Partida Rol por web

¡S... sí! - dice Sachiko - Lo guardaré con mucho cuidado. Puedes confiar en mí.

De acuerdo, saldréis los dos - dice Tomohiro - Hablaré con los del vagón artillado para que os cubran. Tomad esto antes de iros - a Yûki le entrega una copia de la llave maestra de la Ryugujou, imprescindible para poder sacar la moto de su compartimento. A Hideo le entrega una cantimplora hecha con un grueso tallo de bambú (1) - Cuento con vosotros.

Exterior de la Ryugujou

Accelerated world

La moto se lanza rugiendo hacia la multitud de kabane que rodean a la Lady Lovibond, algunos de los cuales ya han empezado a correr hacia ellos y la Ryugujou (2). Hideo desenfunda su pistola y comprueba la presión del vapor. Sólo tiene diez disparos, por lo que tendrán que ser bien aprovechados (3)...

Kotaro contempla con satisfacción cómo su disparo hace reventar el corazón del kabane más cercano. Un chorro de chispas azuladas surge de su espalda una fracción de segundo antes de que caiga al suelo desmadejado. Sin embargo rápidamente lo pierde de vista cuando otros cuatro kabane ocupan su lugar dirigiéndose a toda prisa hacia la Ryugujou. Todavía tiene mucho tiempo para dispararles pues se encuentra en el vagón de cola y será el último al que consigan llegar, pero cuando lo hagan...

Mientras los municioneros se afanan en recargar el cañón de vapor la voz de Tomohiro surge de la megafonía.

Atención, vagón artillado. Koizumi-san y Asano-san han salido con la motocicleta para llegar a la cabina de la hayajiro, reparar el motor y moverla de donde está. Cubridlos con el cañón (1) y los rifles (2) hasta que lleguen a su destino. El señor de Mibu dice que no le importa si la muralla recibe algún impacto, pero que bajo ningún concepto debe dañarse a la hayajiro.

Poco después la motocicleta de Yûki aparece en el campo de visión de Takeshi y Kotaro dirigiéndose de cabeza hacia la multitud de kabane...

Yûki había mirado de reojo la cantimplora que había recibido Asano de manos de Tomohiro. Quizás el pensamiento de tener un kabaneri detrás la había desconcentrado, porque sentía que no podia domar a su Rayito como en otras ocasiones. También podia ser por la ingente cantidad de enemigos que cubría la distancia que los separaba de aquella desconocida atrapada en el tren.

Su cuerpo se inclinó hacia delante un poco más, intentando centrarse ahora solamente en lo que tenía delante. No podia fallar. Tenía que proteger al mecánico y volver con su señor

Hasta donde alcanza a ver Arisa con sus poderes todos en la Ryugujou se encuentran en sus puestos. Los no combatientes quietos y abrazados unos a otros mientras los soldados disparan sus rifles a través de las troneras para eliminar a los kabane que corren hacia la Ryugujou. En el vagón de delante capta la presencia de Ryushun, que está haciendo un sondeo por su cuenta.

Arisa-san - le dice por telepatía. Su voz mental está desprovista de su tono relajado habitual - He captado la presencia de alguien vivo en la cabina de la otra hayajiro, pero me cuesta mucho llegar hasta ella ¿Aceptarías enlazarte conmigo para intentar hablar con esa persona?...

Acepto con un gesto respetuoso de agradecimiento la cantimplora la cual me cuelgo en el cuello y guardo bajo mis ropas de mecánico. Antes de marchar paso un momento a recoger lo indispensable para una reparación y de paso aprovecho que estoy en privado para darle un sorbo a la cantimplora, por un momento siento la necesidad de acabarla pero debía racionarla con cuidado.

Cuando al fin llego al vagón donde están los vehículos puedo comprobar que Yûki ya tiene todo preparado por lo que sin cruzar una palabra me siento atrás de ella de la misma manera que cuando asaltamos a los bandidos y le hago un gesto afirmativo para indicarle que estoy listo.

Al momento salimos y nos encontramos con toda la horda de kabane, con calma compruebo que la presión de la pistola antes de disparar contra los que se acercan contra nosotros.

