Partida Rol por web

No, ya no viene al caso el fuego alquímico.

Viendo que Ariete se ha movido al frente, Powaqqatsi mejor se pone atrás de él con su lanza, y como tiene alcance piensa utilizarla, claro, si la agarra bien en primer lugar.  

Mientras, el buitre vuela por la bóveda para llegar atrás del shifter que sigue en pie y lo flanquea con Ariete, propinádole un picotazo en el cuello que de dolor lo llenaría.

A los bárbaros no les apasiona el agua, pero el agua sucia y estancada siempre tiene algo de familiar para Mug... si esto le resultaba asqueroso a sus compañeros de armas deberían haber visto la letrina de la taberna de su aldea, eso si que era nadar en mierda hasta las rodillas.

Mientras el pensamiento de que destripar a un par de bichos cambiaformas es una buena forma de calentar los músculos, una enorme masa metálica pasa a su lado como un torbellino y de repente uno de ellos tiene un amasijo de carne y dientes donde antes tenia una cara... nunca deja de sorprenderle la efectividad de esos forjados cuando se trata de escabechar gente.

Intenta reponerse de la sorpresa y apretando con fuerza la empuñadura de su espadón y se lanza contra el otro cambiaformas, aunque tras ver en acción a Daisy duda mucho que cuando llegue a él quede mucho que machacar del pobre bicho.

Cuando uno de los cambiantes intenta recuperar el equilibrio Daisy ve su oportunidad. Ataca al cambiante con un golpe circular evitando tocar el agua. El cambiante se lleva sus garras al pecho cuando nota el acero cortando la ropa, piel y músculos. La sangre tiñe de rojo el agua a su alrededor. La bestia herida lanza un rugido que recuerda al de una pantera y golpea con sus dos garras a la semiorca quien logra esquivarlos por los pelos.

El animal de powaqqatsi se lanza desde el aire contra el otro de los cambiantes. Le pica en la cabeza y le claca las garras en los hombros. Ariete aprovecha la ayuda y vuelve a machacar con su lucero al cambiante. Esta vez el enemigo   se cubre con sus brazos sacrificando algunos dedos de su mano derecha. Inmediatamente intenta golpear con sus garras al forjado pero nada pueden contra la dura piel de adamantina de Ariete.

El animal de Powaqqatsi pega un respingo cuando las compuertas que hay justo detrás de él se abren soltando una nueva bocanada de aguas residuales al canal.

Cuando las cortas piernas embutidas en metal del enano llegaron al combate, éste observo impotente que poco podría hacer, las aguas llegaban a sus compañeros al pecho y si el se sumaba a la refriega, como mucho asomaria la punta del yelmo. -Maldición- exclamo el paladin sin poder hacer nada, no contaba con arma de distacia alguna.

Vio como el druida metalico erraba su ataca de tal manera que era evidente la escasa destreza que tenia. -Creo que el combate cuerpo a cuerpo no es lo tuyo, ¿me permites?. -Le dice mirando la lanza.

EN CASO QUE ME LA PRESTE.

Alfrik sujeta fuerte la lanza, no era su arma predilecta, pero sabia manejar todo tipo de armamento, observando el movimiento torpe de la rata asestó una fuerte lanzada en el pecho de aquel horrible ser -Vuelve al abismo, engendro!!

No lo ve venir. El cambiante, asaltado por un pájaro y un forjado no lo ve venir. Alfrik asoma su cuerpo. En su mano lleva la lanza larga prestada hace un instante por Powaqqatsi. Con una sola mano lanza un golpe hacia el fondo del canal, directo al rostro del cambiante. Este muere sin comprender lo que ha sucedido. Ni tan siquiera es consciente de que el afilado acero de la lanza atraviesa uno de sus ojos...

Como un saco demasiado cargado, el cambiante se hunde en las aguas...

La vida es frágil. Como un hilo. Y hay más de una tijera para cortarlos. Que se lo digan al pajarraco de Powaqqatsi, revoloteando por delante de una de las válvulas, exponiéndose, tentando al peligro. Y peligro es el aire que más le gusta respirar a Demonfly. Desde luego, es mucho mejor que los gases que emanan las aguas del alcantarillado.

¡Buena, nano!-dijo al paladín-Ese peludo no volverá a cruzarse en el camino de un llama plateá.

