Partida Rol por web

Eloise bajó las escaleras y pudo ver a Bror en la pasarela del segundo piso, aún siguiéndola con la vista, solo con la toalla puesta. De las bestias aparcadas solo quedaba el que tenía seis ruedas enormes, del interior del taller se escuchaba una melodía silbada.

Las grandes puertas permitían el acceso al interior de los monstruos, por lo que eran muy grandes, y en la pared del fondo había desplegado no menos de diez motos. Cuatro de ellas estaban completas, a las otras les faltaban piezas de un tipo u otro. Las que estaban montadas tenían la rueda de atrás enorme, como la de una camioneta, y el motor tenía varios tuvos de escape que salían hacia atrás, más allá del asiento.

El resto del interior era un lugar lleno de muebles de herramientas, mesas con piezas y paneles en las paredes llenos de herramientas. Tenía incluso una de esas pinzas hidráulicas enormes que usaban los bomberos para abrir los coches por la mitad, sierras de calar y remachadoras.

-Buenas de nuevo -dijo saliendo de debajo de un chasis oxidado. Era de un antiguo chevrolet, y le había sacado el motor y parecía estar desmontándolo por completo- ¿Por donde quieres empezar? -empezó a limpiarse las manos manchadas de grasa con un trapo.

-Me pongo en tus manos. ¿Estás de restauración integral? Si algún día necesitas un poco de ayuda y no te doy alergia sé bastante de mecánica...

Volvió a mirar hacia atrás como si esperase verle desde allí pero no era así. Por algún motivo se sintió decepcionada por no verle, molesta por alejarle y aliviada por no tenerle cerca. Todo eso a la vez.

No le gustaba esa sensación de descontrol sobre sí misma y la situación cuando le tenía cerca. Quería no hacerle caso pero no podía ignorarle, quería acercarse pero no podía permitirse avanzar ella dando el primer paso...todo culpa de su yo humana. Le perturbaba un mortal que tenía que ser una herramienta y ahí estaba ella, preocupándose.

-¿Vas a necesitar algo del pueblo?-preguntó mientras caminaba al lado de Fenrir. Después se obligó a estar de mejor humor y se puso de puntillas, apoyando una mano en su hombro-moootos graaandes, mooootos, necesitáis máaaaas.

Rompió el contacto con Fenrir pero no retiró la mirada de él, fascinada porque, como en el caso de Leona, las cicatrices aunque brutales no afeaban al hombre.

-Un día me contarás la historia de las cicatrices, ¿o estoy siendo demasiado entrometida?

-Todo lo que hago es restauración integral. Para darle el toque oxidado primero debes de asegurarte que no esté oxidado de verdad, quiero que parezca que se cae a cachos, no que lo haga -soltó una risa divertida- si de verdad sabes de mecánica no me importará que me eches un cable.

Negó con la cabeza ante la pregunta de si necesitaba algo; pero cuando empezó con lo de "moootoooooos" no pudo evitar reír.

-Mira, hacemos una cosa, puedes elegir una de las que están casi desmontadas o traerte un trasto del Desguace de Tony, en las afueras del pueblo. El precio que pagues será trabajando aquí, poniéndote de aceite y grasa hasta las cejas y acabando con dolor en todo el cuerpo.

Esbozó media sonrisa ante la pregunda sobre su historia.

-Nah, para nada. No te habrás dado cuenta todavía; pero en este lugar las historias desgraciadas suelen tenerlas ellas, ya sabes, los tíos tenemos historias; pero no son tristes, simplemente salimos mal parados de ellas -entrecerró los ojos, mirando a la súcubo un momento- un día que tengas libre te cuento la historia.

-OH, qué drama, grasa y aceite...Si voy a poder moverme aunque me duela todo el cuerpo no será lo más cansada que he llegado a estar... Les pediré a Shere y a Anna que me dejen pasar por el desguace y vendré a trabajar contigo para distraerte vilmente.

Rodeó una de las motos, interponiéndola entre Fenrir y ella.

-Eres muy laxo con eso del tiempo-se acuclilló, observando de cerca el cuadro de la moto pero sin llegar a tocarla, después de unos segundos asomó la mitad superior de la cara por encima del voluminoso tanque de gasolina- tan sólo el día que a ti te apetezca ven a verme con algo de beber, para ti seguro que tengo tiempo sea cuando sea... a menos que me pilles estudiando con Six, ahí a no ser que Don Pelazo venga diciéndome que ha provocado el apocalipsis no haré caso a nadie por muy interesante que sea su compañía-se puso en pie.

