Partida Rol por web

Lyashi espera pacientemente a que le contesten a su pregunta, y sonríe agradecida cuando Tomohiro le dice que sí, tratándola con el título de respeto de su familia, Untenshu. - Muy agradecida, Tomohiro-dono. - Se percata de que había dos o tres personas pendientes de la respuesta del Señor de la Hayajiro, y toma nota mental. Al parecer, cuenta con algún aliado y eso de es agradecer.

Se pone colorada de nuevo al escuchar la petición de Tomoe de que la permita hospedarse en su casa y agradecerle lo que ha hecho por Mibu. Realiza otra profunda reverencia agradeciendo el trato de favor y la amabilidad, y con cuidado, coge a Alma para ayudarla a levantarse. La cogió por debajo del hombro y trató de levantarla, pero no pudo y se percató de que Yûki se había ido tras Tomohiro. Volvió a apoyar la cabeza de Alma en sus rodillas y frunció los labios mirando alrededor, buscando ayuda, ya que ella sóla no podía con la extranjera.

Su mirada se cruzó con la de Takeshi, el hijo de Tomoe, e instantáneamente el rubor vuelve a cubrir su rostro, se nota acalorada y empieza a notar que le falta un poco la respiración. - ¿Pero qué me pasa? ¡Ni que fueras primeriza, Lyashi! - se recrimina a si misma. No es que tenga vergüenza en sí por estar tratando con éste tipo de gente, más bien es un sentimiento que ha estado cultivando tanto tiempo que le es difícil quitárselo de encima.

Durante años ha estado autoinculpándose de su situación, castigándose mentalmente de que no merecía más de lo que tenía, y a la vez soñando con algo mejor, con el respeto de sus congéneres, con una posición más acorde a sus habilidades y esperanzas...y ahora que empezaba a probar algo de las mieles con las que tanto había soñado, se le estaba haciendo cuesta arriba acostumbrarse. Simplemente, ser tratada con respeto por gente de categoría superior, hasta hace muy poco era un sueño para ella, y no una realidad. Era agradable, y la pillaba totalmente fuera de contexto...pero en otro contexto, su encuentro con Takeshi hubiera sido muy diferente, al igual que la reacción de ella, aunque no creía que él deambulara por lugares como los que frecuentaba ella.

Inspirando, compone una expresión seria pero agradecida y contesta al guapo muchacho - Si tuviera algo de ayuda podríamos moverla sin dañarla, Fukui-Sama. ¿Sería posible trasladarla en camilla? Es más seguro y cómodo. -

Traed una camilla y llevadla al castillo - ordena Tomoe a los soldados que custodiaban a Alma - Ponedla en una habitación de invitados para que descanse. No quiero que nadie la moleste ¿Entendido?

¡Sí, señora! - responden al unísono...

Lyashi realiza una breve reverencia con la cabeza hacia el noble hijo de la señora de Mibu y camina al lado de la camilla, dispuesta a vigilar a su paciente hasta verla en un lugar seguro y cómodo...

De algún modo, siente las miradas de ellos dos en su espalda, y no puede evitar sentir un hormigueo recorriéndola de arriba abajo...por distintas razones.

^{- ¿Qué nos estás obligando a hacer? Nos descubrirán y nos mandarán donde merecemos, al arroyo, sólo somos unas p...-}

^{- ¡Cállate, no es cierto! ¿No hemos arriesgado la vida por todos? ¡Merezco un poco de respeto! ¡He salvado Mibu! -}

^{- ¿Respeto? ¡JAJAJAJAJA! Respeto dice la muy furcia. Lo perdiste cuando decidimos rendirnos en lugar de luchar, cuando decidimos que comer poyas era mejor que... -}

^{- ¡CALLA! Era una cría, no tenía más modos...¡me hubieran violado igualmente!. ¿Por qué no aprovecharme de eso que tanto deseaban? ¿Era mejor dejar que me pegaran palizas y me violaran una y otra vez? Al menos así nos he mantenido vivas. -} 

^{- Sí, pero no paramos...nos acostumbramos, tesssoro....-}

^{- ¡Pues eso ha cambiado, ahora tengo una oportunidad y no pienso desaprovecharla, así que deja de malmeter y ayúdame!. -}

