un uso. Cuanto mayor sea el amor que sientas, mayor será el poder que podrás desencadenar."

Ibrahïm había creído comprender el significado de aquellas palabras. Incluso, mientras aprendía las primeras lecciones de álgebra y física, indispensables para entender correctamente el significado de "magia" así como las nociones de filosofía, que era a su vez esencial para darle una significación al concepto de "amor", había pensado que todo en su cabeza comenzaba a reestructurarse para albergar ese nuevo conocimiento. Pero al parecer, se equivocaba.

Fue cuando vio caer a Abbas que sintió en su interior un chispazo de energía con un potencial tan enorme que incluso le hizo daño. En ese momento, su corazón sólo sentía odio y miedo. ¿Cómo se explicaba pues que un momento tan culminante surgiese a partir de sentimientos tan alejados de aquello que tenía como cierto?

Impelido por una potencia superior a cualquier forma de entendimiento, Abbas se aproximó a su joven amo. Había sentido el torbellino de emociones que se arremolinaba en el pecho de Ibrahïm y había acudido en su rescate, como siempre.
El joven lo vio allí parado, a su vera y la lucidez se abrió camino entre las tinieblas. Claro que era amor. ¿Miedo y odio? Sí, pero era temor a la pérdida engendrado por un cariño que excedía a toda medida, así como una aversión hacia aquello que había causado mal a lo que él más quería.

Le dio unos golpes en la cabeza: - Eres grande Abbas. Siempre sabes cómo sacarme del pozo.

Desechando cualquier atisbo de tristeza, se aproximó hacia la mesa que ocupaban sus compañeros. Estaban vivos, al fin y al cabo. Y eso era un digno motivo de celebración. Además, quizá ese era precisamente el secreto del más grande de los poderes: sentía que comenzaba a formarse en él un aprecio muy especial hacia sus compañeros. Con ellos podría crecer sin límite.

El suplicio había acabado y el grupo había salido victorioso, no sin penas pasadas, de la tumba de Akhentepi. Se sentía fatigado, pese a haber salido victorioso. Y asistió a la burocrática interrogación del acólito del Gran Mausoleo de forma ausente; sólo quería descansar.

Llegaron a la posada El Diente y La Cachimba.Dejó parte de sus armas contra la pared más cercana y se dejó caer pesadamente en la silla, tardando en reaccionar a la invitación de la paladín. Quizá su cansancio proviniese de la pesada armadura que llevaba. Aunque podía con ella sin grandes esfuerzos, la verdad es que no disfrutaba llevando semejante armatoste.

Pero igualmente, dio un descanso a sus pensamientos, cuando la cerveza llegó. Brindó y bebió a gusto. Pero no pudo evitar mirar de soslayo a los grupos que habían caído. Tenía que estar más atento, si no quería que ellos fuesen los siguientes.

Una robusta mujer se acercó a Nylwa mientras estaba ante la pizarra de los nombres de equipos de exploración.

Es el precio que hay que pagar por la posibilidad de la gloria... Muchos son los llamados pero pocos los elegidos. Mi nombre es Sigrun Firehair y soy la líder de las Hijas del Desierto, vengo de muy lejos al norte en busca de aventuras que recoger en un manuscrito... ¿Cómo os fue en la necrópolis?- dijo mientras sacaba una pieza de papel y una pluma, preparada para escribir todo lo que la joven dijera.

Mientras escucháis el relato de Falto de como lucharon contra una momia en la tumba de un importante funcionario, un mediano de aspecto bronco se acercó a la mesa donde se habían sentado los Leones de Wati...

Marro de los Perros Locos os saluda. Veo que sois combatientes, ¿os interesaría una espada larga mágica que nos encontramos? Es demasiado grande para ninguno de nosotros y necesito el dinero para comprar más perros de lucha katapeshi, por cierto, ¿conocéis algún criadero de fiar? Perdí los míos contra un cubo gelatinoso, maldito sea.

El mediano os enseña una espada larga de muy buena factura y la pone encima de la mesa.

Mil piezas de oro y es vuestra

Nylwa se sobresaltó ante la sigilosa respuesta de la robusta mujer que acababa de aparecer. Tenía el pelo revuelto y suelto, y su aspecto, con alguna cicatriz que otra era un tanto salvaje. La chiquilla de ojos verdes tragó saliva y miró a Sigrun con cierto grado de admiración. Era algo mayor que ella y por su forma de comportarse, era fácil deducir que llevaba bastante tiempo viviendo experiencias en el mundo.

- Pues... Pues... - Tomó aire con detenimiento - Llegamos al hipogeo de Akhentepi. El lugar era majestuoso e inusual. Jamás había visto un lugar como ese.-  se atrevió a comenzar - Pero resulta curioso y contradictorio como un lugar tan solemne y bello puede albergar fuerzas e ingenios tan letales...- su voz adoptó un tono siniestro mientras los rasgos de su graciosa cara se enturbiaban en una mueca adusta y misteriosa. - El lugar estaba repleto de alimañas peligrosas como los escarabajos mineros, una colonia capaz de devorar a un ejército de hombres antes de que estos pudieran ni tan siquiera desenfundar sus espadas, o escorpiones fantasmas cuya picadura puede acabar con un camello.- Narró con todo detalle las peripecias vividas entre aquellas salas y pasillos subterráneos, pisando estancias que habían permanecidos estancas durante siglos - ... Pero ni tan siquiera sus peligrosas trampas pudieron rivalizar con dos temibles adversarios. Uno de ellos no era más que un sarcófago animado, pero a punto estuvo de acabar con la vida de Alí.- dijo segura mientras señalaba al estrafalario mercader - El otro custodiaba la cámara funeraria real de Akhentepi, lugar maldito para aquellos que osaran pisar su lugar de descanso. En este lugar hallamos un ofidio metálico que nos costó un horror vencer...- prosiguió con giros teatrales hasta finalizar.