-Volviendo al tema de mi visita y dejando aparte el futuro placer...-apoyó ambas manos en las caderas- necesitaré algo cómodo que se pueda manchar, guantes y algo para las herramientas.... aunque seguro que en eso puedo liar a las chicas para que me hagan unas correas con agujeros para los cachivaches.- suspiró, satisfecha- siento haberte robado tu tiempo, Fenrir, te dejaré trabajar antes de que venga alguien a regañarme -se acercó a él y acarició uno de los brazos de él a modo de despedida.

-Cuando vuelva del pueblo me asomaré para cotillearte qué me han dicho en el desguace. ¿Seguro que no tienes una lista de la compra o algo que necesites?-dejó medio cuerpo asomado por la puerta- aprovecha que no siempre seré tan complaciente-y, después, se alejó del taller paseando por el lugar sin rumbo aparente cuando se acordó de la tarjetita del número de Serenity y subió a la habitación. Con la puerta entreabierta, se puso a rebuscar entre la ropa y sacó la tarjeta de Serenity y la negra para invocar a Fernando. Se metió ambas entre la ropa interior,  atrapándolas con la goma del culot a la altura de la cadera y salió, dándose cuenta de lo útil que habría sido llevar el móvil encima... daba igual, tampoco lo necesitaba tanto aunque tendría que llamar igualmente.

-¿Y de dónde me saco yo un teléfono ahora?-suspiró hablando sola mientras salía del cuarto y se apoyaba en la barandilla colocando la barbilla sobre los antebrazos y amagando un puchero mientras miraba al piso inferior poniendo en orden su plan de actuación.

-Puede que no te lo perdonen -dijo cuando comentó lo de ir al desgüace- Tony es un poco... bueno, "gañán" y no es que diga bestias, es que os mira a las chicas guapas como si fuera un muerto de hambre y vosotras un chuletón angus -soltó una risilla- pero la puerta del taller está siempre abierta.

Asintió cuando mencionó lo del tiempo- Bueno, dime en qué habitación estás y me pasaré con unas birras algún día, así en plan sorpresa -negó con la cabeza, divertido- el Apocalipsis será el día en que Jotun se encuentre la nevera sin cerveza fría, entonces si que la tendremos liada -soltó una carcajada y asintió, apuntándose el "no molestar mientras estudian".

-Si te hacen algo de ropa de trabajo -amenazó con un dedo- por favor, que me permita trabajar a mí y no me distraiga demasiado, ¿eh? -puso una expresión seria, pero no tardó en romperla con una sonrisa- que si no acabaremos trabajando otras cosas y los coches no avanzan.

Ante la insistencia, cogió un papel y empezó a escribir con un boli. Eran piezas genéricas, que se podían encontrar fácilmente; pero que solían ser las que más se estropeaban de los vehículos- Dale esto a Tony y le dices que más vale que funcionen o le meteré la guillotina por el culo y luego la abriré -dijo señalando a la gran tenaza hidráulica.

Mientras Eloise se asomaba por la barandilla pudo ver como del bar salían Sherezade y Annabeth, seguidas de May e Ish y, por último, Stacy y Bernadet. Todas llevaban a parte de su ropa normal una bolsa de deporte. Al ver a La súcubo, May saludó efusivamente.

-Vamos, que tenemos que hacer compraa y luego toca gimnasio -gritó mientras hacía gestos para que bajara; pero en ese momento el sonido de motores, normales y corrientes, se acercó al edificio y por la gran puerta entró una grúa arrastrando un turismo normal y corriente y, detrás un coche de policía. De la grúa se bajó un operario mayor, de unos cincuenta años largos que saludó a las chicas con una voz amable. Todas corearon un buenos días como respuesta.

Fenrir salió a ayudar al hombre con el coche.

Del coche de policóa, tras aparcarlo cerca de la entrada, se bajó una mujer vestida con un uniforme verde oscuro y la estrella de sheriff característica de esos pueblos tan pequeños.

