Partida Rol por web

Berrinches? Tyr enrojeció y no exactamente de vergüenza. Su puño se cerro sobre el cabo del hacha; si no fuese familia, iria mucho mas alla. Pero supo controlarse, dejando que la ira se fuera por la voz esta vez en lugar de por sus manos.

-Estas tan idiota como Aníbal, tío. +replico tensamente+ Solo van a masacrarlos igual que antes. Con la diferencia que esos eran soldados y sabían los riesgos. Estos son niños que nunca probaron la sangre. Ya veremos luego, cuando veas sus tripas desparramadas en la nieve, que piensas de que cubran nuestras espaldas.

Dio media vuelta y se marcho a buscar a Shiva, mientras en el patio quedaban en un gran silencio...

Chasquea la lengua desdeñosamente. Su mirada es una mezcla de diversión y desprecio, pero también una pizca de curiosidad.

-tsk... Lo que no nace, no crece... Dime tú que darías y veremos que te ofrezco a cambio.

Encoje sus pequeños hombros, mientras comienza a fundirse con la oscuridad para presionarte.

-A mi no me importa. Pero a tus amigos afuera tal vez si. No tienen mucho tiempo...

-Si no sé qué necesitas no puedo ofrecerte algo...- respondió Fenrir pensando en qué podría ofrecer -Puedo buscar personalmente a Niamh...- dijo pensando que hasta ahora era lo único que sabía que le interesaba a esa criatura.

-Humm...

Considera la propuesta, pensativo. Es un precio pequeño... pero puede valer por algo. Tambien es necesaria su presencia aquí.

-Eso puedo hacerlo yo sin  problemas... pero quizás sirva. Si la buscas por mi, entretanto te prometo proteger  a uno solo de ellos. +hace un gesto con la barbilla hacia afuera+ Pero solo una vez. No más. 

Las palabras de su sobrino resonaron en su cabeza. Era cierto que no iba a ser difícil vencer a la muerte y menos con gente que no sabía pelear. Pero iba a ser lo mismo que si se quedaban ahí, tal y comonhicieron la última vez o como cuando irrumpieron en sus tierras asolándolo prácticamente todo.

No podemos dejar que mueran aquí, hay que llevarlos a un sitio mejor. Si no son ellos mismo quiénes lo intentan ahora, luego no tendrán el valor de moverse por su cuenta. El plan se mantiene, Tyr.

Lo miró a los ojos también intentando calmarse. Pues aunque no sabía muy bien si era lo mejor, iba a mantener su posición y no ceder ante los caprichos no tan caprichos de su sobrino.

-¿A qué te refieres?- preguntó Fenrir intrigado por la curiosa forma de hablar que tenía aquel ser.

-Dime antes de qué se trata, que te doy mi palabra, por los Dioses y Arcianos, que haré todo lo posible por encontrar a Niamh y traerla aquí- agregó luego de un momento -Debo alertar a los demás si es un peligro inminente-

Tyr ya no te escucha; se marcha a buscar a Shivra y pronto vuelves a quedar a solas, omitiendo a los aprendices y sirvientes testigos de la escena. Pero estos guardan un circulo de respetuosa distancia sobre tu figura, por lo que es casi como la soledad…

No parece haber mucho que decir. Ninguno de ellos sonríe ni se escuchan palabras animosas; los comentarios hirientes pero ciertos de tu sobrino les han llegado. Continúan preparando arcos y juntando piezas que puedan servir de flechas, pero todo a un ritmo pausado.

Tienen que pararse frente a la muerte. La próxima vez que empuñen un arma, puede no ser contra un blanco de paja, sino un salvaje que se defenderá e ira a por sus vidas.

Con eso en mente se preparan para lo inevitable. La noche llega pronto en el norte, y los pueblerinos preparan los fuegos para la última cena en el refugio de las ruinas. Es hora de descansar, puesto que mañana comienza la parte mas ardua de la tarea; la espera del enemigo.

Aníbal no se levanta; tomara la comida en la cama, para volver a dormir cuanto antes y acelerar su recuperación. Tyr se hace llevar lo suyo afuera. Las demás de tu grupo se hallan ausentes, dejando solo al extraño de los animales. ¿Seguirá durmiendo Fenrir? ¿O se habrá repuesto ya?

