Partida Rol por web

Nakuro es la capital del Imperio Mida, la joya de la civilización de Voldor. Su peculiar mezcla de edificios en el suelo y en los árboles ha evolucionado a lo largo de los años para acoger a cualquier persona, sea cual sea su raza: salvo en el casco histórico de la ciudad, es fácil encontrar pavimentos preparados para centauros, sillas adecuadas para razas pequeñas, etcétera. En definitiva, todo tiene una pátina de civilización y cordialidad, perfecto reflejo de lo que los mida prodigan al resto de civilizaciones de Voldor.

El mercado de Nakuro está a la altura de la ciudad: es un enorme conglomerado de tiendas, entre puestos que llevan allí desde que se fundó la ciudad y los siempre cambiantes puestos itinerantes. La guardia de la ciudad, con sus cotas de malla que refulgen cada vez que un rayo de rol atraviesa los frondosos árboles, se asegura de que nadie perturbe la paz del lugar. Los mida pueden ser un pueblo civilizado, pero justamente por ello son duros con aquellos que quebrantan la ley. Pero muchos viajeros visitan Nakuro sin saber que hay un mercado dentro del mercado. En lo más antiguo de la ciudad existe una calle que conduce a una pequeña plaza circular en cuyo centro se erige uno de los árboles más antiguos. Toda esta parte del mercado, desde la calle hasta la plaza e incluso las ramas del árbol, forma el Mercado de las Especias.

El Mercado de las Especias nació justamente como eso, una pequeña serie de puestos ambulantes que traían pequeñas pero sabrosas mercancías con las que satisfacer el refinado paladar de los hombres mono. Sin embargo, con el paso del tiempo el enfoque se fue difuminando y acabó por convertirse en lo que es hoy: un lugar donde comprar rarezas, esa clase de productos tan valiosos que requieren un gran pago en sal. Dado el valor de las mercancías, el Mercado de las Especias cuenta con su propia guardia al margen de la de la ciudad.

Habéis coincidido durante la última etapa de vuestro viaje hasta allí y la búsqueda de protección y compañía ha hecho que queráis seguir juntos, al menos por ahora. Es la primera vez que estáis en Nakuro y habéis decidido dar un paseo, sin saber muy bien dónde estáis.

Su carácter curioso había llevado a Wynona muy lejos. De hecho, la había sacado de la oscuridad de Vajira y la había empujado hasta aquel "mercado dentro del mercado" en el que se sentía como una hoja diminuta en medio de un maelstrom de viento que no podía controlar. Sus ojos bailaban de curiosidad entre curiosidad, de objeto maravilloso en objeto maravilloso y la juventud de la paladín no podía evitar beber de aquel torrente interminable de belleza. Seguramente no era muy buena idea permanecer allí en medio, atrayendo miradas hacia su escultural figura y su rostro perfecto pero Wynona nunca había destacado por su cerebro.

-Es.. hermoso, Dina! Todo es... simplemente hermoso! -le dijo a su pequeña compañera.

Ya te digo. Acertó a decir la mediana, mirando a su alrededor embobada.

¡Que maravilla! Pensó contemplando la sombra del gran árbol. Nakuro sobrepasa con creces cualquier fantasía que hubiera podido imaginar. Se había lanzado al viaje más largo que había podido pagar con sus ahorros. Deseosa de perder de vista la ciudad portuaria donde había vivido los últimos años junto a su tío y sus primo. ¿De que voy a vivir ahora? Se preguntó. Aunque era buena tallando madera Dina tenía dudas de si en un lugar tan exótico y cosmopolita, sus modestas creaciones podían tener salida.

 ¿Y ahora que hacemos? Le preguntó a la paladina. Después de curiosear un poco, claro. Ya que estamos aquí sería una pena no hacerlo...Habrá que buscar un sitio donde quedarse, barato pero sin que sea una pocilga.

Al principio, Evelynn no dijo nada mientras observaba los puestos del mercado con ávida curiosidad, pero sin demasiada intención de comprar nada. Aparentemente era como tantos otros que habia visitado en su interminable viaje por Voldor. Pero ella sabía que ese mercado no era para nada corriente. Había oído rumores sobre el mercado de las especies y sus exóticos productos.