-Buenos días chicas -dijo con voz dulce y una gran sonrisa. El pelo lo llevaba recogido en un apretadísimo moño que hacía que pareciera que tenía la cabeza rapada y pintada con betún- ¿Está Leona por aquí?

May indicó hacia el bar, y la mujer asintió mientras se giraba hacia el anciano y Fenrir.

-Ahora estoy contigo, Fenrir, dame un minuto.

Era todo un desfile de culos bamboleantes que daban ganas de morder.

-¡No tengo ropa de deporte!¡No tengo nada!-avisó bajando a saltitos la escalera- y tengo que pasarme por el desguace de Tony a hacerle un recado a Fenrir...y correos. No vosotras, eso luego si eso, digo pillar la dirección de correos ¿Tenéis teléfono aquí o hay alguna cabina en el pueblo? Tengo que hacer dos- levantó dos dedos- llamadas.

Mientras hablaba y se reunía con el resto no había perdido ojo de la grúa y el coche de policía preguntándose cuántos tenían el visto bueno de la francotiradora para acercarse en vehículo hasta el lugar.

-¿La sheriff?-preguntó a las chicas por cortesía, había visto la estrella que lucía la mujer en el pecho.-Tiene cierto encanto que os llevéis bien con la autoridad del pueblo, cualquiera diría que deberían vigilar este lugar por no ser lo normal.

-Para eso está el pueblo, vamos primero de compras y luego vamos al gimnasio, así damos tiempo a Jezz y Mykaela para que lleguen -cuando mencionaron a Tony, varias pusieron los ojos en blanco y otras suspiraron; pero Bernadet simplemente sonrió- Tranquila, yo le manejo bien, ya verás -abrió la misma bolsa de deporte y ofreció el móvil a Eloise- Cualquiera diría que huías de un monstruo y venías a la aventura, solo con lo puesto -mientras hablaba luchaba por contener la risa, porque así era como habían llegado todas allí.

-Sí, bueno, al principio era algo raro por lo que me dijeron. Tenían visitas de policía y federales cada poco tiempo, comprobando todos los papeles, como si buscaran una forma de echarlos, y los del pueblo nos vendían lo justo o a precio desorbitados -era Annabeth la que estaba contando la historia ahora.

-El caso es que hará un año y medio o así, se perdió una chica de unos quince o dieciséis años. No sabían por donde buscar y peinaban la zona y no conseguían nada, así que Mykaela se unió a ellos. Ella es ex-militar, licenciada con deshonor en los Rangers por un enfrentamiento con un superior que acabó mal para él, así que ella y Jotun se ofrecieron a ayudar. Tardaron un día y medio; pero la encontraron en una grieta, que se había caído y roto una pierna, la niña estaba mal; pero la salvaron, y empezaron a ver a los "Salvajes" como nos llamaban con otros ojos.

Hizo un gesto para ir hacia el vehículo de séis ruedas.

-El caso es que entonces ya no todos nos miraban mal, y entonces llegó el caso de Joy. Huía de su casa por problemas chungos y la jefa quería ayudarla; pero no podía porque según la ley tenía que devolverla a sus padres, que era un tipo importante o no se qué -hizo un gesto a modo "no viene a cuento"- Bror se plantó en la comisaría cuatro horas antes de que la entregaran y se la llevó -puso cara de susto, como si quisiera contar una peli de terror- sus padres desaparecieron -chasqueó los dedos- así. Nunca llegaron a su destino y nunca volvieron a casa. Esa tarde Leona, Mykaela, Jotun, Kloss y Heimr estaban de "viaje" y la jefa de polocía promovió los papeles para que pudiéramos ser los tutores de la chica.

-Sí -dijo May- a los puritanos y ricachones les dio un ataque; pero todos sabían que los "Salvajes" habían hecho desaparecer a una de las personas más importantes de la zona sin que nadie les pudiera acusar, y después, mirando cosas en la casa de ellos, se encontraron pruebas del motivo por el que Joy huyó -se encogió de hombros- otra muñeca rota para la colección.

Annabeth se adentró en el taller y avisó a Fenrir de que cogía las llaves del trasto grande. Luego salió y comenzó a trepar por la escalera que tenía hasta subir y abrir la puerta del lateral del chases de furgoneta que tenía encima.