-No. Tu problema es Azoth y eso basta para que debas estar alerta. Lo demás… te excede por mucho, pequeño. ¿De que sirve prevenir de un alud a quien no puede lidiar siquiera con la nieve?

Mueve los oscuros cabellos, negando con parsimonia, para luego volver a enseriarse. Alza la vista, mirando al vacio un momento, y luego a ti.

-Ahora, dame el nombre de quien quieres que proteja y dime como luce. Aceptare tu miserable oferta, pero debo marcharme. Volveré cuando sea el momento de cobrar la deuda. Si has cumplido y Niamh te acompaña, ella podrá llamarme antes… Deprisa.

El "niño" parecía decir la verdad, y entendía ese razonamiento. De todas formas, no lo tranquilizaba entenderlo, todo lo contrario. ¿Qué otra cosa sería peor que Azoth?

Y por un momento no supo qué más responder. ¿A quién nombraría para ser protegido o protegida? La primer persona que se le ocurrió fue la pelirroja, a quien no habían visto hacía tiempo. Pero de todas formas, había algo más importante, hasta donde pensaba. Aníbal.

-Aníbal FlechaNegra... un muchacho de pelo castaño oscuro, es el líder y se nota, está herido aún...- dijo Fenrir luego de un pequeño momento -Saldré ahora mismo-

Fenrir no estaba seguro de qué haría. Tendría que confiar en el olfato de Karkaroth, y la vista de Galadir, eso era seguro.

Feral hace una ligera mueca, pero parece tomar nota. Luego si figura se funde con la oscuridad del rincón sin una despedida. Al mirar de nuevo, no puedes descubrir rastro de su presencia. Salvo la tensión de Karkarot, que lame tristemente tu pierna y la sangre que mana donde tuviera que morderte.

Vuelves a estar solo o eso parece. ¡Ahora que? ¿Cómo cumplir con todo lo que te pesa?

Afuera se oyen las voces de Rorgo, organizando a los aldeanos. Dado el estado de Aníbal, es quien esta al mando por el momento. ¿Qué hacer respecto a ellos? ¿Decirles, o solo marcharte, esperando comprendan?

Fenrir se vendó la herida y acarició al lobo huargo.

-Tranquilo, amigo, sé que no querías... no te preocupes- le dijo amablemente mientras le acariciaba entre las orejas.

Tomó todo lo que pudiera necesitar, y salió de la cabaña. Ya estaba descansado y listo para partir. Se acercó a Rorgo que seguía dando órdenes. El anciano miró hacia todos lados, con un atisbo de esperanza de ver al niño, aunque sabía en el fondo que no lo haría.

-Rorgo, iré a buscar a Niamh- dijo Fenrir decidido -Hay algo raro en su ausencia... ya los heridos están fuera de peligro, podrán recuperarse solos, mientras no hagan esfuerzos demasiado intensos por ahora. Especialmente Aníbal, ¿de acuerdo?-

Rorgo ya no sabía que hacer. Su sobrino Tyr en parte tenía razón. No podía permitirse dejar morir a aquellos campesinos inexpertos... Pero por otra parte, tampoco podía permitir abandonarles allí, si habían decidido ir hasta el sur, lo harían todos, puede que así salvasen su vida más personas que quedándose en un sitio que podía ser emboscado y sin posibilidad de huir.

¿A Niamh, ahora? Si se marchó por su propia voluntad debe estar en su destino, por no mencionar que si no es así, te lleva días de ventaja, sobretodo si fue a caballo. - Se encorbó un poco y tras aclararse la garganta siguió - Puede que hagas bien. Nosotros iremos hacia el sur, como acordamos. Tyr y algunos más empezarán a defender desde aquí hasta que todos hayamos partido. Procura no perderte tu también y espero que nos veamos pronto allá.

Al día siguiente por la mañana fue a ver a Aníbal, que ya se estaría preparando.[B]Y bien, ya tengo mis armas preparadas y todo lo necesario, cuando quieras, nos reunimos todos y partimos.

-Karkaroth me ayudará a acortar esa ventaja- respondió Fenrir -Me parece bien que vayan hacia el sur, apenas tenga noticias los buscaré... ¿hacia dónde irán?-

Ya Fenrir tenía todo lo necesario, y sólo necesitaba ese último dato para recomenzar la caza con sus aliados animales.

Tendremos una larga marcha...

Pues partiremos hacia las tierras de los Umber. Espero que nos den una bienvenida mejor que la que recibimos en Robledo.

