Partida Rol por web

La respuesta que le había dado Asano-San debería ser suficiente por ahora, pero tenía mucho más que investigar. No se había planteado nunca que lo de los Kabaneri fuera una enfermedad, un virus. Creía a pies juntillas que era simplemente una maldición. Pero al escucharlo directamente de boca de otro, le pareció absurdo no haber caído antes en ésa sencilla cuestión. 

Obviamente, sólo ella sabía porqué nunca había pensado en éso. Porqué hasta ahora nunca había empezado a pensar como una doctora. Bueno, o al menos lo estaba intentando....pues estaba descubriendo que esa faceta también le atraía bastante, y ahora que tenía la oportunidad... 

Seguía pendiente también porqué Yûki se acercaba a él tan temerariamente...pero eran preguntas para otro momento. Por ahora confiaría que la mujer sabía lo que hacía, como hasta ahora, en lo poco que la había visto, había hecho. Parecía una mujer competente y seria, que se tomaba su trabajo muy en serio, al revés que otros que había conocido. 

Con todo, se agachó en una ligera reverencia hacia Asano-San y le musitó un escueto. - Gracias por la información, Asano-San. - aunque ambos pudieron observar la curiosidad que bailaba en sus ojos y las múltiples preguntas que ella anhelaba hacerles. 

Girándose, se encaminó hacia afuera, con el resto. 

El ir descubriéndose a sí misma en ésta situación de tensión no hacía si no que estimularla más para esforzarse en conseguir sus metas.

Ya nunca más volvería a su antigua y denigrante vida. 

- ^¿Seguro? - murmuró de fondo una pequeña voz en su mente, con tintes tenebrosos en la superficie reverberando por doquier. 

- _{Nunca más.} - aseguró convencida otra pequeña voz, tintineante y clara como el día, en contraposición a la anterior. 

- ^{Bof...pues ha habido un momento cuando mirábamos a Kotaro...¿o era a Takeshi?} - murmuró de nuevo, con un deje divertido y siniestro.

- _{Ca....calla. He dicho que no. Ya no soy esa.} - replicó la clara voz, quizá algo más alto de lo normal. 

Esperaba ver a Wong muerto pero para su sorpresa lo iban a encarcelar. Miró a Takeshi inexpresiva para luego posar sus ojos con calma en Gennosuke que no paraba de gritar. Sujetó el pomo de su katana y comenzó a desenvainarla, sin hacerlo del todo

- Solo necesito una órden para hacerlo callar. Aunque si me dais a elegir preferiria acabar con la miserable vida del asesino de vuestro padre. -

Al salir al exterior de la casa pudo observar como a lo lejos los soldados se llevaban a Kotaro, todos con cara de pocos amigos. 

Lyashi estaba lo bastante enfadada con él como para no importarle mucho que le dieran un pequeño castigo. - Una cosa es forjarte tu camino, otra muy distinta pisotear a los que te rodean para crecer. - pensó, acordándose de lo que había visto en el coche, con su visión interior, y de lo que había presenciado en el patio momentos antes. - ¿Será recuperable? - pensó, mientras veía al grandullón desaparecer por la puerta. 

Iba a pararse al lado de Takeshi-Sama, pero un par de pasos por detrás, conforme estaba antes, pero tuvo que detenerse al lado de Wong para asegurarse de que su herida no lo mataba antes de que fuera interrogado y metido en el calabozo. Presenció la escena que vino a continuación mientras apretaba el torniquete en el brazo del sirviente, y quizás apretó un poco de más al escuchar la declaración de Gennosuke. 

Un mucho de más. 

- Pero será malnacido y desgraciado...cabrón, estúpido, egoísta.... - pensaba Lyashi, mientras el nudo se apretaba con fuerza en el brazo de Wong. Si hubieran estado a solas, Lyashi se hubiera lanzado encima de aquel imbécil y le hubiera dado la somanta de palos más fuerte que hubiera podido. Contuvo su ira y se la guardó para un momento posterior.

Para qué mentir. 

Si hubieran estado a solas, Gennosuke hubiera gritado mucho antes de morir. 

Esperaba sinceramente que alguien le diera dos buenas hostias ahora mismo. 