Mientras Nylwa explicó todo lo acontecido, como la anécdota en la cual tanto Ibrahim como Alí no consiguieron hacer funcionar la varita de sanar heridas o la terrible trampa de agua y rayos que a punto estuvieron de acabar con ella misma, todos los allí presente pudieron contemplar un fuego incontenible en los verdosos ojos de la muchacha.

Durante la narración de aquellos hechos con tono mitológico y de leyenda, Nylwa no pareció ser la misma... 

Ravic enarcó una ceja ante la explicación de Nylwa. Esa muchacha cándida, parecía transformarse a veces. Quizá llegaría el momento de rescatarla de sus oyentes.

En esto, que llegó un integrante del resto de equipos, ofreciendo un trato. Ravic hizo un guiño a Alí, el teórico experto mercader, para que esté llevase las riendas del posible trato.

Mientras escuchaba la seguramente fanfarrona historia de aquel tipo en la taberna Alí ya estaba pensando en como iba a sorprender a la parroquia con su propia versión de los hechos en la aventura que acababan de finalizar los Leones de Wati... pero la joven e inocente Nylwa se adelantó en un descuido en el que el joven mercader iba a buscar un par de licores de granada a la barra. Boquiabierto escuchó como su compañera y amiga especial relataba con detalles precisos todo cuanto aconteció... no solo eso, también pronunciaba los nombres de manera correcta. Pero que diablos...

Absorto en la fascinación que le acababa de despertar la bella e inocente muchacha más que en la historia que él mismo había vivido el estrafalario mercader quedó boquiabierto y tan sumamente desorientado por el choque de sentimientos encontrados que no fue capaz de centrar su atención ni un solo instante en aquel individuo que pretendía mercadear con ellos y ni mucho menos en aquella espada...

Sep, es buena, creo

Fue lo único que pudo articular en un fugaz golpe de vista al objeto, aunque realmente no había valorado nada.

Pues claro que es buena! ¿Por quién me tomáis? - aunque podía parecer de risa ver a un mediano enfadado, aquel no parecía ser de los que era conveniente molestar.Bah! Si no os interesa seguro que conseguiré un buen precio mañana en el bazar...

A pesar de la bravata, Marro continuó cerca de la mesa por si acababa de cerrar el trato.

Qué buena historia para recoger en mi libro...Es con diferencia la más interesante de las que he recopilado esta noche.- la joven no había dejado de tomar notas mientras Nylwa hablaba.

¿Os parece que nos veamos aquí tras el próximo lugar de exploración?

Nylwa volvió a recuperar su aspecto de niña inocente tras superar el trance de la narración. Su gesto se dulcificó y su mirada cogió su brillo verdoso habitual. Durante unos segundos, la muchacha permaneció algo confusa, pues notó como si una fuerza interna le hubiera espetado a explicar todas las experiencias vividas...

- Gracias... creo...- dijo todavía descolocada. - Sí... Sí... Nosotros los Leones de Wally volveremos aquí...- se apresuró a contestar con una sonrisa.

Bien, espero que los hados nos permitan regresar de la necrópolis... Ha sido un placer conocerte.- la joven del pelo como el fuego se despidió de la joven con una sonrisa y siguió buscando a miembros de otros grupos para indagar sobre las aventuras vividas en aquella jornada de exploración.

Awib bebió de su jarra de cerveza con actitud formal y seria mientras observaba como se desarrollaban los acontecimientos de la taberna, en concreto observó desde la distancia como Nylwa narraba la primera aventura vivida por los Leones de Wati con entusiasmo a aquellos desconocidos.

Luego desvió la vista hacía el mediano que les ofrecía aquella espada larga. Era una interesante compra de ser auténtica y tal vez alguno de los Leones se podría servir de ella para los venideros combates, sin embargo debían ser responsables con la administración de los recursos. Fuera como fuera aquella era una tarea ideal para el mercader osirio conocido como Ali.

Mientras los compañeros bebían y compartían comentarios sobre lo vivido, se les aproximó un mediano con una golosa oferta.

- Vaya, una pena lo de los perros. Lo lamento... No te ofendas, por favor. Creemos lo que dices; además, no hay más que verla: es un buen acero.

El mago alargó la mano hacia la espada. En el último momento, no queriendo incomodar a su interlocutor, se detuvo y, mirando al mediano, dijo: - ¿Me permites? Será sólo un momento.

La muchacha se acercó hasta la mesa donde los Leones de Wati despachaban una viandas y unos refrigerios. Tenía una sonrisa en sus labios y poco recordaba de lo que acababa de pasar. Era como si la chica que había narrado aquella historia no fuera ella misma...

- ¡Chicos! ¡Chicos!... He conocido a Ogrum de las Hijas del Desierto. Era la aventurera con la que hablaba hace un momento...- se quedó callada durante unos segundos como si algo no fuera bien...- ¡¿Qué os estaba explicando...?!- Permaneció pensativa durante unos segundo hasta que al final su discurso volvió a la normalidad ¡¡Ah sí... Ya me acuerdo!! Me ha dicho que quiere recoger en un manuscrito nuestra aventuras. Seremos famosos... ¡¿No os parece genial?!- Nylwa estaba contenta y excitada.