Partida Rol por web

- Asano-san, subes? - da una palmadita en el asiento trasero con una gran sonrisa. Si algo la ha molestado o si ha entendido el sentido de algo de todo aquello no se percibe en su rostro o en sus movimientos.

- Bonito plan, Kotaro-kun! - la alegría con la que hablaba se transformó en pena mientras cabeceaba pesarosa - Una pena que no estés al mando - finalizó clavando sus ojos en él y esperando su próximo movimiento.

-- Porque no soy un necio – responde a Hideo --. Además, esta gabardina que me cubre completamente no la he tomado solamente para abrigarme – le dice con el tono sarcástico de tener que explicar algo evidente.

-- Por otro lado parece que olvidas que vamos a cumplir una misión, no de viaje. Será tu casa, pero ante todo es una herramienta con la que cumplir lo que se nos ha pedido. – No estaba acostumbrado a discutir y ello le hacía sentirse hastiado; normalmente llegados a este punto, su solución solía ser zanjar la discusión con los puños. Evidentemente esta vez el momento no acompañaba.

Por otro lado, que Yûki le vacilara directamente le hizo tirar la toalla. La responsabilidad de Kotaro con el grupo terminaba ahí.

– Bah – Callado se prepara y dispone a comenzar la misión a pie. Si había alguna baja durante la misión, que sea la responsable de la actual cadena de mando quien pague por ello. Kotaro tiene más claro que nunca que su objetivo es rescatar a la niña, no convencer a quien no quiere oír ni salvarle el culo a quienes desprecian su propia vida, ya sea de manera consciente o por necedad.

Después de dirigirle una mirada de extrañeza a Takeshi, mientras parecía reírse sin motivo aparente, Arisa permaneció atenta a la charla que había dado Kotaro. "No tenemos por qué llevar a los enemigos con nosotros, es absurdo. A menos que haya alguien realmente útil..." Claro que eso significaba un grupo de gente muy concreto y que Arisa dudaba mucho que pudiera encontrar en un lugar como este. Pero a pesar de su poco interés, hay algo que le llama la atención, aparte de que la haya tratado sin respeto alguno.

- ¿Cómo que un kabane...? 

Antes de que pueda seguir hablando, Hideo y Yûki la interrumpen, para ignorar el plan de Kotaro. Arisa se encoge de hombros, dejando que sean ellos los que hablen. Finalmente, Kotaro echa a andar, así que Arisa hace un gesto despidiéndose de los otros dos y espera un momento a que Takeshi les siga también. "No me haría especial ilusión quedarme sola con él..." suspira irritada, recordando cómo se burló de ella en la Ryugujou. "Pero necesito preguntarle..."

- Eh, espera. - la joven acelera el paso para llegar a su altura - Necesito que me hables de ese kabaneri que viste...

Escucho con gesto desencajado el "plan" del tío grande. Claro que vamos a ofrecerle amnistía a los bandidos, y una linda excursión. Al paredón. Cigarrito y saludo al sol, por asesinos, secuestradores y un par de cosas más que prefiero ni pensar. Ni de coña vamos a meter a semejante chusma en nuestra casa con nuestras familias, era exactamente lo que nos faltaba. Ya si eso nos matamos nosotros y les cedemos la hayajiro.

En silencio y procurando calmarme escucho al mecánico y a la joven líder de nuestra pequeña comitiva, y con una sonrisa les hago un gesto de despedida.

-Os daremos un poco de ventaja, suerte.

Con calma hecho a andar justo detrás de la joven pelirroja, y acelero el paso para no dejarla a solas con el hombre alto. Después de lo que le he oído decir no me parece muy de confianza.

La respuesta de la guardaespaldas me hace soltar una sonrisa que tapo levantando un poco el cuello de la chaqueta, por su parte Kotaro no se la toma a bien y se marcha todo airado seguido por la vidente la cuál parece más interesada en una kabaneri que ha nombrado más que en la niña de sus visiones. Por su parte Takeshi simplemente se despide con un simple gesto, el cuál le devuelvo, y sigue a los otros dos a un ritmo más tranquilo.