Se cargó el arco y las flechas que habían estado preparando y se dispuso a adentrarse en el bosque con esta arma con la que tan poca habilidad tenía.

-De acuerdo, cuando la encuentre o tenga algo más seguro, iré hacia allí- respondió Fenrir -Que los Dioses los protejan- y los Niños...

Dio media vuelta y subió al lomo de Karkaroth.

-Vamos, compañero, tenemos que encontrar a Niamh...- le dijo al lobo huargo.

Acto seguido emitió un silbido agudo para llamar la atención del águila, Galadir, que ascendió de la copa de un nevado árbol y comenzó a seguir el paso de los dos de abajo.

Su primera parada sería donde habían encontrado los últimos rastros y de allí seguiría.

La separación no toma demasiado tiempo, pero el camino de ambos no podría ser más diferente. En esta situación es algo fácil de tomar a la ligera, pero a saber cuando, o si alguna vez, volverán a unirse.  

Fenrir y su lobo desaparecen pronto en la noche, seguidos del aguila. Es de esperarse que el hombre sepa lo que hace. En todo caso, ahora solo queda descansar y al amanecer, la partida.

Como no podría ser de otra forma, esta es cargada de congoja, y no solo la de los campesinos que se despiden de quienes se quedan a protegerlos. Ginevra, recién reunida con sus parientes, no quiere irse de su lado. Tyr, furioso todavía por la orden que tiene de marchar con los civiles, ni siquiera se despide de Rorgo o de Anibal, tomando la vanguardia. Shiva ira con el; la pelirroja no acepta desprenderse de su lado. También Alford, el cual aduce estar todavia herido, lo cual supone un percance importante para la defensa de las ruinas; ambos eran los mejores guerreros después de los Flechanegra. Pero su lealtad es hacia el Jabali, no hacia la casa toda…

Anibal no dice nada; es su decisión. Si protegen a sus hermanos y a su gente todavia harán algún bien.

-Entonces todo quedara en nosotros. +resopla quedamente, viendo a los hombres y mujeres que marchan.+ Cuando llegue la hora de combatir, tendremos que hacerlo lado a lado, tío. ¿Puedo contar contigo entonces?...

La separación no toma demasiado tiempo, pero el camino de ambos no podría ser más diferente. En esta situación es algo fácil de tomar a la ligera, pero a saber cuando, o si alguna vez, volverán a unirse.  

 El bosque y la noche se han tragado pronto las ruinas a vuestras espaldas. Karkaroth no esta nada feliz de tener que actuar de animal de monta; ni siquiera con su compañero. Aparte un lobo es mas pequeño que un caballo, incluso que un poni, y pronto da muestras de cansancio que obligan a desmontar y seguir al paso. La helada nieve no hace de esto algo muy comodo, pero es lo que hay.

Tal vez no fuera lo mas inteligente salir la misma noche al bosque helado, pero si hay que cumplir esa promesa no es posible permitirse perder mucho tiempo. Reencontrar el claro no es tanto problema, ya que el animal conoce el camino perfectamente, pero de allí no hay mas que un largo e incierto vagar hacia el sur. Cientos de millas de nada.

¿como vas a afrontar ese viaje?

Fenrir tenía un largo camino por delante. Realmente no le gustaba para nada la idea, pero había hecho una promesa y debía cumplirla. Además, si lograba ayudar a los Niños tal vez ellos los fueran a ayudar más adelante. Había que ver...

El frío sería un gran enemigo desde ese momento. El frío y la soledad. Por suerte estaba acostumbrado a estar sólo acompañado de sus amigos animales. Y los Dioses, no olvidemos los Dioses y las conversaciones que amenizan y reconfortan los caminos largos y solitarios.

Confiaba en el olfato de Karkaroth, y cada atardecer, al encontrar un refugio o lugar para descansar, observaría los alrededores con los ojos de Galadir por si encuentra de esa forma una pista de hacia dónde puede haber ido Niamh.

En el camino podía encontrar setas y cazar para paliar el hambre que seguramente luego de un tiempo acudiría a su estómago. También recogería ramas y otros leños pequeños para que se fueran secando y a la noche utilizarlos para espantar a los lobos, tan comunes por esa zona. Por suerte un lobo huargo muchas veces ya era suficiente para disuadir a las pequeñas manadas.