^{- Ayúda por aquí, encárgate de él por allá, siempre me pides... -}

^{- ¡Ah, ya vale! Sólo déjame pensar...déjame. -}

^{- ... -}

Castillo de Mibu

La habitación de Takeshi está tal y como él la dejó. Tras darse un baño relajante y cambiarse de ropa Takeshi observa los andenes por la ventana y las alargadas figuras de la Ryugujou y la Lady Lovibond. La información revelada por Yamato Ryushun ha sido mucha y muy preocupante. Ese grupo de fanáticos, el Kokuryukai ¿hasta dónde llegará su influencia?

La puerta de la habitación se abre interrumpiendo los pensamientos de Takeshi. Allí está su madre, ya aseada y con un kimono limpio.

Mi niño - ya no hay rastro de la noble y orgullosa samurái de los andenes. Ahora es sólo una madre feliz de ver a su hijo sano y salvo. Cierra la puerta y se dirige hacia Takeshi, envolviéndole en un cálido abrazo. Takeshi puede sentir en el cuello la humedad de sus lágrimas de alivio y alegría. Cuando Tomoe se separa de él mantiene las manos sobre sus hombros y le mira a los ojos - Dime una cosa ¿Quién es esa "Ueno-san"?...

Castillo de Mibu

Al llegar al castillo los sirvientes de los Fukui se han llevado a Arisa para darle un largo baño con hierbas aromáticas y vestirla con ropa limpia. Una vez aseada y limpia la conducen a una habitación de invitados. Cuando está a punto de abrir la corredera ve que Ryushun está siendo conducido a la habitación contigua a la suya.

Arisa-san ¿Compartirías la cena conmigo? En los andenes me pareció que teníamos una conversación pendiente...

Castillo de Mibu

La invitación de Tomoe resulta no ser baladí. En primer lugar los sirvientes la conducen a un baño donde le quitan la sucia ropa militar que lleva y la meten en una bañera llena de agua caliente. Varias mujeres la frotan, la enjabonan, la enjuagan y vuelven a empezar. Cuando ya piensa que la van a disolver como un terrón de azúcar la sacan de la bañera, la untan la piel con aceites aromáticos y le peinan el enredado cabello. Por último la visten con un sobrio kimono celeste decorado con flores de cerezo blancas.

Finalizado el aseo la llevan a una habitación en la que fácilmente cabría toda su antigua casa. Encuentra su vestido bueno lavado, perfumado y pulcramente doblado. Su ballesta ha sido pulida, barnizada y aceitada. Las partes metálicas oxidadas han sido reemplazadas y le han puesto una cuerda nueva. A su lado hay un carcaj de bambú nuevo repleto de virotes.

En el centro de la habitación hay un kotatsu con una manta más gruesa que sus dedos en la que han puesto un auténtico festin. Lyashi sólo reconoce algunos de los platos que hay esperándola, pudiendo sólo suponer lo que son la mayoría. Para beber dispone de agua y un sake que para nada se parece al licor barato que bebía en la casa de comidas de Abe-san para las celebraciones.

Korusu-sama - dice un sirviente mientras Lyashi intenta decidir por dónde empezar - Araki Suzume-sama, de la guardia de Mibu, solicita verla ¿Desea usted recibirla?...

Andenes de Mibu

Tomohiro camina lentamente, abstraído en sus propios pensamientos. Yûki puede intuir algo de lo que está pensando: rabia contra el Kokuryukai, culpabilidad por haber atraído su atención, preocupación por sus próximos pasos...

Necesitamos más soldados - dice de repente - No puedo seguir protegiendo la Ryugujou con el contingente tan pequeño que tenemos. Aún queda espacio en el vagón de soldados para albergar unos cuantos más ¿Crees que Eiji-Dono accederá a cederme a algunos guardias de Mibu cuando hayan limpiado la ciudad? Tal vez debí ser un poco más amable con él. Ahora está furioso por el desplante que ha sufrido en el asunto de la extranjera ¿Qué debería haber hecho? - suspira - Cómo odio la maldita política. Qué ridículo me resulta que la gente considere complicada la ingeniería.

