Partida Rol por web

Cuando la encuentro freno en seco y me quedo quieto un momento. Casi sin pensarlo apoyo la palma de mi mano en su mejilla mientras intento respirar un poco más tranquilamente. No la he visto desde antes de lo de mi padre, y mis ojos se suavizan un segundo mientras compruebo que ella está bien. Luego respiro hondo.

-Te necesitan fuera, Chihiro.- Digo tan rápido que casi me atraganto. Empiezo a buscar su maletín de médico con los ojos, intentando pensar en cómo decirle lo que ha pasado. Me apoyo ambas manos en las rodillas para evitar que me dé un flato y para respirar algo más tranquilo. Luego me incorporo, decidido a contarle lo que necesita saber. El resto puede esperar.- A Arisa le ha pasado...algo y está sangrando mucho, muchísimo. No sé ni si respira.- La cojo de la muñeca y doy un leve tirón, nervioso. Luego, dándome cuenta de que puedo hacerle daño, la cojo de la mano y vuelvo a intentarlo con más suavidad- Yo seré tu asistente, pero tienes que venir ahora.

Ante las palabras de Izume los ojos de la mujer brillan de expectación y asiente conforme aunque su rostro no denota ninguna alegría,tan sólo el hastío que aquella situación le está provocando y que cambia cuando aquella niña loca deja de estar rodeada de aquel negro enjambre y deja ver en sus brazos a la mujer.

Tras los kabane pocas cosas la impresionan pero aquello sí lo hace y su boca dibuja una mueca de desagrado ante lo que está viendo así que tras pensar un segundo que sus conocimientos básicos no servirían de nada se dispone a ejecutar la orden que Izume le ha dado.Esa mujer está muerta y poco se puede hacer por ella pero la niña sigue viva y eso es lo que importa ahora

El rostro de Yûki queda demudado por el shock de ver a Arisa en aquel estado. Ella confiaba en sus poderes y en que sabia lo que hacia. Pensaba que entre ellas no podian dañarse y que Sachiko sabria quien era amigo y quien enemigo. Definitivamente, si salian de allí, tendrian que encontrar una mentora adecuada para la pequeña.

- ¡Lyashi-san! Muevete y mira a ver si nuestra compañera puede sobrevivir - su tono autoritario no dejaba lugar a dudas mientras lanzaba una mirada a Hideo para que estuviera alerta. Tenian a los enemigos rodeandolos y si se despistaban, sería el fin de ellos. Volviendo a controlar sus gestos, se colocó cubriendo el cuerpo de Arisa, su señor y la niña.

- Es una niña. Una niña que no sabe manejar aquello que le han concedido. Nosotros solo queriamos repostar, reparar la averia que nos obligó a detenernos aqui y marcharnos. Bastante tenemos con la plaga que asola todo el mundo como para estar matandonos entre nosotros - miró con desprecio a los kabanes que tenian sujetos aunque hablaba sin pasión y sin ningún sentimiento aparente en la voz salvo cuando habló de la pequeña

- ¿Vais a dejar marcharnos? Porque no pienso someterme al juicio del actual gobernador. Y tú, Izume-san sabes muy bien porque -

Viendo que el capitán solo tenía atenciones para Yûki y Tomohiro aprovecho para fijarme bien en los alrededores. Notaba demasiadas auras para saber cuantos kabanes habían traído y luego estaba esa manera de controlarlos. Algo me decía que tenía que ver con sus trajes, con ese tono gris me recordaba demasiado a la piel de los infectados como para hacerme unas ideas bastante desagradables.

Sin embargo que el capitán me ignorase también tenía sus ventajas, así que cuando le susurra algo a la hipócrita de antes pongo la oreja por si acaso mientras asiento a la mirada de la guardaespaldas para indicarle que ya estaba vigilante.

Gracias a su agudísimo sentido del oído Hideo consigue escuchar lo que Izume le está diciendo a la soldado.

Prepara una de tus bombas. Si ese enjambre no se disuelve o la niña no consigue volver a sus cabales quiero que la vueles en pedazos. No podemos tener semejante peligro suelto por la ciudad...

Y tú sabes, o al menos deberías, por qué no puedo dejar que os marchéis. De todos modos ningún comerciante de Okayama os venderá ni un litro de agua sin el permiso de Kaibuki Tsutomu - responde Izume.

