Partida Rol por web

María consigue subir junto a Sam y Alex gracias a su ayuda. Nada más sentirse a salvo se sienta en el suelo jadeando del esfuerzo que ha tenido que hacer.
Sam y Alex, encarados hacia la calle ven a su izquierda, como un hombre les está mirando desde la calle. Hace movimientos lentos, debido a una pequeña cojera. María gira su mirada hacia la calle, cuando ve la cara de sorpresa de sus dos compañeros, y es entonces cuando ve al hombre y su visión coge perspectiva.
Por un lado de la calle se están acercando los zombis que venían persiguiéndoles. Bastante cerca, debajo del balcón, el que salió en su busca tras el silbido de Sam. Otro más alejado pero yendo en su dirección, en línea recta entre ellos y el recién llegado. Y cuando las cosas parecían que no podían ser peor, otro grupo aparece por la misma calle por la que acaba de llegar a aquel hombre.

Mierda Mierda Mierda

Sam se arrastró poco a poco hacia la puerta de la terraza y trató de abrirla, dispuesta a romperla si no cedía al primer golpe. Si se aseguraban de que la casa estuviese segura podían descansar un par de horas, y comunicarse con el exterior. El negro había caído al menos desaparecido pero Cutty era un tío duro y posiblemente saliese de aquella. Eso si, si se lo encontraba con una mordedura no dudaría en pegarle un tiro. 

Con cuidado, trató de atisbar si había algún zombie dentro de la casa, antes de entrar a lo loco

Sam mira el interior para asegurarse que no hay nadie dentro. Sobre todo, nadie como los de abajo. Un vistazo rápido no le permite ver demasiado, pero lo suficiente como para estar segura de que, esa habitación, está vacía.

No hay nadie dijo pegando una patada a la puerta para entrar dentro. Estaremos seguros y lo mismo hay comida...y si hay un zombie de estos será más facil de controlar.

-Jodeeeerrrr...- consiguió decir María cuando recuperó el aliento- tenemos encima al septimo de caballería. Entremos coño...-dijo María tirando de Alex y empujando a Sam hacia el interior.

Los tres pasaron al interior de la casa. Desde fuera sólo les llegaba el ruido de los pasos de los zombis y, además, los gritos de aquel hombre llamándolos, hasta que qquedaron ahogados por los gritos que profirió cuando quedo atrapado por los distintos grupos. Después se hizo el silencio.

El interior estaba algo desordenado, de la forma que uno se lo deja cuando recoge lo imprescindible para salir de viaje y tiene mucha prisa. La sala en la que estaban era el salón de la casa. Los mue les tenían algunos puertas y cajones abiertos y desordenados. Los cristales crujían con sus pasos.

Sam inició una exploración de la casa con el mayor cuidado posible. Si aquella gente había salido corriendo seguramente habría muchas latas abandonadas. Y si no en los pisos vecinos...y en una casa un zombie no era tan peligroso como en la calle.

Maria, contesta al chismarraco ese—dijo mientras se acercaba cuidadosamente al pasillo, en busca de algún lugar que pudiese tener comida— Joder...pedazo chabolo ¿Vienes Alex?

Joder, acabo de darme cuenta que tiene nombre de nena...y yo de tío

En comparación con el piso de los barrios bajos donde había vivido con su madre y el joputa de su padre, aquello era un palacio. Mientras se acercaba a la cocina ¡tio, no había cucarachas! Sam puso el oído para asegurarse de que nadie había alli. 

No se que se habrá creído el gilipollas de Cutty ¿Se piensa que es Chuck Norris? Solo no tiene oportunidad como aparezcan un par de muerdeculos
 

Alexander siguió a Sam a rebuscar por la casa, los antiguos ocupantes salieron con prisa y eso dejaba siempre cosas útiles para quien llegaba después.

Al chico le habría gustado ayudar al hombre que se les acercó, pero cojeaba, posiblemente habría sido herido por uno de ellos, y aunque la cojera no hubiese sido producida por una mordedura zombie, sería un problema más que una ayuda. En silencio rezó una breve oración por que su alma alcanzara su lugar de descanso pronto, sabía que no tardaría mucho tiempo, pues en su interior, el chico sabía que el holocausto zombie era, sin lugar a dudas, lo que en catequesis le habían explicado como el comienzo del juicio final y que Dios pronto volvería para juzgarlos a todos y llevarse a su lado a los creyentes.

O consigue salir corriendo de la ciudad o es carne de zombie.- Le respondió a Sam. Nunca se había fiado del negro, y no por ser racista, pero es que ninguno era de fiar y con su actuación de hoy dejándolos tirados no había ganado ningún punto.

María echó mano al bolso y cogió el móvil, hacía un rato que llevaba sonando y ya era hora de contestar.

-¿ Diga? Oiga ¿Hay alguien?

La casa parecía completamente abandonada. Por lo menos no se escuchaba nada salvo el ruido que venía del exterior.
El interior de la vivienda estaba lo suficientemente ordenada como para pensar que nadie había entrado desde que sus dueños se marcharan. Aparte de algunos cajones revueltos y objetos tirados por el suelo, el orden seguía imperando el lugar, de hecho parecía que alguien pudiera entrar por la puerta para recoger todo en cualquier momento.
Los pocos marcos que había estaban sin foto. Los recuerdos parece que no quieren ser abandonados fácilmente.
Sam buscó la cocina para ver si encontraba algo que pudieran llevarse de botín. Un ligero olor a podredumbre llegó a la nariz de Sam. La fruta que había en la encimera de la cocina hacía tiempo que había perdido todas sus cualidades apetecibles. Los armarios de la misma estaban cerrados, pero pudo encontrar algunas cosas que le podrían valer.
Alex no pudo evitar, sin embargo, quedarse un instante quieto en el salón. A sus oídos solo llegaba el sonido del exterior, de aquella marabunta que se había formado en la calle.
María esperaba respuesta por el walkie mientras observaba la sala. El ruido del aparato no era demasiado fuerte, pero quedaba claro que había interferencias.

