Partida Rol por web

Primera parte: Sube La Marea

Bienaventurado el que lea y los que escuchen las palabras de esta profecía, y sigan lo que aquí está escrito: Pues el tiempo está próximo.

— Revelaciones 1:3

Hace algunos días recibiste en tu refugio habitual una carta con el sello de tu sire, uno de sus ghouls era el enviado con la citación y procedió a su lectura. En la carta una persona sin identificarse afirmaba ser aliado de vuestro sire y os citaba el 15 de abril a la décima hora de la noche, cerca de los almacenes del mercado en la Distrito del Castillo de Buda, en Budapest. La carta continuaba rezando que deseaba hablar de negocios y que tenía una propuesta difícil de rechazar.

El Ghoul te acompaño hasta una caravana completamente oscura, que impedía el paso del sol al interior, y durante un tiempo viajaste en dirección a tu destino.

Sientes que los rayos del sol se ocultan y despiertas. Estas a las puertas de la ciudad de Budapest, lo único que te separa de la ciudad son las grandes puertas de madera, aun abiertas mientras pasan los comerciantes más rezagados.

Lo primero que ves al bajar son 5 caravanas muy parecidas a la tuya, de la que al parecer también baja sus…”tripulantes”. Quizás no lleves demasiado siendo un no-muerto pero sabes lo suficiente como para saber que este tipo de cosas rara vez son casualidades….

Una oscura figura salió de una de las caravanas, con paso lento pero seguro. Al bajar, golpeó varias veces con la puntera del pie el suelo de Budapest, para una vez finalizado, observar sus manos. Primero la derecha, luego la izquierda. Bien, parecía que estaba todo en orden.

Estaba vestido con ropas de viaje, con una mochila en la espalda y una fina capa de lana sobre sus hombros. De piel clara y pelo oscuro, y unos brillantes ojos que parecían observar más allá de cualquier objeto o persona. De echo, estuvo mirando a todos lados, de manera lenta pero continua.

Al ver que no era el único que abandonaba su caravana, se limitó a hacer una leve reverencia hacía los nuevos invitados, pero poco más estuvo dispuesto a mostrar, pues parecía tener prisa, por lo que poco a poco se fue difundiendo entre la gente que había en el mercado.

Melvin había estado en muchas ciudades, y si un patrón se repetía constantemente, era la cantidad de vagabundos que tendían a esconderse en las callejuelas más oscuras. Observando en el mercado, miró hacía una de la calles que lo conectaban, buscando a cualquier moribundo solitario para poder alimentarse de él.

Te adentras en la ciudad de Buda-pest, moviéndote como pez en el agua. Después de todo los mercados son tu ambiente natural y en la misma entrada ahi uno y bien grande.

Te escondes por una de las callejuelas y no tardas en localizar a una presa, caes sobre el sin que apenas se de cuenta y tus colmillos se clavan en su cuello y la sangre que mana te alimenta, después de beber un poco, ya no tienes hambre, aunque sientes que aun podrías alimentarte mas.

Poco a poco las caravanas iban llegando, para abrirse silenciosa y discretamente, todas excepto una, del la cual al abrirse empieza a salir una música pegadiza francesa, como si de una caja de música se tratara. Para mas sorpresa de los presentes, de su interior aparecen repentinamente, frotando en la entrada de la caravana, dos extraños y deformados enanos. Un hombrecillo de nariz roja y una mujer de frente ancha.

La mujer mira a uno y otro lado, arriba y a abajo. Contemplando a la multitud que caminaba y a algún transeúnte rezagado que se había echado a la carrera ante terrorífica aparición.

-¡Oh! ¡Eso fue muy grosero! ¿No opinas lo mismo, Tomas? -Habla al fin la mujer de pequeña estatura, empezando una charla con su compañero de viaje, sin embargo el otro engendro solo da como respuesta un hipo de borracho seguido una flatulencia, ladeando la cadera en dirección a la mujer, para después rascarse el trasero en gesto distraído.

