Partida Rol por web

Me cago su puta madr.... Pienso cogiendo al lacayo,a éste no lo van a matar, y puede hablar.... -Tú, ven conmigo, ahora que tu amo a muerto, serás mi lacayo, y mi primera orden es que me cuentes lo que hacías con él.- Le digo cogiendole de la pechera y trayendolo conmigo a ver a la guardia, alguien ha tenido que ver algo...

¡Yo no hacia nada con el señor!.- dijo temblando.-Preparaba su caballo, limpiaba su ropa y afilaba sus armas...poco mas. Ellos nunca nos cuentan nada... Señor, hace años que se estan reclutando mercenarios y malas gentes para refuerzo de la guardia. Se les paga mejor que a los soldados y no le rinden cuentas a nadie, solo a su señor... pero nunca dicen quien es. Imagino que hablan de Albert por sus enseñas pero no se nada, se lo juro.

-Vale, pero sigues siendo mi lacayo, te guste o no...  Le increpo al hombre. -Ahora a ver donde duermes para mañana hablar de éste tema con el Rey y Albert.... Le informo yendo a mis habitaciones con el hombre cogido de la pechera.

Dejándose llevar por la curiosidad, Albert echó un ligero vistazo, rápido y breve, a las nuevas leyes que su hermano había dictado en su ausencia. Una confortable sonrisa afloró en su rostro, y no tardó en cerrar el libreto para mirarle a los ojos.

- Lo leeré con detenimiento en mi despacho, pero permíteme decirte que el primer vistazo ha sido muy satisfactorio, querido hermano - dijo, posando la mano en su hombro - Nuestro padre y Rey estará muy orgulloso del trabajo que has realizado.

Luego continuaron por el pasillo, y fue cuando Grifith comentó acerca del estado del Rey.

- Está débil, hermano mío - respondió, con el rostro ensombrecido - Mi corazón se ha encogido al ver el estado en que se encontraba al volver de mis viajes. Pareciera como si alguien le hubiera arrebatado el alma y las fuerzas.

Grifith sabía que Albert nunca había sido un niño que se abriera a los demás. De pequeño era el que siempre se recluía en su habitación cuando le dolía algo, y le costaba expresar sus sentimientos. Ahora, al hablar de su padre, estaba claro que su dolor iba por dentro.

- Pero... hay algo - dijo, casi escupiéndolo. De repente, se dio cuenta de que había hablado de más y miró a su hermano, alarmado - No, déjalo, querido Grifith. Hoy es un día feliz y no quiero ensombrecer nuestros espíritus más de la cuenta.

- Bien, Zaya, has hecho un buen trabajo con las leyes - dijo, respondiendo mentalmente a su sirvienta - Y respecto al asunto que me solicitas, llegado el momento, lo veremos. Aunque mi futuro como Emperador de Asdrom está cada vez más cerca, sabes que no soy de los que vende la piel del oso antes de cazarlo.

Mentalmente, intentó mantener la risa mientras su hermano caía lentamente en la red de telarañas que establecía a su alrededor.

- ¿Qué ha sido del mercenario preso?

Escuché las palabras de mi hermano y sonreí ante su complacencia. Continuamos caminando cuando abordó el tema de nuestro padre y vi como su voz parecía perder intensidad e incluso entrecortarse por momentos. Al tomar la decisión de dejar el tema, me giré hacia él y, poniendo mi mano derecha en su pecho para detenerlo, le dije mirándole a los ojos de forma tan penetrante que casi podía traspasarlo:

-Aguardad hermano mío.- ,dije con voz segura, -No existen días propicios para malas nuevas, os ruego me digáis aquello que guarda vuestra cabeza.- ,bajé la mano y suspiré, -Albert, hemos sido hermanos desde hace ya treinta inviernos, y vos me conoceis tanto como yo a vos. Mas nuestro padre se muere hermano mío y tengo la sensación de que con su muerte se avecinan hechos que escapan a nuestro control y conocimiento....es hora de hablar, hermano mío, y aunar fuerzas para enfrentar lo que nos depara el destino. Quería hablar con vos para contaros algo que ha sucedido en nuestro viaje mas necesito saber que ha ocurrido aquí, en palacio, pues tengo sospechas de que algo se oculta tras la corona de Asdrom, hermano mío y más importante es preservar la estirpe que perdernos en lides entre hermanos.- ,incliné la cabeza con respeto y le rogué de nuevo, -Hablad, por favor, no ensombrecereis mi alma, después de todo ya me conoceis.-

Al decir esto esbocé una ligera sonrisa a la espera del juicio de Albert pues necesitaba que hablara conmigo y no podía demorarse más.

Con un suspiro, dejó que Grifith hablara. Estaba claro que el más libidinoso de los hermanos de Asdrom ocultaba una faceta tierna y compasiva que le tocó muy dentro, y agachó levemente la cabeza cuando le habló de lides entre hermanos. La noticia le sorprendió, como si le hubieran golpeado en el pecho.

