Partida Rol por web

El resto de compañeros llegaron al aula en el momento en el que Lizbeth había conseguido ponerse de nuevo, varita en mano y con el objetivo de terminar la tarea que se les había encomendado. Su concentración se desinfló como un globo atravesado por un aguja fina y afilada. Cerró los ojos respirando hondo, intentando controlar sus pulsaciones. Ni siquiera se giró para mirar al resto de alumnos. Ya tenía bastante con solucionar lo que estaba pasando en su pupitre.

- ¿Qué? - la voz de Jason le sacó de sus pensamientos. - Ah... - sonrió ligeramente al entender las palabras de Jason. La verdad es que era la típica cosa que le pegaba hacer a él. - Quizá piensen que no necesitan venir a clase - En esa ocasión si que los miró con el rabillo del ojo - Ya sabes, igual les han enseñado ya alguna cosa.

Cogió la pluma que le pasaba su amigo, dejándola con cuidado en la mesa. Era la pluma de Jason, así que esta no podía romperla. Sintió como la presión creaba un nudo en su estómago.

- Está bien... - Poco a poco fue poniendo el brazo en posición, mordiéndose el labio en un signo inconsciente de concentración. Cerró los ojos obligándose a recordar el consejo que hacía apenas medio minuto le había dado el profesor. - Hacer el el movimiento de muñeca más amplio, sin miedo.... más amplio, sin miedo... más amplio, sin miedo...

- Wingardium Leviosa!

Comprobar que le había salido casi hace que pegue un salto de alegría. No es que fuera el mejor hechizo del mundo (incluso ella era capaz de ver que esa pluma flotaba con poca fuerza), pero había superado el ejercicio. Miró hacia Jason con una amplia sonrisa y un brillo en los ojos que le indicaba que ya se encontraba mejor.

Incentivada por el éxito, fue incapaz de esperar para hacer el siguiente hechizo. Quizá ese fue el motivo por el que no le saliese bien. O quizá, directamente, es que había vuelto a hacer gala de su incompetencia. Miró de nuevo a su amigo, sin un notable cambio en su estado de ánimo.

- Somos un poco malos en esto, ¿eh? - la pequeña sonrisa que le dedicó al chico fue toda una liberación. Al menos había sabido enfrentarse a esta derrota de mejor manera que la anterior.

De camino a clase nos habíamos juntado con un montón de gente más. No me extrañó que dos de ellas fueran Caliope y Megan. Se habían separado a la vez y era de esperar que ellas también se retrasaran. Pero las otras dos niñas habían salido de clase mucho antes que nosotros. La única explicación que se me ocurría en ese momento para la tardanza de ambas es que eran niñas. Y las niñas siempre se pegan un montón de tiempo en el baño. 

- ¿Qué es lo que hacen las niñas para tardar siempre cuando van al baño?- pregunto, sin esperar respuesta por parte de nadie en particular. 

Y por fin llegamos a clase. El pecho se me oprime al ver tanta pluma flotando por los aires y mis ojos se afanan en encontrar el origen de esas plumas. ¿Acaso van a hacernos desplumar un ave? Solo de pensar en aquella posibilidad me dan escalofríos. No tardo en darme cuenta de que no hay ningún ave, solamente plumas. Respiro aliviado cuando el profesor nos da la alegre bienvenida aunque mi semblante se vuelve algo triste cuando nos quita puntos. Sabía que no debíamos llegar tarde, pienso. Habíamos hecho perder 15 puntos a Ravenclaw y seguro que eso no les iba a gustar a nuestros compañeros. Por eso me sorprende que sea precisamente Violet quien se ofrece a ayudarnos. Le sonrío mientras camino con mis compañeros hacia ella y absorbo cada uno de los detalles de lo que nos cuenta, imitándola cuando nos enseña el gesto que hay que hacer. 

- ¿Es así?- le pregunto, y cuando obtengo su confirmación me pongo manos a la obra. Una varita linterna sonaba como algo bastante útil.- Lumos- Puede ser que precisamente por lo útil que me parecía no me costase casi nada hacer brillar la punta de mi varita. Entonces tuerzo el gesto, dándome cuenta de que la varita sigue brillando. Levanto la  mano y pregunto. 

- Profesor, ¿cómo hacemos para apagar la varita? ¿o se acaba solo el efecto del hechizo? ¿Cuánto dura?

Después miro la pluma y repito los movimientos que había ensayado con Violet.- Wingardium Leviosa.- sonrío ampliamente cuando veo la  pluma alzarse y flotar sobre mis ojos. Intento desplazarla hacia la caja pero solo consigo que la pluma se incline ligeramente hacia delante. Es como si un tope le impidiese avanzar. Violet había dicho que lo segundo era difícil pero a ella le había salido, así que la miro interesado. 