-¡Tomas, por favor! -Grita escandalizada, agitando los brazos para neutralizar el olor. -Hay gente mirando... ¡OH! ¡Aquel hombre me está desnudando con la mirada! ¡Menudo pervertido! -Exclama, refiriéndose a Melvin y su silencioso saludo. La mujer se levanta las faldas para cubrirse el rostro pero sin pensar que dejaba a descubierto otras cosas.

-¡Eh tú! Si intentas algo indecente con mi señora te las tendrás que ver con migo. -Exclama el enano borracho mientras agitaba el puño por encima de su cabeza.

Una tercera voz suena, suave y conciliadora, apaciguando los ánimos de Tomas y haciendo pasajera la vergüenza de Lorens.

-Tomas, Lorens, tranquilizaros queridos... ¡Aquel caballero solo pretendía ser cortes! Saludadle, que no se diga que los extranjéros somos unos maleducados.

Una figura alta y encapuchada se asoma al exterior. Quizás fuera a causa de la oscuridad del interior, de las mangas anchas y largas de sus ropas o por la repentina e inesperada intromisión, pero nadie se había percatado hasta el momento de que los dos engendros que saludaban estúpidamente con la mano eran marionetas movidas por hilos.

El hombre recoge las marionetas y las ata a un lado de él, para seguir luciendo las piezas artesanales que personalmente había diseñado con destreza y esmero. Una vez bien sujetas el jovial hombre se retira la capucha para mostrar una melena de rizoso pelo castaño color miel y un rostro simpáticos.

El hombre inspira, embriagándose del aroma a mercado, olor de flores marchitas por el calor y que ahora intensificaban su aroma caída la noche.

-Budapest ... C'est la plus belle ville. Des possibilités infinies stockées dans ses rues. -Dice feliz en su lengua materna.

La sed se desvaneció, pero el cansancio aun era palpable, de modo que tomó un segundo sorbo de la sangre de aquella pobre víctima. Lo hizo con una pequeña pausa, pues no quería despertar a la bestia y causar problemas innecesarios.

Una vez alimentado, volvió a incorporarse al mercado. Aquello le recordaba sus días mortales, cuando miles de personas se reunían y ofrecían sus mercancias al mejor postor. Desgraciadamente, la no-vida ofrece algunos cambios, y sus antiguas ventas no ofrecen el mismo efecto en la sociedad de la época, de modo que sólo se dedica a observar. Observar. Y observar, pues con los conociemiento pasados y su experiencia en la no-vida, había aprendido a descubrir engaños y timos, y a veces le resultaba divertido timar al timador.

Pero no había llegado a Budapest para recordar echos pasados. Se dirigió a los almacenes, al que se encaminó gracias a las mercancías que iba viendo mientras recorría el mercado. Se veía el Castillo de Buda, grande y majestuoso, como una prueba del esplendor de la ciudad.

Una vez llegó donde creía que sería el lugar dónde la carta que recibió le citaba, volvió a piquetear en el suelo, y a mirar en todas direcciones, quizás buscando algún patrón que se repitiera en el Castillo, quizás contando la cantidad de baldosas que pudiera haber. Decidió quedarse y esperar a qué se cumpliera la hora, pues aún quedaba algo de tiempo, y quien sabía si alguien más pudiera aparecer en ese mismo lugar...

La puerta de el oscuro carruaje que trajo a Stepan se abre lentamente, y un extraño hombre, no muy alto, cargado con una espada en el hombro y un escudo, armadura de cuero y una mirada fria y perdida, lleno de cicatrices, baja casi de un salto, tendiendo la mano despues hacia el carruaje.

