Partida Rol por web

Iré contigo - dice Suzume - Hasta luego, Kagura-san.

Sí, hasta luego - responde Kagura tomando asiento - Estamos llegando al cambio de agujas. No os retraséis ¿Vale?...

Camarote de Tomohiro

Lyashi encuentra a Tomohiro en su camarote. Sobre su mesa hay esparcidos libros de ruta y de cuentas y un extraño artefacto que emite chasquidos y pequeños sonidos de campanas cuando el noble pulsa los botones con extraños caracteres. La única luz procede de una lámpara de aceite que también descansa sobre la mesa.

Incluso con esta tenue iluminación resulta evidente que Tomohiro no se encuentra bien: se le ve pálido, ojeroso y se mueve lentamente. Cuando levanta la vista hacia Lyashi y Suzume resulta evidente que el ritmo forzado también le está pasando factura.

Mogami-sama - dice Suzume, dubitatitva - Esto... perdone el atrevimiento ¿Le importa si abro la ventana?

¿Por qué? - pregunta Tomohiro confuso - Todavía es de noche.

Lo siento, mi señor, pero amaneció hace dos horas.

Tomohiro se envara al escuchar la respuesta de Suzume. Su expresión no es de enfado sino de sorpresa. Él mismo se dirige hacia una persiana metálica y activa el mecanismo de apertura. Cuando el sol le da en la cara retrocede por un momento tapándose los ojos.

Vaya, supongo que me he perdido el desayuno - comenta más para sí mismo que para sus visitantes - Bueno, todavía me queda trabajo por hacer, así que esperaré al mediodía.

Tomohiro vuelve a sumergirse en sus libros olvidándose de la presencia de Lyashi y Suzume...

- ¿Sachiko-chan también? - interrumpe Arisa un momento, callando al ver que Chihiro sigue hablando.

Realmente, las pocas veces que se encontraba con alguien allí era con Yûki porque dormían en la misma habitación. Ryushun no estaba para hablar con ella, Tomohiro estaba muy ocupado y ella no conseguía dormir así que apenas había salido, para comer alguna vez y para su visita a Chihiro. La psíquica asiente levemente, escuchándola, hasta que se da cuenta de que ha accedido a la petición de la médico.

- ¿Yo? Supongo, espero poder hacer algo... - Mientras no se trate de predecir nuestra ruta... - Y no te preocupes. Juraría que he oído a alguien llamar a la Ryugujou así antes. - Arisa vuelve a sonreír y mueve la bolsita de hierbas en su mano, cerrándola sobre ella y guardándosela - Gracias de nuevo, Ueno-san. Intentaré devolverte el favor. - se despide antes de dirigirse al vagón de Tomohiro.

- Pues podríamos hacer una batalla de cosquillas... O mejor aún - se llevó un dedo a la barbilla con aire exagerado de misterio - Yo lo distraigo y tú le coges alguna de sus herramientas y se las escondemos. Luego podemos pedirle cosas si quiere recuperarlas. Que prefieres? -

¡Cosquillas! ¡Cosquillas! - pide Sachiko emocionada - Hideo-san está... - cierra un momento los ojos para luego volver a abrirlos - ¡En el cañón! - se levanta y coge la mano de Yûki - ¡Vamos!...

El todo de la confesión de Takeshi hace que el joven abandone su habitual despreocupación y fije la mirada en el kabaneri. Mirándole a los ojos Hideo se da cuenta de que su compañero de fatigas está haciendo rápidamente las conexiones y llegando a la terrible e inevitable deducción. Aún así prefiere preguntar.

¿De qué... "error" estamos hablando?...

En su camino Arisa se encuentra con Yûki y Sachiko en el vagón de primera clase, vacío a estas horas. A pesar de sus ojeras la niña tiene una sonrisa de oreja a oreja mientras tira de la mano de la soldado. Tan entusiasmada va que no se da cuenta de la presencia de Arisa hasta que está a punto de chocar con ella.

¡Arisa-sama! ¡Buenos días! - dice Sachiko - Vamos al vagón de cola a hacerle cosquillas a Hideo-san ¿Quieres venir?...

Isae asintió a Kagura y le dio la mano a Suzume, para ir juntas al camarote de Tomohiro.
 

Al entrar, la primera reacción de Isae fue de arrugar la nariz debido al olor. Más que desagradable, era demasiado fuerte, concentrado, por lo que asintió ante la petición de Suzume, aunque evidentemente la pregunta no iba para ella.