- Violet, ¿cuál es el truco para llevarla hasta la caja? Igual me he equivocado en algún movimiento...

Y Jarek contempló con fascinación como su pluma, en vez de flotar suavemente, se ponía a rasgar la madera de la mesa haciendo extraños símbolos.

- Por la barba de Rasputín. - susurró.

Estaba tan concentrado intentando averiguar si lo escrito era algo legible o entendible*, que no se dió cuenta de la presencia del profesor a su lado hasta que lo oyó. La aguda voz tan cerca suyo hizo que diese un respingo y estuviese a punto de soltar la varita, se recuperó enseguida y miró al menudo hombre mientras asentía a su sugerencia.

Con disimulo bajó las manos hasta las perneras de sus pantalones y se secó el sudor de las palmas mientras repasaba mentalmente lo que tenía que hacer, no podía fallar mas hechizos.

Llegue a clase como una exhalacion, dispuesta a dar miles de disculpas y explicaciones, acompañada por el resto de mis compañeros. Y me sorprendio ver lo amable que parecia el profesor pese a todo, lo que hizo que mi pelo se tiñera de un amarillo chillon, a causa de la sorpresa y la duda. Un amarillo que se vio salpicado por algunas mechas azules de pura tristeza cuando el profesor dijo que tendria que quitarles puntos por llegar tarde.

-No se preocupe profesor, haga lo que tenga que hacer. Y disculpenos por el retraso, no volvera  a pasar. ¿A que no, chicos? - dije a mis compañeros, omitiendo que la razon por la que habiamos llegado tarde habia sido que habiamos estado ayudando a uno de nuestros compañeros. No parecia tener mucho sentido que nos quitaran puntos por ser buenas personas, pero yo no era una persona conflictiva, y preferia acatar la decision del profesor sin problemas.

Y entonces escuche la explicacion de Violet, sonriendole, en cuanto termino de explicarlo todo- Muchas gracias... Vamos a ver como se da esto... ¡Lumos! - exclame, probando a agitar mi varita en el aire, que acabo encendiendose sin problemas- ¡Funciona! - dije, emocionada por haber realizado el primer encantamiento de mi vida con tanto exito. Mi pelo se tiño inmediatamente de un rosa intenso, y me vine arriba, señalando aquella vez aquella pluma, dispuesta a conjurar tambien- Uhm... a ver...¡Wingardium Leviosa! - exclame de nuevo, y la pluma comenzo a flotar en el aire, con toda la facilidad del mundo. Y no solo eso: cuando comence a dirigirla hacia la caja, la pluma se movio sin problemas de ningun tipo, completando correctamente el recorrido enseguida.

-¡Que guay! Me ha salido todo. - dije, total y absolutamente emocionada, mirando al resto, para ver cómo le iba a ellos. Parecia que no se me estaba dando tan mal eso del colegio, al menos de momento.

No lo sé... Solo conversamos un poco - contestó a la pregunta de Erik mientras caminaban hacia el aula donde tendrían la segunda clase - ¿Ustedes no?

Pero antes que Erik pudiese contestar, el grupo de alumnos de primer año ya había llegado a la sala y se disponía a ingresar tras que el profesor les diera la bienvenida quitándoles 5 puntos a cada uno, 15 en total para la casa de Ravenclaw. No parecía correcto que el profesor hiciera eso. No era tanto lo que se habían demorado, y el tiempo que se habían atrasado había sido por ayudar a un compañero y por asearse para estar presentables para clases. No tenía sentido que los castigaran por aquello. Sin embargo, a fin de cuentas se sentía agradecida de que la dejaran entrar a clases del todo, así que no consideró quejarse como una posibilidad.

Lo siento, profesor. No se volverá a repetir - contestó al docente, con una voz levemente menos dulce de lo que era habitual en ella pero de cambio imperceptible para quienes no hubiesen interactuado lo suficiente para acostumbrarse a su voz dulce y melodiosa para referirse a la gente. 

Fue a sentarse junto a Violet, Troy y Erik, y escuchó atentamente las instrucciones de su compañera para hacer los hechizos. 

