Partida Rol por web

El ardor de ánimos en el patio exterior se propagaba como un incendio por el monte en una noche huracanada. Aquellos hombres rudos no tenían el derecho de arrebatar la armonía de la noche. Nuestro bando no aventajaba en número, pero sí en vigor y en vehemencia.

Con la respiración exaltada, la mente enturbiada, los músculos tensos y las venas hinchadas. Agarrada con firmeza la daga en la mano, resolvió: acabar con la vida de un cuerpo, que pensó que no la merecía.

Iñigo se mantuvo al margen por el momento ya que las leyes de duelo para gentilhombres, asi lo exigia, pero solo bajo levemente la espada, no cambio su postura ni dejó de mirar toda la situación con sus reflejos a punto de hacerle moverse si fuera necesario.

El Almirante no se rendía, ante el primer asalto. Se incorporó y blandió en alto su espada, de nuevo.

¿Retroceder? ¡Jamás! -dijo el líder con aires de grandeza.

Fu atacante +1d20 vs Fu defensor 1d20:

Fdez. de Córdoba vs Líder:

Líder del grupo: (Oponente de Jerarquía 5, ver escena reglamento): (FU:9, PV:25, DES:14, ARMA:10)

(5+7) vs (9 +6) =12 vs 15. Gana el duelo Líder. No hubo daño.

En esos momentos, tras una ardua acometida de Fdez de Córdoba, aun bien defendida, el líder del grupo dejó que el Almirante se apartara un poco, diera un paso atrás y volviera el duelo. ¡Ya sois mio! -gritaba al unísono.

Fu atacante +1d20 vs Fu defensor 1d20:

Líder vs Fdez. de Córdoba:

(20 + 9) vs  ...

- Todavía estais a tiempo. No sería plato de buen gusto humillaros delante de vuestros hombres. Retiraos pues y volved camino por donde habéis venido. Todos en paz y nuestro Señor, conforme

Ataco nuevamente, haciendo que tenga que quedarse entre mi acero y la pared.

en tal caso deberías defender tu, pues te ha ganado el segundo duelo. Haz si quieres otra tirada y cogemos la mayor que hagas.

De Córdoba retrocedió ante las estocadas de su rival. Estaba ante la mirada de todos, de aquellos que lo defendían sin apenas conocerlos y de los secuaces de su rival.

Fu atacante +1d20 vs Fu defensor 1d20:

Fdez. de Córdoba vs Líder:

Líder del grupo: (Oponente de Jerarquía 5, ver escena reglamento): (FU:9, PV:16, DES:14, ARMA:10)

(20 +9) vs (4+7)=29 vs 11. Gana el duelo de Córdoba.

Daño del Defensor:

Fuerza/2 + Daño específico del arma (redondeo hacia abajo):

(9/2)+10= 4 + 10: 14 PV de daño.

(Puntos de vida actuales del De Córdoba: 36-14: 22 PV)

Rudolph, ataque conseguido.

Entre tanto, la pandilla que intentaba arrebatar el misterioso sombrero miraba expectante la batalla. El próximo en ganar el duelo ganaría el poco "honor" que reinaba, además no dejar muy bien parado a su rival.

En un momento de calma, mientras el indigente, Cross y el espadachín Íñigo miraban el duelo, puedieron observar como alguien se aproximaba por detrás. Había salido de la puerta trasera de la taberna, como ellos, pero de manera sigilosa. Portaba en su mano un arma blanca. Sin más dilación se aproximo a uno de ellos, que parecía despistado, y hundió su filo en en la garganta.

El desdichado abrió los ojos, durante un instante. La mirada de sus compañeros denotaba pavor, pues alguien, tal como una sombra, había irrumpido por detrás. El malogrado cayó al suelo, y su cuerpo sólo pudo expulsar sangra a borbotones, pereciendo en el acto.

El líder del grupo, en pleno duelo con De Córdoba, parecía sorprendido e indignado:

¡Ultraje! -gritó espada en mano-, ¡incluso los corsarios más feroces respetamos un duelo en pos de salvar la vida a nuestros hombres!

Cuando los compañeros y el propio líder de aquellos aberrantes contemplaron la escena, se olvidaron del duelo. Luego guardaron su espada e intentaron mostrar las armas. No obstante algo ocurrió.

Desenfundé mi arma. Seguidamente apunté a los tres hombres que quedaban en pie, y a su jefe, que ya no se batía en duelo.

