Partida Rol por web

Miro a Alonso mientras me paso una mano por la barbilla negando No se hijo mío. Si te soy sincero no he notado nada especial, nada extraño en esta ruina de edificio, pero....¡enseñame dicho lugar antes de acostarnos!.

No, aún no... -le dije- Quiero hacer la guardia con todo el "peso" de este sitio y obtener unas impresiones iniciales. Le diré luego a Godoy el lugar exacto de donde es para que vaya con usted... y tampoco quiero alertar aún a nadie, ya que, como le digo, son impresiones...

Y en ese momento me puse a murmurar algo a Godoy mientras él asentía aún apilando la madera y mirando alguna vez al Padre Beltrán.

Un fuerte viento se levanta mientras nuestros protagonistas terminan de montar el campamento y entre mantas, se acurrucan unos casi contra otros intentando cobijarse del fuerte viento.

Al poco tiempo todos yacen dormidos menos Alonso e Iñigo.

Bueno Íñigo... -comencé cuando la ronda empezó-; no es por comenzar con falsos miedos y muchas dudas, pero parece que este lugar ya nos habla... Quizá sea un gato o cualquier pequeña perdiz, pero eso habría generado ruido y no angustia en mi interior... Hay algo ahí... en uno de los muros: lo sentí mientras cogía leña. Si te place podríamos echar un buen vistazo donde yo te digo... no está lejos, ¡por ahí!

Y le señalé la dirección.

Con la duda pintada en el rostro aparto la manta y recurro al crucifijo para sentirme protegido por Dios nuestro señor. Tras agarrarlo fuertemente en la mano izquierda me pongo en pie para seguir a Alonso en la dirección que indica con la otra mano en el pomo de la espada.

¿P-por qué no l-lo dijisteis a-antes? Hubiéramos i-investigado con a-algo de luz e-ese a-asunto. V-vamos allá.

Pero antes de avanzar lo pienso mejor y dejo el crucifijo colgando de su cadena sobre mi pecho, a la vista. Con la mano izquierda recojo mejor una antorcha que nos alumbre.

¿Te pareció "frondosa" la muchacha del tal Muros, Íñigo? Era muy guapa, por cierto... mi siervo no le quitaba ojo... -intentaba quitarle hierro al misterio del asunto con cuestiones mundanas. Fue entonces cuando llegamos al muro. Me puse a buscar...

Pese a que no encuentra nada entre las piedras sueltas, sabe que hay algo o bien entre las piedras o bien dentro del muro. Alonso lo sabe, pero saber que está ahí no basta para encontrarlo.

N-no m-me in-nteresa la mu-muchacha. M-mo-mostrad re-respeto b-buen sse-señor.

El tema parece ser de poco agrado por la manera en que aumenta mi tartamudez.

Observo a Alonso rebuscar entre las piedas del muro y el suelo pero no entiendo que busca. Cuando se aparta extendiendo su búsqueda miro con curiosidad. Examino con atenicón a la titilante luz de la antorcha cada canto que conforma el muro.

Iñigo descubre de detrás de un montón de rocas, una oquedad de la que empieza a sacar ropas de buen brocado, calzas, cinturones con hebilla de metal, un par de cuchillos decorativos(pues el filo está en mal estado) y lo mejor de todo, un saco con no menos de un buen par de centenares de monedas de plata, aunque muchas son de vellón.

¡El te... tesoro! -dije sin modular el tono de voz. Espera, espera... ¿tesoro? Parecen monedas roídas ¿no lo ves?, con ese filo desgastado. ¿Y es esto lo que aquel endemoniado venía a buscar si es que venía para eso?

Me llevé la mano al mentón y traté de pensar, sin llegar a muchas conclusiones.

No toques nada, Íñigo... avisaremos a la siguiente guardia del hallazgo, para que luego avisen al Padre Beltrán en la última. Es mejor así, no convienen revolver el descanso por esta pequeña pesquisa... Auguro nuevos descubrimientos... Sigamos.

Justo antes de continuar rondando en la noche, me acerqué a ese pequeño tesoro sin tocarlo y traté de buscar inscripciones o palabras en esas armas o monedas repartidas por doquier...

Con precaución saco mi cuchillo y revuelvo los objetos que han aparecido. Si este era el tesoro que buscaba el enfermo habremos terminado con sus pesares pues ya no podrá reclamarlo. Pero a cambio tendrá otros pesares por no haberlo encontrado.

¿So-on r-r-ropas c-cristianas o p-paganas? ¿Y las m-monedas?

Solo falta que haya alguna triste historia que de sustento y pábilo a las creencias locales sobre la torre.

Me fijo si las ropas parecen manchadas de sangre, no me gustan las maldiciones ni los fantasmas. Son cosas que no entiendo.

Alonso no ve nada en los alrededores y en cuanto al material encontrado, ni las monedas ni las ropas ni los cuchillos encontrados tienen inscripciones, todo es lo que aparenta. Parece que el tesoro perdido acaba de ser hallado.

En una de las camisolas hay una mancha carmesí, ninguno de los dos lo duda. Se trata de sangre...

No... no tiene nada de interesante... -susurré-; sin contar lo que se pueda obtener con ello, claro...

Aún mirando pensativo el hallazgo, con el cuchillo en la mano y la antorcha iluminando sacando algún mortecino brillo a las monedas me decido por otra línea de acción.

C-creo q-que de-bemos d-despertar a t-todos y m-mostrarles esto.