Partida Rol por web

-¿A qué chica? -preguntó él lloriqueando-. ¡No hay ninguna chica! ¿Quiénes sois, eh? ¿Sois gente del Aplastagargantas o qué?

- No para nada - dije respondiendo a las palabras de Rembrandt - sólo te he dicho que yo soy más inteligente que no tiene que significar que tu seas tonto..

En realidad sólo lo estaba diciendo por fastidiar, pero por alguna razón parecía haberse ofendido de verdad, aunque también cabía la posibilidad de que todo esto fuera un puro teatro.

El hombre que quedaba se rindió y el joven, parecía tener la suficiente bondad como para perdonarle la vida, al menos, eso me pareció al ver su reacción, aunque todavía habría que ver cómo se sucedían los acontecimientos. Eso si, que el hombre respondiera que qué chica no sé si era buena o mala señal.

- Lo que queremos saber, buen hombre - dije mintiendo descarademente pero pareciéndome más correcto que ponerme a soltarle insultos. - es dónde escondéis a las muchachas que secuestráis o en su caso, a dónde son llevadas. Si me permite un consejo, yo que usted respondería correctamente antes de que baje el " animal " que hemos dejado suelto por cubierta.

Radovick colocó la punta de la espada en el cuello de Bartel, con la mandíbula apretada. No le importaban los gritos de la mujer, a la que ni siquiera miró. Sólo le interesaba el hecho de que a Bartel se le estuviesen escapando las tripas por el tajo que le había provocado.

-¿Dónde tienes a Adelheid, hijo de puta? -preguntó el guerrero acróbata.

El marino ya no tenía ganas de reir. La sangre se derramaba sobre el suelo, y él, a duras penas, intentaba retenerla dentro de sí. Produjo un gruñido que podia pasar por una carcajada lastimera.

-¿La chica que estaba con vosotros? ¿Así se llama? -Bartel sonrió con los dientes rojos de sangre, pero se convirtió pronto en una mueca de dolor-. No la tengo yo...

- Oye Ayan, que si algo no caracteriza a esta gentuza es su capacidad para la interpretación y la farsa... ¿Y si no está aquí? ¡Tú, llorica! ¿Sabes algo sobre una niña que han secuestrado esta misma noche? - tensó un poco más el arco, preocupándose por que sonara lo suficiente como para que el tipo lo escuchara. - Tienes cinco segundos para contestar, y ya has perdido cuatro. -

-Yo... -El marinero miró con nerviosismo en dirección a la escalera-. Quizás... quizás sea cosa de... de Ran. Yo... sé que ella envía a su gente a por chicas al puerto. P-pero no sé dónde está. Esa mujer... da miedo.

Intentó levantarse, pero le fallaron las piernas.

-No me mateis... No sé nada, os lo juro, yo sólo estoy aquí para ganar dinero... Bartel... seguro que él lo sabe todo.

- ¡Oh, genial! Lo que me faltaba, que Radovick se cargara a uno de los pocos que parecen saber algo. ¡Vamos preciosa, antes de que mi hermano la líe más gorda todavía! - exclamó el novel, girándose y cogiendo la mano de la hechicera para subir por las escaleras.

- ¡RAAAAADOVICK, NO TE CARGUES TODAVÍA A BARTEL! -

Un grito de Rembrandt llegó a oidos de Radovick desde la escalera:

-¡RAAAAADOVICK, NO TE CARGUES TODAVÍA A BARTEL!

- Espera un poco, total, creo que llegas tarde con lo de Bartrel.. - Dije haciendo un gesto con la mano con el fin de que me dejase volver a preguntar. - ¿ Quién es esa Ran y dónde podemos encontrarla?

Habíamos acabado con la vida de un hombre sin tener culpa de lo que estaba sucediendo, aunque tampoco es que me diera demasiada pena, ya que era la escoria de la escoria, pero seguramente, esto levantaría ampollas. De todas formas, necesitábamos saber algo más sobre dónde seguir buscando y lo antes posible, ya que en este maldito puerto los rumores se extendía lo suficientemente deprisa como para poder estroparnos nuestros siguientes pasos.

Observando como el malnacido se permite ser arrogante incluso ante las puertas de la muerte, haciendo que mi ira llegue a alcanzar cotas que yo mismo desconocía que poseía, le sacudo una patada fuerte en las piernas mientras el tipo agoniza en el suelo de su camarote ¡¡Mientes, maldito canalla!! Conozco a los canallas de tu despreciable ralea...

Voy a continuar con el 'juego de pies' cuando oigo como vocean

Cita:

Conozco demasiado bien la voz como para fallar a reconocerla y, tras poner la bota sobre el cuello del miserable Bartel, espero a que Rembrandt llegue. Gritando del mismo modo

¿¿LA HAS ENCONTRADO, HERMANITO??

-¿¿LA HAS ENCONTRADO, HERMANITO?? -preguntó a gritos Radovick.

El marinero cobarde tragó saliva y miró a Ayan.

