Partida Rol por web

Yo creo... si me lo permite señor, que deberíamos volver a la tienda... llamamos demasiado la atención, o por lo menos, buscar otra tienda, debería haber más... si seguimos con los uniformes y las armas a la vista no tardaremos en tener problemas... - comentó el médico que hasta ahora había permanecido en silencio

-"El Hermano Abner tiene razón, deberíamos insistir un poco más, es una de las pocas posibilidades que veo computable. Pero esta vez sería mejor enviar un par de personas para que se encarguen de negociar las ropas y de paso sacar algo de información"-.

Reimius escupió al oir a sus compañeros, que parecían haber perdido toda dignidad. - Os recuerdo que aunque no esten corruptos, cosa que dudo, se podría considerar que estamos en territorio enemigo... Si de mi dependiese habríamos prendido fuego al lugar tal y como sugirió el teniente... - dijo con cierto enfado, no le gustaba nada estar en un antro como aquel y menos con gente con tan claras muestras de corrupción.

Guilz bufó:

-¿Quereis calmaros de una puñetera vez? Quemar esto quemar lo otro, pareceis piromanos. Esta bastante claro que este sitio apesta a corrupción, pero que no intentemos pasar desapercibidos, usaran nuestros cuerpos para adornar esas jodidas luces de neon.

Sturnn apoyó sus manos en los hombros de Krubarg y Kholja.- Estamos perdidos en territorio enemigo, escasos de equipo y con absolutamente ninguna información de inteligencia. Nuestras opciones son limitadas y van disminuyendo. - se encogió de hombros.- La frustración es parte del trabajo, y por mucho que nos guste fantasear con retribución, Krugbarg, sabe tan bien como yo que no es una posibilidad. Y Kolhja, es bastante evidente que todo el distrito está corrupto, y los que no lo están se esconden bajo la inmundicia para evitar ser segados por lo que pasará por servicio de seguridad de estos dementes. Sin embargo, no vamos a conseguir nada atacando objetivos no prioritarios. Necesitamos establecer cómo derribar la estructura de mando desde arriba, y el vandalismo no nos va a ayudar en el empeño. - Sturnn meditó unos segundos.- Se me ocurre algo...

Sturnn vocalizó su idea.- A veces, la mejor manera de pasar desapercibido es ser la clase de persona que la gente prefiere no ver. Localizen una pila de detritus adecuada para fabricar disfraces de mendigo. O una tienda con ropa suficientemente harapienta para tal efecto.

A sus órdenes! Dijo el soldado un poco mas contento con esta última idea, acto seguido se puso manos a la obra.

Pero el grupo había tardado demasiado en tomar una decisión... mientras el grupo de leales al credo Imperial seguía deliberando abiertamente en mitad de la enorme calle sin fin, la multitud había hecho un corrillo al rededor de los soldados y por un de los lados se abrió un pasillo...

Botas, ese paso ominoso y peligroso, esa sensación de que un grupo grande de gente venía hacía vuestra posición, pero sobre todo, lo pavoroso no era el peligro inminente, era que estaba demasiado cerca... botas y ¿tacones?

Así era, una mujer de extrema belleza pero que a la vez podría resultar repugnante, un ojo brillaba con un rojo intenso mientras de su boca cruel, por la comisura de las mismas asomaban unas cicatrices en perpendicular a la linea de sonrisa de sus labios... la mujer chasqueó la lengua, su armadura negra y rojiza se veía robusta y el arma que portaba en la diestra resultaba algo peligrosa, no llegaba a tener el tamaño de un bolter, pero era más grande que un rifle automático de proyectiles.
La mujer se paró frente a vosotros mientras por su lado iban desfilando sus guardianes, un grupo de hombres que parecía no tener fin, todos iban con los rostros tapados por una especie de saco sin fuste, armaduras de anti fragmentación y rifles láser... en cuanto os habían rodeado, cosa que hicieron casi a la carrera os apuntaron con las armas... Eran un total de diez guardias y con la mujer, eran once enemigos...

Su pelo rojizo se agitó al miraros con cierta velocidad y diversión - No se como habéis llegado aquí - esa voz... su voz... era embriagadora, un néctar dulce y sabroso... las ondas sonoras que emitía al hablar tenían aroma, tenían gusto... tenían tacto... un aroma dulce, un gusto afrodisíaco un tacto suave como la piel de una mujer joven, era casi insoportablemente atrayente - Y en cierto modo no me importa demasiado, pero las armas al suelo y ni un gesto estúpido, puedo hacer de cada uno de vosotros mi juguete - ¿Su juguete? Algunos de vosotros, los más influenciables casi deseabais gritar que queríais serlo.