-Llamadme tonta, estúpida, salida o lo que queráis; pero trepar a estos trastos sin Kloss o Caín "ayudando" es hasta difícil.

Y como era de costumbre, risas e insultos volaron en dirección hacia la sastre, que se puso en el asiento de conductor, arrancando el motor cuando todas se subieron.

El interior era enorme. Piloto y copiloto delante; pero luego tenía tres filas más de asientos y el hueco para cargar las cosas detrás, lo que permitía llevar dentro o mucho mercancía o cerca de la docena de personas.

-No esperaba encontrar a nadie, me fui a la aventura con lo puesto-tomó el móvil pero en vez de usarlo inmediatamente lo mantuvo en la mano, mirando a Annabeth mientras le explicaba la situación de la familia con respecto a los habitantes del pueblo.

Abrió los ojos con cierto interés cuando comentó la aparición de Bror en comisaría y la misteriosa desaparición de los padres de Joy.

Otra cosa más de la que hablar con el cachorro inconsciente.

-Qué encanto de mujer. Así que pasasteis de ser los incivilizados a los justicieros peligrosos no reconocidos.

Se unió a las risas, a ella no le molestaban las manos grandes de Kloss en el culo para "ayudarla", incluso le agradaría que esas mismas manos se agarrasen con fuerza mientras ambos tenían una sesión de sexo en el coche pero desechó los pensamientos lujuriosos para colarse en uno de los asientos traseros.

-Bernadet, si no te importa-agitó el móvil en el aire; el número de Alba se lo sabía de memoria, dio varios tonos en su oído antes de que lo cogiese- ¿Alba?-sonrió y se apartó un poco el móvil mientras un montón de improperios en español salían a voz en grito- ya ya, oye, vas a tener que hacerte cargo de la tienda durante un tiempo... digamos indefinido, ¿te parece? Esta semana arreglaré los papeles para nombrarte socia-puso los ojos en blanco- no, estoy bien he encontrado... gente como tú y yo, ayudan a otros que están solos-esbozó una sonrisa- sí, son buenos. Te encantarían, Alba, te lo aseguro-rió por lo bajo-¿quieres hablar con alguna de las chicas?-miró a sus compañeras- la próxima vez. Vas a tener que hacerme un favor, Alba, necesito que me mandes algunas semillas de mis plantas raras para ponerlas... o mejor, apunta que te hago un pedido y así usamos nuestra tienda y la herboristería de aquí como una especie de franquicia-le explicó las plantas que necesitaría plantar allí y que crecerían bien- ve a mi casa, la llave está bajo el cactus, coge mi móvil y mándame el dinero que hay en mi cuarto, en la caja bajo la mesita, no todo, ahí habrá suficiente para que pagues las tasas de la tienda de un par de meses... sí, espera que te digo la dirección de la oficina de correos- se apartó el móvil para que una se lo dictase y fue repitiendo una a una cada palabra- muchas gracias, Alba. Preguntaré cuando puedo ir a verte y controlar la tienda sí, no te preocupes. Adiós, Alba-alzó el móvil- decid adiós a Alba-les dijo a las chicas y, tras corear la despedida, colgó a la mujer y se escurrió en el asiento para sacar la tarjetita del teléfono de Serenity.

-Alba ya está, Bernadet, tengo que llamar a una mística para Six. Esto tardará mucho menos.-copió el número y llamó-... ¿Sara? Soy Eloise, sí, la ahijada de Vers... bien, no te lo vas a creer pero he encontrado mi propio Edén, sí algo de eso, sí aquí todo el mundo está para un repaso o dos... Como en mi salsa... escucha, aquí tenemos un libro de los antiguos-remarcó la palabra antiguos-pero yo no conozco el idioma y antes de hacer ninguna tontería preferimos estudiarlo... no, no sabían qué es... ¿no hay una especie de piedra roseta o diccionario de eso? ¿Cuánto me costaría hacerme con uno? Es importante para mi trabajo y para mi nueva familia-sonrió- sí, creo que éste es mi sitio...cállate. ¿Entonces?-escuchó la respuesta y asintió- entiendo, mira este número es el de Bernadet, una chica de la familia así que no puedo estar pendiente de si la llamas o no así que cuando me llegue al pueblo lo básico que no puedo permitirme aquí te avisaré por si averiguas algo más que puedas contactarme...pero sin prisa, no quiero ser un incordio... Ah, échame un vistazo a las lagunas legales del acuerdo de Del Castillo si tienes alguna forma de hacerlo... es por incordiar, el tío me ha ocultado un montón de cosas y conseguir información de forma no oficial es mi pequeña forma de recuperar esas cosillas sin comentar y joderle un poco. Ya, no, si ya... si tuviese que preocuparme cada vez que me meto en un lío demasiado gordo no habría llegado a la mayoría de edad. Gracias, Sara, te veo pronto, espero.

