Partida Rol por web

Calles de Okayama

Sakura cabalga junto a Izume mientras escoltan al carruaje hacia la mansión Kaibuki. Tomohiro no se molesta en disimular el asco y el horror que le producen las parejas de guardias que patrullan con sus kabane apresados.

Le resulta incomprensible - le comenta Izume a Sakura - Y lo peor es que estoy de acuerdo con él. Si ese idiota de Kirishima se hubiera estado quieto podríamos haber resuelto este asunto sin meter a Kaibuki - suspiro - No pierdas de vista al mecánico. Hay algo en él que me da escalofríos...

Mansión Kaibuki

Tras un breve recorrido por la estación la comitiva llega a la gigantesca mansión Kaibuki, compuesta por varias alas algunas de las cuales están aún en obras. La construcción carece de la sobriedad práctica de una instalación militar, estando decorada con un estilo vistoso y recargado propio de los nuevos ricos que no saben qué hacer con su fortuna. Una vez pasado el muro que rodea el complejo, los visitantes son guiados a través de un jardín lleno de plantas exóticas, estanques y fuentes de agua atendidos por numerosos sirvientes ataviados con ropajes tan coloridos que rozan el ridículo.

El propio Kaibuki Tsutomu también es un reflejo de su recién adquirido estatus: un hombre obeso vestido con ropas de seda de colores chillones que los recibe en una gran sala con una mesa de estilo occidental rodeada de cómodos sillones. Cuando Izume le hace un resumen de lo sucedido su rostro porcino se contrae en una mueca de furia.

¿Pero cómo se atreve? - le grita a Tomohiro - ¡Irrumpe en mi estación, daña mis propiedades, nos amenaza con un cañón de artillería, asesina a uno de mis mejores hombres! ¿Y encima tiene el descaro de pedirme agua y combustible?

También necesitamos hacer unas reparaciones - contesta Tomohiro sin alterarse.

¡JA! Claro ¿Cómo no? ¡Reparaciones también! ¿Y qué más? ¿Algo de entretenimiento mientras esperan? - pregunta con cinismo...

Cuando Yûki aún era una recluta Kaibuki ya era un cerdo avaricioso que tomaba cada decisión basándose solamente en el beneficio que podía obtener y todo indica que no ha cambiado lo más mínimo. Si acaso su riqueza no ha hecho sino incrementar su codicia. Ahora está haciéndose el indignado para que Tomohiro crea que le está haciendo un favor al negociar con él y después le pedirá un precio desorbitado tanto como indemnización como por lo que la Ruyugujou necesita para seguir su viaje, casi seguro uno que Tomohiro no podrá pagar sin endeudarse durante varios años. Y lo peor es que Sachiko se lo ha puesto en bandeja.

Por otro lado está también Izume. Aunque su respuesta en el andén fue cortante también había un matiz de queja, casi de súplica que Yûki no supo o no quiso ver en el momento. Mientras habla con su señor ella puede ver que bajo la cortesía que le muestra hay un odio y una furia que para nada encajan con el voluntarioso sirviente de Kaibuki que ella creía que era...

No me gustaba esta ciudad en absoluto y no solo por lo cuestionable de sus guardias ni por el estúpido señor que tenían. Sino porque era una bomba a la espera de que alguien encendiera la mecha. Un desliz con esos kabane y tenía una infección suelta por la ciudad. Además las ideas que se me cruzaban por la cabeza de como hacían esas capas casi me daban arcadas.

Sin muchos problemas llegamos hasta la mansión y hay que escuchar el resumen bastante parcial del capitán y el enfado de ese hombre. Lo mío no era la política pero a diferencia con la familia de Takeshi, este hombre no me merecía ni el más mínimo de los respetos. Así que si me saltaba algún protocolo que así fuera.

- Realmente no veo donde está el problema, no estamos pidiendo caridad. Vamos a pagar su precio y usted va sacar beneficios.- comento con voz neutra y tranquila a imitación de Tomohiro-dono.- En cuanto al incidente, si bien escaló demasiado, no es tan simple como le ha indicado el capitán. Su "mercancía" estaba a punto de dañar la hayajiro de mi señor así que nos defendimos. Es entonces cuando miembros de su guardia aparecieron y me apuntaron con sus armas por acabar con varios kabane, yo solo les indique que el cañón en completo desconocimiento de lo que estaba pasando si veía como disparaban a un compañero iba responder. Sinceramente intentábamos evitar un baño de sangre nacido de un malentendido. Lo de su hombre fue una desgracia, pero que no se interponga en una relación beneficiosa para usted y la ciudad.- todo muy lógico y tranquilo, pero estaba seguro de que no iba servir de mucho. Ya fuese que como no era noble le hubiera insultado por hablar como que le estaba intentando engañar bastaría para tumbar cualquier argumento procedente de mi persona...