Ciertamente, vale la pena echar un vistazo a lo que pueda haber en los puestos. Según he oído, se venden aquí toda clase de exóticos productos difíciles de encontrar en cualquier otra parte! 

De todos modos lo que dijo Dina, era cierto, necesitaban encontrar algun sitio donde instalarse mientras estuvieran en la ciudad. 

Seguro que algun comerciante de los que hay por aquí nos pueden recomendar un buen sitio donde instalarnos. - Dijo la semielfa dirijiendose a Dina

Nana miraba a sus compañeras desde su altura, obviamente… Al adentrarse en el mercado ella no estaba ni de cerca tan ilusionada por la situación como Wynonna y Dina. Era fácil averiguar por qué a ella no le entusiasmaban tanto las aglomeraciones: apenas veía más allá de la gente que la rodeaba y el árbol, la visión del hermoso árbol de su centro, era para ella imperceptible. Andaba como podía entre tanta muchedumbre cargando con su guja, la cual, por su longitud, parecía en ese momento más útil como astil para localizarla entre todo ese gentío que un arma de batalla. La gente se chocaba con ella continuamente y todos sabemos que los enanos no son conocidos por su paciencia…

-¡Por la espada de Sif! ¡Quieres mirar por dónde vas!- Le recriminó muy molesta al último que la empujó.

Quien la conociera sabía que la pobre se contuvo y se portó bastante bien para el carácter que tenía. Que le empujaran le dolía más por el orgullo de que no la vieran, que por el simple empujón. Se recolocó coqueta el cinto y siguió andando como ella solía hacer, meneando coqueta y altiva sus enormes curvas. Cuando escuchó a Evelyn sugerir acercarse a los puestos frenó de golpe y se echó las manos a la cabeza. No obstante,  al ver como se alejaban rápidamente aceleró el paso y les siguió resignada. Sin duda tenía que apreciar bastante a las dos semielfas y a la mediana, ya que era bastante difícil hacer que la cabezota enana cambiase de opinión…

-VAAAAAAAAAAAAAAAAALE…. – suspiró fuertemente cuando llegó a su altura- ¡Pero a continuación nos vamos directamente a la posada, eh!…

Evelynn suspiró en silencio, para sus adentros, al oir a Nana refunfuñar una vez más: "Peregrino, dame paciencia..." y puso su cara de dialogar con Enanos, la más amable que sabía poner. Apreciaba a los enanos en gran medida y Nana era especialmente adorable... a su manera. Pero le exasperaba lo gruñones que podían llegar a ser cuando se lo proponían.

Venga Nana, observa con atención ¡seguro que hay alguna comida que te llama la atención! He oído decir que vosotros, los enanos, tenéis un gran apetito y un mejor paladar! - dijo Evelynn en un intento de adulación hacia la Enana - Seguro que hay algo por lo que vale la pena todo este gentío! dijo Evelynn con su mejor sonrisa.

Wynona tanteó la bolsa que colgaba de su cinto, ajena a lo que podía provocar.

-A mí aún me quedan unas monedas. Al menos para dormir un par de días. Seguro que encontramos algo en ese tiempo! Y, si no, el Peregrino proveerá, hermanas! -dijo, guiñándole un ojo a la hosca enana. Si te molesta tanto la gente, puedo llevarte a hombros, amiga!

Nana, que iba a protestar contra el tono maternalista que le ponía Evelynn cuando se forzaba a si misma a ser amable con ella se calló en el mismísimo instante que escuchó la palabra comida. Entonces asintió bastante conforme mientras que se acercaba con mayor interés a los puestos del mercado. Se podía ver como sus pequeños pasos casi se convertían en pequeños saltitos de felicidad conforme se acercaba al puesto. Una felicidad repentina que desapareció en el mismo instante que Wynonna le provocó. No era muy de grises esta enana… lo mismo movilizaba a toda una taberna con sus alegres canciones e historias que lo mismo al segundo siguiente te estaba tirando la mesa de nuevo a la cabeza.

-Ni te atrevas a pensarlo “medio-elfa” – le  respondió con un gesto de ceño fruncido mientras la  señalaba amenzante con el dedo. Una amenaza que, vista desde la altura que debía verla la humana, haría reir a cualquiera que la recibiera, dado el pequeño tamaño de la enana. Sin duda las dos hermosas semielfas le caían bien por su carácter, el cual lo consideraba parte de su mitad humana, pero en cuanto la mosqueaban no tardaba en aludir a su sangre medio elfa que tanto le disgustaba.  Un disgusto que se le fue de nuevo, en el mismo instante en que escuchó a un mercader gritar “Cerveza”.