Salid de aquí y no volváis.

Mi mano se encontraba levantada. En la otra continuaba sujetando mi espada. Si alguno de ellos hacía el menor movimiento, no me impotaría hacer llegar a la guardia local con el estruendo...

Contemplé el inicio del duelo apoyado en el quicio de la puerta, confuso al principio de la escena y divertido al ver que dos personas seguían creyendo en algo tan inmaterial y decepcionante como el honor y por un sombrero. Sin embargo algo debía tener ese sombrero si aquellos tipos, corsarios cabales con los pies en la tierra y la mirada en los doblones, se batían así por él.

Sin embargo todo cambio con la aparición de un hombre que con estilo furtivo se deslizo en la sala y rajo la garganta de uno de aquellos hombres que cayó al suelo sin un grito. Imagine que los corsarios destrozarían inmediatamente a todos los presentes en el patio, dejé la mano sobre el pomo del sable dispuesto abrir las tripas de alguien confundido o malintencionado.

Mi estupor pasó a mayores cuando vi al hombre desangrarse tras el líder. Los propios duelos son honorables y es palabra de caballero respetarla. Más que evidente, quedaba el hecho de que Rudolph no parecía conocer las leyes de la caballería y el honor.

Nos había salvado de un desastre mayor, pero todavía quedaban cosas que solucionar. Seguí esgrimiendo la espada toledana, preparado para otro envite si así fuera menester.

Y todo por un sombrero

Iñigo no podia creer que aquello hubiese ocurrido, violar un duelo honorable y además con un ataque por la espalda... Esto traeria complicaciones, Iñigo lo sabia.

se puso junto al Almirante y blasndió su espada con acero albaceteño.

Almirante si hemos de combatir no estareis solo, permitidme ser vuestro segunda espada en este duelo soy caballero y se que la intromisión nos traerá problemas...

Ante el encañonamiento del indigente a los 3 secuaces restantes, éstos temieron más por su vida que la propia vergüenza ante el duelo fallido de su señor. Sin  dilación alguna decidieron huir, acongojados en todos los aspectos. Corrieron a la salida trasera de la taberna. Lo mismo hizo el líder del grupo, que, tras mirar con desdeño al Almirante De Córdoba, dió unos pasos atrás y enfundó su espada, para salir huyendo tras ellos.

¡Me las pagarás, maldito! -gritó antes de huir.

No obstante, uno de los 3 secuaces resbaló con la sangre del malogrado compañero y cayó al suelo. Todos veíais la escena. En esos momentos, el indigente dejó de apuntarles y guardó su arma.

________________________________________

Van Rutte haz una tirada 1d20 de destreza para ver si te golpean con la puerta, pues estás  justo en la trayectoria de la huida de los secuaces.

El resto, podéis hacer una tirada 1d20 de destreza para hacer capturar y hacer prisionero al que resbaló (1 intento por jugador). Con que uno haga éxito lo atraparéis.

Los apurados y cobardes corsarios huyeron ante el sigiloso ataque de aquel personaje llevándome por delante, en circunstancias normales ellos serian los que perderían el equilibrio pero el ron acumulado hacia mella en mi equilibrio y trate de mantenerme en pie mientras ellos me empajaban acongojados por el miedo.

-¡Malditos bastardos cobardes! ya que vais a huir tened más cuidado u os rebanare el pescuezo - les grite mientras me apoyaba de manera dificultosa en el quicio de la puerta y conseguía mantener el equilibrio, una vez recuperado rabioso por dos empujones consecutivos trate de placar al último de los rufianes que salió por la puerta. Eso, pensé, me ayudaría a conciliarme con los que, de manera sorprendente, habían salido victoriosos del enfrentamiento y tenían en su poder aquel sombrero blanco por el que se había derramado sangre suficiente para hacer resbalar los pies de un marino.

Justo cuando iba a lanzarme contra el último de los rufianes, y seguramente caer al suelo sin nada entre las manos decido lanzarme al otro lado y capturar al que segundos antes cayo resbalando con la sangre de su compañero. Me lance hacia el

-¡Quieto maldito! - grite mientras me lanzaba cuan largo era para atraparle bajo mi peso. No pudo escapar a mi sorpresiva maniobra y quedo atrapado mientras le gritaba improperios y le preguntaba por el sombrero- Perro sarnoso, ¿para que queréis ese sombrero?, ¿que lo hace tan valioso? Cuéntamelo o acabaras tan mal como tu amigo.