La oscuridad se había quedado allí, a pesar de que había acompañado a Sachiko fuera de ella. No había salida por mucho que la buscase. Justo cuando iba a rendirse, fue cuando la oscuridad de mariposas desapareció, para ser sustituida por una más "real". Voces sonaban a su alrededor, podía oler a sangre y notaba el suelo bajo ella, algo húmedo pero... No veía nada. Tampoco sentía dolor y era algo de agradecer. 

Al escuchar a Lyashi, comprobó que iba a necesitar unos nuevos, pero no le importó en ese momento. Lo primero que hizo fue preguntar si Sachiko estaba bien, y lo siguiente fue para saber su situación, si les habían atacado o estaban bien. Viendo que sólo era ella la herida, Arisa sonrió reconfortada y le pidió a Lyashi que no se preocupara. Se sentía bien salvo por ese detalle de no poder ver absolutamente nada. Era como si hubiese roto un sello y a la vez hubiera sufrido otro. Ha merecido la pena...

El camino hasta la mansión había sido tranquilo para Arisa. Había optado por ponerse una venda, ya que podía imaginarse lo desagradable que sería para sus compañeros ver su rostro sin ojos. A pesar de que no lo necesitaba, se mantuvo con una suave sonrisa dándole la mano a Lyashi, aunque fuera para transmitirle la misma seguridad que tenía ella. Conocía la frustración de no poder hacer más con sus poderes, pero sabía que era prácticamente imposible curar algo que había sido destruido de esa forma. 

Su curioso buen humor no mengua cuando llegan por fin frente al nuevo gobernador de la estación, salvo porque su sonrisa desaparece para adoptar su gesto serio habitual para la reunión. ¿Estar ciega es un regalo para no ver la cara de este hombre? Deja que los demás hablen, ya que poco tiene que decir, pero se mantiene alerta por si acaso alguno de los otros soldados decide tomarse más libertades de las que debería.

Más rabia en su interior. Ella siempre tan imperturbable y desde que habia llegado a Okiyama... Aquel lugar habia sido un hogar para ella. Un sitio donde crecer, aprender y desarrollar sus habilidades de combate. También donde descubrió el dolor de la traición de un ser querido. Y hasta allí los habia llevado Izume. A derrocar al anterior lider de aquel lugar para poner en su puesto a ese cerdo hijo de puta.

Tragó toda su rabia por Tomohiro. No podia derrumbarse ahora que él parecia tan....¿tan que? No sabia muy bien como definirlo, pero no era el mismo de siempre. Ya en la mansión observó al gordo gobernador. Él no la reconoceria, pero ella a él si. Ahora tenia que representar su mejor papel donde no habia sentimientos, solo su infantil actitud, aquella que siempre mostraba para que sus enemigos la subestimaran

- Pues le estariamos enormemente agradecidos si nos proporcionara algo de entretenimiento - asintió con una sonrisa aniñada. Como si no hubiera captado la ironia. Luego realizó una profunda reverencia antes de volver a mirarlo a la cara

- Eso elevaria nuestros ánimos para poder completar el importantisimo encargo que nos hizo nuestro querido emperador Aragane-Kojuro. Estoy seguriiiiiisima que él sabría como recomponsar a todo aquel que nos facilite nuestra tarea lo máximo posible - su voz se volvió animosa y alegre. Iba a añadir algo más, pero sabia que iba con retintin y era mejor dejar ahí el teatro que exponerse demasiado.

Sakura se limitó a asentir a Izume de camino a la mansión sin añadir nada más pues estaba de acuerdo con él.Ella no era de muchas palabras sino de acción  y además lo que iban a tratar ahora no le concernía realmente pues era algo entre el señor de su ciudad y aquel llorón tan buenorro con una psicópata por hija por lo que se mantuvo por detrás del resto observando las reacciones de todos

Okayama es una porquería. Cada paso que nos internamos en la ciudad me hace sentir más repulsión hacia la misma, pero cuando queda claro que el uso de kabane como perros de presa es una práctica normalizada comprendo lo errado de mi postura: no es que la ciudad sea una porquería, pero el que está al cargo tiene un evidente problema mental. Al escuchar a Mogami-sama no puedo evitar soltar un leve gruñido. Lo que yo estaba pensando habría sonado mucho peor. Debería haberla seguido...

