Partida Rol por web

Pues no mucho realmente, primero ¿nos ayudas a Tamir y a mi a ponernos los equipos? Luego si escuchaste algo de nuestro combate anterior sabras que tienes que ir diciendo cuando se producen los toques y decir cuando empieza el combate, cuando entramos en aceleración y cuando lo das por terminado.

¿Facil, eh? Hasta una dama delicada como tu podría hacerlo. Dijo Derguín, siguiendo el juego al anterior comentario de su sobrina.

Tamir se muestra reticente a que una mujer ayude a poneros los equipos y haga de árbitro.

- La guerra no es asunto para mujeres, puede herir su sensibilidad. Ellas, más bien al contrario, han nacido para cuidar, curar y crear... todo lo contrario que un guerrero... La verdad... no me parece apropiado. Es como si un hombre quisiera hacer de comadrona o algo así ¿no os parece? Es... raro.

Caray, no había reparado en eso... -Digo, con un tono no demasiado sorprendido. - Prueba con una ardilla, Derguín, quizás tengas más suerte...

A Derguín no le gustó en absoluto lo que decia Tamir, cada vez que alguien hacía comentarios de ese estilo se malhumoraba y a su mente regresaba la imagen de una joven apunto de ser violada en un noche que no podía olvidar, al menos si hubiera podido defenderse se habría llevado a alguno de esos cerdos por delante.

El problema, Tamir, es que la guerra no discrimina en quien  se ve involucrado en ella. No te digo el ir a la batalla pero, si alguna vez atacaran el pueblo donde vive tu madre, tu hermana, tu mujer o tu hija y no pudieran huir, seguro que querrias que fueran capaces de defenderse. ¿Herir su sensibilidad? Hay cosas que pueden herir más la "sensibilidad" de una mujer que una hasha...

Derquín se dio cuenta de que se estaba enfadando y alzando el tono de voz. Durante un segundo respiro hondo mientras se hacía el silencio.

...Perdonad. En cualquier caso mi sobrina es la única que nos puede oficiar el combate, si ella no lo hace habrá que dejarlo.

Sorprendida al principio y luego ligeramente resignada escucho las palabras de Derguín con un tono enfadado.

Totalmente ajena a la discusión sólo puedo citar un párrafo de "La idea", más para mis adentros que para otra persona:

-Hay creador y destructor; lo creador crea, y lo destructor destruye. Pero el creador también devasta la destrucción, y el destructor crea herramientas para la debacle. Es pues, una lucha eterna pues los polos opuestos complementan el todo.

Miro luego a Tamir, con una mirada inexpresiva, como esperando su respuesta, calibrando y ahondando en su expresión.
 

Tamir duda un momento visiblemente incómodo. Por una parte no quiere haceros enfadar, pero por otra parte las cosas que decís no le entran muy bien en la cabeza.

- Bueno, yo... Lo siento... quiero decir, no es que las mujeres no puedan defenderse. Es sólo que normalmente... bueno, no sé, ellas prefieren dedicar a... pues eso... ellas son como más constructivas, tienen hijos, mantienen el hogar, y nosotros en ese sentido somos como el polo destructor ¿no? Somos los que vamos a la guerra... No hay muchas mujeres guerreras, sólo las Atagairas, pero bueno... no quiere decir que esté mal que una chica pueda aprender a defenderse ¿no? Si ella quiere y se siente bien...

Al final, totalmente ruborizado, se interrumpe en su discurso sin saber muy bien qué decir para arreglarlo, o al menos para no empeorarlo.

- Os ruego que me disculpéis, por favor. Lo haremos como prefiráis - dice finalmente, haciendo una inclinación al estilo ainari.

Derguín sonrió ante la inocencia de Tamir. Se dio cuenta de que su invitado dijo aquello porque era como lo habían educado y realmente parecía no haber pensado en ello. Según parecía Tamir no era muy dado a cuestionarse el status quo. Además Deguín sabía que su reacción había sido algo exagerada, pero no todos habían vivido lo que él.

No hace falta que te disculpes Tamir. Dijo Derguín cordialmente. Es solo que a veces pienso que la gente no tiene en cuenta muchas cosas, y no lo digo por ti, supongo que a todos nos educan de una forma en la que el mundo se entiende facilmente. Pero se mata el espiritu crítico y se simplifican las cosas. Aunque quiza sea yo el que lee demasiado y eso seguro que no es bueno para la cabeza.

Hizo un gesto con la mano que mostraba que se le iba la sesera.

Si aqui mi sobrina, la de los murmullos, se presta a oficiar el combate. ¿No crees que sería un desperdicio no hacerlo?

Si luego al parir no salen cabras en vez de niños... - Digo, entre resignada y divertida. 

- No quiero ofender a Tamir, así que sólo lo haré si él quiere. Si se siente molesto no tendrá la oportunidad de acabar contigo de forma igualada, Tío.