Se notaba que Korusu-san no estaba del todo satisfecha con mis respuestas por lo que cuando no insiste en el tema hago un pequeño gesto de agradecimiento y prefiero no indagar en lo que esta murmurando. Si ella me permitía mi privacidad yo debía ser igual de considerado.

Cuando salimos fuera podemos ver como varios guardias están sacando a Kotaro fuera de la propiedad y la verdad es que mentiría si dijera que me sorprendía aunque fuese un mínimo. Pero rápidamente lo que me llama la atención es Takeshi, el pobre tenía la atención de todo el mundo y aun así se mantenían separado de él. Sino fuera por las causas de la situación estoy seguro de que tendría una cara de desagrado total hacia ellos por obligarle a algo que no quería.

A pesar de mis pintas portando la guadaña y llevando mi camisa ensangrentada en la otra mano decido ponerme a su lado, puede que ahora, como había dicho Korusu, fuese el señor de Mibu pero si el no me lo indicaba iba a seguir tratándolo como siempre.

- Dudo que el señor de la casa haya tenido nada que ver con lo acontecido.- intento sonar lo más formal posible pero sinceramente estas cosas no eran lo mío.- Por lo que pude escuchar al prisionero y su guardaespaldas, lo que ocurrió en este patio era para distraer a todos y escapar antes de que pudiésemos localizarlo. En ese momento especifico a Tadakatsu-sama como el objetivo principal a engañar. Lamentablemente el guardaespaldas ya no puede confirmarlo pero esa excusa de hombre si que debería.- concluyo mientras señalo a Gennosuke antes de que este empiece a gritar estupideces fanáticas.- No creo que sea buena idea Koizumi-san. Por irritante que sea, tiene información que sus jefes no querían que supiéramos. Matarlo ahora sería hacerle un favor.

Cuando termino de hablar miro preocupado al silencioso Takeshi, podía imaginarme por el infierno que tenía que estar pasando. Mi caso no había sido el mismo pero se parecía lo suficiente para saber que era probable que tuviese ganas de vengarse al momento y al fin y al cabo una palabra suya era ley ahora mismo.

Todo está yendo demasiado rápido como para que pueda serenarme, pero al menos acierto a asentir con la cabeza a Arisa con un tenso gesto de amabilidad. Sin poder evitarlo aprieto con fuerza las mandíbulas y enderezo todavía más los hombros.

Odio que me llamen Fukui-sama, no hay nada que me produzca más rechazo que el hecho de que me recuerden que sólo por ser hijo de quien soy la gente tiene que tratarme como si fuera mucho mejor que ellos, tenerme respeto y reírme las gracias buscando mi aprobación. Me reporta mucho más orgullo cuando se refieren a mí como ingeniero (o en los últimos tiempos artillero), porque al menos esos títulos me los he ganado a pulso. Pero no puedo hacer nada al respecto por mucho que quiera. Tampoco me gusta que me traten de “usted”, pero supongo que tendré que empezar a acostumbrarme.

Cuando Hideo se pone a mi lado tengo que pestañear muy rápido para evitar perder la compostura, y le agradezco en el alma (y en silencio) su tranquilo gesto de camaradería. Me giro hacia él para dirigirle una triste y tensa sonrisa, y enarco una ceja al darme cuenta de su aspecto. Con un gesto espasmódico miro mi propia ropa, que también está manchada de sangre debido a lo que he tenido que hacer.

Al escuchar las paranoias de ese despojo sin querer doy un paso al frente, lo que quiero hacer ahora es callarlo para siempre, pero eso iría en contra de los intereses de Mibu y de mi familia. En cambio aprieto los puños y me clavo las uñas en las palmas para mantener el semblante sereno. Ante la oferta de Yûki no puedo evitar que se me escapa una leve mueca. Según mi propia opinión el que ha matado a mi padre he sido yo, independientemente de las circunstancias y de que fuera su deseo. Podríamos haber buscado otra alternativa pero habría ido en contra de sus creencias, y voy a recordar lo que he hecho mientras viva. En silencio le hago una ligera reverencia con la cabeza a la guardaespaldas, agradeciendo su ofrecimiento.