Cuando Takeshi sale de la Ryugujou con la doctora ésta suelta un chillido al ver a la horda de kabane a duras penas mantenidos a raya por las correas de los soldados. Su rostro palidece y por un momento se queda clavada en el sitio hasta que Takeshi tira de su mano para obligarla a moverse.

Tras examinar a Arisa hace un gesto de negación con la cabeza - No... no puedo hacer nada, lo siento. Todas sus heridas son internas, no sé qué hacer. Lo siento...

Todo iba de mal en peor, Furuhashi en suelo muriéndose, Tomohiro-don demasiado centrado en su hija para intentar controlar la situación, Yûki en un combate de ego con el capitán de la ciudad y la doctora no parecía capaz de hacer nada por la moribunda.

- Que alguien traiga de una vez a Lyashi-san aquí, seguro que puede ayudar.- la joven ya había mostrado algunas de sus habilidades.- Iría yo mismo pero me temo que si me alejo mucho vuelva para encontrarme que todo ha volado por los aires.

Esto último lo digo entrecerrando los ojos y poniéndome delante de la soldado dejando claro que sabía de sus intenciones y no se lo iba a dejar fácil.

Lyashi contempló la escena como si estuviera sucediendo más allá del tiempo y del espacio, como si estuviera flotando en el aire y pudiera ir acercando o alejando las imágenes a su antojo. Los kabane cogidos con esas pinzas enormes tendiendo los brazos y bocas famélicas hacia ellos, los soldados con sus crueles rostros y sonrisas sádicas deseando soltarlos y causar una masacre, aquella loca de la gorra cuya mirada desvelaba una asesina en potencia...

Sus compañeros estaban tensos, preparados para actuar por lo que ella veía, y ella no sabía qué hacer. Una niña que hasta ahora no había podido conocer sorprendió a todos, o al menos a ella, lanzando un montón de mariposas oscuras y matando a uno de los soldados, el más pendenciero al parecer, el que había amenazado a Tomohiro-Sama. Arisa-san la abrazó e intentó tranquilizarla cuando las mariposas las rodearon a ambas como un capullo y dejaron de verla...pero no al enorme charco de sangre que iba creciendo debajo de la madera. 

Lyashi sintió un escalofrío, pues aquel poder se parecía demasiado al suyo y si no se equivocaba, Arisa estaba en peligro...pero algo la retenía. Tantas armas, tantos soldados...sacudió la cabeza varias veces pero las lágrimas corrían por sus mejillas, sin poder contenerlas. - ¿Qué....que me está pasando...? - pensaba, intentando moverse. 

Los gritos se sucedían, la gente pedía ayuda, llamaban a la doctora. Lyashi sabía que podía ayudar pero sin embargo no se movía ni un milimetro. Tomohiro parecía tan fuera de sí como ella, y Lyashi pudo comprenderle, pues ahora mismo, sin saber cómo, se sentía igual, totalmente fuera de lugar. La doctora llegó y negó, no podía hacer nada. Todos se giraron, buscándola.

Finalmente, con un esfuerzo supremo de voluntad, Lyashi salió de entre las sombras y se dirigió hacia la niña y Arisa, colocando su cuerpo entre aquella niña peligrosa y los soldados que le apuntaban con sus armas...o al menos así le parecía a ella. También pudiera ser que estuvieran bailando o dando vueltas, tanto más daba, pues entre las gafas ligeramente empañadas, las lágrimas y la distancia...se desentendió de todo y decidió que lo prioritario era detener la hemorragia. 

- Tranquila, yo la curaré. Pórtate bien. - le dijo a la pequeña con una voz autoritaria y segura de si misma..mucho más de lo que sentía por dentro, pero había escuchado en muchos sitios que a los pequeños había que darles seguridad, y si te veían confiado y seguro, en tu tono de voz, en tus actos, normalmente te hacían caso y obedecían.

Posando sus manos en la cara de Arisa, cerró los ojos y se concentró, tratando de no gritar. 

Aquello iba a doler...y mucho.**

Izume da un respingo ante la alusión de Hideo pero no dice nada. Para él no se trata de una cuestión de poder sino de deber, lo que le hace mucho más peligroso que si fuera un simple matón.