Visto lo visto me monto en la parte de atrás de la moto y preparo el arma dispuesto a cumplir mi parte del plan.

- Cuando quieras...

¡Esperen! - dice el soldado - ¡Furuhashi-sama, Fukui-sama! Estarán más a salvo si se quedan en el Chisai Ryu. Si algo les pasara tendré que responder ante Mogami-sama ¡Por favor, vuelvan aquí! Podemos... podemos atacar desde tres frentes. Eso nos dará ventaja. Además, necesitamos que Furuhashi-sama nos diga en qué tienda está la niña...

Sin parar de caminar en dirección al campamento, en cuanto escucha que la vidente le está dirigiendo la palabra siente cómo se le eriza la espalda, consecuencia del enfado que contenía y estaba a punto de estallar.

La observa de reojo y le responde secamente con un tono claramente hostil -- Vuélvete con el soldado, una noble no está preparada para esto.

Pudiendo apreciarla mejor en la oscuridad del bosque, añade -- Además, tus ropas llaman demasiado la atención. – Al haber vuelto hacia atrás la mirada, sin querer ve a Yûki de refilón, lo cual le enfada un poco más si cabe – O haz lo que le dé la gana a la enana, pero si mueres de poco importará que te cuente lo que haya visto de ese kabaneri, o lo que coño sea.

- Pero no soy una noble cualquiera. - replica Arisa - Puedo hacer más que cualquiera de vosotros y me necesitáis. 

"Aunque nunca haya pasado por una situación parecida." se recuerda, dándose cuenta de que tal vez no pueda hacer tanto estando allí. Frunciendo los labios, molesta, y percatándose de que tiene razón en que sus ropas son demasiado vistosas, se detiene en seco apretando los puños. La voz de Minami suena a lo lejos pidiéndoles que se queden, y viendo que Kotaro no va a hacerle caso, suelta un suspiro.

- Si tanto queréis que me quede, me quedaré. Pero por lo menos, espera a que te diga dónde está la niña.

Dirigiendo una última mirada severa a Kotaro, Arisa cierra los ojos y toma aire, intentando calmar sus nervios. Tal vez sea por la tensión o el enfado, que la vista de la psíquica viaja más rápido de lo normal, buscando en el campamento la tienda de campaña donde se encuentra la pequeña...

La terrible visión provoca escalofríos en Arisa: la niña está atada de pies y manos, sujeta con gruesas cuerdas al poste central de una tienda de campaña. Dos kabane se retuercen sobre ella intentando morderla. En vida debieron ser dos mujeres hermosas, ahora sólo son dos engendros sin brazos ni piernas sujetos con cadenas. La kabane en la que la niña tiene puesta su atención se encuentra sobre su cabeza a la distancia justa para que no pueda morderla. Un hombre de aspecto cruel y sonrisa maníaca sostiene a la kabane como una siniestra marioneta. La otra intenta en vano arrastrarse por el suelo hacia la niña indefensa.

¡PUTA! - grita el hombre fuera de sí - ¡Nos dijiste que era una hayajiro pequeña pero nuestras bombas ni siquiera arañaron el blindaje! - le da una patada a su víctima para acallar sus gritos. La niña vomita el contenido de su estómago acompañado de sangre y un diente roto.

¡He perdido muchos hombres! - sigue aullando el hombre - ¡Por tu culpa!

Lo... siento - gime ella - ¡Lo siento Maruo! ¡No me mates! ¡NO ME MATES!

Maruo hace descender a la kabane lo justo para que pueda coger algo del pelo de la niña con los dientes. Ella chilla enloquecida de terror.

Pero lo que más asusta a Arisa no es la atroz crueldad del torturador, sino la sensación de que dentro de la pequeña está despertando algo oscuro y siniestro. Un poder maligno de destrucción y dolor sin límites ni piedad.

Lo último que ve Arisa es la tienda de Maruo, situada en el centro del campamento.