-Amordazadlo.- Ordeno con voz tensa.- Le creo, Naraku-sama.- Digo con sinceridad.- Pero tenemos que llegar al fondo de todo esto.- Aturrullado por todo lo que ha pasado sigo en piloto automático, manteniendo los rangos que me han sido inculcados e ignorando que a partir de ahora ya no soy “Takeshi-kun” para nadie. Carraspeo intentando centrarme en lo que acaba de decir Hideo.- Debemos llevar al señor de Mibu a casa.- Digo con un tono de seguridad en la voz. Al primero que piense que me refiero a mí mismo le dispararé. No estoy preparado para esto...- Pediremos a Yamato-san que...estudie a estos dos impresentables.- Miro desde arriba a los dos hombres, mi tono de voz es totalmente gélido y monótono.- Estoy seguro de que de una manera o de otra conseguiremos toda la información que tienen dentro y todo se aclarará.- Aunque no lo he dicho la palabra "tortura" está escrita con enormes letras luminosas justo encima de los dos presos.- Después, si la señora de Mibu no tiene inconveniente, quizás acepte tu ofrecimiento, Koizumi-san.- Me giro un momento hacia ella. Mi tono de voz es tan desapasionado que creo que debería empezar a estar asustado, pero no lo estoy. Sólo quiero que sufran.- Siempre que vayas despacio.

- Por supuesto Takeshi-san - y sus palabras fueron selladas por el chasquido de la katana al enfundarse de nuevo.

Sólo entonces se dispuso a amordazar al hombrecillo

La joven psíquica sigue con la mirada gacha y sólo la alza al ver a los demás llegar, junto con el traidor de Gennosuke. En otra situación se habría asustado al ver al kabaneri con la guadaña aparecer de esa forma, pero en este momento le parece incluso algo bueno, comparado con todo lo ocurrido. Ya se ha dicho quién juzgaría a Tadakatsu, por lo que Arisa se mantiene esperando a que simplemente se marchen de allí. Por un momento, siente la necesidad de aplastarle la cabeza contra el suelo a Gennosuke, pero parece que Yûki ya ha pedido acabar con él en cuanto le den permiso. 

Mientras se dan todas las explicaciones y órdenes posibles, Arisa se queda cerca de Takeshi, mirándole de vez en cuando. Aprieta con fuerza el pañuelo que le ha dado y se muerde el labio para no acabar llorando de nuevo. La presión en su cabeza es cada vez mayor, al igual que la necesidad de disculparse con él y de conocer ya el castigo al que la someterá por haber fallado de esa forma. 

Pero no ahora... No pienso arrodillarme delante de estos traidores y Takeshi va a estar demasiado ocupado como para dedicarme un momento de atención. Ni siquiera sé si volverá a la Ryugujou después de esto...

Kotaro ríe ligeramente con un tono que denota un enfado muy agudo. -- ¿Mestizo? ¿Ahora también os hace sentir superiores el tener una apariencia diferente? – JEJEJEje… -- Antes de limpiar la calle hay que limpiar la casa. Antes de exterminar a los kabanes habría que acabar con la escoria como vosotros.

¡EH! ¿ESTÁS BIZCO? El corazón lo tengo aquí – se señala el pecho con el pulgar, mofándose del guardia que disparó al suelo – ¿O es que no tienes cojones de matarme? Vamos, si es por tu orgullo te puedo dejar una katana y tener un duelo con las mismas armas.

Ante la previsible negativa tácita del soldado, Kotaro se sube al vehículo mientras se vuelve a burlar diciendo “parguela” en voz baja.

Ahí dentro aprecian más a los inútiles que a la gente con pelotas – le dice a Minami.

-- El “señorito” – dice con retintín burlón – Takeshi Fukui ha ordenado que se me lleve ante Shimazu. No me gusta repetirme, así que contaré lo que ha pasado cuando me encuentre con él.

No voy a manchar mi acero con tu sangre maldita - replica el soldado antes de disparar justo donde ha señalado Kotaro...

Castillo de Mibu

Departure

Naraku Tadakatsu - pregunta Fukui Tomoe con tono ominoso - ¿Eres miembro de la organización conocida como el Kokuryukai o has tenido algún contacto con ella?

Jamás en mi vida, Fukui Tomoe-sama - responde el noble. Tadakatsu se encuentra arrodillado ante su señora, pero debido a su actitud cooperativa no está atado y Saito y Yûki son los únicos encargados de vigilarlo de cerca. Los ojos azules de la mujer se dirigen por un momento hacia Yamato Ryushun, que le contesta con un asentimiento de cabeza.