Chihiro, Takeshi y Tomohiro, este último llevando en brazos a Sachiko, se apartan de Arisa para dejarle espacio a Lyashi. Cuando sus manos bañadas en un tenue fulgor blanco se posan sobre el pecho de Arisa decenas de mariposas negras brotan del cuerpo de la agonizante para salir volando y desaparecer a los pocos metros. Por un momento que a ella se le hace eterno Lyashi siente el mismo dolor que Sachiko le infligió a Arisa. Un dolor lacerante, desgarrador, atroz, que habría acabado fácilmente con la vida de alguien con una voluntad más débil que la de la pelirrosa.

Medio minuto más tarde Arisa jadea y recupera la consciencia. Ya no siente ningún dolor, pero todo a su alrededor es oscuridad. Chihiro hace una apresurada reverencia y sale corriendo hacia el interior de la Ryugujou.

- Tendria que haber acabado contigo cuando descubrí tu traición - dijo alzando la barbilla intentando ganar tiempo para que Lyashi pudiera atender a Arisa y salvar su vida. Aunque no se notaba en su rostro tenía el corazón encogido porque aquel fuera el fin de la vidente.

- ¿Saben tus soldaditos como eres en realidad? - preguntó señalando con un gesto de la cabeza a la chica que tenia el hombretón al lado - No importa ¿verdad? Tenemos las de perder porque yo valoro la vida de la gente que sigue a mi señor, mientras que a ti, seguramente te importe bien poco la de los tuyos mientras salgas vencedor -

Se irguió un poco más antes de seguir hablando - Por cierto, era yo quien estaba al cuidado de la pequeña, no Tomohiro-sama. Él es un hombre importante, apoyado por mucha gente influyente. Espero que el actual gobernador sepa apreciar lo valiosa que es su vida. La mia en cambio.... ya sabes. No vale mucho - en su tono no habia súplica, ni tristeza, ni altaneria. Solo constataba un hecho cierto.

Lo siento - murmura Chihiro mientras Lyashi se concentra en Arisa - Soy una inútil. Estando ella aquí no me necesitáis.

Se separa de Takeshi, hace una rápida reverencia hacia Tomohiro y echa a correr...

- AAAHHHHHH - grita mentalmente la joven muchacha, obligándose a seguir con las manos en la cara de Arisa canalizando su poder. El dolor es insoportable, pero aprieta los dientes y continúa focalizándolo mientras unas pequeñas mariposas negras salen de la piel de la pelirrosa, aletean brevemente en el aire y desaparecen, defragmentándose como un sueño moribundo. 

Poco a poco va destensando el cuerpo, conforme las mariposas dejan de salir, e inspira profundamente en varias ocasiones, relejando la mente mientras los últimos estertores de su poder terminan de cerrar heridas en el cuerpo de la noble, pero algo va mal. Arisa abre los ojos, completamente blancos, mirando hacia adelante sin ver, e Isae "Lyashi" se estremece viendo a la otra mujer. - Oh no... - musita, llevándose una mano cerrada a la mejilla. 

Sus poderes no son capaces de arreglar eso, una vez más. - Debo...debo comprender...debo esforzarme... - piensa, pesarosa por su incapacidad. Hasta ahora no había tenido demasiadas ocasiones para emplear sus poderes, siempre escondiendose, siempre con miedo. Pero eso había acabado, ahora era una nueva persona, tenía nuevas oportunidades y no pensaba desaprovecharlas. Se encontraba mejor, por lo que susurró amablemente a la otra mujer. - Tranquila...shhhh....todo irá bien. Te curaré...lo prometo. - con esfuerzo, la coge de un brazo y la ayuda a levantarse. - Cierra los ojos, yo seré los tuyos. - 

Ella permanece a su lado, agarrándola de la mano y entrecruzando sus dedos con los de ella, como haría con una hermana. 

Mirando alrededor, localizó las posibles rutas de escape hacia el interior de la Hayajiro, así como los enemigos más cercanos y posiciones de sus compañeros. Tendría que estar muy atenta por si algo salía mal, poder conducir a Arisa hacia un lugar seguro lo más rápido posible. 

