Partida Rol por web

Me tapó la nariz después de haber respirado el ambiente cargado de la letrina y me dirijo a la cocina para mediar con quien este allí. El conde dijo que podríamos disponer de cuantas provisiones fueran necesarias. Reapasé de memoria el orden de preparación y los ingredientes de los que disponía. Sería un poco lento, pero con algo de suerte podría confeccionar la droga que me hacía falta. Más que la disponibilidad, pensé, mientras frotaba con mis dedos la bola apelamazada de opio, era la cantidad de sustancia que podría reunir.

Entras en la cocina, no hay nadie en ella. Oyes a gente hablar en la habitación de al lado, la despensa. La cocina, está recogida. Observas en los estantes gran variedad de alimentos, y condimentos.

Maldigo mi mala suerte, et me pregunto porqué los ha dejado marchar el conde. En teoría nadie podía abandonar el recinto, ¿por qué ellos si? ¿acaso tenían algo o sabían algo que podía incriminarlo?

 Estaba claro que agora nunca lo sabría. Registro la habitación por si se han dejado algo que pueda sernos de utilidad, alguna pista.

Buscas por la habitación alguna pista, hay un arcón y una alacena, los abres y están vacíos. Miras debajo de los camastros, y bajo uno de ellos descubres un pergamino enrollado. Lo alcanzas con una mano, y lo examinas. Está escrito en latín, y reza lo siguiente:

"Acolitos caballeros fraternitas de la Vera Lucis, en el solsticio de invierno el demonio tiene más poder que nunca, en lugares malditos se materializa en persona o animal y corrompe a los vivos. Hallad su guarida cerca de la ermita de la Virgen de la Cueva, santiguaros con agua bendita, mojad con ella el filo de vuestras espadas, perseguid al Demonio, y devolverlo al infierno. Prior Alonso."

Quedeme extrañado ante mi descubrimiento, había oido fablar de la Fraternita vera lucis, pero non sabía que fueran reales. Así mesmo, que buscasen acabar con el demonio paresciame cosa de brujas et hadas, mas estando en la tesitura actual creí que el demonio estaba mas cerca de lo que pensaban los frateres. Pues el demonio que habita en los omnes había obrado en todo este asunto del asesinato del recaudador.

 Non sabía que fazer, tampoco tenía mas sospechosos o gente a la que quisies interrogar, de modo que fuime a buscar a mis compañeros con el afan de comunicarles lo encontrado.

Busco con que encender el fogón, y adelanto trabajo poniendo a calentar los ingredientes que ya llevo conmigo. Mientras busco el resto en la despensa.

Enciendes un fuego bajo un caldero en el que vas metiendo los ingredientes necesarios.

Bajas escaleras abajo. Roberto está en la cocina, tiene un caldero al fuego. Uloxio está hablando con los centinelas que guardan la puerta. Crispín se encuentra descansando sentado en el pasillo, junto al can de Roberto.

Un trozo de higado de cerdo, vinagre, jugo de lechuga, algo de beleño y todo el opio que tengo...

Necesito el mismo "analgésico" con el que dormimos a los animales en mi aldea.

Entre tus componentes dispones de abundante "adormidera" con la que aderezas generosamente el guiso.

-"Sea pues"

Guardias, voy a salir al exterior -les comenté-. El conde don Jaime precisa que revise los derredores más próximos por el fatídico tema que nos ocupa. No se preocupen, en unos minutos regresaré. Vigilad bien los la entrada, no quisiera sorpresa alguna... -apunté-.

Espero que mis compañeros hagan sus pesquisas para atrapar al asesino. Quedeme pues en el patio con Crispín et el can.

- Si se lo ha dicho Don Jaime, no hay inconveniente.- Te dice uno de los guardia, mientras se aparta de la puerta. Abres el portón y sales fuera. La mañana es fría, expiras vaho al respirar, ahora apenas nieva, sólo unos pocos finos copos. La visibilidad es mejor que ayer, observas una docena de casitas de madera diseminadas por la ladera. Al pisar el suelo se te hunden los pies un palmo en la nieve. Puedes ver algunas huellas en el suelo nevado, posiblemente de algunos aldeanos que salieron de sus casas esa mañana. Percibes un profundo silencio, y quietud en el ambiente.

Veis como Uloxio convence a los guardias para que le dejen salir fuera.

- Si le ha dado permiso el señor conde, no hay inconveniente.- dice uno de los guardias. Uloxio abre la puerta y sale fuera.

En estando fuera, el frío me azotó la garganta. No había salido ahí para otear la nieve ni las casas de la ladera, sino para algo más arriesgado. Sabía que estaba en juego nuestra propia integridad, porque había que buscar un culpable, y nosotros, nuevos allegados, bien podríamos haber perpetrado aquel crímen a los ojos de cualesquiera. Sin más dilación, bordeé la casa de don Jaime y vislumbré el piso superior, concretamente la ventan del conde de Tolosa. Una vez la tuve ubicada, me quedé debajo, esperando a que regresara, y quien sabe si tal vez pudiera escuchar algo... Si la cosa se torcía quizá habría de soprenderle en escalada, pero eso era otro cantar.

Esperas fuera, hace frío pero se puede aguantar. Localizas la ventana de la habitación del marqués de Tolosa, es la que hace esquina en el primer piso. Los postigos de la ventana están abiertos a cada lado, pero en el hueco de la ventana hay una cruceta de hierro que hace imposible entrar o salir por ella. Te alejas un poco para tener mejor perspectiva, hasta que ves que efectivamente hay al menos un hombre en la habitación. Te vuelves a acercar a la fachada para tratar de oír algo. Puedes hacer una tirada de PERx3 (<30%).

Hola, gracias por invitarme a la partida. He visto en la ficha del pícaro que hay tres jugadores. Si estás esperando que alguien acepte el pj yo acepto. Confírmame que puedo jugar. Gracias un saludo

Ahi hay alguien... -pensé-. Parece que están hablando...