¿Eras consciente de los traidores que se escondían en tu casa?

La vergüenza tiñe de rojo el rostro de Tadakatsu. Ya no es capaz de mantener la cabeza erguida. Sus manos se tensan con tal fuerza que los nudillos se le ponen blancos - No, mi señora. Wong ha sido el hombre de confianza de mi familia desde hace años, pero desconocía totalmente su relación con el Kokuryukai. No... no tengo palabras para describir la vergüenza y la rabia que siento por esta traición. Si me lo ordenas me quitaré la vida para compensar mi fracaso.

Hay otro cruce de miradas entre Tomoe y Ryushun. El psíquico no dice nada que desmienta las palabras de Tadakatsu. Tomoe respira aliviada antes de clavar su mirada en Tadakatsu.

¿Y de qué me sirve la muerte de mis aliados? - espeta ella con rabia - No es tu muerte lo que necesito, Naraku Tadakatsu. Ni la tuya ni la de nadie que aún conserve su lealtad hacia la familia Fukui. Necesito vuestras vidas, dedicadas a encontrar y eliminar hasta el último miembro o simpatizante del Kokuryukai que haya entre nuestros muros ¿Lo comprendes?

Tadakatsu levanta la mirada sólo por un momento, mirando los azules ojos rebosantes de furia de su señora - Lo comprendo, Fukui Tomoe-sama. Yo, Naraku Tadakatsu, declaro que el Kokuryukai es mi enemigo jurado de aquí hasta el momento de mi muerte. Juro que los mataré en las calles, en los andenes, en casas nobles o de la plebe. Allá donde encuentre a uno de ellos mi katana se teñirá con su sangre.

Acepto tu juramento - replica Tomoe - Ahora hazte a un lado y observa a nuestro enemigo...

A los ojos de los demás, Fukui Tomoe mantiene la perfecta compostura que se espera de una samurái de su clase incluso ante las terribles circunstancias del ataque a su estación y la muerte de su marido. Sin embargo su hijo es capaz de sentir su corazón destrozado y notar los levísimos temblores de su voz mientras interroga a Tadakatsu. A pesar de todos sus defectos Tomoe amaba a su marido con toda su alma y su pérdida ha supuesto un golpe del que probablemente jamás se recuperará por completo.

Cuando Tomoe habla de no desperdiciar las vidas de los que le son leales Saito la mira como si le estuviera hablando a él. Al menos, Takeshi tiene la certeza de que era la intención de su madre. La fuerza con la que el capitán aferra su katana le indica a Takeshi que el Lobo de Mibu está haciendo para sí un juramento muy similar al de Tadakatsu. Que los dioses se apiaden de aquellos a quienes encuentre culpables, ya que el Lobo no lo hará...

Resuelto el juicio de Tadakatsu es el momento del principal responsable de la masacre de Mibu. Fuertemente atado y medio ahogado por la mordaza, Gennosuke es arrojado a los pies de Tomoe, la cual le quita la mordaza cortándola con su naginata.

Levantadlo - ordena Tomoe. Saito agarra el pelo del prisionero y tira hasta que éste se sienta sobre sus rodillas.

¡Fue todo idea de ella! - grita el hombrecillo apenas Saito lo suelta, intentando incriminar a Alma. La mujer lo mira con expresión de horrorizada incredulidad - No estaba contenta con... con los aranceles de Mibu y planeó su venganza...

¡MIENTES, RATA MISERABLE! - grita Ryushun. Tomoe hace callar al prisionero atravesándole una pierna con su Naginata.

¡AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAGH! ¡Piedad!

Ésto es sólo un pequeño adelanto de lo que te espera - dice Tomoe retirando su arma ensangrentada - No te quepa duda de que vas a morir por lo que has hecho. Lo único que puedes hacer es abreviar tu muerte diciéndonos todo lo que sabes ¿Me has entendido?

Yo... nunca tuve mucho contacto con el resto de miembros del Kokuryukai. Recibía las órdenes a través de cartas o mediante Yuudai, al que ese monstruo asesinó - señala con la cabeza a Hideo - Se suponía que me sacarían de Mibu mientras los soldados estaban ocupados repeliendo la invasión.