Tomohiro parecía agobiado y estresado, y tras mirar todo lo que había allí, esa extraña máquina y los documentos que habían por doquier, a Isae no le cupo duda de que así era. El dueño del tren se levantó y abrió la persiana por él mismo, parpadeando ante la luz solar.

No había desayunado y volvía al trabajo, aturdido. En cuanto Tomohiro volvió a su mesa, Isae se giró a Suzume y le dijo por lo bajini - Deberias traerle algo de comer, como has hecho con nosotras, seguro que lo agradece. Pero espera que se lo diga. -

Tras eso, se giró y le dijo - Tomohiro-Sama, acabo de comprobar los niveles de agua y combustible, y me he tomado la libertad de realizar los cálculos hasta Akaiwa..y no disponemos de lo suficiente para llegar. Como mucho podríamos llegar a Okayama...con algo de suerte. Venía a informarle para que nos diga qué debemos hacer... -

Ahora tocaba esperar su respuesta.

Esa mirada atenta y ese tono de voz lo decía todo, pero ya no había marcha atrás. Había decidido confiar en él ahora solo podía esperar que aunque decidiese alejarse de mí al menos no se lo contase a todo el mundo.

- Sabes lo que soy- empiezo con voz neutra intentando mantener la calma.- Lo que quizás no sepas es lo que necesito para convertirme en un kabane por completo. Sangre. Cuando más fuerzo este cuerpo más la necesito, así que el error que cometí fue acercarme a Sombei-san cuando estaba herido. Fue algo instintivo que no sabía que tenía dentro. He sentido el hambre otras veces pero nunca con tanta sangre cerca como para no poder controlarme.- ya estaba dicho. Lo demás quedaba en manos del ingeniero...

Yûki habia aparecido sonriendo feliz y relajada, pero era una sonrisa bonita y sincera, no las que solia lucir en las que siempre parecia ocultar algo, pero al ver a Arisa, su gesto se contrajo en una máscara falta de emoción. Solo quedaba en la superficie cortesia y amabilidad controlada.

- Si Arisa-san ¿Quieres venir con nosotras? Al parecer Hideo-san lleva unos dias con cara de fronfron cabreado* Sachiko-kun va a intentar remediarlo -

La voz de Lyashi hace que Tomohiro levante la cabeza con un respingo, confirmando que sí que se había olvidado de la presencia de sus visitantes. El noble le dirige a la maquinista una mirada de ojos enrojecidos y preocupados.

¿No podemos llegar a Akaiwa? ¿Cuáles son los niveles de agua y combustible?

Tomohiro utiliza la extraña máquina para hacer los cálculos con los datos que le proporciona Lyashi - Ti... tienes razón, Untenshu-san (1) - cierra uno de los libros con rabia - Dioses, otra vez no, por favor.

Coge el interfono que comunica el camarote con la cabina - Natori-san, desvíanos hacia Okayama en el siguiente cambio de agujas, por favor.

A la orden, señor. Pero realmente no sé si nos da para llegar siquiera a Okayama - responde Kagura con timidez.

Haz lo que puedas - responde Tomohiro - Tengo una idea.

Deja el interfono y se dirige a Lyashi con la voz rota por el agotamiento y la preocupación - Untenshu-san, tengo que pedirte también que des lo mejor de ti. Ve al vagón artillado y utiliza la caldera del cañón de vapor como motor secundario. Tendrás que desconectar el cañón, pero de nada nos servirá tenerlo funcionando si nos quedamos aquí parados...(2)

Comprendo - dice Takeshi - Eso explica que apenas hubiera sangre en la cuchillada del costado. Pero entonces ¿Quién atacó a Sonbei? ¿Dónde está Kotaro?...

Se produce un chasquido en el sistema de megafonía de toda la Ryugujou seguido por la voz de Tomohiro - Buenos días, tripulación - la voz no suena alegre en absoluto - Debido a un imprevisto vamos a desviarnos hacia la estación de Okayama. Como hasta ahora el personal que no tenga asignada alguna tarea fuera de la Ryugujou deberá permanecer en su interior hasta que la abandonemos.

El anuncio despierta algunas protestas entre algunos tripulantes mientras que otros se apresuran a buscar a sus superiores para ofrecerse a hacer cualquier cosa que les permita salir de la hayajiro...