La psíquica se encoge sobre sí misma un momento al volver del trance tras unos segundos, sacudiendo la cabeza e intentado recomponerse, pero visiblemente nerviosa. 

- Está en el centro del campamento, es la tienda de un tal Maruo de pelo verde... Parece que es el jefe, y quien ordenó atacar a la Ryugujou... - murmura con voz queda - Tiene al menos dos kabanes, sin brazos y sin piernas pero que todavía pueden morder... La niña es una psíquica también, tened cuidado... 

Después de decir eso, Arisa se frota los brazos como si tuviera frío y mira a ambos, todavía dubitativa. "¿Podrían acaso entenderlo? No, ¿podrán traerla?" Finalmente dirige una mirada a Takeshi y le hace un gesto con la cabeza hacia el soldado.

- Me... quedaré en el Chisau Ryu. Si pasa algo lo sabré y podré ir a ayudaros. Fukui-san, decide qué quieres hacer. - dice mientras vuelve con el soldado, pensando todavía en lo que ha visto.

- Y precisamente por eso tiene que ir allí.- le digo algo extrañado al conductor.- Si tanto te preocupa siempre puedes ir con ellos, pero realmente como dijo Zweihänder-san que te mantengas en el coche por si hay que salir rápidamente creo que sería lo más practico.- me alegraba que el enorme peliblanco no estuviese para escucharle decir eso, su prepotencia y enfurruñamiento me habían cabreado bastante como para tener que darle la razón aunque fuese un mínimo.- O incluso podrías crear un gran estruendo con el motor de la Chisai Ryu para que en vez de nosotros dos solos parezca que viene todo el grupo de guardias...

Escucho cómo el tío alto le suelta un bufido a la joven, y frunzo el ceño al darme cuenta de que ella se va a quedar detrás con el soldado. Me encojo de hombros y me planteo mi siguiente movimiento, la verdad es que no confío en el que se supone debería cubrirme la espalda, lo veo muy capaz de entregarme o dejarme colgado si me pasa cualquier historia. No confío en él y prefiero mil veces quedarme con la chica y el soldado, así que empiezo a desabrocharme la chaqueta. Para hablarle así a una señorita podía meterse la lengua en...

-Yo tampoco estoy preparado para ésto, y sólo tengo algo más que aportar.- Comento con mi tono de voz más engreído y cretino mientras con suavidad dejo caer mi chaqueta encima de los hombros de la (al menos en apariencia) congelada pelirroja, cubriéndola con la prenda tibia.- Estoy seguro que tú solito podrás recuperar a la cría sin tener que cargar con un peso muerto como yo, así que me quedo a ayudar aquí.- Hago un gesto de saludo militar con dos dedos en mi frente.- Ala, todo tuyo, campeón.- Sonrío con gesto de superioridad.- Si te trabas Hime-sama dará la voz de alarma e iremos a por tí.

Acto seguido me giro y empiezo a andar justo detrás de Hime-sama, hacia el Chisau Ryu.

-Cuéntanos tu idea, Minami.- Comento con un respetuoso y tranquilo tono de voz diametralmente opuesto al he que empleado con el otro guardia. Conozco al soldado y sé que suele tener opiniones interesantes.- ¿Qué es eso de los tres frentes?.

Kotaro para casi de inmediato ante la petición de Arisa, manteniendo su expresión dura a la espera de que la vidente le diera algo más de información. A pesar de su brusquedad y terquedad, se le daba bien saber cuándo le convenía dejar a un lado su típica actitud en pos del pragmatismo.

Con toda esa información clave recibida, el todavía presidiario agradece en su interior que la joven le haya facilitado tanto la misión, si bien no muestra ningún signo de agradecimiento. Simplemente se limita a volver a dirigir la mirada al frente y continuar en dirección a la caravana de bandidos, si bien todavía no confiaba del todo en las capacidades sobrenaturales de la chica: lo que viera en el campamento confirmaría si no es más que una loca con aires de grandeza o si ante cualquier duda que pudiera suscitar, en verdad merece credibilidad.