- Es... Dasmus, querido Grifith - dijo finalmente - Cuando comenzaron a surgir las primeras aldeanas asesinadas con su símbolo, pensé que sólo eran intentos de algún reino enemigo de sembrar disensión, así que no le di importancia. Pero cuando regresé y ví que Padre estaba tan enfermo, acudí a él en busca de consejo o ayuda... pero había desaparecido.

Grifith percibió cómo el puño de su hermano se cerraba, haciendo crujir los guantes de cuero negro, en un gesto de ira. Mirándole a los ojos, parecía abrumado.

- ¿Qué te ha ocurrido durante tu viaje, hermano? Me sorprendió veros a todos juntos... y me dolió quedarme a un lado...

Cuando escuché a Albert pronunciar ese nombre apreté la mandíbula y el puño pues más piezas encaban en todo aquel maldito puzzle de engaños y tramas. De nuevo el nombre de Dasmus se cruzaba en nuestro camino y mis sospechas no hacían sino aumentar cada vez más. Cuando Albert me preguntó acerca de mi viaje y lo que había sucedido, volví con él apartando a un lado mis pensamientos. Lo miré con la expresión de haber recobrado el sentido y exclamé:

-Hermano mío, os agradezco me hayais contado esto, mas os ruego que confieis en mi y aguardeis el momento para confesarle esto a cualquiera de nuestros hermanos. Como decís hoy es un gran día para mí y quiero disfrutar de lo que me teneis reservado para conocer a mi prometida. Mas cuando la luna esté en lo alto del cielo y la noche nos ampare, los cuatro hermanos nos reuniremos y hablaremos del futuro de Asdrom, hermano mío. Sospecho que una batalla para nuestra corona está a punto de librarse y llevamos varios pasos de desventaja.-

Al decir esto me dispuse a encaminarme a la sala donde tendría lugar la celebración para aguardar los festejos. Sin embargo, antes de retirarme, exclamé:

-Confiad en mí, hermano, debemos dejar a un lado nuestras rivalidades y preservar el futuro del reino......Ya habrá tiempo de decidir quien será el futuro rey, si es que tenemos aun un reino que gobernar.-

Con estas palabras dejé a mi hermano confiando en su virtud de la razón y esperanzado por que tuviera fé en mis palabras pues jamás había sido tan sincero como hasta ese instante.

Albert se sorprendió con la evasiva de su hermano. Así como él había sido sincero con Grifith, quería que él también lo fuera.

- Hermano, ¿por qué no me respondes? ¿Por qué desde que habéis vuelto, todos estáis tan recelosos de mí? - mirando a los ojos de su hermano, le tomó por los antebrazos suavemente - Me has pedido que sea sincero, y sin embargo tú me ocultas la verdad. Me pides que confíe en tí, pero sabes que no puedo hacerlo si tú no lo haces.

Suspirando levemente, volvió a mirarlo.

- Por favor, hermano mío.

Noté como las manos de Albert me sujetaban y me argumentaba el por qué debía decirle lo que sabía, o al menos lo que sospechaba. Suspiré sabiendo que sus palabras contenían ante todo la verdad. Me detuve en mi marcha y me giré de nuevo hacia él:

-No temais Albert, al menos por mi parte no tengo nada contra vos.- ,al decir esto volví a suspirar de nuevo, -Vereis hermano, han sucedido varias cosas durante nuestro viaje y, si no contamos con vos fue por que el tiempo jugaba en nuestra contra, sin embargo tan solo os diré que tuvimos un extraño encuentro con un anciano llamado Maglom y que tiene mucho que ver con Dasmus. No deseo entrar en detalles pero quiero que tengais en cuenta que, por el momento, vos sois él único al que le he otorgado mi confianza en esta trama, mas ni las paredes de este castillo me inspiran ya seguridad, os ruego aguardeis hasta la noche, hermano mío, despejaré todas vuestras dudas y mucho más, os lo juro por mi honor y por la gloria de nuestros antepasados.-

Diciendo esto llevé mi mano a su pecho para insuflarle confianza y seguridad. No tenía más que decir y mi rostro así lo atestiguaba, el momento para las palabras había concluido al menos hasta pasados los festejos del día y confiaba en que Albert así lo viera. Si no le contaba nada más era tan solo porque quería hacerlo en un lugar más idóneo para ello.

Visiblemente decepcionado, Albert relajó las manos y se apartó de su hermano. Estaba claro que la noticia de peleas internas entre los hermanos le había pillado desprevenido, y eso le había conmocionado. Si le sumaban la idea de que no confiaban en él, era comprensible su reacción.

- Como queráis, Grifith - dijo, con tono suave - te dejaré que te prepares para la fiesta de tu aniversario.

Y diciendo esto, se encaminó hacia sus aposentos.