Hol... ¿po... oírme? Blanche, ¿eres t...

Me quedé paralizado en el salón, por mucho que intentará autoconvencerme de que era lo mejor, había dejado morir a un hombre sin mover ni un dedo y eso no me hizo sentir nada bien. Aunque el sonido del walkie me sacó de mis pensamientos.

Contesta María - le dije a la futbolista - El alcance de esas cosas no es muy grande, tal vez esté cerca.

María había conseguido llegar a aquel salón, con el trasero dolorido y una cierto sentimiento de mala conciencia en su ser al no haber movido ni un músculo por el pobre hombre de fuera, pero es que entre el ajetreo de su espantoso salto, el cubo de basura y la horda de zombies a su alrededor no hubiera podido hacer mucho... al menos eso fue lo que trató de decirse a sí misma para calmarse.

- Ya voy tío- le dijo a Alex mientras estaba ya trasteando el walkie- No soy Blanche... soy María... ¿Quien eres tu?...- contestó la futbolista.

Sam llegó con unas cuantas latas de comida al salón donde sus compañeros parecían haberse quedado paralizados. Ahora podían volver al campamento sin que les culpasen por haber vuelto con las manos vacías. Cuando volvió vio a María trasteando con el walky (aquella tía parecía un gorila cuando se trataba de discreción y de sigilo)  y a Alex paralizado y pálido. No la había gustado dejar al cojo ahí abajo, a nadie le gustaba esa situación pero no se sentía culpable. Ni siquiera un poco. El mundo se había ido a la mierda y solo sobrevivían los fuertes.

Eh—dijo a Alex poniendo la mano en sobre el hombro del muchacho mientras la supermamá trataba de comunicarse.— Olvídalo. Ese tío... ya estaba condenado y lo sabes. Además, hemos conseguido comida y... 

Sam calló. Nunca se le había dado bien animar a la gente. Finalmente se sentó en el sofá a esperar a ver que ocurría.

Tras unos segundos de silencio, el sonido de una voz vuelve a aparecer.

...ría...tú?...erd...

La comunicación cada vez es peor.

...Blanche y los de... aviso.

...manada...

Más ruido.

Gracias. No entiendo que hacía fuera, solo y cojeando.- respondió aún en shock por los gritos del cojo al notar su mano en el hombro- Ha sido prácticamente un suicidio y si hubiésemos intentado ayudarlo los suicidas habríamos sido nosotros.- rmientras no podía evitar pensar- Y aún así, tendríamos que haber hecho algo.

¿Qué has encontrado? - le preguntó cuando se sentó en el sofá justo antes se oír el sonido del walkie.

Se levantó como un resorte para colocarse al lado de María- ¿Pregúntale donde están?¿Si son muchos?- Sin darse cuenta que posiblemente no volvieran a captar su señal-

Buah—Sam se pavoneó al comprobar (o más bien creer) que Alex estaba mejor de su hallazgo.— Lo suficiente para que no loncheen a mi perro y me dejen a mi bola unos días mas. Fijate— dijo enseñandole latas de legumbre y de carne ¡carne! además de unos paquetes de arroz y pasta. Con esto podemos comer...

¿Manada? ¿Una manada? Ahora la chica parecía nerviosa

maría se había quedado petrificada cuando consiguió escuchar la palabra manada. Joder, iba todo cada vez peor...

- ¿Una manada donde? ¿Que coño ha pasado no te oigo bien, tío?- contestó al walkie con toda la potencia de su vozarrón como se de aquella manera el interlocutor pudiese escucharla mejor.

...escucho.......................................................ada.......................................................El coch.......................................ver.

El ruido cada vez es mayor. Como había ocurrido desde que entraron en el pueblo, la comunicación era prácticamente imposible.
Dado que tampoco entendían mucho de lo que podían estar avisándoles, no ayudó a que se calmaran de lo que había acontecido apenas unos segundos antes.

Joder...joder...joder... Me cagüen la puta...

Sam se asomó con cuidado por la ventana para ver si la manada estaba por allí. Después se giró y gruñó. Aquello se complicaba. Sin pensar ya en Cutty, Sam se ajustó el cinturon donde llevaba el cuchillo y la pistola y trató de hacer reaccionar al resto.

¿Nos quedamos y esperamos a que esta mierda pase o nos vamos? Como siempre, la imprudencia hacía acallar a su sentido común. Y Maria,no berres, que van a oirte todos los-muerde-culos de 1 kilometro a la redonda.

Sabedor de que del walkie no obtendrían más que estática, Alexander contestó a Sam. - Deberíamos irnos. - le dijo pensando en que su familia estaba esperándolo junto con las provisiones que acababan de encontrar en el campamento.-Hemos de llegar al campamento antes de que anochezca y no lo conseguiremos si nos quedamos aquí, pero no podremos hacerlo si los zombies continúan esperándonos bajo. 

El chico se asomó a la ventana y desde detrás de las cortinas, sin moverlas lo más mínimo, echó un vistazo a la calle.