Partida Rol por web

Aún en el ajustado cubículo en el que se encuentra mi masa cerebral, es capaz de segregar un chorro de adrenalina con el fin de recorrer mi cuerpo, aumentar el bombeo de la maquinaria de mis líquidos internos abdominales y volverme más agresivo. Animado por el daño causado a las piernas de la monstruosidad descomunal que representa para mí el sujeto 1.143-alfa, observo que quizá pueda encontrar una ínfima oportunidad para seguir la misión.

Al oír en las cercanías un número creciente de aullidos, resuenan en mí, no para estremecerme, sino para animarme con mis ataques.
 

Ensordecedores aullidos y una furia renovada hacen que Igor cese en sus intentos de ataque y se vea obligado a adoptar una posición defensiva mientras se tambalea en su retroceso, escalón por escalón.

El Lobomizado, habituado ya a los más sangrientos combates por La Factoría, ataca una y otra vez, sabiendo ya que su presa está a punto de ser devorada, pero entonces, cuando se prepara para lanzar un mortal golpe con sus enormes y afiladísimas zarpas…

¡El jorobado huye!, se escurre por un pasillo lateral, cojeando y corriendo mientras lanza fugaces vistazos hacia atrás, con sus ojos llenos de terror, para ver si su adversario le persigue.

De abajo llegan horribles gritos de pelea, a la izquierda Igor huye, y al final de las escaleras, en lo alto, un inquietante zumbido se escucha, como si intentase llamar a la criatura lupina, como si quisiera atraerla hacia lo alto del castillo… hacia su objetivo… los aposentos del Doctor Frankenstein...

Relamiéndose como si ya hubiera abatido a su contrincante, el lobomizado se preparar para asestar un golpe sesgado, confiando en que el jorobado no cuenta con este cambio en su ataque pero, cuando se lanza contra él, el enlutado personaje huye.

Por un instante, la criatura queda perpleja pero rápidamente, sus instintos toman nuevamente en control y se prepara para continuar la persecución aún con el penetrante dolor residual del golpe de la porra metálica. Ahora, el monstruo no se ve con capacidad para mantener este ritmo por mucho más tiempo.

- Arsch! - ladra .- Arschlock! Para, bastardo!

...Y toma una postura encorvada. Quizás, con la ayuda de sus brazos pueda suplir la falta de potencia de su magullada pierna.

Aunque mi cuerpo estaba equivocado en darse ánimos a sí mismo atacando de nuevo al sujeto 1.143-alfa, intento mantenerme firme cuando éste se me echa encima. Duchándome de mi propia sangre oigo y siento cómo rebana mis hombros cortando buena parte de su masa muscular y sus tendones, quedándome casi inválidos ambos brazos. Heridas abiertas, grandes hemorragias y, de tener suficiente tiempo, una inflamación aguda quedan como resultado del ataque de mi oponente. El dolor se extiende a otras zonas del cuerpo y siento cómo todas ellas flojean por la pérdida de volumen de mi sistema circulatorio. Gritando de dolor y con la respiración forzada intento seguir ventilando mis pulmones, de los que desconozco su naturalera, humana o artificial.

Mis órganos se resienten por el escaso riego, pero mi cuerpo, automáticamente, centra la sangre en las hemorragias y en el cerebro. Voy a morir. Ante el dolor y la agonía, al igual que me sucedió como con el repentino ataque del simio al salir del segundo nivel de la factoría, un sentimiento de temor me baña completamente: soy un ser asustadizo y consciente de mi propia y desdichada existencia, pero el dolor me hace reaccionar dando lugar a ese comportamiento cobarde, como si de un acto reflejo se tratase. Por la criatura deforme que soy, éso no me importa; sé que soy un enclenque y lo más que tengo es una oxidada pala.

Dudo por unos instantes hacia dónde dirigirme: seguir escaleras arriba al lobomizado o salir afuera del castillo donde, probablemente, me encontraría con el, poco agradable, simio. Acompañado por el recuerdo de minutos atrás, avanzo hacia las escaleras por las que desaparecieron Igor y el gran lobezno sin saber qué me deparará mi mecáninca decisión.
 

La trepidante persecución tras Igor conduce al Lobomizado por un estrecho corredor de humedas paredes en las que el musgo habita.

El jorobado corre en un trote que resultaría cómico si no fuese por lo trágico del panorama, y el Lobomizado le sigue, a la carrera, recurriendo a sus instintos más animales para intentar darle caza…

Ya casi puede sentir en su áspera lengua el sabor de la sangre caliente de su presa, cuando ésta, tras cruzar un tramo en el que la estancia se ensanchaba, se cuela por una puerta al fondo de la sala, donde las paredes forman un cuello de botella que desemboca en esa única salida… y sin perder ni un instante, el horrorizado hombrecillo hace un tremendo esfuerzo por empujar una pesada y chirriante puerta de hierro que se ancla a la pared segundos antes de que el engendro lupino llegue al lugar.

Y allí, tras una abertura enrejada en el portón, ríe el esbirro que a punto estuvo de perecer a manos del monstruo. Dando rienda suelta a la mofa y la burla antes de desaparecer por los pasillos situados tras la puerta.

-¡¡¡JejEJejEJejEJejEJejEJejEJ!!!... ¡¡¡esssstúpido chucho!!!... ¿de verasss creíasss que podríasss cogerme?... ¡vassss a pagar por tu osssssadía!.