Colgó y se estiró para devolver el teléfono a Bernadet después de borrar los dos números de teléfono del registro de llamadas. Costumbre paranoica, sí, pero le había salvado en alguna que otra ocasión.

-Me has salvado el culo.

-Bueno, en realidad saben que podemos hacernos cargo de los que se aprovechan de las lagunas "legales", lo que es bueno para todos menos para los que se aprovechan -dijo Bernadet mientras recogía el movil.

Alba había accedido a mandar todo lo que le pedía, aunque había protestado por encontrarse en medio de ese marrón que era llevar la tienda sola. 

-Que pasa, pequeña. ¿Tu Edén? ¿Tan bueno es ese sitio? Me alegro, me alegro mucho... ¿Antiguo? Se supone que existe un libro que traducía las lenguas matrices; pero dicen que se guarda en la biblioteca Vaticana y, por tanto, seguro que está perdido en cualquier sitio y se quieren colgar la medalla. ¿Conseguirlo? Puede ser algo caro; pero puede merecer la pena, si es importante puedes hablar con Liothel y que lo pague él, aunque después querrá quedárselo. ¿Al contrato de Del Castillo? Joder, no pides ni nada, ¿eh? Veré qué puedo hacer, aunque no prometo nada. El tío solo guarda las cosas por en papel, nada virtual, por lo que es difícil robarlo. No te metas enmuchos líos, ¿vale?

Annabeth dominaba la bestia con soltura, y el hecho de ir allí arriba y tener la capacidad de poder pasar por encima de la mayoría de los vehículos daba una sensación de poder abrumadora. La bestia rugía por encima de las voces de las chicas que hablaban de tonterías intrascendentes.

Salieron a la carretera donde habían entrado el día anterior y recorrieron unos diez o quince kilómetros cuando se empezó a ver el pueblo y un enorme cartel que rezaba "Bienvenidos a Ironvalley" y tenía un dibujo de una grúa rodeando el letrero. 

El pueblo sera una lluvia de casas de una sola planta con un pequeño jardín esparcidas de forma aleatoria por las diferentes calles. Lo único que tenía un ligero orden era la calle principal. Una calle de dos carriles anchos flanqueada por multitud de edificios de dos o tres plantas que eran los negocios y casas donde vivían los dueños. Como en las antiguas ciudades del oeste. 

Atravesaron la calle y, un poco más apartado, había un edificio que era bastante moderno. Un gimnasio grande con su propio parking terminaba el flanco derecho de la calle.

-Aparcamos aquí porque si no lo hacemos bloqueamos medio pueblo -explicó Six mientras se preparaba para bajar del vehículo.

Fueron bajando una a una y cuando estuvieron abajo, Annabeth cerró el vehículo con el mando de la llave.

-Recordad que hemos aparcado junto al coche mono y cuco que deberían de llevar chicas como nosotras -dijo señalando un Beetle que había al lado, lo que provocó varias risas.

-Planificación -dijo Sherezade- Eloise tiene que pasarse por ropa, ¿alguien tiene que ir a algún sitio?.

-Yo me tengo que pasar por el estudio de Amy, a ver cuadno tiene un hueco para continuar con el tatoo.

-Yo también que quiero ver si me puedo hacer uno -dijo Stacy mientras las demás se encogían de hombros en plan nos da igual.

-Bueno, pues tu dirás a donde quieres ir primero, ¿a la mercería o a la tienda de ropa de deporte? Están en esta calle, y no tardamos más de quince minutos en recorrerla entera -explicó Sherezade a Eloise esperando a que esta dijera a donde quería ir primero.