Esta súbita explosión pilla a Yûki completamente desprevenida. Tomohiro nunca se le había abierto de ese modo...

Cantina de la Ryugujou

¿Ahora eres tímido? - dice Yuuma divertida - Qué mono. Pero no te preocupes. Tengo un camarote privado arriba, junto a la cocina. Allí nadie nos molestará.

La mujer lleva a Kotaro de la mano hacia el piso superior del vagón-cantina. El camarote de ella es pequeño y sólo tiene una mesa plegable, una estantería y un armarito del que saca un grueso futon con varios remiendos.

Espérame aquí - le dice tras sentarlo en el futon. 

No tarda en volver llevando una gran bandeja cuadrada repleta de dulces. Tras poner la bandeja en el suelo coge uno y se lo mete a Kotaro en la boca. El pastelito se deshace en la boca del joven liberando un sabor dulce y amargo a la vez - No lo tragues demasiado deprisa. Aún tengo que servirlos - dice con una sonrisa pícara.

Se pone en pie y se quita el pañuelo que le cubre la cabeza liberando una abundante melena negra. Después, con algo de timidez, se desprende del kimono quedando desnuda ante Kotaro. El cuerpo que descubre es delgado pero de formas bien definidas, suaves y redondeadas. Sus pechos son redondos y tienen unos pezones pequeños y rosados. Las caderas son voluptuosas y se siguen con unas piernas firmes y bien torneadas. Y en medio su vulva apenas cubierta por una pequeña mata de vello.

Espero que te guste lo que ves - dice algo insegura. Se tumba junto a Kotaro y empieza a ponerse los dulces sobre los pechos, los pezones, el vientre plano y su entrepierna. Luego cruza los brazos tras la nuca y mira a Kotaro expectante - Que aproveche...

Enfermería de la Ryugujou

¿¡QUÉÉÉÉÉÉÉÉÉÉÉÉÉÉÉÉÉÉÉÉÉÉÉÉÉÉÉÉÉÉÉ!? - la reacción de Kagura al enterarse de la incorporación de Lyashi ha sido exactamente la que Hideo había previsto - ¿Pero por qué?

Cálmate, Natori-san - intenta calmarla Chihiro - No te ha echado. Sólo ha contratado a una nueva conductora. Eso es todo.

¿Pero por qué? - Insiste Kagura - ¿Qué falta le hace? ¡Yo me valgo sola para conducir la Ryugujou! Esto es... es... ¡Es culpa vuestra! Si me hubierais dejado volver a mi puesto de trabajo ahora no estaría en esta situación...

Miro con gesto de clara curiosidad a la muchacha morena y luego hasta me giro para comprobar que me está contestando a mí con semejante respeto. Al final se me escapa otra risita pero miro con gesto serio a los soldados que empiezan a mover a la extranjera desmayada, comprobando que pueden hacerlo a satisfacción de la señora de Mibu. Al menos eso espero, por el bien de los propios soldados.

-Eso es mucho título para mí por ahora.- Comento tranquilamente mientras le hago un gesto a la joven noble.- Después de ti, Furuhashi-san.- Observo a la chica de cabello oscuro...de la que no recuerdo el nombre.- Y después de ti también.

Mientras me seco el pelo con una toalla después del baño miro por la ventana pensando en todas las novedades que se han desvelado durante la corta charla. En mi mente intento pensar si he visto a alguien en la Hayajiro comportándose de forma “extraña” o que demostrara clara repulsa a los extranjeros, pero no soy capaz. Estaba demasiado concentrado en otras cosas entonces y estoy demasiado cansado ahora.

Me giro cuando oigo abrirse la puerta y dejo la toalla en el alfeizar de la ventana. En un par de zancadas he llegado al centro de la habitación y abro los brazos para recibir a mi madre. La estrecho contra mí con fuerza y apoyo la mejilla en su cabeza un momento, maravillándome de lo baja que me parece ahora. Aprendí a andar agarrado de su mano, y ahora apenas me llega a la barbilla.