La mansión del noble se parece a un lupanar, y no a uno de los caros precisamente. Intento evitar poner cara de pasmo ante semejante despliegue de mal gusto. Nuestra casa en Mibu es austera pero regia y elegante, en el caso de la mansión del señor de Okayama parece que una urraca con un ataque de nervios se ha ocupado de la decoración.

Me pongo justo al lado del mecánico mirando fijamente al frente y atento al derroche de hospitalidad del anfitrión.

-No veas cómo me arrepiento de no haber volado a estos cabrones.- Murmuro de manera que sólo Hideo puede escucharme. Apenas me giro para guiñarle un ojo a Yûki, que parece haber sacado a pasear su parte más irónica. Sin embargo creo que este tío va a necesitar un pequeño empujoncito, así que vuelvo a mirar al señor de la ciudad con gesto sereno.- Como bien han dicho mis compañeros estoy seguro de que encontraremos la manera de pagarle adecuadamente por el combustible, el agua y todo lo que sea necesario para que podamos dejar de importunarle lo más rápidamente posible.- Respiro hondo, la cara de este hombre me está provocando una repugnancia casi física pero me está saliendo un tono de voz tan aristocrático que mi madre se sentiría orgullosa.- Hay muchas formas de agradecer un favor, Kaibuki-sama...

Lyashi miraba con horror como los soldados del lugar utilizaban a los Kabanes como método de intimidación para tener sometida a la población mientras caminaban en dirección hacia el encuentro con el líder de éste lugar. 

No podía entender cómo la gente no se rebelaba...bueno, en realidad sí lo entendía. El instinto de supervivencia era muy grande en la gente, y si tenías que comer mierda, lo hacías, al menos la mayoría de las personas. Lo que no terminaba de creerse es que aquello aún no les hubiera estallado en la cara. 

Al llegar a la casa del líder, alzó una ceja mientras cogía con una mano a Arisa, guiándola por el lugar. Aquel sitio era horrible, quien lo hubiera decorado tenía un pésimo gusto. Se encontraron pronto con el amo de aquel lugar, Tsutomu. Lyashi escuchó como unos y otros hablaban, y aquel horrible hombre parecía decidido a faltarles el respeto y a tirarlo todo por la borda por un capricho. Cerró los ojos mientras algo pugnaba por salir de dentro de ella....

Lyashi miraba con horror como los soldados del lugar utilizaban a los Kabanes como método de intimidación para tener sometida a la población mientras caminaban en dirección hacia el encuentro con el líder de éste lugar. 

No podía entender cómo la gente no se rebelaba...bueno, en realidad sí lo entendía. El instinto de supervivencia era muy grande en la gente, y si tenías que comer mierda, lo hacías, al menos la mayoría de las personas. Lo que no terminaba de creerse es que aquello aún no les hubiera estallado en la cara. 

Al llegar a la casa del líder, alzó una ceja mientras cogía con una mano a Arisa, guiándola por el lugar. Aquel sitio era horrible, quien lo hubiera decorado tenía un pésimo gusto. Se encontraron pronto con el amo de aquel lugar, Tsutomu. Lyashi escuchó como unos y otros hablaban, y aquel horrible hombre parecía decidido a faltarles el respeto y a tirarlo todo por la borda por un capricho.

Se quedó callada al lado de Arisa, sosteniéndole la mano y cerrando los ojos a su lado. Se concentró por si escuchaba algo raro, pero no parecía. Se quedó mirando al gordo líder, sonriendo poco a poco mientras sus compañeros intentaban convencerle. 

Bien, bien - Kaibuki parece complacido por las distintas ofertas de ganancias para su bolsillo a lo que se añade el prestigio de colaborar con una misión ordenada por el mismísimo Emperador - Tomohiro-san, puede usted entregarme una lista con todo lo que necesita y le haré un precio. Por supuesto, deberá entregar tanto a la alborotadora como a la asesina del sargento Kirshima Kazuo a la justicia. Serán un escarmiento y una ejecución ejemplares. También quiero que el mecánico ése...