Jefe, lo primero espero que te recuperes del gripazo. Lo segundo son un par de dudas que prefiero solventar antes de postear para evitar liarla pardisima: -Disparar justo enfrente de la moto no deberia tener mas penalizador que disparar 35 metros por delante? Mas que nada por la posibilidad de volar a los dos majaras motorizados. Quiero hacerme una idea de la situaciòn ante la amenaza de hacerme un 2x1... -Si disparo 35 metros delante y saco un 1...sigo volando la moto? Gracias por resolver las dudas y lo dicho: mejorate prontito y descansa!

Apenas soy capaz de oír nada por encima de los sonidos de explosión, salvo el vozarrón de Kotaro. Mientras están recargando el cañón levanto la cabeza.

-¡SOLO SI TU ME EXPLICAS TU CAMBIO DE LOOK!.- Comento a voz en cuello. Entonces oímos el mensaje por megafonía y miro a los municioneros con un gesto desencajado.- Hay que joderse...aún por encima con exigencias.- Vuelvo a pegar la cara a la mira, sólo para ver la moto yendo directamente contra los monstruos.- Estoy viendo a un par de tarados en una moto, y ahora también tengo que procurar no darles a ellos. A un puto blanco móvil, y sin joder la puñetera hayajiro...

Jurando en arameo entre dientes observo durante un par de segundos la moto, intentando predecir sus movimientos para limpiarle el camino justo delante, porque si disparo mucho más adelante corro riesgo de volar la otra locomotora, y aunque una parte de mi cabeza está cuestionándose qué pasaría si cumplo las órdenes "a mi manera"...hay que comportarse como un adulto.

-Y si sale mal nos quedamos sin mecánico y sin la chiquilla...- Comento con una sonrisa sesgada antes de volver a abrir fuego. Justo en el momento tengo que cerrar los ojos por la humareda que provoco con cada disparo, y justo después busco febrilmente para comprobar que no le he dado a la moto ni a la hayajiro. Al darme cuenta de que no me he marcado un 2x1 en compañeros de viaje ni me he ganado una reprimenda se me escapa un grito de triunfo. Esto es increíble- ¡TOMA YA!

La presencia de Ryushun no sorprende a Arisa, pero sí lo hace su mensaje repentino.

- ¿Todavía queda alguien con vida? En ese caso, tiene que estar o muy escondido o huyendo... En cualquiera de los casos no debemos perder tiempo. Adelante, hagamos el enlace.

Intentando recordar lo que había practicado con su madre, Arisa vacía la mente, centrándose sólo en la voz que le llegaba de Ryushun, dejando que fluyera como un río a través de ella, buscando el mar mental de la otra persona.

¿Pero qué cojones? – la noticia de Tomohiro sobre la acción pseudosuicida de Yûki y Hideo desconcertó a Kotaro. Forzó la vista y no se lo acababa de creer, hasta que Takeshi también confirmó lo que estaba sucediendo. -- ¿Tantas ganas tienen de morir? Podría haber ocurrido cualquier cosa en el campamento de Sachiko, pero es que aquí hay certeza absoluta de que se dirigen a la puta muerte. ¿Tanta fe tienen de que les vamos a estar salvando siempre el puto culo de sus propias putas imprudencias?

Jefe – vuelve a llamar a Shimazu mientras trata de afinar tanto como puede su puntería para el siguiente disparo – la enana y el otro, el mecánico. ¿Cuánto tiempo llevan en la Ryugujou? ¿Apostarías todo tu acero kabane a que no vuelven vivos a Kongoukaku?

Con paciencia aguarda al disparo de artillería. No tendría sentido disparar ahora cuando todavía no sabe cuántos kabane va a barrer Takeshi. En cuanto finalmente impacta el proyectil contra el suelo, rápidamente busca al primer kabane que más en riesgo podría suponer para la trayectoria de la moto.

Mh… -- la distancia era demasiada para un disparo preciso, pero situaciones extremas requieren de decisiones extremas. Además, el mecánico era otro monstruo, por lo que si fallaba el disparo y le daba en la espalda sobreviviría… ¿no?

Sin mucho remordimiento apretó el gatillo. El objetivo era simplemente desequilibrar a un kabane que irremediablemente parecía estar a punto de abalanzarse sobre los dos suicidas.

El primer disparo de Hideo abre un enorme agujero en el vientre hinchado de un kabane que cae al suelo al tropezar con sus propios intestinos desgarrados. Sin embargo cuando intenta hacer el segundo disparo la motocicleta salta sobre un bache, lo que unido al retroceso de la pistola hace que ésta salga despedida hacia atrás. El kabaneri siente un leve tirón en la espalda cuando la pistola tensa la conexión con la caldera. El arma empieza a repiquetear contra el suelo (1)

Mientras tanto Yûki maniobra su motocicleta con dificultad para mantenerse lejos de las ansiosas garras de los kabane. El peso extra de Hideo resulta un estorbo pero aún así consigue esquivar a muchos hasta que...