Ese simple comprendo basto, no había ni odio ni miedo. Tampoco comprensión pero no era lo que pedía ni merecía.

- Estoy casi seguro de que la misma que nos ataco a Natori-san y a mí.- le contesto algo más tranquilo.- Lo que no sé es si el grandullón se fue con ella por iniciativa propia o lo secuestr...

Justo en ese momento sonó la megafonía y Tomohiro-dono anuncia un cambio de itinerario.

- Bueno prepárate para al menos 10 mecánicos que nos van a pedir ir a comprar piezas.- suspiro consciente de ello mientras voy guardando las herramientas y me preparo para salir.- Sea como sea por Kotaro ya no podíamos hacer nada antes y sinceramente no creo que el quisiera que lo hiciéramos, siempre me ha parecido que llevaba el acto de lobo solitario a extremos estúpidos.

Sigo aturrullado por lo que me acaba de decir el mecánico. Ya sabía lo de la sangre, pero el pálido chico es tan...tranquilo que no soy capaz de imaginármelo como una bestia sedienta. Por eso me enfadé tanto cuando sorprendí aquella conversación y aún me sigo enfadando al ver los gestos de sospecha que determinados miembros de la tripulación tienen hacia él, como por ejemplo la remilgada muchacha que puede arrancar cabezas con sólo pensarlo.

Me rasco la nuca aún pensando en lo que acabo de oir para poder prestar atención a la megafonía, y cada vez tengo más claro que si llegamos a nuestro destino va a ser un milagro. No tengo la más mínima intención de salir de la hayajiro (de hecho tengo el “sano” propósito de poder ir a ver a la doctora y disculparme por haberme comportado como un imbécil y haberla estado evitando, y luego tal vez intentar dormir un poco...), lo cual no quita que comprenda que la gente quiera salir un rato.

-Algún día tendrás que explicarme a qué andábais la pelirroja y tú cuando os atacaron, y lo que pasó concretamente. Simple ansia de marujeo.- Digo entre dientes con una sonrisa cansada, devolviéndole una pequeña parte de todas las risas que se ha echado a mi costa y demostrándole que no lo considero un monstruo. Simplemente ha cedido a unos impulsos horribles, que podrían canalizarse con estudio y ensayo...frena, Takeshi. Frunzo el ceño en un extraño gesto de malhumor al oír mencionar a Kotaro, su actitud bien fija en mi mente.- Me da un poco igual si se ha largado porque ha querido o se lo han llevado.-Comento con tono despectivo mientras me meto una de las piezas descartadas en el bolsillo de la chaqueta.- Cafres como él los hay a patadas. Y tú has sido mucho más educado en tu opinión acerca de él que yo, te lo garantizo.

Me encojo ligeramente de hombros y le ayudo a recoger las herramientas intentando pensar en cosas que los mecánicos puedan ir a recoger para calmarme después de mi salida de tono por culpa del expresidiario. Yo no quiero salir, pero no voy a poner impedimentos a alguien que aún por encima puede librarme de hacer una tarea.

-Podemos reabastecer los almacenes. Siempre hacen falta tornillos, refrigerante y lubricante, y me he cargado medio rollo de cable arreglando la torreta...- Sonrío de medio lado, consciente de que voy a hacer la primera broma idiota en muchos días.- Y si hay alguien que te caiga especialmente mal siempre puedes pedirle que vaya a comprarte un cubo de pascales...

Arisa parpadea algo confundida al oír una voz más abajo de lo normal y tras mirar a los lados un par de veces, mira abajo y ve a Sachiko sonriente. También tenía que hablar con ella... Con una sonrisa dulce, demasiado extraña para la psíquica, niega con la cabeza y le acaricia el pelo a Sachiko. Después se acerca a Yûki y hace lo mismo, sorprendiendo a la guardaespaldas. Llevaba un par de días apenas durmiendo y se notaban sus ojeras, pero en aquel momento parecía demasiado distinta. 

- No sé qué es eso pero tengo que ir a ver a Mogami-sama... - en ese momento se oye la voz del susodicho y Arisa levanta la mirada, como si pudiera mirar a la megafonía. Luego vuelve a mirar a Yûki y asiente, señalando al techo - ...precisamente por eso. Todo el mundo quiere salir y voy a ver si lo consigo. Pasadlo bien molestando al frunfrun o lo que sea.