-¡Jo, jo jo! ¡Cerveza! ¡Movilicémonos! – agitó el puño la enana girándose a sus compañeras

Evelynn a pesar de las quejas de Nana, iba a acercarse a uno de los puestos para preguntar por una apacible posada, es entonces cuando el grupo se da cuenta de algo. Un grupo de cuatro centauros encabezados por su capitana centauro también, una soldado veterana que ha cambiado una vida errante por la comodidad de la ciudad, forman la guardia propia de este peculiar mercado. La capitana en persona suele pasearse por el mercado y conoce a todos los mercaderes y a los principales clientes por su nombre. Para ser una centauro, se mueve con gracilidad por la zona gracias a que la conoce muy bien. Caras nuevas como las vuestras, sobre todo si no son mida, atraen inmediatamente su atención.

Nada más llegar, uno de los centauros de la guardia clava sus ojos en vosotros y empieza a seguiros de forma nada discreta.

Aunque bien vigilados, podéis pasear y conocer el Mercado de las Especias donde encontráis todo tipo de objetos extraños, algunos de los cuales no habéis visto en vuestras vidas: espejos de viaje, especias extrañas e incluso algún que otro pergamino con textos glíficos y antiguos. Quizá puede que El Predicador tenga la suerte de encontrar algo de Xion tal y como parece ser su gusto.

Cruzando entre los múltiples y variopintos puestos que ofrecen toda clase de extraños y exóticos artículos, no podéis dejar de sentir la mirada de la guardia sobre vuestras espaldas, lo que os dificulta concentraros en las mercancías debido a la incomodidad de saberos vigilados.

Todo aquello que encontráis y que tenéis por bien preguntar, os dais cuenta de que aquí, en esta parte del mercado, vuestro dinero no tiene ningún valor: está completamente fuera de vuestro alcance.

Sin dejar de escuchar la "pelea" entre Nana y Evelynn, sientes como parece haber alguien que también os sigue, sólo que al contrario que los centauros, este lo hace muy sutilmente, como una figura borrosa entre tanta aglomeración de gente.

Wynnona se volvió sobre su hombro una vez más pero no localizó lo que buscaba. De repente, la paladín no parecía tan risueña y alocada, sino más bien lo contrario. Cuando las tuvo a todas cerca, susurró:

-Chicas, imagino que habreis visto a los minotauros. Son bastante intimidantes pero alguien más nos sigue. Alguien muy hábil, que no se deja ver. Asegurad con disimulo las bolsas de vuestros cintos pero no os volvais de repente. Actuad con naturalidad.

Cuando aparecieron los centauros Nana se quedó clavada en el sitio con los ojos como platos. Nunca había visto un ser igual. Dio discretos pero numerosos golpecitos a Dina en el hombro (la diferencia de altura).

-Dina, Dina… ¿Has visto eso? – La pobre no salía de su asombro. Nada igual había pasado por su pequeño pueblo. Uno de los guardias le devolvió la mirada algo incómodo. Nana no destacaba por su discreción. Era bastante expresiva pero al menos no se le veía, ¡no era alta!

No obstante, las palabras de Wynonna la devolvieron a la realidad. La escuchó con atención y seriedad y obedeció a la semielfa: fue cuidadosa en no girarse pero se puso rígida y a la hora de buscar su bolsa y ponerla a salvo fue bastante evidente. Como hemos dicho, la enana era bastante expresiva y ruda en gestos, no destacaba por su discreción.

-Evelynn –continuó la enana intentando verse a la natural- ¿te dijeron de alguna posada? Aquí las cosas están muy caras, no puedo comprar nada… 

¿Eh? Contestó Dina a Nana. Puesto que estaba completamente centrada en un hermoso cuenco, que no sabía si era de madera (¡Extraordinaria madera sería esa por cierto!) o de otro material desconocido no había visto acercarse a la patrulla. Porque eran  guardias estaba bastante claro. Para ganar tiempo se dedicó a observarlos de reojo junto con Nana y le contestó. Sólo en dibujos y grabados cuando era muy joven. El Maestro Fylyp tenía una biblioteca estupenda y le gustaba compartirla siempre que tratases los libros con el debido respeto.

