Partida Rol por web

Me acerco con sigilo y echo un vistazo a la sala del lado...

Rumuk también espera acontecimientos, un poco avergonzado por no poder estar en el frente de batalla. Sin embargo, consciente de su escasas habilidad para deslizarse en silencio, tiene bien claro que una cosa es coraje y otra cosa muy distinta avanzar estúpidamente y sin precauciones.

Soker se acerca a examinar la sala que tiene frente a él.
Varios agujeros dejan pasar la luz a esta cámara ruinosa. Una de las columnas que sostuvo el techo está derruida, sus restos yacen en el suelo.
Un espeso parche de champiñones negros se oculta en una esquina cercana, dando a la habitación un olor que es difícil de distinguir de la peste a piel mojada que inunda toda la sala.

Dos lobos descansan en esta sala, uno de ellos es mucho más grande. Gira la cara hacia Soker.

¿Quien anda ahí? Oh, pero si es una pareja de ladronzuelos. Bien..., bien... parece que habéis sido lo suficientemente sigilosos para terminar con mis guaridas...
¿Se puede saber que habeis venido a hacer a mi guarida?

Durante una fracción de segundo, Rumuk palidece ante la visión de un lobo que habla. Pero, rápidamente, su fe en Iomedae le permite hablar con arrojo al tiempo que aprieta su espada para tener una mayor sensación de seguridad: ¿Quién o qué eres tú? Nosotros no somos vulgares ladrones, sino que estamos buscando a unos niños desaparecidos.

Oh! Otro ladronzillo. Que sorpresa, tengo delante una invasión en toda regla. ¿Buscáis a los niños? Yo sé donde están, claro que... no sé por qué tendría que decíroslo a vosotros...

Tekdur se queda mudo, pálido bajo la descuidada barba. Inspirado por el valor de Rumuk, aunque consciente de su más que probable inutilidad, aprieta con fuerza su hacha, avanza unos pasos y se planta firmemente en el suelo.

- Desde luego no tienes porqué decírnoslo. Pero seguro que ayudará. Si como sospechamos los tienen los kobolds te libraremos de su compañia. Claro que, a lo mejor su compañia te es grata.

-No necesito más que una pequeña buena razón para soltar esta flecha. Obviamente un lobo que habla y no colabora, la es. Luego vendrán más...- amenaza Geon.

Enano malo... no hay razón para ponerse violentos. Los kobolds no me molestan porque viven más abajo, pero tampoco les aprecio demasiado. Quizás podais hacerme un pequeño favor y, a cambio os dejo bajar a ver a vuestros amiguitos kobolds.

Dinos cuál es tu problema.

-La última vez que confié en un lobo casi me hace un ombligo nuevo. Tus razones van a tener que ser muy buenas, animalito de cuento.- interrumpe Geon, marrullero, como siempre.

- La penúltima, querrás decir, ya ves cómo han salido de mal parados los de la última trata de intimidar Tekdur(1).

- Habla, Lobo. ¿Cual es tu propuesta?

Finn escucha al lobo, impasible, mientras le apunta con su arco.

Escucharemos tu propuesta, pero primero nos gustaría saber que eres, porque los lobos no hablan. ¿Eres amigo de una niña que se llama Jeva? Apuesto a que tu la hiciste como es, ¿verdad?

Mientras sus compañeros hablan con el lobo, Soker se echa para atrás y le echa un vistazo a la sala de los dos lobos muertos.

¡Ja! ¿Y como es la niña?. Yo a los niños los convierto en comida. Me hubiera comido a los que se llevaron los kobolds si me los hubieran dejado. Tengo una propuesta muy sencilla. Últimamente mi hogar se ha estado llenando de criaturas molestas que irrumpen sin pedir permiso. Hay una araña muy molesta en la torre, luego están esos monstruos voladores del templo, y claro, también han anidado unos malditos murciélagos que me bloquean una salida.
Si acabáis con ellos y me traéis pruebas de vuestra hazaña, os dejaré pasar.

Ah. Y si os cargáis al dichoso kobold que han ordenado vigilar este nivel, me librareis de otra molestia y los lagartitos no podrán culparme a mi.

Examinas la habitación de los lobos rebuscando en la mesas y en el suelo, curiosamente uno de los pupitres tiene un compartimento secreto. Dentro hay un hacha de mano de muy buena calidad, una bolsa con 100 piezas de platino y un libro de oraciones, escrito en enano.

Viendo acercarse un trato fácil, Geon cambia el semblante:

-Todos esos combates armarían mucho escándalo, que alertaría a los kobiolds de nuestra presencia, o te daría tiempo para alertarles. No me fío.- dice el enano entornando los ojos -Digamos que aceptamos; queremos una prueba de tu honestidad: acompáñanos a matar a los murciélagos, por ejemplo, para demostrar tu interés, ya que parece lo menos peligroso de todo, y acabaremos con los demás.- propone.