Daisy Sue no quería ser menos. Tampoco buscaba ser más. Se conformaba con sobrevivir, en un mundo hostil. Hundió la espada nuevamente en el cambiante que seguía vivo, mientras que veía con desesperación el movimiento del cadáver de la otra rata, empujado por la corriente del canal.

¡Ariete! ¡Agarra la pieza cazada por el nano, que como se nos vaya no vamos poder arregistrarle los bolsillos!

Daisy termina el trabajo. El cambiante que quedaba en pie flota ahora mansamente transportado por las aguas sucias como si de un desecho más se tratase.

La corriente empuja ligeramente hacia el final de canal. Las válvulas continúan abriéndose aleatoriamente vertiendo más agua procedente de la ciudad de Sharn. Pero todo esto no parece ser un peligro después de lo vivido.

Según las indicaciones que os dio la dama Elaydreen esta es la sala de válvulas que debe conduciros a la forja donde se encuentra la reliquia. Pero algo os dice que no encontraréis un cartel indicativo ni una entrada clara. No esperáis que sea tan fácil...

Entre los restos del forjado encontráis un estoque, una ballesta ligera, una caja con 10 virotes, unas herramientas de ladrón y una capa de viaje. Entre los dos cambiantes encontráis dos dagas, dos armaduras de cuero, una poción que no sabéis que es y  50 piezas de oro. Es bastante cantidad de dinero por lo que deducís que debe tratarse del pago por aquel trabajo que no han llegado a cumplir.

El bárbaro tuerce el gesto fastidiado, es la segunda vez que llega demasiado tarde para partirle la cabeza al enemigo.

Farfullando como un niño pequeño al que le han arrebatado su juguete favorito guarda su espadón en la vaina mientras avanza por el agua sucia hacia los cuerpos de los cambiantes.

Con su enorme mano derecha levanta uno de ellos por la pechera sin miramientos, como si de un pelele se tratase, y le palpa los bolsillos con su mano izquierda. Sopesa la bolsita de oro y sonriendo se la arroja a Finn.

- Toma amigo semielfo, reparte como consideres oportuno, no soy demasiado bueno con los números. - Dice con un vozarrón que retumba por toda la sala. 

Tras eso deja caer el cadáver sin ningún tipo de cuidado, salpicando ingentes cantidades de agua sucia, y repite la operación con el otro cuerpo.

Observa con gesto dubitativo el pequeño frasco de poción sin conseguir determinar el color concreto del fluido, lo agita ligéramente y tras encogerse de hombros extiende la mano en la que lo sostiene y lo ofrece a quien le pueda interesar.

- A mi me parecen meados de rata, pero quizá sea una de esas mierdas que explotan. - sentencia.

Los cantos de la berrea de Mug no la distrajeron. Demonfly guardó las armas y mandó el alto a los suyos con la palma de la zurda. Al igual que con la reja, Daisy Sue seguía empeñada en ver lo que otros no veían y fijarse en los detalles. ¿Cuán aleatorio eran aquellas micciones de válvulas? ¿Seguían un patrón? ¿Había alguna que nunca se abriese?

¡Callarsus, leñe! Esas tuberías son lo suficientemente grandes como pa que quepa un enginiero Cannith pa construir una forja. Tengo la corazoná de que la forja olvidá está tras una de las válvulas. Llamarlo instinto fiminino.

Daisy Sue tenía de femenino lo que una patada en la boca. Fue el mismo presentimiento que le dijo que todo iba a ser seguro hasta la sala de válvulas, poco antes de ser atacado por un fanático caradelata. Memorizó la apertura de válvulas y el orden en el que lo hacían, y buscó aquello que no encajaba. Tampoco es que pudiese hacer milagros: si una válvula no se abría nunca, se pondría a revisarla; si todo era normal, nadaría en la inmundicia hacia la bifurcación del fondo, parándose 5' antes de la esquina para dar tiempo a sus compañeros a alcanzarla.

Un destello en las pupilas denotó que Daisy Sue, en uno u otro sentido ya se había decidido...

Guarda todo en mi mochila, flaco, que lo repartimos luego... Menos las armaduras de cuero, esas no las metas que no quiero llevar peso muerto, que soy una señorita. Nos ponemos en marcha...