¡NI HABLAR! - exclama Tomohiro, dejando salir en el peor momento posible toda la tensión acumulada durante los días de marchas forzadas y las desgracias ocurridas - ¡De ninguna manera voy a entregar a una pasajera de la Ryugujou ni a mi propia hija a un cerdo grasiento, maloliente, cobarde y avaricioso! - se pone súbitamente en pie volcando la silla y dando un puñetazo en la mesa - Usted va a dejar a mis pasajeros y a mi hija en paz y nos va a dar todo cuanto necesitemos ¡o me ocuparé personalmente de que le CONDENEN POR TRAICIÓN! ¿Le queda claro?

El orondo rostro de Kaibuki enrojece de rabia ante semejantes insultos y amenazas - ¡Guardias! ¡GUARDIAS! ¡Soltad a los kabane y que se coman vivos a estos desgraciados!

Las puertas correderas son hechas pedazos por al menos una veintena de kabane que irrumpen en la habitación...

Mientras Kaibuki habla Sakura se da cuenta de que Izume está cada vez más tenso y furioso. Tanto es así que cuando los kabane irrumpen en la habitación no parece darse cuenta siquiera de que los engendros también le están mirando a él. En otras palabras: su "capa muerta" no funciona...

Le habria encantado pegarle un tiro entre ceja y ceja a aquel desgraciado pero de momento habia cosas más importantes. Desenfundó su rifle a vapor y corrió a ponerse delante de Tomohiro mientras le obligaba a retroceder al hacer ella lo mismo mientras disparaba a los kabane que se encontraban ante la mira de su arma.

La decoración que aquel gordo que les dirigía había puesto en su casa era algo que a Sakura le sudaba el...pie pues no era algo en lo que se fijase especialmente y por suerte apenas tenía que soportar la presencia de aquel asqueroso ya que era con sus jefes con los que hablaba normalmente

Miró con sorna cómo todos se ponían gallitos,incluso la enana repelente,ante las palabras del Gordito-san e incluso le divirtió la reacción del otro hombre ¿qué esperaba?¿que la loca de su hija asesinase brutalmente a un hombre de la guardia y que nadie hiciera nada?Y eso que aquel gilipollas se merecía esa muerte horrible,incluso ella hubiera hecho que sufriera un poquito más,pero bueno,así eran las cosas y si matabas a alguien mejor no tener testigos,al menos no los que había habido

Las escena dejó de parecerle divertida cuando los kabane irrumpieron y aquello amenazó con convertirse en una carnicería,una en la que Izume estaría incluído pues vio con asombro algo que no creí posible pero que tampoco le sorprendió.Parecía como si aquello hubiera estado preparado por Gordito-san para acabar con su mayor enemigo,Izume así que sin pensárselo corrió hasta ponerse entre él y los kabane mientras preparaba su arma

Cuando estoy al lado de Izume le hablo para que sólo me escuche él

-"Es una trampa para ti,tu capa no funciona,tienes que huir,yo te cubro"-le susurra con urgencia mientras impide que alguno de aquellos kabaneri se acerquen

¿Como no los había notado tan cerca de nosotros?

Eso daba igual, fuesen kabanes dispuestos a matarnos o gente disfrazada (haciendo al interpretación de su vida sea dicho de paso) eran demasiados para quedarnos tan tranquilos.

- Yûki-san, encárgate de sacarlos a todos de aquí yo creare una distracción...- le aclaro a la guarda espaldas mientras desenfundo mi pistola y termino por morderme mi mano izquierda hasta hacerla sangrar.

Acto seguido hago varios disparos hacia el grupo de infectados para abrirme hueco mientras avanzo rápidamente y les rocío con mi sangre para atraer al resto.

Por un momento me quedo callado, totalmente absorto en el estallido de mal genio de Mogami-sama. Aunque lo entiendo perfectamente estoy un poco horrorizado ante la sarta de animaladas que acaba de decir, y me cubro la boca con la mano para evitar que se vea la sonrisa que se me acaba de escapar.

Cuando el gordo retrasado empieza a pegar gritos y manda que nos achuchen a los kabane me levanto de la silla de golpe mirando a mi alrededor para decidir el mejor curso de acontecimientos, que se resume en salir de aquí cagando leches. Lo primero en lo que pienso es en marcharme y que cada palo aguante su vela, pero la actuación del mecánico hace que me lo replantee. Aquí hay gente que está impedida, y agarro con fuerza el respaldo de mi silla mientras compruebo que la recientemente cegada Hime y su lazarilla particular están bien.