Cuando se aparta de mí le sonrío con suavidad, agradecido por el contacto de sus manos en mis hombros, pero al oír su pregunta se me escapa una corta carcajada. Ahora no tengo que comportarme, sólo estamos nosotros.

-Madre, no cambiarás nunca.- Comento con cariño en la voz y con suavidad le acaricio la mejilla un segundo, secando el rastro de lágrimas que han quedado.- Hace meses que no nos vemos, y lo único que me preguntas es un nombre que has escuchado de refilón.- Niego con la cabeza, divertido a pesar de que el rubor empieza a subirme a las mejillas. Al final cedo porque no tengo más remedio.- Ueno Chihiro es la médico de la Ryugujou, hemos estudiado juntos los Kabane durante años.- La miro y vuelvo a sonreír ampliamente.- ¿He satisfecho tu curiosidad?.

Aunque mi tono de voz es ligero estoy prestando atención a sus gestos, intentando discernir su parecer acerca de lo que le acabo de decir. De su reacción dependerá si sigo con el tema o no...

No puedo evitar reírme ante el grito de Natori, lo cuál por supuesto me hace ganarme una mala mirada de ambas mujeres.

- Lo siento, lo siento. Pero es que siempre te pones así- digo mientras recupero el aliento e intento explicarlo-  Tomohiro-dono la ha aceptado porque fue ella quién lo pidió. No sé su situación exacta pero estaba claro que no quería seguir en esta ciudad.-una vez expuesto esto me siento algo mal por la risa anterior así que intento ayudar a la doctora en calmar a la maquinista.- Y no tienes que preocuparte por ella, la he visto conducir y es buena. Pero le faltan años para siquiera llegar a tu nivel, míralo como si hubieras conseguido una nueva aprendiz. ¿Te ves capaz de ello?- dicho esto sonrío sin ningún atisbo de sorna para que note que voy en serio.

Aquello era un sueño hecho realidad. ¿Qué chica no había soñado con algo así alguna vez? Lloró de felicidad cuando la estaban aceitando y peinando, sin creer que esto le estaba pasando a ella. Avergonzada, dio las gracias a las asistentas, que con tanto mimo y firmeza la trataban.

Al llegar a su cuarto, tocó con la punta de los dedos su vestido, oliéndolo y disfrutando del aroma. La ballesta parecía otra nueva, incluso el carcaj valía una barbaridad en comparación con el anterior, aunque eso era superflue para ella. Ojalá no necesitara eso. 

A punto está de dejarse caer en la cama cuan larga es, pero el olor que hay en la habitación....se gira y ve el festín, percatándose del rugido de su estómago. Tan absorta estaba mirando la comida que pega un bote cuando el sirviente habla. - ¡No lo había visto! - se dice a si misma. - Sí...por..por supuesto. Que pase, por favor. - contesta, metiendo las manos en las mangas y esperando de pie a su visitante.

Lyashi realiza una breve reverencia con la cabeza hacia el noble hijo de la señora de Mibu y camina al lado de la camilla, dispuesta a vigilar a su paciente hasta verla en un lugar seguro y cómodo...

De algún modo, siente las miradas de ellos dos en su espalda, y no puede evitar sentir un hormigueo recorriéndola de arriba abajo...por distintas razones.

^{- ¿Qué nos estás obligando a hacer? Nos descubrirán y nos mandarán donde merecemos, al arroyo, sólo somos unas p...-}

^{- ¡Cállate, no es cierto! ¿No hemos arriesgado la vida por todos? ¡Merezco un poco de respeto! ¡He salvado Mibu! -}

^{- ¿Respeto? ¡JAJAJAJAJA! Respeto dice la muy furcia. Lo perdiste cuando decidimos rendirnos en lugar de luchar, cuando decidimos que comer poyas era mejor que... -}

^{- ¡CALLA! Era una cría, no tenía más modos...¡me hubieran violado igualmente!. ¿Por qué no aprovecharme de eso que tanto deseaban? ¿Era mejor dejar que me pegaran palizas y me violaran una y otra vez? Al menos así nos he mantenido vivas. -} 

^{- Sí, pero no paramos...nos acostumbramos, tesssoro....-}

^{- ¡Pues eso ha cambiado, ahora tengo una oportunidad y no pienso desaprovecharla, así que deja de malmeter y ayúdame!. -}

^{- Ayúda por aquí, encárgate de él por allá, siempre me pides... -}

^{- ¡Ah, ya vale! Sólo déjame pensar...déjame. -}

^{- ... -}

¡JAJAJA! Ese maldito de Minami está hecho un bocazas… -- no puede evitar reír al comprobar que hasta una cocinera que acababa de conocer era sabedora de algunas de sus perversiones.