Misma idea señorita Daisy.  Powaqqatsi esperó justo a que la siguiente válvula echara su chorro de aguas grises para de ahí subirse al pasillo sur y salir corriendo hacia la esquina este de la sala antes de que la siguiente válvula abriera su esfínter.   

La ciudad es un cuerpo metálico también.  

Una vez llegando al fondo se asomaría al siguiente pasillo a informarles al resto lo que veían.  Ch'om, volando por el techo abovedado, lejos del ángulo de ataque del agua, seguía a su compañero no-animal. 

Muy arriba. A cientos de metros de donde os encontráis. El sargento Dolom, muy distraído, termina de sacar brillo a su maza de armas. Después se levanta y tira de la cadena. El agua cae con "aquella cosa" durante decenas de metros por intrincadas tuberías. Pasa a un colector donde parece haber una reunión de ratas junto al agua y vuelve a caer de nuevo centenares de metros girando unas veces a la izquierda y otras a la derecha. Esta red de toboganes aceleran el agua pasando por otros colectores y cascadas durante una caída vertiginosa que dura varios minutos.Finalmente, "aquella cosa" se detiene frente  a una compuerta metálica muy , muy abajo.

La compuerta número 6 se abre con un sonoro "¡Floushhhh!". "Aquella cosa" queda flotando en el canal...

Daisy contempla la válvula abrirse.Lleva ya un rato viendo abrirse las válvulas de forma completamente caótica. Parecen abrirse de forma aleatoria pero eso es algo que no es del todo correcto. Tras fijarse un poco mejor llega a la conclusión de que las válvulas se abren en base a la carga de agua que reciba cada una de ellas. Cuando la presión del agua ,al otro lado de la válvula, llega a un cierto valor se activa un simple mecanismo de presión que desbloquea las compuertas. La presión del agua es suficiente para abrir las compuertas y, cuando la presión disminuye, unos muelles obligan a las puertas a cerrarse de nuevo. No parece haber nada tras ellas.

Finalmente se acerca al final del canal. La inmundicia ya no es algo que os importe demasiado y que con el primer chapuzón en esas aguas habéis perdido todo rastro de escrúpulos.

El canal se bifurca a izquierda y a derecha. A la izquierda véis otra reja como la anterior. El agua viene de este nuevo canal, a la izquierda, y se junta con el canal en el que os encontráis para marcharse por el canal de la derecha. El agua parece cobrar un poco más de velocidad pero sigue sin ser lo suficientemente rápida como para representar un problema para vosotros.

Y entonces lo véis.

Una escotilla de metal por encima del nivel del agua. está incrustada en el muro y grabada con runas arcanas. Sin duda debe ser la puerta sellada de la que Elaydreen os habló. En medio de la escotilla, un reluciente círculo de mithril representa el mismo icono que el diario de Bonal. El antiguo sello de la casa Cannith, que antecede a la fundación del mismísimo reino de Galifar; un estilizado yunque y un martillo.

Las gentes de Sharn buscan esperanza. Sueños. Pero todo es una ilusión. Al final, por mucho que te dejes arrastrar por el optimismo, todo desemboca aquí. Todo. Y muestra la verdadera cara de la ciudad, desnuda y sucia, libre de los pequeños anhelos de la gente. Una vez, hace años, Demonfly también tuvo anhelos.

¡Jodó! ¿Habéis visto ese truñaco? Es tamaño culo de nano. ¡Y flota! Quiero dicir... La típica mierda de estreñido, compacta y densa, la revientaojetes, se hundiría por la densidá. Pero esta no... Esta es esponjosa. Si se mantiene arriba, como navegando, ha tenío que pasar por el cólon sin esfuerzo. Eso significa que el culo que lo ha parío debe de ser inmenso...

Y hasta ahí el análisis de Daisy Sue, aplicando sus dotes de investigadora, como siempre, a todo suceso a su alrededor. Incluso al más nimio. O en el caso de aquella mierda, por tamaño, incluso a los sucesos más relevantes. Pero no tenía tiempo para eso. Había que seguir. Nadó rápido en las aguas, no lo suficiente para alcanzar a la hez arrastrada por la corriente, y una vez pasadas las válvulas se volvió a poner de pie, con las botas apoyadas en el fondo del canal.