Una mano enfudada en un guante netro asoma, cogiendose a la tendida, y despues el resto de Stepan lo precede, su mirada altiva se poso directamente sobre las puertas de la ciudad- ah... sangre fresca, la ciudad... mmmm cuanto tiempo sin venir aqui, tantas oportunidades, maestro uno tiene sus vicios....- susurra para si, y baja del carruaje, esta vez su armadura no le acompañaba, ni su arma, tan solo llevaba un anillo en el dedo anular de su mano derecha que acababa en un pincho por delante del dedo, el resto eran ropas oscuras y de lino, sin dudas pertenecientes a su señor.

Mas gente habia descendido de varios carruajes, no presto mucha atencion al resto, y se encamino hacia el interior de la ciudad, daria una vuelta antes de ir al castillo, una sonrisa se dibujo en su rostro al cruzar la puerta, parecia casi excitado.

Tras una breve pausa continuas alimentándote del mortal, que cada vez se encuentra mas pálido, cuando sientes que tu sed esta saciada paras, el desgraciado vivirá, aunque estará bastante tiempo mareado por la perdida de sangre. Habías llegado a la séptima hora de la noche y encontrar a esta presa no te había costado mas de una hora, tenias tiempo de llegar al punto de reunión sin problema.

-¡Hey, Austére, aquel hombre tan gallardo pasa de ti! -Exclama una de las marionetas mientras castañea los dientes y hace un gesto con el brazo, señalando a Stepan y su cicatrizada escolta.

-¡Silencio Tomas! -Ordena el hombre a la vez que da una colleja a la marioneta. -¡Que sea la ultima vez que me dejas en evidencia! 

-¡Ouch! ¡Eso duele! -Exclama con voz llorosa Tomas, haciendo otro movimiento de mano para llevársela a la cabeza y enredarse en los hilos, manteniendo esa posición durante un trecho hasta que Austère atraviesa los muros y se pierde también entre las gente de Budapest.

-Guarda silencio, llamas demasiado la atención y estas personas queman a la gente por mucho menos.

El Nosferatu se adentró pues en la ciudad, paseando entre sus gentes sin que estos sospecharan lo que era, aunque alguna mirada  fugaz, mezcla de asco y espanto, miraba de reojo las retorcidas marionetas, quienes parecían devolver la mirada.

Austère había pasado muchas horas solo, demasiadas en aquel carro para su gusto, con la única compañía de sus marionetas. Disfrutaba con ellas, añadiéndoles alguna nueva parte de cuerpo móvil, sustituyendo poco a poco un miembro antiguo por otro mas reciente, dando mayor realismo gracias a ello sus espasmos, pero necesitaba de un público que valorara su arte, los cuales no parecían ser sus, seguramente, nuevos compañeros cainitas.

Austère tomó pues una decisión, debía conocer los gustos de sus nuevos compañeros para hacer algo que fuera de su agrado. Quizás la carne diseccionada y reanimada era algo que tenían muy visto, así pues, decidió seguir oculto a su gallardo compañero antes de perdérle de vista.

Blythe descendió del carruaje silenciosa, alzándose majestuosa sobre la oscura tierra de la ciudad a la que habían sido llamados. Sus ojos, fríos cual toque de escarcha, escrutaron a su alrededor, reconociendo otras formas que en la oscuridad comenzaban a aparecer. 
Tras ella, un enorme lobo de ojos rojos y pelaje níveo, bajó también del vehículo, situándose junto a la joven -al menos de aspecto- mujer que aún seguía observando en un gélido mutismo. 

Con un leve movimiento, Auffrye colocó su mano enguantada tras la oreja del animal, y comenzó a rascarle despacio, a la par que se acuclillaba suavemente, y le susurraba: "Don't you worry, Ghost*... We're already here..."  

Estirándose cuan larga era -que no era mucho, quizás un metro sesenta, sesenta y cinco- la joven comenzó a encaminarse hacia donde parecía que se había comenzado a reunir el resto del grupo. 