Arisa se despide con la mano y se dirige al vagón de Tomohiro, totalmente ignorando el hecho de que Sachiko esté cerca del kabaneri. No sabía que teníamos un frunfrun en la hayajiro... Tendré que preguntarle a Tomohiro qué es eso...

Isae, alias "Lyashi" para casi todo el que había conocido en el interior de la Hayajiro menos sus compañeros de antes de entrar, asintió ante la orden de Tomohiro-San, pensativa mientras su cabeza ya iba realizando cálculos...pero incluso con lo del Cañón, era complicado llegar hasta la ciudad, si no imposible.

La joven se quedó mirando como el amo de la Lady Lovibond emitía el comunicado a toda la Hayajiro, y casi pudo imaginar las caras de disgusto y protestas que se estarían extendiendo por todo el tren. La gente llevaba días comentando cada vez más lo que harían al llegar a Akaiwa, las compras o ventas, la juerga que se pegarían...la gente estaba cansada de estar dentro del tren y querían salir de allí durante unos días. Ella no compartía del todo ése sentimiento, pues aún no llevaba lo suficiente en el interior de la Hayajiro como para desear eso, pero podía entenderlo.

Pero para poder realizar eso, tenían que llegar, y ella estaba segura que no llegarían.

Volvió hasta la cabeza del tren, a la sala de conducción, donde Kagura-san se esforzaba por controlar el gasto de combustible y agua...pero vigilando atentamente los medidores y realizando de nuevo los cálculos ampliando el margen con lo que debería de darles el cañón, los números seguían sin salir.

Se quedarían parados en mitad de la vía y eso sería terrible.

Tenía que tomar una decisión, y Tomohiro-sama le había dicho en persona que tenía que dar lo mejor de sí misma, así que ni corta ni perezosa, cogió el micrófono que conectaba con todo el tren y lo activó para hablar:

- Probando...¡Hola a todos! Aquí Lyashi-san. Perdonadme si no lo hago bien pero es mi primera vez. Estoo....a ver...con el agua y el combustible que tenemos ahora mismo, no vamos a llegar....y eso no está bien. Necesito que traigáis a la sala de máquinas toda el agua que podáis conseguir, así como si algún pillín tiene combustible guardado, también. Cualquier cosa que no sea extremadamente necesaria y se pueda quemar, esas ropas de las que os queréis deshacer, el asiento medio roto... ¡Traedlo todo!¡Aprovechemos para hacer limpieza! - se escuchó como se cortaba la comunicación, el cuelgue del microfono, y un momento después, otra vez el chasquido del micro - ¡Ah...ah...perdón, perdón! ¡muchas gracias a todos!¡os quiero! - de nuevo chasquido y el cuelgue. Por el micro no se la podía ver, pero más de uno se la pudo imaginar totalmente roja, que era la pura verdad.

Isae colgó el micro y se giró hacia sus compañeras, con todo su rostro, desde el cuello hasta la frente de color rojo, y totalmente acalorada. Sin hacer caso a sus expresiones, cogió las herramientas y se dirigió hacia el cañón de vapor, dispuesta a realizar lo que le habían dicho. - ¡Kagura-san, asegúrate de mantener los conductos abiertos para recibir el agua del cañón!. - les dijo, a modo despedida.

Lyashi era capaz de mantener el tipo en las situaciones más escabrosas, pero hablar en público no se le daba del todo bien, o al menos eso pensaba ella.

El aviso de Lyashi hace cundir el pánico entre la tripulación de la Ryugujou, que empieza a arrancar cualquier cosa que pueda arder para llevarla a las calderas: mantas, futones, muebles de madera. Aunque Tomohiro intenta llamar a la calma el recuerdo del incidente similar hace varias semanas está aún demasiado fresco entre los que sobrevivieron. Los nuevos tripulantes no tardan en contagiarse del nerviosismo de sus compañeros veteranos y también se dedican a desmantelar la Ryugujou para conseguir combustible...

Yûki y Sachiko son arrastradas por la marea de tripulantes en pánico hasta el vagón artillado y allí observan estupefactas cómo la caldera del cañón es alimentada con todo lo saqueado. Al poco llega Lyashi y desconecta el cañón de vapor para poner en marcha el motor secundario. El impulso adicional consigue que la enorme hayajiro llegue a la estación de Okayama sin haber perdido un ápice de presión en los motores.

Pero el precio puede ser mucho más elevado que los simples destrozos...