El preso no hablara nunca mas, señor. Justo a tiempo dado que el entrometido de Mac volvio enseguida... Trajo un paje que ayudaba a ensillar... tambien me he ocupado de el y parecera un accidente muy oportuno para nosotros. Tenia la boca algo suelta pero no sabia apenas nada.

Dasmus a sido cazado. Esta en posesion de vuestros hombres esperando que confirmeis su fin, mi señor.

El otro mago del que os habla vuestro hermano fue compañero de Dasmus en su juventud, expulsado de la torre por perder su poder en un experimento estupido e irresponsable... Tiene algo ligero poder para ver el futuro, no gran cosa, ademas la mayoria piensa que esta como una cabra y nadie le hace demasiado caso. Su reputacion es pesima, mi señor, pero podemos cazarlo si gusta.

La noche paso y llego el dia

El sol levanto tibio y gelido, desprovisto de fuerza.

El rey hizo un esfuerzo para levantarse y sentarse en el trono. Esperando la audiencia con sus hijos. Todos habian vuelto y era hora de tomar la decision crucial. El viejo rey sabia que su tiempo eran los ultimos granos de arena, que se negaban a caer en un retorcido reloj.

- Bienvenidos hijos mios... Se que estabais impacientes por hablar conmigo pero no habria visto otro dia sin un descanso sin interrupcion.

Estaba al lado del rey con mala cara, no poder visitarlo aquella noche me habia molestado mucho y todo lo que estaba por acontecer me daba una sensacion horrible en el cuerpo, como si una sobra callera sobre nosotros sin que pudieramos remediarlo. 

Como siempre estaba a su lado cogiendo su mano en absoluto silencio.

Gurne también se encontraba ya allí, no le habían permitido visitar a su padre por la noche pero se mantuvo en la antecámara guardando la vigilia que consideraba merecía el rey. Así que en cuanto su padre se despertó y le comunico la reunión fue directamente a esperar a la sala de la reunión.

A pesar de no haber descansado la noche anterior, el porte del príncipe Gurne era impecable, tan solo lo delataban las ojeras en sus parpados.

Saludo a sus hermanos a medida que fueron llegado, pero se mantuvo por lo general en silencio a la espera de lo que el rey tuviese que decir.

Me acerco con el hombre que encontré aquella noche, mi nuevo lacayo, le gustase a él o no. -Rey Haroth, me gustaría hablar con vos. Soy Mac Mardiggan, de la granja Mardiggan, al linde del bosque y sus reinos, de padre Cormar y de madre Ann. El hermano de Dasmus me ha informado que puedo ser su hijo bastardo, y me gustaría saber cuán cierta es ésa noticia....- Le digo sin miramientos, clavando mi mirada en él cuando nombro a mis padres y a quién me dió la noticia....

Como siempre, Albert estaba perfectamente vestido con sus ropas de terciopelo y cuero, y había aparecido momentos después de que el rey les mandara llamar. En silencio, como si aquella situación fuera un velatorio, observó los rostros de los presentes, y se mantuvo callado, salvo un leve saludo e inclinación a sus majestades.

Cuando aquel tipo que había venido con la comitiva se dirigió tan abiertamente a su padre, apretó los puños, molesto. Pero cuando la noticia que acababa de soltar resonó por la sala, arqueó las cejas, sorprendido, y contuvo un respingo.

- Y allá vá. Sin respeto, y sin modales, lanza la noticia. ¿Y qué espera? - pensó - Pero conociendo a mis hermanos, seguro que lo acogen con los brazos abiertos. ¿De cuándo conocen a este tipo? Podría haberse perfectamente hecho pasar por un bastardo y ellos asentirían como borregos...

Mientras su cabeza manejaba esta información, contactó con Zaya.

- El poder de Dasmus es imprescindible para mis fines, pero también es menester que permanezca bien encerrado. Que le corten las manos y le arranquen los ojos para que no pueda practicar más magia y le mantengan vivo... quiero escuchar de su voz lo que tenga que decir cuando le quite la vida... y sí, capturad a ese Maglom también... su don para ver el futuro me vendrá bien.

Si, mi amo. Se hara como dices pero ten cuidado. El corazon de vuestro padre esta a un hilo de fallar y el bastardo le ha causado un gran dolor...

Señor el rey le reconoce como propio pero no va a hacerlo aqui y ahora, tener cuidado o el bastardo le saltara al cuello a su magestad.

El anciano guardo silencio. Estaba mal, se le veia mas palido por momentos.

Apreto los dientes y pregunto al resto.- ¡Que hace el aqui! Esta reunion era para la familia.

Despues miro a Mc Mardigan pero no a los ojos.- Si sois o no bastardo es vuestra madre la que debe rendiros cuentas ¿Como esperais que yo lo sepa? ¡Soy el rey, no una vidente, por amor de los dioses!