Me temo que lo que dice es cierto, Fukui-sama - interviene Ryushun - Este imbécil es demasiado poco importante como para que se le revelase más que lo justo para hacer el trabajo sucio. Por desgracia este rastro muere con el hombre que intentó asesinar a Asano-san...

¡No... no soy un imbécil! - protesta Gennosuke - ¡So... soy un patriota! ¡La plaga kabane, el bloqueo, la... muerte de Hinomoto! ¡Todo fue orquestado por extranjeros como esa perra de sucio pelo de paja por envidia y por miedo a nuestro glorioso país! ¡Y esta ciudad todavía le abría sus puertas a la Lady Lovibond y se aprovechaba de las ciencias y los artefactos de esos demonios! ¡Por eso debía desaparecer! ¡Un sacrificio aceptable a cambio de que todos vean que es necesario que los extranjeros en suelo de Hinomoto sean exterminados de una vez por todas!

No es necesario que Ryushun confirme que el hombrecillo cree lo que está diciendo con todo su corazón.

Calma. El castillo está lleno de murmullos y de las voces de los implicados en el juicio, también de las respiraciones pesadas de los más asustados o enfadados, pero ella solo siente calma.

El enfado por todo lo sucedido con el padre de Takeshi se había evaporado. Ahora lo veia como una oportunidad para el joven de empezar de nuevo, de reinventarse si queria. No sabía si se quedaría allí con su madre o regresaria con ellos, pero estaba seguro que el camino que eligiera sería el adecuado para él.

Miró a Arisa de reojo mientras se colocaba el pelo detrás de la oreja. Parecia que habia entablado buena relación con el chico ¿había algo más? Y Lyashi....esperaba que siguiera con ellos. Le caia bien. Y tenia que enseñarle a curar... ¿que pasaria si su pequeña Sachiko necesitaba atención y solo estaba ella? El recuerdo de la pequeña provocó que una timida sonrisa asomará a sus labios mientras sus ojos paseaban de Tomohiro a Hideo.

El mecánico era toda una caja de secretos que deseaba desentrañar, pero su relación era extraña. Quizás por la indiferencia de ella, por evitar ahondar en las amistades pero ¿para que servian? Tarde o temprano te hacian daño ya fuera intencionado o no. Tarde o temprano, las personas que amabas te abandonaban quisieran ellas o no. Había visto demasiada muerte y demasiados horrores, pero lo vivido este tiempo...

Sin poder evitarlo algo había cambiado dentro de ella. Endureció el rostro al pensar en aquello y alzó la barbilla desafiante. Su mano cerca del arma que pendia de la cinturilla de su minifalda. Tenia que estar alerta, dejar de pensar en tonterias y cumplir su cometido. Para eso estaba en la hayajiro, no para nada más.

Comenzó a procesar las palabras que se estaban intercambiando con aquel asesino y dió un suave paso hacia delante

- Si se me permite interrumpir....En la estación de Shinshu nos topamos con el pelo escoba. Juró que me haria cachitos la próxima vez pero... no pudo ser - si era una broma no se notaba pues lo dijo con total seriedad - Era el guardaespaldas de Kuroyama Shin - miró a su señor antes de seguir

- Nos entregó una carta falsa del emperador para que volvieramos a la Kongoukaku. Quizás no queria que llegaramos hasta aquí -

Para cuando se presentan en el castillo, Arisa ya ha conseguido limpiarse algo mejor la cara y volver a peinarse, aunque sus ojos siguen algo enrojecidos. Se mantiene en silencio mientras Ryushun hace las preguntas pertinentes a Tadakatsu y, tras demostrarse su inocencia, siente algo de alegría. No es por ella, ya que apenas le conocía, pero sí por Takeshi a quien observa de reojo, sabiendo que la pérdida de alguien en quien confiaba podría ser otro golpe demasiado fuerte para él. 

Durante el interrogatorio de Gennosuke, la joven psíquica aprieta los puños y no aparta la mirada del prisionero, atenta a cualquier gesto que pueda hacer, dispuesta a aplastarle como un insecto contra el suelo al primer movimiento en falso. Casi se siente satisfecha de oír sus gritos en cuanto Tomoe le clava la Naginata sin dudar un instante. Dirige entonces su mirada a Ryushun, quien termina de confirmar lo de las cartas. Es entonces cuando Yûki se adelanta y revela un nuevo nombre importante.