¡Lumos! - exclamó, sin resultado alguno. La varita no emitió luz alguna ni hizo amago siquiera de querer ayudar. Pero si este hechizo no funcionaba, funcionaría el otro. - Wingardium Leviosa - dijo en voz baja, y la pluma no se movió ni siquiera un centímetro. A estas alturas, muchos niños ya se habrían dado por vencidos. Pero Megan era tan terca como optimista, combinación que le hacía imposible rendirse ante cualquier situación, por desafiante que fuera. Si no lo lograba a la primera, sería a la siguiente, no importaba cuantos intentos hicieran falta. - ¡Wingardium Leviosa! - exclamó más fuerte, y esta vez la pluma voló hacia dónde debía hacerlo.

Sabía que podía - comentó para sí misma, con una sonrisa de satisfacción dibujada en el rostro.

- ¿Es una pregunta real de la cual esperas sacar una explicación lógica y técnica o solo una pregunta retórica con el fin de iniciar una conversación? En ambos casos la respuesta es demasiado larga como para darla correctamente sin consumir aun más tiempo de la clase de Encantamientos. - Es que menudas preguntas hacía Erik cuando uno estaba a punto de llegar a la clase de Encantamientos. Él no iba corriendo, total, tarde ya llegaban y eso no iba a cambiar, y estaba seguro que el profesor no comprobaría con exactitud la demora del grupo. El castigo sería (otro más) el mismo si corrían que si no lo hacían.

Por otro lado, cabía hacer mención especial de que a pesar de todo, seguía caminando a un metro y medio exacto del grupo de compañeros. En todo momento. Además, había otra curiosidad solo perceptible a ojos de los más astutos u observadores. No llevaba el mismo calzado. Ni la misma ropa. E iba totalmente limpio, pero era imposible que me hubiera dado tiempo a subir hasta la Torre de Ravenclaw. ¡Por supuesto, había un cómo! Pero se lo reservaría para aquellos cuyas ágiles y curiosas mentes consiguieran sobrepasar los límites de la timidez (poderosa enemiga), respetaran las normas (amplio caballero) y demostraran ser dignos de confianza (escurridiza dama).

Bueno, aquello carecía de importancia, cuando Alexander se encontró con un profesor que debía ser más o menos... bueno, no. No nos engañemos, no había margen de duda, era más bajito que él. Estaba seguro, le ganaba por exactamente 12 centímetros. Cualquiera podía verlo, solo había que fijarse.

¡Pero les recibió diciendo que les quitaba puntos! ¡Ultraje! ¡Canallada! ¡Broma absurda! ¡Y no solo eso! ¡Además intentaba evadir sus obligaciones tutoriales en cuanto a la enseñanza al invitar a nuestros compañeros a explicarnos tales cosas!

Inadmisible, por supuesto.

- No. - Soltó aquella palabra como cientos de veces antes lo había hecho, como si fuera una respuesta automática y programada ante algo que no quería o gustaba. - En realidad no pasamos. Si no que Entramos. Después tomamos asiento. - Y por la forma que pegaba las manos a la cintura, parecía ser alguna manía que era incapaz de evitar. - Además, soy el único responsable del retraso de todos cuantos han llegado tarde, de lo que me hago responsable en todos los sentidos, tanto en castigo como en pérdida de puntos. - Y guardó silencio, incapaz de moverse. Quizás, para otros, aquello hubiera sido un acto de honor desinteresado por proteger a sus compañeros.

Pero para él solo era el intento de ordenar las cosas. Castigo para los culpables, absolución para los inocentes. La medida exacta para cada cosa. No podía ser de otra manera. ¡Qué disparate!

Pero no se movió, y por la tensión de su cuerpo, aun quedaba algo por decir, algo que parecía costarle por alguna razón. Algo en referencia al hombrecillo por como Alexander miraba al profesor. Hizo varios intentos de abrir la boca que acabaron en repentino silencio.

Necesitó seis intentos y catorce segundos para poder hablar. - Le quedaría mejor un chaleco a rayas a juego con el pantalón. Por lo demás muy bien. - Por supuesto, Alexander entendía de todo, pero es que aquello era algo obvio para cualquiera. Por suerte, se lo había dicho y lo había salvado de seguir siendo un hazmerreir ante toda la comunidad mágica del colegio al optimizar su aspecto.

Y dicho esto, buscó el sitio perfecto. Preferentemente, una mesa vacía para estar solo.

Pero aquella no sería una tarea tan sencilla, por supuesto. Aun estaba escudriñando un asiento, cuando Violet les hizo gestos para que se acercaran. Aun debía darle las gracias por salvarle del Disco de la Muerte. Y reprocharle que había hecho explotar un animal, desencadenando una serie de desgracias que acabarían con la pérdida de puntos.

Miró a su alrededor, esperando que estuviera llamando a otro. Pero no era así. Y aquello era una autentica desgracia, evidentemente. La convención social le obligaba a acercarse a ella y entablar conversación.