Apenas logra desabrocharse la camisa debido a la inmovilización aplicada por la doctora en su brazo y hombro izquierdo. Sin embargo, por fortuna para él, los pantalones no presentan mayor obstáculo a la hora de quitárselos.

Sabes – se arrodilla, a punto de posarse sobre Yuuma – Hace mucho tiempo que no tomo un postre caliente de verdad – remarca – y sería una lástima que se enfriara mientras pierdo el tiempo quitándole la guarnición.

Con su brazo derecho levanta la pierna de la femenina mujer, guiándola para que le abrazara con ella por su cintura. Teniendo ahora libertad para acercarse con total intimidad sobre Yuuma, junta sus cuerpos y pone su cara a escasos centímetros de la de ella, mirándola con atención a los ojos y sintiendo el ritmo de su respiración*.

------------ Si no siente que Yuuma está incómoda o que de alguna manera hay gato encerrado -----------

Al empezar a mover su cintura siente a mil diablos clavar sus tridentes en su costado izquierdo. La maldita anestesia estaba empezando a dejar de hacer su magia.

…Oe… -- aguanta como puede la expresión de dolor que naturalmente le debería corresponder – Después de toda la tensión con los kabane y demás estoy un poco agotado. ¿Por qué no le haces otro favor a tu héroe? – Rompe el casi hermético agarre que tenía sobre la cocinera y se tumba bocarriba a su lado – No todas las mujeres tienen la fortuna de poder yacer conmigo. Demuéstrame lo agradecida que estás – fanfarronea, tratando de ocultar el verdadero motivo que le impide ser él quien lleve el ritmo.

Tomoe tuerce el gesto al escuchar la explicación de Takeshi - Supongo que eres consciente de los rumores que hay sobre esa familia ¿Verdad? - Takeshi no necesita más explicaciones. El desprecio que la nobleza ha mostrado hacia la familia de Chihiro ha provocado más de un episodio de llanto impotente en la joven (1). Tomoe ve el cambio de expresión de Takeshi y se arrepiente de lo que ha dicho - Perdona lo que he dicho, por favor - suspira - Y por sonar igual que tu padre.

Se aparta de Takeshi y se acerca a la ventana para mirar los andenes, más concretamente a la Ryugujou - Si hace dos semanas me hubieran dicho que iba a deberle tanto a esa hayajiro me lo habría tomado como una broma de mal gusto. Hay algo que me gustaría saber: con tu nombre, tu posición y tus conocimientos podrías haber trabajado en cualquier hayajiro que hubieras querido ¿Por qué elegiste la Ryugujou? ¿Fue por ella?...

¿Una aprendiz? - Kagura adopta un aire pensativo - No lo había visto así. Pero puesta a pensar las cosas... Chihiro-san, Koizumi-sama, Furuhashi-sama, esa tal Lyashi, yo misma - va levantando los dedos conforme va enumerando - ¿Creéis que Mogami-sama se está haciendo con un harén?

¡Na... Na... Natori-san! - dice Chihiro con el rostro rojo como la grana - ¿Cómo puedes decir esas cosas?

¡Tiene sentido! - sigue Kagura sin hacerle caso - Quiere convertirnos en esclavas de sus lúbricos deseos pervertidos y Hideo-kun es el encargado de vigilarnos - mirada suspicaz hacia Hideo - A fin de cuentas ¿Quién iba a sospechar del único que puede entrar en cualquier rincón de la Ryugujou sin que a nadie le extrañe?

