Partida Rol por web

Ahora los 3 murciélagos se centran en Rasid que sigue paralizado, el primer muerciélago consigue engancharse en el cuello del mago y este cae desplomado al suelo, los otros dos murciélagos uno sale volando hacia arriba y el otro choca contra el cuerpo de Rasid sin más consecuéncias para ambos.

- ¡Bravo Damien! Esos bichos son rápidos...

El enano, consiguiendo mover sus músculos de una vez, sacó el hacha y se dispuso a ayudar a sus compañeros. Ni siquiera sabía que había pasado exactamente, pero, si lograban cazar alguno de esos bichos seguro que se podían comer. 

Salió corriendo con el hacha dando certeros bandazos a los murciélagos, ayudado por la idea de que por fin podrían comer algo... 

Orm no estaba fino. El hechizamiento le habia dañado más de lo que parecia en un primer momento.

Volvio a fallar el ataque.

Thoriarin tras salir de su parálisis se recompone y lanza un certero golpe a uno de los murciélagos que atosigaban a Rasid antes de caer al suelo.

Dos de los murciélagos que han hecho caer al mago se lanzan a por Thoriarin y el otro a por Damien. Uno de los que ataca a Thoriarin impacta en la clavícula del enano haciéndole caer desvanecido y con los ojos en blanco pues la herida de su combate contra los escarabajos lo había dejado bastante débil y no le habían sanado. El que ataca al clérigo falla. Y Rasid sigue agonizando en el suelo.

-¡Ayuda al enano, intenta sanarle o algo! - Gritó Cat a Damien mientras apuntaba de nuevo con su ballesta a aquellas odiosas criaturas y disparaba una vez más.

-¡Necesitamos su hacha o acabaremos muriendo todos!

Cat consigue impactar a uno de los murciélagos heridos que cae el suelo con el cuello atravesado por su virote.

Al parecer Orm, ha conseguido quitarse la caraja y por fin asesta un golpe digno de un enano.

Lanzo mi maza contra el murcielago que me ataca, repartiendo golpes en el aire.

La maza de Damien pasa cerca del murciélago pero este la evita en el último momento saliendo indemne, Orm en cambio no falla su golpe y castiga duramente al muerciélago dos que ya estaba herido haciéndolo caer. Tan sólo queda un murciélago.

El murciélago se dirije a Damien tras haberle lanzado la maza, pero en su trayecto se golpea contra el hacha ensangrentada de Orm causándose algún daño, pero no lo suficiente para morir.

Cat, animada al ver caer aquellas dos criaturas y con las tripas rugiendo ante el inminente festín de murciélago que iban a darse, apuntó a la criatura que aún se mantenía desafiante y disparó su ballesta.

- ¡Ánimo, estos bichos no podrán con nosotros!

El último de los murciélagos es abatido por el virote lanzado por la ballesta de la pícara.

Vuestros amigos agonizan en el suelo. El tiempo es crucial y nadie ha hecho nada por ellos.

-¡Rápido, Damien haz algo por ellos por favor!

Malditas ratas voladoras... - Gruñía Thoriarin en el suelo, tumbado y agonizante, mientras una de sus múltiples heridas escupía sangre de nuevo. - ¿E-Es que nadie piensa atenderme?

Me lanzo a mirar las heridas de Rashid para intentar hacer algo por el. Supongo que es mas debil que el enano.

Empiezas a examinar el cuerpo de rashid y no sabes que hacer mientras tus dudas hacen que sudes y tengas escalofríos a la vez, tu compañero muere en tus brazos...

No sabes como pero en una tormenta del desierto entraste en una estructura y perdiste el conocimiento. No sabes cuantos días o cuanto timepo hace de eso, lo que sabes es que llevabas varios dias sin comer y se te había acabado el agua. Te levantas con la boca pastosa y seca, con mucha sed, y tu estómago ruge por la falta de alimento.

Te ha despertado un tumulto, te despiertas y estás a oscuras y rebuscas entre tus pertenencias la yesca y el pedernal y una antorcha, tras un breve lapso de tiempo consigues encender la antorcha. Los gritos que te han despertado no han cesado durante todo este tiempo, son gritos de batalla, sin ninguna duda. Ahora puedes ver un largo pasillo y una puerta, tras la que se escuchan todos esos gritos.

Con la antorcha en la mano del escudo, desenfundo la espada y me dirijo al foco de la algarada. Intento abrir la puerta preparado para demostrar una vez más, ser digno de la confianza del sabio Legis.