¡Pero es que llevaba todo el día hablando con todo el mundo sin parar! ¡Y corrigiéndolos! ¡Y explicándoles todo lo que hacían mal! ¡Y salvándolos de la ignorancia! ¡Y mejorando sus vidas! ¡Y optimizando su entorno! ¡Y ayudándoles a que el mundo fuera mejor, más ordenado, higiénico y estable!

¡Qué vida más horrible le esperaba en aquel colegio!

Se acercó a Violet, quedándose callado, delante de ella, esperando a que cumpliera su ofrecimiento. - Una vela. - Dijo, sin venir a cuento después de que ella utilizara el término "Linterna Muggle". Pero una vela se acercaba mucho más a la descripción del libro. Y para sorpresa de muchos...

¡Se sentó con ella!

- Lumos. - Dijo, moviendo la varita... con sorprendentes resultados*.

Aquello le enseñó una valiosa lección. Mejor leer el libro. Con tranquilidad, sacó su libro, leyendo como hacer el Wingardium Leviosa después de que Violet se lo explicara. - Es para optimizar. - Dijo sin ser preguntado, para evitar la pregunta de por qué lo miraba si ya se lo habían explicado.

- Así. - Dijo entonces, con seguridad, apuntando con la varita a la pluma y haciéndola levitar hasta la caja sin mayores problemas. Metódico y exacto. Entonces llegó la pregunta. Estaba claro, que Violet no había sido exacta con ella. Como estaba era un término demasiado general, pues podía comprender desde toda su vida a una situación concreta.

Por suerte, su habilidades sociales habían mejorado exponencialmente desde que estaba en el colegio. Teniendo en cuenta que comenzaba desde cero, podríamos decir que si había mejorado mucho, todo sea dicho.

- Suponiendo que la pregunta es referente a la situación anterior que incluía una rata, discos voladores mortales, explosiones y gente desmayada... - Hizo una pausa, comprobando por como respondía Violet que sí, que la pregunta de cómo estaba se refería a lo ocurrido con la rata-explosión. - Estoy limpio y consciente. Pero no comeré carne en una semana. - Dijo, totalmente serio. Y aunque dicho como él lo había dicho parecía que estaba tratando ser el Rey de la Comedia, lo cierto es que no. 

Por desgracia, lo estaba diciendo totalmente en serio.

Pero ahora llegaba la segunda parte. Las obligaciones sociales. Era tan difícil la sociedad ¿Quién podía entenderla? ¡Tantas normas que había que seguir! (Y a él le encantaban las normas, pero no le gustaba la gente).

Y las convenciones sociales le obligaban a tartamudear ligeramente, dudando sobre lo que debía decir. Pero no sobre qué quería decirlo, no. Es que no le salían las palabras. Oh, sociedad, despiadada ramera. ¡Algún día la destruiría y construiría una más acorde a lo correcto según sus principios sociales. Que por desgracia para los demás, eran bastante pocos.

- Me gustaría agradecerte que me salvaras del monstruoso Disco de la Muerte a costa de tu propia integridad física. Justifica la rata-explosión. Como en una escala aproximada de justicia perdonarte por lo ocurrido por la explosión de la rata, además de ello, me gustaría ofrecerte esto como regalo. - Rebuscó en su mochila, ofreciéndole un montón de pergaminos perfectamente ordenados en los cuales podía leerse:

"Normativa de seguridad para compañeros de mesa"

¡Asombroso! ¡Inaudito! ¡Estaba ofreciéndole oficialmente firmar un contrato de compañeros de mesa tras leerse la normativa de seguridad y aceptarla para compartir mesa el resto del curso, hasta que encontrara alguien mejor, incumpliera el contrato, se aburriera, deseara estar solo, no demostrara estar en contra y luchar activamente contra la ignorancia o simplemente, que hiciera explotar otra rata.

Uh, aquello estaba claro que no se lo consentiría ni en un millón de años.

- Además... - Una vez más, aquella duda que implicaba la dificultad social para comunicarse. - Me gustaría preguntarte cómo estás a raíz de lo sucedido en la anterior clase y como te ha ido en la enfermería en referencia a la compañía, tratamientos y bienestar físico relativo a la herida. - O para el resto de mortales.. ¿Cómo estás? -

Y para rematarlo todo, como si de la guinda final del pastel, forzó aquella sonrisa antinatural y forzada que dejaba claro, a pesar de todo, el intento por ser "simpático" y "agradable".

- ¡Eh!- le dijo a Maebh- No intentes eclipsar mi momento de gloria.- obviamente estaba bromeando. La chica lo había hecho realmente bien.