Una sonrisa lobuna aparece en el rostro de Sakura cuando aquel mierdecilla se le pone delante.Casi le dan ganas de arrearle una patada en los huevos pero seguramente Izume no quiere añadir más leña al fuego...Más leña al fuego jajajaja así que se contiene y se contenta con acercarse un poco más al chico y hacer una gran pompa con su chicle para que casi le de en la cara y explotarla volviéndoselo a meter en la boca y subiendo y bajando las cejas con una sonrisa

-"Boom"-dice guiñandole un ojo mientras se fija en que la moribunda de las mariposas ha revivido y en que la sosa enana sigue con esa chulería que le va a hacer ganarse un bonito disparo entre ceja y ceja

Al parecer Chihiro no puede hacer nada, y asiento con la cabeza. Lo comprendo, si tiene heridas internas no tiene material aquí para poder ayudarla, así que tendremos que esperar a que la otra bruja haga brujerías. Apenas soy consciente de lo que pasa a mi alrededor salvo para dirigir una mirada calculadora a la loca de los uniformes que está vacilando al mecánico. Tampoco es que pueda hacer absolutamente nada...por lo menos Hime parece haberse recuperado un poco.

A la doctora parece que le han podido los nervios y echa a correr, y por impulso me incorporo y avanzo un par de pasos detrás de ella. Sin embargo me doy cuenta de lo inadecuado de mi actitud y miro un momento a Mogami-sama, esperando sus órdenes. No quiero desautorizarlo delante de todos esos locos de las pistolas...

Al había aparecido Lyashi-san y parecía que había conseguido salvar la vida de la noble. Al menos eso serviría para calmar a a la niña y de paso que Tomohiro-dono volviese a tranquilizarse y negociase con calma. Por otro lado la soldado seguía pavoneándose cerca mía.

Sinceramente, la actitud de esa mujer no me sorprende lo más mínimo, ya había tratado con soldados antes que se creían que por tener un mínimo de autoridad podían pisotear a cualquiera. Sinceramente me había enfrentado a cosas mucho más peligrosas y terribles como para una creída me intimidase y más aún con algo tan infantil como eso. Así que me mantengo imperturbable y en silencio ante su niñería mientras sigo vigilante de que no haga algo realmente estúpido.

Ni siquiera te molestaste en intentar comprender - le responde Izume a Yûki con dureza para después desentenderse de ella y centrar su atención en Tomohiro. Mientras Arisa se palpa la cara y descubre la oquedad de sus cuencas oculares Tomohiro pone a Sachko en brazos de Shimazu.

Llévatela dentro - le dice - Déjala en su cama para que descanse.

Otou-san - dice Sachiko con voz soñolienta - Lo siento. No me odies, por favor.

El noble responde dándole un beso en la frente - Te quiero, hija mía. Nunca podría odiarte. Ahora descansa. Hablaremos más tarde.

La niña sonríe antes de rendirse al sueño del agotamiento.

¿Estás seguro? - le pregunta Shimazu a Tomohiro

Cuida de la Ryugujou - le replica éste antes de volverse hacia Izume - Gracias por su paciencia, capitán. Ahora acudiré a hablar con Okamoto-sama y resolveremos este asunto.

Esta estación está gobernada por Kaibuku Tsutomu desde hace varios meses - responde Izume. Tomohiro lo mira con expresión extrañada - En cuanto a la mujer...

Esa mujer es una pasajera de la Ryugujou y por lo tanto queda fuera de su jurisdicción - contesta Tomohiro zanjando la cuestión.

Izume deja escapar un bufido antes de decidir que no vale la pena seguir discutiendo.

Calles de Okayama

Tomohiro acude a la mansión del gobernador acompañado por Takeshi, Yûki, Hideo y Arisa. Si bien le pidió a esta última que esperase la vidente se limitó a ponerse una venda en la cabeza para ocultar la ausencia de sus ojos y se empeñó en acompañarlo. Nadie pudo disuadirla de subir al carruaje de la guardia.

Pronto resulta evidente que la guardia de Okayama no utiliza a los kabane solamente para vigilar los andenes. Los guardias patrullan la estación en parejas con un kabane apresado. Los habitantes de la estación se retiran con miedo al paso de los guardias, pero por lo demás intentan hacer sus vidas de la forma más normal posible.

No me lo puedo creer - dice Tomohiro - ¿Qué clase de loco gobierna de esta manera? Es enfermizo y repugnante...