Dina puso cara de soy-una-muy-inocente-mediana y se dispuso a seguir  observando el cuenco un poco más y luego a pasear con-paso-realmente-casual junto a sus compañeras de viaje. Con sorpresa escuchó a Wynnona advirtiéndoles de perseguidor extra: Ella centrada en la patrulla y en las maravillas del mercado ni siquiera lo había notado.

Con posada o sin posada sugiero ir tomando camino hacia otra parte. Este sitio es realmente caro y no quiero ser yo la que pague si algo se rompe. Les comentó a las muchachas  mientras aseguraba la bolsa aunque mucho se temía que quien las siguiera no iba a robarles precisamente. ¿Que carterista iba a arriesgarse a meter mano bajo las narices de una patrulla entera? Ni al novato más lerdo se le ocurriría. Por otro lado... con los centauros tan centrados en nosotras seguro que surgen montones de oportunidades en otras partes del mercado. Centauros sois tontos o que, pensó la mediana ¿De verdad parecemos una amenaza tan grande? Dividid la atención.

Nakuro es la capital del Imperio Mida, la joya de la civilización de Voldor. Su peculiar mezcla de edificios en el suelo y en los árboles ha evolucionado a lo largo de los años para acoger a cualquier persona, sea cual sea su raza: salvo en el casco histórico de la ciudad, es fácil encontrar pavimentos preparados para centauros, sillas adecuadas para razas pequeñas, etcétera. En definitiva, todo tiene una pátina de civilización y cordialidad, perfecto reflejo de lo que los mida prodigan al resto de civilizaciones de Voldor.

El mercado de Nakuro está a la altura de la ciudad: es un enorme conglomerado de tiendas, entre puestos que llevan allí desde que se fundó la ciudad y los siempre cambiantes puestos itinerantes. La guardia de la ciudad, con sus cotas de malla que refulgen cada vez que un rayo de rol atraviesa los frondosos árboles, se asegura de que nadie perturbe la paz del lugar. Los mida pueden ser un pueblo civilizado, pero justamente por ello son duros con aquellos que quebrantan la ley. Pero muchos viajeros visitan Nakuro sin saber que hay un mercado dentro del mercado. En lo más antiguo de la ciudad existe una calle que conduce a una pequeña plaza circular en cuyo centro se erige uno de los árboles más antiguos. Toda esta parte del mercado, desde la calle hasta la plaza e incluso las ramas del árbol, forma el Mercado de las Especias.

El Mercado de las Especias nació justamente como eso, una pequeña serie de puestos ambulantes que traían pequeñas pero sabrosas mercancías con las que satisfacer el refinado paladar de los hombres mono. Sin embargo, con el paso del tiempo el enfoque se fue difuminando y acabó por convertirse en lo que es hoy: un lugar donde comprar rarezas, esa clase de productos tan valiosos que requieren un gran pago en sal. Dado el valor de las mercancías, el Mercado de las Especias cuenta con su propia guardia al margen de la de la ciudad.

Es la primera vez que estas en Nakuro y has decidido dar un paseo, sin saber muy bien dónde estas.

Cuando escuchó a Wynonna llamar minotauros a los guardas, a Evelynn casi le da un vuelco al corazón y apresuradamente le susurra a Wynonna - 

No se te ocurra llamarles minotauros teniendoles delante si aprecias tu pellejo, son centauros y según he oído tremendamente orgullosos! - dijo Evelynn con cara de espanto. 

Por otra parte, dudaba que el tipo que les seguía des de las sombras fuera a ser una amenaza, al menos mientras tuvieran a los centauros respirando en sus cogotes...

Estoy de acuerdo con Dina, deberíamos salir del mercado por ahora, estamos atrayendo demasiadas miradas - dijo con cierto resquemor  refiriéndose a los guardas. Odiaba estar vigilada!! 

busquemos alguna posada o algun albergue por nuestra cuenta, me da a mi que aquí no vamos a conseguir nada sin aflojar... Y ya van varios puestos que nos niegan nuestras monedas... Vamos por ese lado, los puestos parecen estar más juntos, con un poco de suerte los centauros no podrán seguirnos por ahí, empiezo a estar molesta con tanto acoso... - Dijo visiblemente irritada. 