Justo iba a responder a Violet cuando la puerta se abrió y vio al resto de sus compañeros. Al fin habían llegado todos los demás. Era una pena que lo hubieran hecho después de que Troy metiera a la primera la pluma en la caja. ¡Para una vez que podía presumir de algo así! Aunque confiaba que no fuera la última vez que pudiera ganar puntos para su casa de aquella manera.

Se apiñó un poco más a su hermana para hacer hueco a los que venían a sentarse a su lado, entre ellos Megan a quien sonrió levemente:

- Más vale que tengas una buena excusa, porque te has perdido mi mejor actuación hasta el momento.

Lizbeth volvió a intentarlo y esta vez lo hizo muchísimo mejor. Se notaba que la chica se esforzaba bastante y Troy confiaba en que en cuanto la chica tuviera más confianza en sí misma, lograría hacer grandes cosas.

- ¡Bien Lizbeth!- ¿Quién era él para decirle que qué bien? Realmente nadie, pero quería animarla.- ¡Jason! Ven, mira lo que hace Lizbeth.- seguro que a ella le haría ilusión que su mejor amigo (y futuro novio) le felicitase por aquel estupendo trabajo.

Los demás también iban lográndolo. Unos mejor, otros peor, pero se veía que aquella clase iba a ser mucho menos catastrófica que la anterior. Aunque no hacía falta mucho para que fuera mejor.

- ¡Wow! Espera, espera.- ¡menudo Wingardium que Megan había hecho!- ¿Es que has estado practicando en secreto o algo antes de venir y por eso has llegado tarde? Eso es trampa. Sería propio de mí, no de ti...- entonces se dirigió a Violet tras chasquear la lengua- ¡Ya la estás llevando por el mal camino, Violet!- estaba de bastante buen humor. Se sentía muy bien comprobando que era capaz de lograr aquellas cosas y no solo de formar caos, por muy divertido que eso fuera también.

Me aparté ligeramente de Jarek al ver como su pluma se volvía loca y comenzaba a destrozar la mesa, aunque por fortuna en esta ocasión no hubo más heridos que la propia mesa. Animé a mi compañero a que siguiera probando y no le costó demasiado conseguirlo.

-Genial Jarek... Así se hace.

Me giré al oír el comentario del chico de Gryffindor, enarcando una ceja y con cara de pocos amigos, pero al ver la expresión de su cara me relajé un poco e intenté sonreír, aunque la seriedad seguía pintada en mi rostro.

-Gracias, tú también lo has hecho muy bien.

¿Había sonado demasiado seca? Sí... puede, pero no estaba acostumbrada a recibir elogios de ese tipo y mucho menos por parte de desconocidos. Reconocía que mis habilidades sociales para relacionarme con gente fuera de mi entorno eran un tanto bruscas y puede que fuera ese uno de los motivos por los que no solía caer demasiado bien a primera vista. También pudiera ser que sólo estuviera levantando un muro defensivo para evitar que, si alguien se acercaba demasiado, pudiera hacerme daño.

Seguí con la cabeza girada porque, justo en ese momento, entraban los que faltaban, sonriendo para mis adentros cuando el profesor les descontó los puntos, aunque me fastidió bastante que entre los rezagados estuviera Joy. Bueno, quizás ahora estuviéramos más equilibrados en los puntos.

El cumplido de Troy a su hechizo la tomó por sorpresa, lo que tuvo como consecuencia que además de reírse se pusiera ligeramente roja. Y tras eso, el pensamiento de que podía atribuir lo sonrojado de sus mejillas a algo más que lo imprevisto de aquella confusión la hizo tornarse casi fucsia de la vergüenza.

No, no, Violet no ha hecho nada... No lo había intentado antes de ahora. Pero gracias - terminó por decir, sonriendo.

Volvió a poner la pluma en su lugar en un gesto nervioso, para luego arreglarse el pelo hacia un lado. Por suerte, se le ocurrió algo que decir que la podía ayudar a salir de lo que para ella era un momento incómodo.

¿O acaso solo me dices eso para que no sea mala contigo ahora que eres mi elfo? Que sepas que no te va a resultar, eh...

- Gracias. Parece que esto al menos se nos da bien. ¡Ya es algo!-le contestó a Maebh.

¿Por qué cada palabra de Troy provocaba un sonrojo? Primero Lizbeth en la tienda de varitas, luego Lizbeth en el Gran Comedor, ahora Megan en clase de Encantamentos... al menos Maebh había sido diferente y se había mostrado bastante seca, a lo mejor por vergüenza. ¿Y por qué todo el mundo resultaba ser tan vergonzoso? Eran preguntas que se empezó a hacer el chico ante el sonrojo de su amiga, si bien no estaba molesto sino más bien curioso y divertido. April nunca se había mostrado así con él...