Con sus azules ojos, la mujer divisó a los que ya habían bajado de sus caravanas: El Hombre Con Prisas, que en silencio marchaba, El Extraño Extranjero, los vasallos del cual se habían encargado ya de realizar un pequeño espectáculo, y por último -hasta el momento-, El Hombre Orgulloso, que no parecía ver nada más que su propio destino. 

Moviéndose con andares más propios de un muchacho que los de una dama, la joven rubia -vestida con una armadura de cuero violeta adaptada a su femenino y menudo cuerpo, que, pese a su comportamiento, era bastante generoso en curvas- decidió saludar de manera cortés, tal y como le habían enseñado primero la vieja aya Radella, y luego Ser Eldridge Auffrye, su sire y tutor, a los viajeros que allí se encontraban: 

"Buenas noches tengáis, señores..." Con un claro acento inglés que la delataba incluso más que su físico. Notando que poco a poco los recién llegados marchaban hacia las puertas de la ciudad, la muchacha decidió hacer lo propio, no sin antes mirar a su compañero y señalar, con una media sonrisa: 

"A mi lado, Fantasma... Ni se te ocurra escaparte..." En un tono burlón, pero lleno de cariño -cosa que parecía casi imposible para alguien tan gélido como ella-.

Juntos, bestia y doncella realizaron una carrera, perdiéndose por entre las calles de la ciudad, y jugando a quién llegaba primero, no pareciendo importarles mucho el hecho de que los viandantes los miraran un tanto... ¿Atemorizados? ¿Sorprendidos? 

Lo que fuera...

Blythe Auffrye sabía cuáles eran sus obligaciones. 
Pero el tiempo con su lobo, su mejor amigo, nadie podía arrebatárselo.

Uno de los carruajes se detiene tras algunos otros que ya habían alcanzado las puertas de la ciudad. Tardó un poco mas que el resto en abrir sus puertas. - "Menudo sueño he tomado" - Suena una voz grave, melódica y a tiempos correctos de un perfecto castellano, a los que difícilmente los lugareños pudieran saber de que idioma se trata. 

Tras la proyección que la puerta figura por su forma, aparece un altivo hombre, con el pelo largo, recogido con una coleta y abundantes canas. También lucía en su estructura facial, un bigote y la parte central de la barba, comúnmente denominado perilla por los de clase baja.

Prácticamente le encantaba mostrar su vestido con orgullo y elegancia, a la vez que con cordialidad y correcta pose de su cuerpo. Era un conjunto basado en una camisa blanca, abierta por el pecho, y tapada por una chaqueta de  color rojo, y algunos detalles en tela de color amarillo, simulando el color del oro desgastado por el pasar de los años. Los pantalones seguían el mismo patrón, y las botas alcanzaban hasta la mitad de la tibia , con un doblado ancho.

La postura era de un verdadero noble Español. Pecho afuera, barbilla alta y el cuerpo totalmente erguido. Su mirada se posó en todo el movimiento de la entrada a la gran ciudad, parece aprobar todo lo que allí acontece con una mirada de satisfacción y subiendo la parte central de la boca, dejando abajo los laterales, mientras asiente ligeramente con un barrido de su mirada de izquierda a derecha por todo el panorama.

Finalmente, como parte de la vestimenta, se coloca un sombrero, a juego con la vestimenta y con plumaje de algún tipo de ave en el borde de la prenda, y para llamar mas la atención del complemento, una gran pluma roja asoma por encima de la copa del mismo.

Esperó a que el servidor que le encomendaron para el viaje agarrara todo el equipaje para poder continuar su marcha a pié hacia su destino. - Vamos, no sería correcto hacer esperar al anfitrión. - Le dijo en un correcto rumano al fámulo que le guió durante el viaje.