-¿No conoces a Ran? Es una pirata, tiene a su mando bastantes hombres y barcos. Está... está loca. No sé por qué, desde hace meses su gente secuestra chicas en la ciudad y se las lleva a alta mar. Pero... no sé a dónde se las lleva.

Bartel sonríe una vez más a pesar de la bota que le aplasta la tráquea.

-Si sigues gritando así vais a tener que salir de mi barco hechos pulpa. Antes o después vendrá mi gente a ayudarme, ya lo vereis...

- ¡¡¡NECESITAMOS A BARTEL PARA ENCONTRARLA, ADELHEID NO ESTÁ AQUI!!! - gritó Rembrandt, con la cabeza en dirección a la cubierta. Después de volvió a Ayan, mordiéndose el labio inferior. - Oye cariño, no es por meterte prisa, pero cada segundo que perdemos nos da menos posibilidades de que Bartel siga vivo, si es que no está muerto ya... Y será más fácil sacarle a él dónde está esa tal Ran que a cualquier otro desconocido. Ya le hemos sonsacado suficiente a este tipejo. -

Empezó a levantar y a bajar su pierna derecha en señal de nerviosismo.

-¡¡¡NECESITAMOS A BARTEL PARA ENCONTRARLA, ADELHEID NO ESTÁ AQUI!!! -dijo la voz de Rembrandt.

Al oir la información de embrandt, de nuestra hermana pequeña no está en esta cáscara de nuez inmunda, me quedo cariacontecido. Pensativo, piso un poco más fuerte a Bartel (en el suelo) mientras intento pensar el algo, aunque el esfuerzo resulta futil... la situación en la que nos encontramos y el riesgo que corre nuestra hermana me impide concentrarme en trazar algún plan.

Un momento después, con semblante fiero y congelado, y ninguna consideración, levanto a mi derribado antagonista agarrándolo por los cabellos. No le doy tiempo a levantarse completamente, sino que, medio a rastras, medio a empujones, lo obligo a 'caminar' mientras intento reunirme con los otros dos para que me informen de lo que hayan podido descubrir.

Mientras caminamos, con un tono de voz desalmado al extremo (el diablo en persona sería más caritativo que yo en este momento), le comento

Pues rézale a tus dioses de que no lo hagan, puesto que si nos ponen trabas será lo último que veas en esta tierra, mi querido bastardo.

La sonrisa seca con la que le recompenso al final demuestra que voy totalmente en serio.

Asentí ante las palabras del hombre ya que no tenía nada más que decir ni que preguntar. Ahora teníamos que averiguar dónde llevaba esa pirata a las jóvenes secuestradas..

- Creo que tenemos que buscar un empleo en un barco.. - Dije a mi impaciente acompañante mientras comenzaba a subir hasta donde había dejado a Radovick unos instantes antes. - Si tiene a tanta gente trabajando para ella no creo que asaltar ese barco sea tan fácil como lo ha sido asaltar este.. ¿ qué opinas?

Continué peldaño tras peldaño, cabilando sobre cuál sería la forma menos peligrosa de acercarse, aunque lo estaba haciendo en voz alta.

- Pues no tengo ni idea, querida, tendría que pensar en ello... Aunque es una buena idea, pero debe ser trazada con mucho cuidado. Pero... lo siento, no me fio de los de vuestra calaña. - Rembrandt volvió a estirar el brazo hacia el marinero cobarde, y los pequeños rayitos azules empezaron a recorrer su brazo derecho hasta los dedos, desde los cuales salió un rayo de electricidad hacia el cuerpo del marinero. - Por si acaso, prefiero ser un cruel vivo que un compasivo muerto. -

Mientras subían, Radovick bajaba, arrastrando a Bartel por el pelo. El marinero tenía un tajo enorme en el estómago, que se sujetaba a duras penas. La sangre le corría por la barbilla y los ojos ya se le nublaban, pero permanecía consciente aunque tambaleante.

Mientras me afano por 'conducir' al miserable escaleras abajo, me alegro al ver como regresan ambos.

Pegando a un tirón a mi prisionero para darle a entender que se detenga donde está, a Rembrandt cuando está cerca

¿A que te referías con que necesitamos a este saco de escoria para hallarla, hermano? Explicate, te lo ruego.

- ¡Hombre, pero si lo has dejado vivo! Bueno... al menos eso parece. Pues resulta que Adelheid no está aquí, la tiene una tal Ran, que parece ser una pirata famosilla que se dedica a robarle las hermanas a los atractivos hermanos para que luego ellos vayan a patearle un trasero que, al menos, espero que sea bonito. - dijo el novel, pegándole un par de tortas al pirata en la mejilla izquierda, sin mucha fuerza. - Venga, majete, nos vas a decir ahora mismo dónde está esa tal Ran o dónde podemos encontrarla, el nombre de su barco... todo. ¿O quieres que en vez de que se te salgan las tripas se te salgan los huevos? Porque te los puedo rajar. -

¿Con qué daga?