- Un elfo con dos preguntas que aún no ha hecho para ser respondidas con total sinceridad- replicó alzando las cejas dos veces y exhibiendo una leve sonrisa. Después se dirigió a los que estaban más cerca de él en general, entre ellos Maebh, Jarek, Megan, Lizbeth, Jason y Violet, aunque de esta última ya conocía la respuesta- ¿Os gusta el quidditch?

Las palabras que le dedicó Maebh, sobretodo después de haberse alejado primero en espera de otra catástrofe como la de la anterior clase, hicieron que el joven Cerny dejara de sonreir y asintiese en su dirección.

- ¡Genial lo tuyo! A la primera... - contestó de vuelta con admiración e incluso un poco de envidia.

Una mirada a su alrededor le informó que el resto de la clase lo estaba consiguiendo también, parecía que encantamientos era mas fácil que transformaciones, y eso que la profesora McGonagall había dicho que transformaciones no era muy difícil. Intentó imaginar cuál de las asignaturas que tenían era la más difícil, pero al cabo de un poco llegó a la conclusión de que sin haberlas hecho todas no podría decidirlo, entonces llegó la pregunta personal de Troy. ¿Como explicar lo que sentía por el quidditch en mitad de una clase? no podía, por lo que su respuesta fue muy escueta.

- Es entretenido - susurró como contestación inclinándose hacia el chico, luego emitió un leve carraspeo y volvió a sentarse erguido. Esperaba tener una última oportinudad de hacer un hechizo a la primera antes de que fuese la hora de comer.

Troy seguía hablando. ¿Cómo podía seguir hablando? Mientras lo hacía Lizbeth permanecía con la mirada baja. Lo escuchaba, por supuesto, pero no estaba segura de querer que él supiera que lo hacía. Todavía le temblaba el cuerpo de la vergüenza que había sentido hacía apenas unos minutos cuando se había empeñado en que todos los de su alrededor se fijaran en lo mal que estaba haciendo los hechizos. Sí, había dejado claro que su intención era totalmente la contraria. Pero... ¿qué iba a hacer ella si resultaba que el muchacho era miope?

- El... ¿¿quittich?? - Esa palabra le resultó tan extraña que no pudo contenerse y romper con la distancia que había establecido con su compañero. Tenía tantas cosas que aprender...
 

La emoción y una leve indignación se apoderó del chico que abrió los ojos de par en par unos segundos y se irguió en su sitio, claramente sorprendido por las respuestas de sus amigos. Había olvidado que Lizbeth era nacida de muggles, ¡¿pero Jarek?!

- ¿Solo entretenido?- preguntó con sorpresa en el tono- ¡pero si es el mejor deporte que conozco! Si hasta le supera el fútbol...- estaba claro que Jarek no debía de haber visto muchos partidos de quidditch, o al menos no muy buenos- La velocidad, la emoción, la tensión, la rapidez, la fortaleza... ¡es un deporte increíble!- se giró para hablarle, super emocionado, a Lizbeth, dispuesto a hacerle sentir la misma pasión que él sentía con respecto a aquel tema- quidditch es uno de los mejores deportes del mundo mágico. Los jugadores vuelan en escobas, hay tres cazadores que tienen que marcar gol a traves de unos aros a muchos metros del suelo, un guardián de los aros, dos bateadores que lanzan bludgers para impedir el ataque de los demás y un buscador en cada equipo para lograr hacerse con la snitch. En resumidas cuentas es eso. ¡Y es una pasada! Estoy deseando entrar en el equipo del colegio.

En sus palabras se denotaba una emoción casi incontralable. Y es que Troy se emocionaba así con pocas cosas, pero cuando lo hacía denotaba sus grandes pasiones.

El entusiasmo atolondrado de Troy neutralizaba a Lizbeth hasta llegar a un atontamiento bastante superior al habitual. No era porque no fuese capaz de asimilar toda la información que transmitía por segundo (Liz era muchas cosas, pero no idiota), sino porque su nerviosismo, su aceleración y el alto volumen de su voz le generaban una ansiedad y desconcierto difícil de controlar.

- Cre...creo que a mi ese deporte me daría miedo... - Habló con la boca pequeña aunque lo suficientemente alto como para que todos le escuchasen. Velocidad, emoción, tensión, rapidez y fortaleza... ninguna de las cinco palabras utilizadas por el Gryffindor pegaban con ella. Es más, no había una sola que no le hiciera temblar al escucharla.