Tamir abre la boca para responder, cuando un agudo grito os interrumpe. Quien sea, debe haber gritado muy fuerte, porque desde donde estáis, no se ve a nadie.

Un instante más tarde, el grito se repite.

Derguín se dio cuenta del grito y blandió instintivamente la espada de entrenamiento que sostenía, pero el grito provenía de lejos de allí, se dirigió a sus cosas buscando la espada que había traido consigo. Agudizó el oido para intentar averiguar la procedencia del grito.

levanto las orejas, como un perro cuando oye un ruido perturbador y afino mis sentidos, intentando alejarme del grito ; instintivamente.

Los tres identificáis el lugar desde el que proviene el grito y salís corriendo hacia allí. Se trata del camino, que está unos trescientos metros más allá del río, aprovechando una zona de desnivel para evitar que una eventual crecida se lo lleve y ponga en peligro a los viajeros en tránsito, o deje la zona incomunicada.

Tamir sale corriendo hacia allí, como alma que lleva el diablo, sin pensar ni deciros nada, y sin entrar en aceleración. En Uhdafiún enseñan a los alumnos que es conveniente reservarse el tiempo de aceleración, ya que un hombre no puede estar en ese estado más que un lapso muy limitado, y después queda exahusto y a merced de que las fuerzas que resten al enemigo. Si el enemigo no ha sido vencido por completo, el tahedorán que abuse de las aceleraciones puede darse por muerto.

No obstante, algunos alumnos no prestan oidos a estos consejos y prefieren usar la aceleración como primer recurso para ganar el beneficio de la sorpresa sobre el rival enemigo, lo que es una buena estrategia cuando uno se enfrenta a pocos rivales y no sabe si llevarán arcos.

Sin pensarlo demasiado busco algún cuchillo afilado entre el menaje que llevamos, guardándolo entre las faldas e intentando que Tamir no lo vea. 

Presurosa avanzo hacia el lugar, aunque de ir ellos hacia allí no tardarían en ganarme distancia.

Derguín corrió hasta el lugar del sonido tras Tamir que se había adelantado. Intentó ponerse a la altura de este para evitar, si era necesario, que cometiera alguna insensatez. No sabían que podía estar pasando asi que lo primero era acercarse con cierta cautela.

Cuando llegáis cerca del camino, Tamir empieza a ir más despacio y os hace un gesto para indicaros que guardéis silencio. Es obvio que Derguín no necesita que le digan como debe actuar en situaciones de peligro, pero, o el joven no se ha dado cuenta, o bien ha pensado que más vale un por si acaso que un quien pensara.

Os acercáis sigilosamente y véis que en el camino hay detenida una carreta en la que viajan un hombre de mediana edad y una chica un poco mayor que Llywellyn, probablemente su hija, o tal vez una joven esposa. Diríais que la carreta lleva rollos de tela de diversos colores, por lo que suponéis que debe tratarse de mercaderes ritiones que se dirigen a alguna feria a vender sus mercancías. Descartáis, por su aspecto, que sean ainari, puesto que los ainari tienen rasgos distintos, y también que sean malibies, pues los comerciantes malibies suelen viajar en nutridas caravanas, flanqueadas por guardias y atendidas por numerosos esclavos.

Cuatro bandidos rodean la carreta. Uno de ellos tiene apresada a la chica y le ha puesto una daga al cuello. De este modo se asegura que ni ella ni su padre traten de defenderse. Otro se ha situado en un flanco de la carreta, para cortar una eventual huida del padre, y también para avistar posibles viajeros que llegasen por el camino. Los otros dos descargan los rollos de tela tan aprisa como les es posible.

Tamir mira a Derguín dubitativo, como esperando a que sea él quien decida la estrategia a seguir.

- Nos doblan en número - dice, sin tener en cuenta la eventual ayuda que Llywellyn pueda prestar -, pero si entramos en aceleración tal vez podríamos llegar antes de que hiciesen daño a la chica.

Derguín buscó rapidamente ciertos detalles y su cerebro funcionó a toda velocidad. Quizá esos hombres se llevarían las telas y se irían sin causar mayor daño, aquellos mercaderes conocerían la pobreza entonces pero conservarían la vida y ellos mismos (Tamir, Lly y Derguín) no se expondrían.

Pero eso no lo sabían y aquellos ladrones podrían acabar con esas personas delante suya si no hacían algo. Derguín barajo sus posibilidades. Si se acercaban, aún acelerados, es posible que les dieran el tiempo suficiente a aquellos hombres para degollar a la muchacha. Lo más probable era que consiguieran acabar con ellos, pero no quería correr el riesgo de que la chica muriera. Ademas y si...¿y si alguno de ellos era un ibtahan?, entonces las cosas se pondrían dificiles y si alguno era un tahedoran acabaría con ellos allí mismo y seguiría como si tal cosa.

Derguín se debatió un instante mientras su mente intentaba captar los detalles de la escena.