A unos metros detrás suya escucha las palabras de Takeshi, y si bien le hace gracia pensar si es consciente de lo que le ocurriría si la provocación se la hiciera en otra circunstancia donde el tiempo no jugase en su contra, termina por seguir caminando sin prestar más atención al pequeño charlatán. Solamente lamenta que el joven no le acompañara, pues le habría gustado tener un peso muerto al que “soltar” y que le permitiera ganar tiempo para escapar, en caso de que la situación se complicara demasiado.

Sí, por tu bien mejor quédate con la mujer y el conductor, cobarde. Inútil. – Se desahoga, manteniendo un breve monólogo en su mente increpando al ingeniero.

Sí, Fukui-sama - el soldado abre uno de los asientos traseros y de él saca lo que en un principio parece un gran rifle de vapor. Sin embargo no tiene toma de vapor y en su lugar hay una caja cuadrada en la que encaja una ristra de balas - Esto se llama "ametralladora". Mogami-sama lo compró a uno de los últimos mercantes de armas antes del bloqueo - Levanta el arma y la encaja en un soporte sobre el arco que hay entre la cabina y la zona de carga. Takeshi recuerda haber estudiado algo sobre estas armas que estaban haciendo furor en el continente. Son armas menos potentes que un rifle de vapor pero tienen muchísima más cadencia de fuego. Una sola ráfaga puede destrozar un cuerpo, inutilizando a un kabane o matando en el acto a un humano.

¿Qué le parece? - dice el soldado, sonriente - Con esto podemos simular que atacan un gran número de soldados y causar el pánico ahí dentro. Y seguro que Furuhashi-sama puede ayudarle para que no apunte hacia donde se encuentra la niña ni ninguno de los nuestros...

Creo que acabo de ganarme un enemigo, y no podría importarme menos. Espero con tranquilidad a que el ex-presidiario se haya evaporado rumbo a lo que espero no sea vendernos y me centro totalmente en la explicación de Minami. No puedo evitar sonreír en respuesta a la sonrisa del soldado mientras me subo de un brinco al pequeño jeep. Nunca he visto uno de estos cacharros pero he leído muchísimo acerca de ellos, podría describir su funcionamiento con los ojos cerrados.

-Lo que me parece es que vamos a darle un susto de muerte a esos desgraciados. Y espero que cargarnos a algunos. - Digo con una amplia sonrisa mientras me recojo las mangas de la camisa hasta los codos, dejándome espacio de maniobra. Me sujeto el pelo para que no me estorbe y miro con un leve gesto de duda a la muchacha. Después me centro en la mira de la ametralladora, familiarizándome con el gatillo, la situación de la munición y cómo puedo recargarla con rapidez y eficacia.- Furuhashi-san...- Gracias al soldado ahora sé su nombre.- necesito que me ayudes para que no le pegue un tiro a nuestros compañeros ni a la chibi.- Comento con tono tranquilo, sé que ella no deberia estar metida en ésto pero hay que comer lo que tengamos en el plato. Con suavidad me pongo de forma que esté cómodo, no sé cuanto tiempo voy a estar disparando. - Si lo hago sin ti tengo que ir a ciegas y a disparar al bulto, y no sé cómo funciona tu...habilidad pero estoy seguro de que el resultado será mejor si me guías.- Con una muy leve sonrisa doy un par de toquecitos con la mano cerca de mí, en uno de los asientos de la parte posterior. De esa manera ella estará sentada con comodidad y protegida de posibles ataques.- Así que vamos a esperar a que nuestros motoristas empiecen a dar por el saco y luego daremos un pequeño espectáculo de luz y sonido, ¿vale?.

Después de mirar de soslayo cómo Kotaro se marcha solo, Arisa vuelve a centrar su atención en Minami. Lo de utilizar esa clase de armas nunca lo ha llevado muy bien, ni ella ni su familia. Pero viendo que el soldado confía en sus capacidades de visión, asiente con más confianza. "Claro que me necesitan, estúpido Kotaro... Seguro que ni hace caso a mi visión." Al oír que Takeshi la llama por su apellido, se gira hacia él, algo extrañada y decepcionada para sí. "¿Adónde ha ido lo de Hime-sama...?"