Dicho esto, animó al grupo con unas señas a que apresurasen el paso para poder salir de esa incómoda situación cuanto antes.

-Eso quería decir! Centauros! - dijo sacudiendo la cabeza. Estoy de acuerdo, salgamos de aquí y busquemos una posada. Los precios del mercado pueden ser excesivos para nosotras pero seguro que alguna taberna nos podemos permitir!

Me encontraba en Nakuro iniciando mi viaje, mi mentor me menciono que empezara por este lugar ya que seria un buen comienzo. Tenia una capa ademas de la piel de leon en mi cuerpo, no queria llamar mucha la atencion por mi forma de ser.

No tenia mucha idea donde estaba pero aun asi intento averiguar informaciones con alguna persona de la vuelta.  -Ehhh... Podria usted decirme donde quedar la taberna mas cerca y posada?.- Necesitaba un lugar donde poder quedarme y un lugar donde poder comer, tenia algo de dinero y eso seria lo primero para este viaje de aprendizaje aun no se que debo aprender pero me siento que puedo con todo.

Aun en mi mente estaba preocupado por mi mentor, espero que no le pase nada mientras no estoy y aquellos hermanos mios que debian estar esperandome para salir y disfrutar del buen dia. Mirar a estas personas me daba algo extraño en el estomago como si fueran locos por este mercado. No era mi lugar y nunca seria vivir en una ciudad humana pero por ahora intentaria aguantar mi deseo de salir de aqui.

Después de la advertencia de Wynnona, todos estaban más alerta, aparte de los centauros y de la figura misteriosa, había alguien más que los seguían, un semi orco. ¿Sería casualidad o sería el la figura misteriosa? 

Dran iba buscando una posada, al igual que el pequeño grupo, parecía que todos se dirigían hacia el mismo lugar, pero era difícil saberlo, las miradas sobre vosotros hacía que estuvierais en extrema alerta, hasta la más mínima casualidad parecía mucho más.

Fue entonces cuando lo escuchasteis, un chistido, alguien no dejaba de repetirlo, chis, chis, parecía que os llamaba, la figura que parecía llamaros no lo hacía al pequeño grupo compuesto por Evelynn, Wynnona, Dina y Nana, sino que parecía que incluía a Dran también, como si fuera un miembro del grupo, quizás a ojos de extraños es lo que parecía.

La persona que os llama se encuentra entre dos puestos ambulantes, en un punto ciego a los ojos de los centauros que os vigilan, la mano que asoma bajo una capa podéis reconocerla, es la mano de un mida

Sin hacer el menor caso del semiorco, Evelynn se dirige hacia el punto ciego entre los puestos ambulantes, su prioridad era salir de ésa plaza cuanto antes. Ya tendría tiempo de averiguar por qué les seguia más tarde.

Los malditos centauros estaban a punto de hacerla estallar de rabia y des de luego un bandido de tres al cuarto no iba a amedrentarla había lidiado con tipos peores.

Nos llamas a nosotros... mida? Preguntó la semielfa con desconfianza mientras se adentraba todo lo posible en el hueco que había entre las paradas. 

Vamos que nos vamos. Canturreaba para si la mediana mientras intentaba que pasara por un paso resuelto lo que en realidad era uno acelerado. Ser de tamaño pequeño tiene sus ventajas. Pesó Dina. Seguro que piensa que únicamente estoy manteniendo el ritmo del resto del grupo. Y. ahora a buscar el camino más despejado para salir de aquí aun más rápido.

Y en esas estaba, buscado un camino de salida sin obstáculos cuando Evelyn decide desviarse hacia lo que es probablemente el único punto ciego de los alrededores. ¡Noo! ¡Evelyn, ¿que haces?! piensa la mediana desesperada. Aun es demasiado pronto para quitarse de en medio. Tienen que vernos en todo momento para darse cuenta que no estamos haciendo nada malo. después de que salgamos del mercado, nos damos el piro...

¡No, nos interesa! Se apresura a decir la mediana siguiendo a la hechicera lo más rápido que puede.

Somos pobres. No compramos nada. No vendemos nada tampoco. No hablamos con desconocidos: Va en contra de nuestra religión. 

_{Evelynn, no te entretengas ahora por todos los dioses, que nos vamos a meter en un lío.} Le chista Dina a su compañera.