Dioses... acompáñenme en este camino... indíquenme la dirección de sus designios y yo acudiré presuroso... ayúdenme...

No es un viaje breve ni sencillo, pero permite poner a prueba tus conocimientos y por fortuna, el bosque norteño resulta ser generoso en sus dadivas. Si bien los días se hacen evidentemente largos y el progreso a pie es lento¸ en lo demás puedes encontrarlo hasta cómodo.

La temperatura es baja, pero durante el día la actividad más el abrigo alcanzan para aguantar, y en las noches no resulta difícil encontrar refugios ni armar fuegos, sea en troncos huecos o en irregularidades del terreno que brinden cobijo. Karkaroth actúa de manta en esos momentos, e incluso el águila se arrima a descansar.

Sobre el alimento tampoco falta, siendo posible encontrar pequeñas presas con bastante facilidad, o si no hay suerte en la caza al menos bayas, nueces y hierbas con las que sustentarse (aunque esto ultimo no sea muy del agrado de tus compañeros).  Es de notarse la falta de señales humanas; durante días no ves ni siquiera un tronco marcado por leñadores, ni nada parecido. El bosque ha permanecido virgen durante largos años.

En esta soledad, hay una reflexión no obstante que empieza a golpearte poco a poco; que fácil seria irte por tu cuenta, dejar a los norteños con sus problemas... No son tu gente después de todo. Y lo mejor es que nadie quedaría para reprochártelo. Solo debes seguir al sur… y no volver la vista atrás.

Fenrir se acomodó la capa de piel para que le cubriera las orejas ateridas de frío. Su mirada se posó sobre el lomo de Karkaroth que olfateaba delante de él para guiar el camino hacia el Sur, un largo e incierto camino hacia el paradero de Niamh. ¿Por qué estaba haciendo esto? Porque realmente no podía hacer nada con ellos allí, en cambio, había tenido un encuentro extraño y tan esclarecedor como misterioso. Ese Niño del Bosque le había dado más dudas que claridades, pero también algo dentro del viejo le decía que sería bueno tener a los esas criaturas mágicas de su lado. Algo sabían y él quería saberlo también.

Hacía tiempo ya que los Dioses no se comunicaban con él. Había visto señales diversas, el mismo Niño podía ser tomada como una, pero nada claro o en la forma que antes le llegaba la voluntad de los Dioses. ¿Cuánto tiempo había pasado desde esa estadía en la Corte del Rey Agmar? Parecía una eternidad, aún más que el tiempo en su cabaña del bosque donde había encontrado a su compañero lobo.

Un chillido de Galadir lo sacó de su ensimismamiento. Sus piernas caminaban automáticamente, como si ya no le pertenecieran y tuvieran consciencia propia. Caminaban en pos de un objetivo que no era el suyo, pero que indirectamente podía serlo.

¿Había hecho bien en abandonar a los FlechaNegra? El Niño le había asegurado que protegería a Aníbal, pero sólo él no sería suficiente para la tarea que le había encomendado el Rey de los Ándalos. Aún se sentía raro pensando eso. ¿Cómo los Dioses le habían dado esa tarea? No lo comprendía totalmente, pero lo que se decía una y otra vez, era que seguramente era el destino de estas tierras el ser conquistados, y que él tenía la posibilidad de proteger el legado de los Dioses, extraños a los Siete de los Ándalos.

Miró hacia atrás, como si pudiera encontrar entre el follaje un portal que le permitiera ver dónde y cómo estaba la comitiva FlechaNegra. ¿Y si no era necesario protegerlos? ¿Y si su objetivo estaba con otra familia noble norteña? No, había sido muy claro todo. ¿Lo era?

Fenrir sacudió la cabeza y la nieve cayó a su alrededor. Hacía mucho frío. Esa noche intencionaría Soñar, pediría señales a los Dioses. Se sentía perdido, solo y perdido. Se adelantó varios pasos para acompañar el paso del lobo huargo. Acarició su pelaje y observó los cielos buscando el vuelo tranquilo y libre de Galadir. Ellos lo acompañaban, siempre. Como los Dioses.

Tenía que encontrar a Niamh. Había dado su palabra y lo haría. También volvería a buscar a los FlechaNegra. Era su deber, para consigo mismo y para los Dioses. Él podía no entender los designios, pero debía confiar, tener fe y entregar su cuerpo y alma a su voluntad. Esa era su misión...