¡El cañón de vapor! Takeshi ha hecho un disparo justo delante de la moto. Los dos pesados proyectiles crean una explosión llameante en la que la motocicleta se mete de cabeza (2)...

El disparo de Takeshi provoca una explosión llameante que envuelve a los kabane en una tormenta de fuego y metralla justo delante de la motocicleta, que salta directa hacia las llamas. Kotaro aún acierta a distinguir a un kabane cercano que por algún milagro se ha librado de la explosión y al que el disparo del presidiario amputa una pierna a la altura de medio muslo.

Yo sólo apuesto por mí, chico - gruñe Shimazu disparando su rifle - ¡Dales un poco más de espacio, maldición! - le grita a Takeshi

Un nuevo aviso de Tomohiro llega a través del interfono.

Hemos recibido nuevas instrucciones de Mibu. Van a enviar a una conductora de hayajiro para mover la Lady Lovibond. Fukui Tomoe-sama nos pide que hagamos un disparo lo más cerca posible de la entrada para que puedan sacarla (1)...

Ave Maria

La consciencia de Arisa se enlaza con la de Ryushun y juntas viajan hacia delante, llegando hasta una mente atormentada por la impotencia y la desesperación. Arisa y Ryushun ven por un instante a una mujer extranjera de pelo del color de la paja y ojos castaños anegados en lágrimas con el rostro marcado por el hambre y la tristeza. De fondo se escucha el incesable golpeteo y los gemidos hambrientos de los kabane.

Señor todopoderoso perdóname, pues he perdido la esperanza - se oye un chasquido metálico - Si no son los kabane los que me arrebatan la vida serán los señores de Mibu en su necesidad de castigar a un culpable de esta tragedia. No los odio porque no me vayan a dejar demostrar mi inocencia, pero no puedo permitir que mediante el tormento me obliguen a admitir una culpa que no es mía - Arisa y Ryushun sienten algo frío bajo la lengua, como si tuvieran el cañón de un arma apoyado contra el cuello - Permíteme que te entregue mi alma libre de culpa y odio, y te ruego que alivies mi dolor por no entender cómo he llegado hasta aquí - el punto frío tiembla mientras la mujer dice sus últimas palabras - P... por favor. Pe... perdóname...

Al principio parecía que íbamos bien, Yûki se movía entre los kabane como si nada y yo conseguí acabar con uno que se interponía en el camino pero de repente todo se torció. Primero un maldito bache, la culpa no era de la guardaespaldas ni mucho menos, bastante estaba haciendo consiguiendo pasar ante esa horda, pero el pequeño salto hace que el arma me salte de las manos. Al momento noto el tirón de la conexión de la caldera por lo que cojo el cable y tiro de él para recuperar el arma. Pero lo peor aún estaba por llegar, justo cuando recojo la pistola escucho el inconfundible ruido de una explosión por lo que miro al frente para encontrarme con la susodicha y ver como íbamos directa hacia ella. Instintivamente intento cubrir lo máximo posible a Yûki para evitar que reciba daño, al fin y al cabo mi cuerpo se recuperaba mucho más rápido...

Yûki se aferraba con fuerza a la moto, aunque sabía bien que ese no era el problema, pero se había propuesto escoltar a Hideo-san en su misión de reparar aquel tren y a su pasajera extranjera. Se concentró lo máximo que pudo sintiendo como el mecánico intentaba protegerla de aquel fuego del que pudo percibir su calor de todas formas. Aquello aliviaba la carga de preocuparse por su espalda.

Miro al jefe de guardias.

-Si les doy más espacio vuelo la Ryugujou.- Comento con tono gélido.- Ellos se han metido en ese berenjenal, hemos tenido una suerte de locos de que no fallara el tiro.

El impacto emocional que sufro al escuchar la transmisión es tan fuerte que me inclino sobre el cañón como si acabara de recibir un puñetazo en el abdomen. Está viva, pienso mientras me aferro con ambas manos a los controles con tanta energía que los nudillos se me ponen blancos. Está viva y lo suficientemente bien como para dar ella las órdenes, ya me ocuparé luego de saber la razón porque ahora sólo oigo un pitido, cada vez estoy respirando más rápido y por el dolor que siento en el pecho es probable que me esté dando un infarto. Todo de puro alivio.