- Fukui-sama. - se dirige a Tomoe en cuanto la guardaespaldas termina - En la memoria de Wong tuve la visión de un fragmento de una de esas cartas. Estaba escrita en lengua culta, por lo que sólo alguien de la nobleza pudo haberla escrito. Me temo que el Kokuryukai tiene apoyos más poderosos de lo que pensábamos...

Por supuesto tuve que cambiarme antes de la reunión y juicio, los propios sirvientes tuvieron la amabilidad de prestarme algo de ropa de la casa para al menos estar presentable aunque esto junto al tiempo que me tome en asegurarme de limpiar y guardar la guadaña hizo que llegara algo justo de tiempo.

Escucho el juicio al noble sin demasiado interés, pues estoy casi seguro de su inocencia. No es que me molestase que lo comprobasen a pesar de que les había informado, al fin y al cabo podía equivocarme y apenas me conocían. Sin embargo cuando sale el veredicto asiento levemente hacia nadie en particular. Sin embargo lo siguiente no sale tan bien como esperaba, había dado prioridad en atrapar con vida al saboteador sobre su guardaespaldas porque parecía que sabía más pero ahora me decían lo contrario. No puedo evitar fruncir el ceño algo frustrado intentando recordar cualquier detalle que hubiese escuchado que pudiese paliar mi error. Justo entonce Yûki-san comenta sobre un noble para el que trabaja Yundai apellidado Shin y consigo recordar los lastimeros gritos de ayuda que dio Gennosuke cuando al fin lo apresé.

- Disculpen la intervención pero cuando se atrapo al terrorista pidió ayuda a varias personas aparte de su guardaespaldas. A Nami y Shin-sama, supongo que se referiría a quién ha nombrado Koizumi-san.- termino por añadir algo nervioso una vez acaba Furuhashi-hime de hablar. Últimamente estaba participando en estas conversaciones aunque solo fuese para añadir algún detalle y aún así no conseguía acostumbrarme a tener que hablar en estas situaciones.

Lyashi observaba el juicio con una mezcla de respeto e interés. Respeto por la madre de Takeshi-Sama, Tomoe-Sama. Interés por ver de qué iba todo ésto, qué era lo que había producido tantas muertes de una manera tan cruel.

El juicio del noble pasó sin pena ni gloria para ella, aunque se sintió reconfortada de alguna forma al ver que el noble era humillado delante de todos no era algo que ella buscara o le satisfaciera especialmente. Y menos por la traición de alguien al servicio de su casa.

Sin embargo, con la declaración de Gennosuke Lyashi tuvo que agachar la cabeza y contenerse para no levantarse y machacar a ése impresentable. Se mordía los labios para no insultarle y apretaba las manos, cerradas en dos puños, clavándose las uñas en las palmas.

- ¿Ésta escoria, éste pedazo de mierda....por eso? Racista....imbécil, bastardo.... - pensaba la joven morena, recordando los gritos de las mujeres y los niños, de los ancianos. Recordando la cara de su amiga en su regazo.

Serenándose como pudo, inspirando lentamente durante varios segundos, levantó la cabeza y tras realizar una respetuosa reverencia dirigida a la señora de mibu, dijo con toda la calma que pudo reunir. - Disculpe mi intromisión, Fukui-Sama, no tengo nada que aportar a la investigación o interrogatorio mas que mi testimonio de los hechos de los que fui testigo, pero me gustaría pedir una gracia. Antes de que lo ejecuten me gustaría encargarme de él para hacerle sufrir por todo lo que ha hecho en nombre de todo inocente al que he visto morir por su culpa. Prometo que aullará como nunca lo ha hecho en su miserable vida. Si es posible, que Yûki-San me acompañe, pero no por él, por mí. Para que haya alguien delante que me impida matarlo y que reciba la justicia que merece ésta escoria. -

Conforme hablaba, su voz iba cogiendo seguridad y una frialdad acerada. Una seguridad de que lo que decía iba a pasar que no dejó dudas de que en cuanto estuviera a solas con él, aquel hombre iba a desear no haber nacido jamás.