-¡Atentas, señoritas!.- Haciendo un arco con la silla intento derribar con ella a lo que sea que me está interrumpiendo mi salida de este infierno, teniendo buen cuidado de que las chicas puedan aprovechar mi impacto. Iba a echar a correr pero me quedo quieto porque preferiría que no andaran diciendo por ahi que dejo morir a alguien indefenso. Maldita sea...- Hime, ¿te ayudo?.

Me quedo un par de segundos mirando si las chicas me siguen, y en caso de que no lo hagan estoy totalmente convencido de ir a por ellas. Así las tenga que llevar en brazos. Además así me da tiempo por si abren algo más de hueco...

Arisa frunce los labios cuando oye la estúpida petición de Kaibuki de entregar a Sachiko. Pero antes de que diga nada, Tomohiro salta, para sorpresa de todos. La psíquica alza las cejas sorprendida y se contiene una sonrisa de orgullo por el hombre al que ha decidido seguir. En ese momento, los kabanes atraviesan las puertas a sus espaldas. 

Sin perder un momento, la psíquica alza la mano frente a ella y la mesa y algunos de los sillones se elevan en el aire, mientras su pelo vuelve a revolverse movido por un viento invisible. Sin embargo, esta vez no parece costarle ningún esfuerzo como veces anteriores. De hecho, parece incluso más calmada que en otras situaciones y esboza una pequeña sonrisa cuando se da la vuelta.

- ¡Asano, al suelo!

Evitando por pelos al maquinista, el mobiliario se catapulta contra los kabane, conteniéndolos contra las paredes y formando un pasillo seguro improvisado, a un simple gesto de la pelirrosa. Con cuidado, le da un suave empujón a Lyashi hacia Tomohiro y le suelta la mano. 

- Protege a Mogami-sama. Yo iré delante. - luego su cabeza se gira hacia Takeshi. Me ha llamado Hime... Otra vez. En vez de enfadarse o sentirse agobiada por ello, su sonrisa se amplía un momento y se acerca hacia él, tomándole de la mano - ¡Sí! ¡Corre!

Sin esperar respuesta, Arisa echa a correr por el pasillo, arrastrando tras de sí a Takeshi mientras busca la forma de salir de allí, encontrándose con el menor número de guardias posible.

Los disparos de Hideo derriban a tres kabane al destrozarles la cabeza, el pecho y una pierna respectivamente. Al mismo tiempo Takeshi mantiene a raya a otro kabane arrojándole una silla y provocando más furia que daño. Sudando de miedo y excitación Sakura empuja a los kabane que se estaban acercando a Izume. Los engendros no entienden qué es esa cosa gris que les está alejando de su presa y caen al suelo de culo con una expresión que podría calificarse de sorprendida. Para cuando se han levantado Izume ya ha seguido a Yûki y Tomohiro. Pero el verdadero golpe de efecto ocurre cuando varias sillas son levantadas a la vez por el poder de la mente de Arisa y lanzadas contra el grupo de kabane que bloqueaba la entrada. Los pesados muebles derriban tanto a los kabane como a sus cuidadores, que caen al suelo con sus capas abiertas. Inmediatamente los monstruos a los que sujetaban se revuelven contra ellos y empiezan a devorarlos.

Yûki y Lyashi son las primeras en salir seguidas por Tomohiro, que ha desenvainado su katana intentando no ser un estorbo para ellas. Los siguen Izume, Takeshi llevando a Arisa de la mano y por último Hideo y Sakura.

¡No podemos escapar de ellos! - dice Izume - ¡Venid conmigo!

¿A dónde? - pregunta Tomohiro

¡Al único sitio en el que Kaibuki no soltará jamás a sus engendros! ¡Confiad en mí!...

Los muros de la mansión se vuelven transparentes para Arisa, que consigue distinguir el camino más corto para salir del enrevesado interior del edificio. Tal vez sean capaces de llegar fuera y apoderarse de los carruajes antes de que los monstruos se les echen encima. Sin embargo su intuición le dice que lo que intenta hacer Izume es importante, incluso cuando implica adentrarse más en los dominios de Kaibuki...