Como los demás avanzaban más despacio, su ruido haría que cualquier nueva emboscada creyese que sus presas aún no estaban frescas. Daisy Sue quiso aprovecharse de ese factor, y se desplazó despacio y en silencio hasta la esquina, asomando fugazmente la cabeza en las dos direcciones para ver, con sus ojos de semiorca, qué les esperaba en ambas direcciones de la bifurcación...

Finalmente os acercáis al final del canal. La inmundicia ya no es algo que os importe demasiado ya que con el primer chapuzón en esas aguas habéis perdido todo rastro de escrúpulos.

El canal se bifurca a izquierda y a derecha. A la izquierda véis otra reja como la anterior. El agua viene de este nuevo canal, a la izquierda, y se junta con el canal en el que os encontráis para marcharse por el canal de la derecha. El agua parece cobrar un poco más de velocidad pero sigue sin ser lo suficientemente rápida como para representar un problema para vosotros.

Y entonces lo véis.

Una escotilla de metal por encima del nivel del agua. Está incrustada en el muro y grabada con runas arcanas. Sin duda debe ser la puerta sellada de la que Elaydreen os habló. En medio de la escotilla, un reluciente círculo de mithril representa el mismo icono que el diario de Bonal. El antiguo sello de la casa Cannith, que antecede a la fundación del mismísimo reino de Galifar; un estilizado yunque y un martillo.

Perfecto.  Y ahora, ¿còmo se abre? 

Powaqqatsi aguzó oído y vista para ver si había algún peligro alrededor, mientras que con la mano hacía el gesto al resto del equipo para que se acercara.

Finn intentaba no apreciar las realistas observaciones de la semiorca. Si algo podía empeorar la situación de estar de mierda hasta las orejas literalmente, era describirlo con tanto detalle.
Siguió a sus compañeros sin apenas pronunciar palabra, pues había comenzado la batalla contra su estómago por aguantar las naúseas y no vomitar.

Guardó el dinero asintiendo y se equipó con el estoque, lo mantendría al menos hasta que saliesen de aquella alcantarilla. No era un diestro espadachín, de echo era más probable que se pinchara a si mismo, pero el sentido común le invitaba a armarse.

Al llegar al sello se detuvo. - Quietos... Esto apesta a magia y si los peludos no habían entrado antes que nosotros es porque puede estar repleto de trampas... No querréis saber en primera persona lo que son unas runas explosivas.- Comenta con una mueca mientras traza unos signos en el aire.

Mug va apartando los zurullos flotantes con la punta de su espadón con el oficio de quien lleva toda la vida viviendo entre inmundicia y sonríe al percatarse de las nauseas y la palidez del rostro de Finn... ese pobre juntaletras no aguantaría en su aldea ni unas pocas horas, claro que él tampoco aguantaría mucho más entre gente fina como hace su compañero.

- Será mejor que vayas haciendo estómago amigo semielfo, para cuando termine el día habremos tragado mierda como para que nos salga por las orejas. - se carcajea.

Al ver que sus compañeros se van apiñando en torno al símbolo mágico y que el semielfo está haciendo uno de sus truquitos entre nauseas, se encoge de hombros y se aproxima a ellos.

- No entiendo para qué malgastar magia custodiando mierda... - sentencia - en cualquier caso voto por abrir usando la cabeza de Ariete, el amigo ha demostrado hacer honor a su nombre.

Mientras tanto el bárbaro agudiza el oído, lo último que quiere es llevarse un hachazo en el culo mientras intentan abrir una escotilla.

Era tiempo de descubrimiento. Era tiempo de osadía. Era tiempo de llegar dónde ninguna otra semiorca había llegado antes. Demonfly lo sabía. Y estaba preparada para afrontar ese desafío y pasar a la Historia. A la Historia secreta, esa que no viene en los libros de texto, que nadie te reconocerá nunca y que deberá permanecer como un estricto secreto por el resto de sus días.

Yo traje la llave...

Demonfly rebuscó en su mochila y sacó una palanqueta, para reventar la escotilla haciendo palanca. Se escupió en las manos para mejorar el agarre y se dispuso a ser todo sutileza. Pero las palabras cautas del flaco le obligaron a repensar su estrategia. Guardó de nuevo la palanqueta y examinó con más detenimiento la escotilla, buscando trampas o simplemente mecanismos para abrirla.