Os adentráis en la ciudad, es la séptima hora de la noche y una fina lluvia cae sobre vosotros. Entráis en un mercado y oléis el ganado, el humo de la herrería, y sangre…

A pesar de que no vais juntos, habéis entrado prácticamente a la vez en la ciudad, la gente se aparta a vuestro paso, pues vuestro aspecto de nobles os delata y los campesinos no quieren tener problemas y saben que la mejor forma es no buscarlos con la gente de la alta posición. Sin contar que uno de vosotros va acompañado por un lobo de gran tamaño. Habéis perdido de vista tanto al primero que bajo de las caravanas como al bufón, que practicaba su numero de títeres.

Parece que la mayoría de comercios están recogiendo sus cosas para irse a su casa. Pronto llegáis a lo que parece una especie de subasta de esclavos. Veis una hilera de esclavos atados con cadenas a unos postes y como un hombre panzudo sostiene a una mujer por el pelo de rodillas junto a el, comentando sus virtudes con afán de venderla.

Justo cuando os acercáis al puesto la primera esclava es vendida y los ayudantes del subastador suben a una segunda mujer. A pesar de que esta en un estado deplorable se puede ver que la calidad de esta es mayor que la de la anterior.

Su pelo es oscuro como el ébano y lo lleva bastante largo, su vestido esta en muy mal estado, pero es de una fina tela y sus ojos son oscuros con un toque embrujador. El subastador toma la palabra:

-¿Qué ofrecéis por esta mujer? Virgen e intacta, obediente y deseable.

En el momento que el hombre comienza a caminar para dirigirse mejor a la multitud la esclava le pone la zancadilla el hombre cae pesadamente sobre el publico lo cual provoca un estallido de risas.
La esclava ágilmente baja del escenario mas alejado de los guardias que casualmente es el lado por el que estáis vosotros.

Observáis como la joven se adentra por un callejón. La gente esta demasiado entretenida como para perseguirla y los guardias a pesar que han comenzado la persecución aun tienen que cruzar toda la muchedumbre que por otro lado les obstaculiza la visión.

Os adentráis en la ciudad, es la séptima hora de la noche y una fina lluvia cae sobre vosotros. Entráis en un mercado y oléis el ganado, el humo de la herrería, y sangre…

A pesar de que no vais juntos, habéis entrado prácticamente a la vez en la ciudad, la gente se aparta a vuestro paso, pues vuestro aspecto de nobles os delata y los campesinos no quieren tener problemas y saben que la mejor forma es no buscarlos con la gente de la alta posición. Sin contar que uno de vosotros va acompañado por un lobo de gran tamaño. Habéis perdido de vista tanto al primero que bajo de las caravanas como al bufón, que practicaba su numero de títeres.

Parece que la mayoría de comercios están recogiendo sus cosas para irse a su casa. Pronto llegáis a lo que parece una especie de subasta de esclavos. Veis una hilera de esclavos atados con cadenas a unos postes y como un hombre panzudo sostiene a una mujer por el pelo de rodillas junto a el, comentando sus virtudes con afán de venderla.

Justo cuando os acercáis al puesto la primera esclava es vendida y los ayudantes del subastador suben a una segunda mujer. A pesar de que esta en un estado deplorable se puede ver que la calidad de esta es mayor que la de la anterior.

Su pelo es oscuro como el ébano y lo lleva bastante largo, su vestido esta en muy mal estado, pero es de una fina tela y sus ojos son oscuros con un toque embrujador. El subastador toma la palabra:

-¿Qué ofrecéis por esta mujer? Virgen e intacta, obediente y deseable.

En el momento que el hombre comienza a caminar para dirigirse mejor a la multitud la esclava le pone la zancadilla el hombre cae pesadamente sobre el publico lo cual provoca un estallido de risas.
La esclava ágilmente baja del escenario mas alejado de los guardias que casualmente es el lado por el que estáis vosotros.

Observáis como la joven se adentra por un callejón. La gente esta demasiado entretenida como para perseguirla y los guardias a pesar que han comenzado la persecución aun tienen que cruzar toda la muchedumbre que por otro lado les obstaculiza la visión.