Desde que empezó toda esta historia temía que le hubiera pasado algo horrible, saber que está sana y salva ha provocado que ahora necesite que el disparo sea perfecto. Y que me esté dando un ataque de ansiedad de manual.

Me importa una mierda si los que me rodean se dan cuenta de que me caen las lágrimas por las mejillas, así que suelto las manos de los controles e intento respirar despacio y acompasadamente, ambas manos en las rodillas para darme un poco de espacio y tranquilidad y ver si así dejo de temblar. En vez de imágenes de muerte y destrucción ahora mi mente está llena de paseos por las murallas y largas tardes en su biblioteca. Ella me inculcó el amor por los libros y heredé su interés por saber cómo funcionan las cosas. Con padre discutiría hasta que el cielo es azul, pero iría al infierno por ella sin hacer preguntas.

Ahora que casi puedo respirar como una persona normal me incorporo y vuelvo a acercarme a la mira de distancia para buscar el mejor ángulo para disparar todo lo cerca que pueda de la puerta de la muralla. Voy a limpiar esa puñetera puerta aunque sea lo último que haga, pero el cañón está puesto de una manera que no permite la inclinación que necesito para disparar según mis cálculos. Con un gesto brusco doy una patada a una de las piezas del cañón, provocando que se levante apenas un par de centímetros, y vuelvo a comprobar el ajuste. De perlas.

Me seco la cara con la manga de la camisa y pego la cara a la mira, repitiendo los cálculos en mi mente tal y como ella me enseñó. Respiro hondo un par de veces, su risa resonando en mi cabeza.

-Vale chicos.- Carraspeo y aferro los controles, así por lo menos el tembleque de las manos no es tan evidente.- Allá vamos.

En el momento de abrir fuego digo una leve plegaria mientras cierro los ojos, rezando para no ser el culpable de su muerte. Sólo los abro cuando oigo el impacto de mi proyectil, intentando comprobar si ha sido un disparo certero...

Arisa siente el dolor de esa mujer como si fuera el suyo propio y aguarda aguantando la respiración, esperando que sea ella misma la que reaccione. Por desgracia, el frío metal en su cuello y la desesperación que la invade por un momento, le indican que ya está perdida...

- ¡DETENTE! - la desesperación sale como un grito de la joven psíquica, sin estar muy segura de si su cuerpo también ha actuado a la vez que su mente - ¡¿Por qué quieres morir?! Ni siquiera sabes qué ha ocurrido, ¿verdad? Tú no tienes la culpa... ¡¿Y aún así quieres morir?! Piensa en tus compañeros, piensa en todos los que han intentado protegerte... ¿Crees que ellos se merecen...? No, ¿crees que ellos querrían que murieses? Sus vidas no deben ser desperdiciadas en vano. Si son los kabane los que han acabado con ellos, lucha, acaba con todos cuantos puedas, ¡véngate! Y si no tienes fuerzas para ello, lo mínimo que puedes hacer es buscar la verdad. Saber qué ha ocurrido, y quién es el verdadero responsable de esta desgracia. Tal vez no por ti, ni por ellos, sino por sus familias y amigos. Por todos los que les han protegido antes de que ellos te protegieran a ti... Debes seguir viviendo.

Arisa nota algo cálido y húmedo bajando por sus mejillas y traga saliva, sin estar muy segura de si son suyas las lágrimas o de la mujer. La psíquica siente cómo su conexión tiembla por culpa de su mente, cada vez más enturbiada, pero vuelve a concentrarse, aferrándose a la mente de aquella pobre mujer.

- Una hayajiro acaba de llegar a Mibu, con un noble comprensivo como pocos dirigiéndola. Si quieres demostrar tu inocencia y honrar la muerte de los caídos, debes seguir viviendo hasta que puedan sacarte de allí... No te dejaremos sola.

Los brazos de Hideo rodean a Yûki. Pequeños fragmentos de metal y piedra se incrustan en ellos pero son expulsados casi a la misma velocidad a la que entran. Con la cabeza gacha y los ojos protegidos por sus gafas de piloto, Yûki aferra con fuerza el manillar de la moto y acelera lanzándose de cabeza contra la deflagración. Con un movimiento experto de las piernas hace saltar la motocicleta sobrevolando el cráter abierto por la bomba atravesando la nube de humo y fuego. La motocicleta termina por aterrizar encima de un kabane que estaba intentando levantarse. Las ruedas le dejan marcado el pecho y la cara. Yûki y Hideo sólo lo perciben como un pequeño bache.