- E..es...espe... - no, no se callaba, y mientras tanto las novedades que les estaba ofreciendo bloqueaban todas las neuronas del cerebro de la niña. ¿Había dicho volar en escobas? Se mantuvo en silencio hasta que Troy se calló en espera de su reacción. - Entonces... ¿de verdad vuelan en escobas? Y... ¿cómo lo hacen? - Miró hacia Jason desconcertada intentando ver si él se encontraba igual que ella o no. Dudaba mucho que fuese capaz de jugar a ese juego si llevaba implícito el separarse del suelo. - Y... ¿no es peligroso? - Le sorprendía que un deporte de ese tipo fuese permitido en un colegio.

Miré a Troy mientras me encogía de hombros, pensando en lo que había tardado en salir a relucir el quidditch, pero escuchando la vehemencia con la que hablaba no pude evitar acordarme de Darren y una sonrisa apareció en mi cara.

-Sí, es entretenido, pero a mí no me va mucho el practicarlo, prefiero más verlo desde la grada. ¿Sabes? Harías muy buenas migas con mi hermano, hablas con tanta pasión del quidditch como él.

Pero las preguntas de Lizbeth me dejaron un poco sorprendida. ¿Cómo era posible que no supiera cuál era el mejor deporte de los magos? Si ni siquiera sabía pronunciar bien el nombre. Hasta que me di cuenta que aquella niña no podía ser hija de magos, sólo era una simple muggle. Fue entonces cuando le dediqué una mirada no exenta de cierta compasión.

-Se dice quidditch... Qui-ddi-tch. -Deletreé para que me entendiera mejor-. Claro que se vuela en escobas, ¿en qué lo íbamos a hacer sino? Y a ti no te quedará más remedio que aprender también. Es muy divertido y ¿peligroso? Bueno, eso depende de lo torpe que puedas llegar a ser.

Las varitas de Alexander y Megan habían iniciado lo que podría describirse como una luz intermitente que se encendía y se apagaba sin, al parecer, decidirse por ninguno de los dos estados. Aquello no inutilizó las varitas para que siguieran con los ejercicios pero el efecto creado era un tanto molesto.

Sin embargo aquello no pareció distraer la atención de Violet, que miraba con los ojos como platos la especie de manual del que le había hecho entrega Alexander.

- Eres muy raro, pero supongo que ya lo sabías - aseveró la niña mientras depositaba con cuidado el manual a su lado. Meditó unos momentos en silencio, preguntándose cuál sería la mejor respuesta para evitar que siguiera con su cháchara incomprensible -. Me lo leeré - afirmó, sin decir nada sobre firmarlo o no. Era lo único que podía hacer, no se fiaba demasiado de lo que pudiera pretender Alexander con aquello pero sus ojos no traslucieron la desconfianza que le produjo sin embargo su expresión controlada se relajó a una sonrisa tímida aunque no exenta de agradecimiento cuando el niño le preguntó a su manera sobre su salud -. Estoy mejor, la señora Pomfrey, la enfermera, me curó la herida y me dio un analgésico para el dolor.

El profesor Flitwick había seguido paseando por entre las mesas cuando Erik le había dirigido aquella pregunta que iluminó su rostro con una sonrisa.

- Buena pregunta, ¡buena pregunta! En realidad es tan sencillo como el Lumos, la base es la misma pero la palabra que se pronuncia es "Nox".

El hombrecillo parecía satisfecho con la curiosidad de sus alumnos y dado el éxito de la mayoría parecía permitir con buenos ojos que hablaran sobre quidditch mientras los más rezagados o los que presentaban más dificultades en el tema seguían luchando por meter la pluma en la caja.

El reloj marcaba que faltaban quince minutos para que terminara la clase y para que llegara el deseado momento del almuerzo cuando la puerta se abrió y por ella accedió el que había sido presentado la noche anterior como profesor de la asignatura de Defensa Contra las Artes Oscuras, sin molestarse en llamar siquiera. La expresión grave que ya le vieran por la noche parecía haberse acrecentado pero lo que realmente resultaba escalofriante era la mirada de aquel hombre que parecía encerrar un pasado doloroso con celo. Sin embargo no era lo único que aquella mirada traslucía en aquel momento sino cierta urgencia e incluso cautela que no se desvanecieron cuando cruzó el aula a grandes zancadas hasta el pequeño profesor de Encantamientos.