El metal es demasiado resistente como para echarlo abajo, y no hay más salidas en esa sala… sin embargo, al final del pasillo, la figura de 1.144-X aparece corriendo escaleras arriba, le sigue muy de cerca la brutal criatura cojeante, empuñando su par de ensangrentados tijeretones…
 

Incapaz de darle alcance pese al esfuerzo invertido, el lobomizado ve, impotente, cómo su presa escapa a su violenta persecución tras una enorme puerta en el último momento. Aporrea, empuja y, finalmente, araña el metal en un acto compulsivo y demente, desquiciado. Aúlla y gime, grazna con una estertórea cacofonía que surge reververante de lo más profundo de su ser.

Las burlas de Igor no sirven para que consiga calmarse. Tampoco aumenta su irracional ira sino, más bien, ésta se viene abajo. El lobomizado se derrumba agotado y apesadumbrado ...mas no derrotado. Necesita unos instantes para recuperar el resuello y pensar ...si es que aún es capaz de ello.

Entonces, es consciente del retumbante sonido de la persecución que se producía a sus espaldas mientras él acosaba a Igor. la figura de 1.144-X aparece fugázmente, recortada contra la oscuridad, mientras se esfuma escaleras arriba perseguido por una mole de carne.

Está agotado ...pero no puede dejarle sólo. En cualquier caso, antes o después, será su turno.

Se levanta y se dirige tras ellos

Dolorido por las recientes heridas de mis brazos sigo intentando deslizarme por las escaleras. Al ser apremiado por la mole que me persigue, mi impaciencia y mi dolor son crecientes ante las bajas probabilidades de escapar.
Al fijarme en la presencia de dos puertas corro más animadamente hacia la que llama más mi atención: la primera de ellas, que a intervalos, hay una luz en su interior. ¿Qué habrá...? Sin saber si llegaré a alcanzar a verlo, sigo corriendo hacia dicha puerta intentando escapar de las terroríficas tijeras de mi oponente.

La sala es enorme, el suelo está muy húmedo, varias filas de peceras cilíndricas se encuentran alineadas aquí, estrechas, apenas un palmo de ancho cada una y metro y medio de largas, en el interio de cada pecera, presas en su calabozo personal, unas enormes anguilas eléctricas se remueven, haciendo chisporrotear electricidad en la superficie del agua.

Entre todas las peceras forman esa intermitencia y zumbido que tan hipnótico suena, sin daros cuenta habeis dado un par de pasos en el interior de la sala, asustados y atraídos, sin embargo la sala no tiene salida y es sin duda hacia arriba donde el Doctor Frankenstein habita, paso a paso, fascinado por las luces y los zumbidos entras en la sala

~Groarrrr~

El Sujeto 1.143-Alfa apoya sus manos a ambos lados de la entrada bloqueando el camino, aunque nadie quiera ni pueda salir por él. Jadea visiblemente y por las escaleras ya puedes escuchar los ladridos del lobo acercándose, pero no hay escapatoria en esta habitación, al menos no para ti, bueno hay una, la muerte, ¿Es la muerte una escapatoria? ¿Es de cobardes morir? ¿O es solo el último de los pasos que uno da al recorrer la senda del sufrimiento y la desesperación?

El Sujeto 1.143-Alfa se arroja sobre tí tratando de acuchillarte, sin piedad, con una fuerza y energía inagotables, sin ningún cuidado, empujando las peceras en su torpe avance, volcando su contenido, los cristales estallan y el agua se desparrama, las anguilas caídas zumban y se agitan, convulsionan violentamente tratando de encontrar su medio, y unos cables, antes ligados a los acuarios, empiezan a chispear en el techo

Lobomizado entra en la sala en el momento en que las anguilas se retuercen y 1.144 recibe la brutal embestida del sujeto, y paso a paso , con los dientes apretados, sus pezuñas hacen sonar el charco formado, lobomizado se acerca por la espalda al sujeto 1.143Alfa, resollando cansado por la ardua escalinata que tan trabajosamente ha conseguido subir

De pronto, una desaliñada figura, envuelta en una ennegrecida bata de trabajo, hace aparición en la inquietante sala, descendiendo desde unas escaleras situadas al fondo de la misma.

Es el Doctor… el infame nigromante, sanguinario y demente Frankenstein.

Su fría mirada se cruza con las de las criaturas recién llegadas, y sus ojos se abren como platos al observar al ensangrentado Lobomizado.

-¡Maldita sea, ¿tú también, hijo mío?!.

Algo nervioso termina por colocarse rápidamente una extraña máscara, y de entre sus remendados ropajes saca un extraño artilugio metálico, una especie de pistola con un cañón de gran diámetro que apunta hacia el grupo, y que dispara, con un no muy certero resultado.

Un sonido seco, como el de un arma de aire comprimido arroja un proyectil cilíndrico que con gran velocidad va a parar contra una de las piscinas de anguilas, reventando el vidrio que mantenía apresadas a media docena de dichos animales.

El estallido de cristales da paso a una pequeña ola de agua desbordándose y expandiéndose por el suelo, mientras las anguilas saltan y se agitan violentamente en el suelo, chisporroteando con zumbantes sonidos.

¡Pero hay más!, y es que el proyectil del Doctor gira en el suelo como una peonza, expulsando un extraño gas verdoso que pronto forma nube y colapsa la sala, filtrándose por los aparatos respiratorios de todos los presentes.

La estancia, llena de humo tóxico que hace arder las entrañas, pronto se vuelve un mortal laberinto en el que un paso en falso puede significar la muerte por electrocutación y la desorientación puede terminar con la lenta y traumatizante asfixia…