Muchos kabane que no han quedado reducidos a trozos sanguinolentos por la explosión han sido derribados por la onda expansiva, por lo que sólo pueden extender sus brazos mutilados hacia la motocicleta mientras pasa como una exhalación entre ellos. Yûki dirige la moto hacia el puente levadizo de Mibu y se mete por el carril de servicio.

Sin embargo el problema más importante está junto a la locomotora, y es que docenas, acaso cientos de kabane se arremolinan entre las paredes del túnel donde se encuentra detenida y la hayajiro. Va a ser imposible sortearlos o pasar entre ellos. Mientras Yûki y Hideo piensan en alternativas el cañón de vapor vuelve a disparar con increíble precisión. El pesado proyectil impacta justo en el centro del grupo de kabane haciéndolo pedazos sin provocar daños significativos en el puente, la hayajiro o el túnel. La motocicleta deja un rastro rojo oscuro al atravesar la zona cubierta de cuerpos mutilados, algunos de los cuales todavía se retuercen inútilmente. El hedor de la pólvora quemada y la carne destrozada revuelven los estómagos de Yûki y Hideo.

Al llegar a la locomotora Yûki tiene que hacer de tripas corazón y dejar la motocicleta en el túnel con la esperanza de poder recogerla más tarde. De los vagones de la hayajiro empiezan a salir más kabane que reemplazan a los que había antes. La joven y el kabaneri se apresuran a subir la escalerilla y encerrarse en la cabina.

A primera vista resulta obvio que el ingeniero que diseñó esta hayajiro es extranjero. Aún así los mandos y medidores son lo bastante parecidos como para resultar familiares. A la derecha de la entrada se encuentran la radio y el sistema de comunicación interna...

Yûki y Hideo saltan hacia el interior de la nube de humo para reaparecer segundos después rebotando sobre algo y seguir su camino. El puente levadizo y la entrada del túnel están saturados de kabane, lo que plantea a Takeshi un disparo realmente difícil. Si se desvía aunque sólo sea un poco puede derribar el puente o dañar irreversiblemente la hayajiro haciendo imposible moverla. Además tiene un plazo de tiempo limitado que se agotará en cuando la moto llegue hasta allí.

Dos disparos. Uno para el puente y otro para el túnel. Algo totalmente demencial, increíble, imposible. Pero Takeshi ajusta la altura y el ángulo de ambos cañones con precisión milimétrica y siente la sacudida del disparo de ambos cañones.

Dos explosiones perfectamente alineadas crean una inenarrable carnicería entre los muertos vivientes del puente y el túnel del lado de estribor de la hayajiro. La moto culebrea amenazando con resbalar debido a la sangre y los trozos de carne mutilada, pero finalmente consiguen entrar y perderse de vista en el túnel...

Kotaro ya no puede hacer más por esos dos, así que busca otros objetivos para su rifle. Mientras estaban distraídos con la moto una horda de kabane ha llegado hasta la Ryugujou desde el otro lado y empiezan a aporrear la hayajiro mientras los soldados de los otros vagones disparar sus rifles para eliminarlos. Por ahora la ventaja es para los defensores ya que los kabane no pueden atravesar el grueso blindaje de la Ryugujou ni abrir sus puertas selladas.

Más por hacer algo que por necesidad Kotaro se entretiene vaciando un par de cargadores sobre los kabane mientras Sonbei le proporciona municiones y una caldera nueva. 

Sin embargo una figura que se mueve entre la multitud le hace dar un respingo: un kabane gigantesco de más de tres metros de altura formado por varios kabane abrazados entre sí y con la carne medio fundida. El brillo de varios corazones destaca sobre el cuerpo del monstruo. Desde su posición Kotaro cuenta al menos tres. Y lo peor es la gruesa barra de metal oxidado que el monstruo empuña a modo de arma. Los disparos de los soldados ni siquiera consiguen hacerle trastablillar y sigue avanzando imparable.

Cuando Kotaro le apunta con su rifle el monstruo se mete en el paso entre el vagón de los peones y el de pasajeros de tercera clase (1)...