- Filius, Albus quiere ver a los jefes de las casas de inmediato en su despacho - echó una mirada de reojo a los estudiantes antes de sacudir levemente la cabeza -. Supongo que no vale la pena andarse con secretismos - murmuró para sí ante la mirada curiosa de Flitwick -. El Ministro ha sido...encontrado muerto hace apenas una hora en su despacho - fue obvio para todos que la forma en que había terminado la frase no había sido la idea inicial.

Deltron Sazernoth había sido el Ministro de Magia durante los últimos diez años, un buen ministro a decir verdad, posiblemente tan bueno como cualquiera en una época de bonanza como la acaecida tras la Primera Guerra Mágica. Los pocos de ahí que sabían algo más que su nombre sabían que a pesar de ser mayor ni siquiera llegaba a los setenta.

El profesor Flitwick pareció consternado con la noticia pero no mostró sus pensamientos en público más que para recoger sus cosas.

- Llévelos hasta el comedor. Se terminó la clase - anunció en voz un poco más clara antes de dirigirse a la máxima velocidad que le permitían sus cortas piernas a la salida.

Pronto se quedaron solos con el señor Yourth, que les hizo un gesto para que salieran del aula en dirección al Gran Comedor.

Al ver como Maebh le corregía de esa manera Lizbeth se mordió el labio nerviosa. ¿Le habría sentado mal que no supiera decir bien el nombre de ese deporte? Esperaba que no... lo había hecho con total inocencia. Tenía tantas cosas que aprender...

- Lo.... lo siento - tragó saliva con cierta dificultad. ¿Por qué le miraba de repente así esa niña? - Qui...quiDDitch - repitió, enfatizando las letras corregidas. - ¿Que no me quedará más remedio? - escucharle decir eso hizo que se le pusiera todavía más cara de susto de la habitual - ¿Es que hay alguna asignatura donde te obligan a volar con una? - La sola idea de que fuera cierto le provocó un escalofrío. Era más que torpe. Ella no estaba preparada para ese tipo de cosas... ¡ni siquiera podía asegurar su supervivencia en el suelo! Miró de forma inconsciente hacia Jason, a sabiendas que el niño estaría de lo más emocionado con todo lo que les acababan de contar.

Justo cuando iba a preguntarle a su amigo qué le parecía el profesor de ¿DCAO? irrumpió en la clase. Se volvió hacia él sobresaltada, mirándolo con los ojos abiertos como platos y la mandíbula cada vez más desencajada. ¿¿¿¿EL MINISTRO MUERTO???

Su corazón comenzó a latir con fuerza. No conocía quien era el Ministro. Ni siquiera estaba segura de que ese hombre fuese el mismo que el poderoso hombre del que había oído hablar a sus padres tantas veces. Pero era suficientemente inteligente como para saber lo que significaba una noticia de ese calibre.

Un hervidero de preguntas se agolpaban en su cabeza. Tenía tantas dudas que resolver.... pero no se atrevía a verbalizarlas. Ese profesor iba con mucha prisa y los jefes de las casas habían sido llamados por el director. ¿Quién era ella para interponerse en sus obligaciones?

- ¿Qué creeis que ha pasado? - no pudo contenerse y acabó girándose hacia sus compañeros. - Este... ¿este tipo de cosas suelen pasar aquí? - No tenía claro de que hubiese hecho una pregunta correcta pero, ¿qué más podía hacer? 

Abrí los ojos sorprendida por la ignorancia que demostraba esa niña pero creo que con lo que más sorprendida estaba era con las caras de pavor que ponía con cada cosa que se dijera. ¿Y ella había caído en Gryffindor? Resoplé un tanto molesta antes de replicarle, explicándole como si fuera una niña pequeña que sí tendría que aprender a volar, pero no tuve oportunidad ni de abrir la boca ya que la puerta se abrió de golpe dando paso al profesor de DCAO.

La noticia que dio me dejó con la boca abierta. Por lo que había oído a mi abuelo, el ministro no podía ser muy viejo, aunque desde mi punto de vista era un vejestorio de tomo y lomo, así que aquella muerte había resultado del todo inesperada para todo el mundo.

No perdí detalle de lo que los dos profesores hablaron y no me pasó desapercibido el detalle de que el profesor Yourth iba a decir algo muy distinto a lo que acabó diciendo. Enarqué una ceja, aquellas palabras no dichas me despertaron más curiosidad que la noticia de que el ministro había muerto, ya que su muerte poco me importaba, incluso en cierta forma me alegraba un poco.

-Parece que vamos a tener más tiempo libre.

Susurré a los más cercanos mientras recogía mis cosas dispuesta a seguir al profesor Yourth hasta el comedor.

Deben estar todos la mar de excitados, seguro que casi todos los profesores se encuentran reunidos divagando sobre lo sucedido.