-primero la mercería y después la tienda deportiva-dijo encogiéndose de hombros.-y antes de volver-sacó de la pieza de cuero que le servía para guardar billetes su propio dinero y el papel de Fenrir-recados del taller y buscar una moto del desguace.¡Ah!, hablando de Fenrir, voy a tener que pagarle con trabajo en el taller y os pide, por favor, que me hagáis algo cómodo pero sugerente para alegrarse la vista y descansar mientras yo curro... bueno,a lo mejor no era exactamente eso lo que dijo pero el mensaje era ese, seguro.

Usó la mano de visera y frunció los labios. Pedirle cosas a Liothel era cuanto menos peligroso y tendría que apañárselas... aunque el tiempo para los demonios era relativo y, después de todo, el libro estaba al servicio de la comunidad a la que servía Liothel así que, indirectamente ya lo tenía.

Se lo pediré a Versadiel, ella conseguirá un trato mejor. Me debe muchos regalos de cumplesiglos.

Siguió a Sherezade hasta la mercería, mirando a su alrededor familiarizándose con el pueblo.
-Buenos días- saludó al entrar. Explicó el tipo de ropa que buscaba. Lencería fina y un par de bragas de algodón para el gimnasio. Pagó "religiosamente" con uno de los billetes que llevaba encima (lleva poco dinero en metálico pero procura que sea el suficiente como para comprar un alma, decía Versadiel y ella, que no gastaba mucho, tenía billetes grandes por doquier), dedicó una sonrisa inocente de agradecimiento y contó lo que le había sobrado del billete entregado.
Tenía suficiente para unos pantalones de yoga, un par de tops deportivos que le sirviesen para hacer deporte sin camiseta y unas playeras sencillas para el deporte.

Y esas fueron las compras además de una bolsa pequeña de deporte donde guardarlo todo.

-¡Ta-dan!-dijo alegremente meneando la bolsa desde el hombro- ya estoy armada para el deporte y tengo ropa interior decente.

Cuando las demás hubieron hecho sus recados y se reunieron frente al gimnasio Eloise las siguió un poco rezagada, distrayéndose con los detalles del pueblo pero sin alejarse más de dos pasos de las últimas del grupo.

-¡Uy! Que cochinote -dijo May- entonces yo quiero que te hagan algo sexy para cuando... -se dio toques en el labio- para cuando estemos tomando el sol en la piscina, sí. Que estaré muy cansada y tendré que alegrarme la vista.

Sherezade y Annabeth miraban divertidas a May y luego negaron con la cabeza- ¿Algo cómodo para trabajar en el taller y que sea sugerente? Esta tarde lo tienes -dijo divertida Sherezade.

-¡Ahoy! -gritaron May y Annie al entrar en la mercería, en la que un matrimonio mayor trabajaba. Se saludaron amablemente y los dos ancianos trataban a las chicas como si fueran unas sobrinas-nietas lejanas. Presentaron a Eloise mientras que ella hablaba con la anciana para elegir lo que quería. Esa señora sabía muy bien lo que era elegante y lo que no, y ayudó a la joven sin preguntar nada sobre ella.

Cuando fue a sacar el dinero Eloise, Annabeth la dio un cachete en el culo.

-Paga la familia hasta que curres -dijo sacando un auténtico fajazo de billetes de los que sacó un par para pagar lo que había elegido Eloise- si quieres elegir algo más, hazlo, el resto de ropa tendrá que esperar un par de días a que la terminemos.

Lo mismo pasó en la tienda de deportes en la que fueron atendidos por un chaval que tendría la edad de Chico. Sonrió y saludó a las chicas mientras hablaba con Sherezade. Por lo visto su padre estaba enfermo y tenía que abrir él la tienda unos días.

Era lo que tenían los pueblos pequeños, se conocían todos en cuanto trataran más de dos o tres veces. Cuando todas estuvieron listas recogieron a Stacy e Ish en la puerta del estudio de tatuajes y se dirigieron hacia el gimnasio.

-Mira, ya han llegado Lezz y Mykaela -dijo Bernadet señalando una moto de corte militar de la segunda guerra mundias con sidecar, toda pintada de un verde oliva mate.