Tiene que ser una broma - dice Chihiro

Sí, claro - responde con una sonrisa pícara - ¿O no, Hideo-kun?...

El sirviente hace una reverencia y hace pasar a Suzume, que mira embobada toda la suntuosa habitación - Oh, vaya - balbucea insegura - Si aquí cabe mi barracón entero y aún sobraría sitio.

El ruido de la puerta al cerrarse hace que Suzume dé un respingo y se ponga colorada de vergüenza. Se acerca tímidamente a Lyashi y tras mirarla unos instantes la abraza con todas sus fuerzas - Lo hiciste. A pesar de todos los motivos que tenías para negarte lo hiciste. Gracias...

Hablas demasiado - dice Yuuma sonriendo - Venga, acuéstate - Se pone a horcajadas sobre Kotaro y lo besa en los labios. Cuando empieza a moverse lo hace con una cuidadosa intensidad. Yuuma se entrega pero también toma. Le proporciona a Kotaro el mismo placer que le exige. A diferencia de las prostitutas que frecuenta el convicto no busca que él termine cuanto antes, sino que lo prolonga variando el ritmo de sus caderas, la suavidad de sus caricias y la intensidad de sus besos. Es una pasión imposible de fingir: la alegría por haber sobrevivido y la gratitud hacia quien lo ha hecho posible. El orgasmo de ambos llega simultáneo, abrasador y acompañado de suspiros de placer.

Jadeando y con una alegre lasitud Yuuma se acurruca en el costado derecho de Kotaro - Gracias - le susurra al oído - Espero que algún día encuentres esa paz que tanto necesitas...

Cuando parecía que si estaba calmando Natori vuelve a la carga con una pregunta que me pilla completamente desprevenido pero viendo la reacción de la doctora y la sonrisa de la maquinista empiezo a ver por donde van los tiros, por lo que finjo un tono lo más serio posible antes de contestar.

- Si contestase a esa pregunta debería encargarme de vosotras.- empiezo mirando directamente a los ojos a la maquinista.- Y luego tendría que darle explicaciones a Tomohiro-dono de porque su colección se ha visto reducida. Así que hacednos un favor a todos y olvidar esa teoría.- nada más acabo de decir esto me es imposible contener la risa y hecho a perder por completo la pantomima. Esa mujer conseguía que olvidase todo lo malo que había ahí fuera como ninguna otra persona y una parte de mí la odiaba por ello pero la gran mayoría simplemente la adoraba.- Será mejor que dejemos la broma antes de que Ueno-san se desmaye del susto y luego tenga que explicarle cosas a Fukui-san. Él cual por cierto se disculpa por no poder venir aquí pero su familia puede llegar a ser algo absorbente.- cambio de tema para darle un poco de cancha a la doctora, aunque suavizando un poco. Tampoco era plan de soltarle que su padre era un energúmeno y que su madre podría ponernos a todos en vereda con una simple mirada.- Pero eso no quita que quiera que vengas con el resto a su residencia a descansar.

Tras el baño, Arisa siente cómo todas sus preocupaciones desaparecen entre el olor de las hierbas aromáticas, cómo deja de oír el traqueteo constante de la Ryugujou y recuerda la buena vida de la que gozaba, antes de seguir su destino en la hayajiro. Con un suspiro de alivio, se olvida de los kabane, de las vidas que ha visto arrebatadas, incluso del sufrimiento de Alma y Sachiko...

Aunque sólo sea un momento de paz el que tiene, la joven decide aprovecharlo al máximo, por lo que no resulta extraño verla por los pasillos con una suave sonrisa complacida y la mirada soñolienta. Al llegar a su habitación, esa paz se rompe y Arisa se sonroja al ver que Ryushun va a la habitación contigua. "¿No estamos muy cerca? Como antes dormía con Yûki no lo había pensado, pero ¿y si le da por venir por la noche a mi habitación y...?" La psíquica baja la mirada, avergonzada, perdiéndose en pensamientos menos decentes de lo habitual, hasta que oye la propuesta del joven.

- Ah... Sí. - asiente, recordando lo que debían hablar y volviendo a su gesto digno habitual - Está bien, cenaremos.