- Comprendo, te ayudaré. - asiente, esbozando una pequeña sonrisa ante la mención de su habilidad - "Puedo ver tan lejos como un águila utilizando mi mente, mis sentidos pueden atravesar muros en cuestión de segundos, y aquel que sea observado ni siquiera sabrá que estoy allí." Por supuesto que puedo guiarte, sólo necesito un momento. - responde, tras recitar de memoria las palabras de su madre y abuela a la hora de presentarse. 

Tras unos instantes, se da cuenta de que Takeshi le está ofreciendo el sitio. Rápidamente se sienta a su lado, encogiéndose un poco en el sitio por tenerle tan cerca. Con algo de miedo, apoya la mano sobre el arma, calculando la distancia e intentando ver desde su punto de vista. Arisa asiente de nuevo, como si ya lo tuviese todo pensado y mira a Takeshi, pensativa. Finalmente apoya su mano sobre la de él.

- Ess sólo para indicarte adónde apuntar, Fukui-san. - murmura rápidamente con gesto severo, indicándole que no piense nada raro. Aunque es ella la que parece más nerviosa. "Tengo que centrarme en el campamento, pero de lejos... Y de dónde están los demás."

Kotaro se desliza con agilidad por la espesura, manteniéndose siempre en la sombra y agachado. En algún momento de su camino escucha el rugido del motor del Chisai Ryu acompañado de un extraño tableteo que suena como si estuvieran disparando mil rifles de vapor a la vez. Algunos de los vehículos se sacuden al recibir impactos de bala. La confusión creada por los ruidos y la interminable ráfaga de disparos beneficia a Kotaro, que consigue llegar hasta el perímetro del campamento sin que nadie se percate de su presencia.

Más allá de los carros se encuentran las tiendas de los bandidos, desperdigadas por la zona sin ningún orden ni concierto. Los bandidos corren de un lado para otro confundidos y asustados. Unos gritan que los atacan los kabane, mientras otros farfullan sobre una represalia de la Ryugujou. Nadie se fija en la figura encapuchada que se mueve de una sombra a otra hasta entrar en la tienda, momento en que la cruda crueldad de la escena le provoca escalofríos.

Hay una niña de menos de diez años atada de pies y manos al poste central de la tienda. Su cuerpo flacucho está lleno de moratones y arañazos y parece aturdida por el dolor y el miedo. En el suelo, a sus pies, hay una mujer kabane desnuda a la que le han arrancado los brazos y las piernas y sujetado con una cadena a un poste. La distancia de la cadena es la justa para que esté lo más cerca posible de la niña sin llegar a morderla. De pie ante la niña, su torturador: un hombre un palmo más bajo que Kotaro vestido con un sucio kimono y con su pelo verde oscuro peinado hacia arriba. En su brazo derecho tiene enrollada una cadena que envuelve el cuerpo desmembrado de otra kabane. El bandido la está utilizando a modo de siniestra marioneta manteniéndola cerca de la cabeza de la cría. Las mandíbulas de la kabane chasquean una y otra vez intentando llegar a su presa, bañándola con su saliva, abrumándola con su aliento putrefacto...

¿Qu...? ¿Quién coño eres tú? - pregunta el hombre...

La motocicleta ruge bajo Yûki y Hideo mientras rodean el campamento. El mecánico se sujeta con las piernas mientras sujeta su rifle de vapor con las manos. No pasará mucho tiempo antes de que el ruido atraiga a los bandidos...

... o tal vez no.

El motor del Chisai Ryu queda repentinamente ahogado por un extraño y potente repiqueto, pequeñas explosiones concatenadas que siembran el caos y la confusión dentro del campamento.

Sin embargo, aún hay dos bandidos que siguen el ruido de la motocicleta de Yûki y al divisarla se disponen a disparar con sus pistolas de vapor...