Entraron al gimnasio por las puertas y un hombre casi tan cachas como Jotun las recibió. Era un macho oligofrénico; pero que al cruzar dos palabras con las chicas, y con otros dos gestos, desplegó una metafórica cola de plumas y derramó aceite por todos lados. En un momento hicieron una ficha a Eloise y Annabeth pagó de nuevo en metálico la matrícula y lo demás. Todo el gimnasio era enorme, tenía una amplia zona de máquinas para amateurs, novatos y otra para gente que era más experimentada. Un gran ventanal separaba la zona de pesas de una zona llena de sacos de arena, punchins y todo el suelo cubierto por una colchoneta. Varios hombres y alguna mujer estaban entrenando y Marduk caminaba entre ellos corrigiendo y aconsejando como golpear.

En la sala de pesas estaban Jezz y Mykaela. La primera vestía un top que era poco más que un sujetador deportivo rosa que luchaba por mantener el pecho de la chica escondido, y unos shorts ajustados negros que parecían no ocultar mucho más que el culo; el pelo lo llevaba en las dos coletas que se había hecho la noche anterior. Mykaela un body negro de esos típicos ochenteros que parecían un bañador de cuerpo entero, luego unos leggins blancos que envolvían sus piernas y unos calentadores negros; el pelo lo llevaba recogido en un moño con dos mechones sueltos que envolvían la cara.

-Vamos, vamos, que parece que llegáis tarde -dijo Jezz dándose golpes en la muñeca en un reloj imaginario.

-Pero qué cara más dura tienes- regañó a Jezz- estáis consiguiendo que me sienta una mujer florero pagándome las cosas-curvó las comisuras de los labios- me hipoteco trabajando para la familia- bromeó- venga, a calentar-estaba mirando a Marduk, sintiendo ganas de comprobar sus ganas de enseñar pero redirigió su atención- ¿cuál es vuestra rutina?-aunque preguntó a las chicas fue al oligofrénico musculoco para que le asignase una rutina de un deportista más experimentado. Estaba hecha al movimiento y al esfuerzo y siempre había hecho ejercicio (la gente suele pensar que ser bailarina de burlesque no tiene ningun tipo de mantenimiento)así que, resumiéndole a grandes rasgos su experiencia en el deporte aceptó los consejos y se puso a entrenar recogiéndose el pelo en una coleta alta.

-¡En carnes! -contestó May a lo de hipotecarse con la familia, pero Bernadet la dio una colleja para que se centrara. El monitor escuchó lo que decía Eloise de su experiencia y ejercicios y en un momento tenía montada una table.

En realidad casi todas hacían los mismos ejercicios, cambiando alguna máquina o la cantidad de repeticiones y series. Piernas, piernas y más piernas como parte principal, y luego algo de brazo y pecho para equilibrar.

Había algunas personas más en la sala, por lo que Jezz y May bajaron sus numeritos al mínimo para no alterar demasiado el ambiente de ese lugar; pero Jezz seguía siendo ella y cuando tenía algún ser de género masculino cerca, arqueaba más la espalda y se inclinaba más. A veces parecía no hacerlo a posta, otras parecía hacerlo precisamente para que la miraran.

En un momento dado apareció Marduk en la sala.

-Como siempre en manada -dijo con ese arrastrar de palabras peculiar. Los que estaban con él en clase salían bañados en sudor y limpiándose con las toallas. Era raro ver a ese hombre con una camiseta puesta, pero era parte del uniforme y parecía que iba a reventar si cogía algo de aire.

-¿Necesitáis ayuda en algo? ¿Hay que llevar algo de vuelta? -se acercó a Eloise e inclinó la cabeza ligeramente hacia un lado- Supongo que será una pregunta tonta pero, ¿cómo te tratan? 

-En grupo las cosas son más divertidas- dijo con ambigüedad al comentario de ir siempre en manada.

-No me han tratado mejor en mi vida-sonrió lentamente, estirando primero una comisura de los labios luciendo así media sonrisa antes de ofrecerle una completa.

-Llevar a casa sólo hay... bueno, la ropa, nosotras... y lo del desguace para Fenrir. Espera-miró a las chicas- ¿Os importa que me acerque con Morduk al Desguace de Tony? Os ahorro el mal rato a todas y Bernadet no tiene que hacer de dominatrix para mantenerle a raya y a las demás a salvo-miró al hombretón- tengo que pedirle una moto y unas piezas-le explicó- y "que funcionen o le meteré la guillotina por el culo y luego la abriré"-se puso de puntillas- ¿entonces...?