Se irguió en toda sus estatura - ahora, armas al suelo - ordenó imperiosa, ordenó poderosa...

Sturnn pudo notar el olor de almizcle y sexo en el ambiente. Casi se sintió aliviado. Esta clase de enemigo podía manejarlo. La pistola de duelo, heredada de la Arbitradora, apareció en su mano a velocidad vertiginosa.- No.- Respondió monosilábicamente, tomando un segundo para colocar el haz láser entre ceja y ceja de la supuesta guardiana. Con un poco de suerte, rompería el embrujo que ésta estaba intentando llevar a cabo.

La cicatriz de la espalda le dolía. Tal vez fuese el dolor, simple razonamiento o pura fuerza de voluntad, pero Guilz no calló en las tretas de la mujer. La espada del comisario salió de su funda trazando un arco vertical dispuesta a partir en dos al hereje que le apuntaba con el arma.

La voz de aquella mujer parecía penetrar en su cuerpo, en la carne y el metal, haciéndolo temblar. Con voluntad y varias citas mentales del código como concentración, hizo caso omiso de sus palabras.

McStreen se quedó embobado mirando para la seductora dama, lo único que deseaba en ese momento era saciar su apetito sexual, ni siquiera se dio cuenta de lo que hacían el resto de sus compañeros, simplemente cumplió las órdenes de la dama de cabello de fuego.

Reimius escupió al suelo tras escuchar como aquella puta barata se hacía la interesante, a la vez que vió como su teniente preparaba su arma y adivinó sus intenciones, a lo cual respondió con otro disparo de su pistola inferno.

Tanto Fortuna como McStreen habían caído bajo la influencia de la mujer... no se trataba de belleza, no solo era su aroma... ambos comprobaron en sus carnes que el deseo iba mucho más allá... promesas de placer infinito fueron susurrados en sus oídos por unos labios carnosos que les hubiera gustado besar, la suavidad de aquellas palabras los dementó por completo, pero sobre todo a Fortuna, que resultó ser la más débil de los dos.

Pero algo empezó a ir mal desde el minuto uno...

Lukas Sturnn, un hombre hastiado del liderazgo y de la vida militar más allá de la cantina había alzado la pistola de la difunta arbitre y demostrado que a pesar de su desazón para con sus quehaceres era alguien leal... y por ello, sin mediar palabra le voló, literalmente, la cabeza a La Guardiana; a raíz de eso, se desató el caos.

Después del disparo inicial, Guilz desenfundó su espada energía y activando la runa del campo energético solo tuvo que dar un paso a la vez que descargaba el arma sobre uno de los guardias; la espada cerceno limpiamente el brazo izquierdo del soldado y este cayó muerto al suelo sin ningún tipo de teatralidad, salvo unos extraños gemidos de placer que profirió al recibir la herida.

Luego le siguió Astaldo, que disparó errando por completo el tiro de su pistola láser. Reimius, por otro lado descargó su pistola lanzallamas sobre el ya cadáver de la guardiana, por ello su descarga la invadió, ennegreció y parte del chorro escupido prendió fuego a varios civiles que andaban por detrás... pero lejos de salir corriendo se quedaron bailando extasiados hasta que fueron consumidos en escasos dos segundos.

La respuesta de los guardianes fue casi inmediata, los ocho supervivientes abrieron fuego contra el grupo sin pensarlo... a esa distancia consiguieron varios impactos, pero la sorpresa consiguió que varios erraran. Guilz fue herido levemente y tanto Lukas como Reimius no sufrieron herida alguna, aquella impronta de la corrupción de nurgle servía para algo ya que los protegió de la mayor parte del daño, ahora... Guilz, Astaldo, Lukas y Reimius se enfrentaban a ocho guardianes armados y a dos de sus compañeros...

Pero faltaba alguien... ¿y el doctor?

¿Qué ha pasado? No era posible... había muerto, las promesas formuladas ya no se darán jamás... nada de placer, nada de poder, solo lo mismo de siempre, soldados mal pagados, hartos de sus vidas y que solo quieren morir en la batalla... esa frustración, el deseo de seguir adelante y conseguir nuevas metas e hitos, todos esos sueños que se formaron rápidamente fueron destruidos... sueños nuevos pero que realmente estaban ahí desde siempre...

¿y quién tenía la culpa de ello?

Lukas...

Reimius...

Astaldo...

Guilz...

La ira os cegó por completo, solo queríais verlos muertos, ver sus huesos esparcidos por el suelo, aplastar los cráneos con vuestras botas y esparcir su contenido por todo el suelo... solo queríais venganza, muerte... jadeabais de pura rabia...