Partida Rol por web

Tantalus, satélite principal de Castobel

Orpheus Salient

6-220-818.M41

T -50 antes de la llegada de la ofensiva Xeno

Los retrocohetes sacudieron la cápsula de desembarco de forma agresiva, pues la velocidad a la que caían era muy alta. Tras lo que parecieron un momento eterno, la cápsula impactó contra el suelo con brusquedad, pero sin causar grandes daños. Los motores hidráulicos se pusieron en marcha para enderezar la cápsula y, tras eso, las compuertas se abrieron cual pétalos de una flor, permitiendo ver por primera vez, y puede que última, esa estación.

Los olores a humo, promethium, sangre y productos químicos impactaron a los astartes en cuanto las puertas abrieron, así como unas temperaturas bastante frías, llegando a ser extremadamente frías. La luz era escasa, aunque se suponía que era el momento más iluminado del día, pero parecía el atardecer de cualquier otro mundo, por lo que las sombras eran largas y muy oscuras, como si estuvieran ganando segundo a segundo la disputa con la luz por ese terreno. El horizonte, al sur, se está viendo devorado por una especie de tormenta púrpura y negra, con lagunas especies de venas amarillentas cruzando el cielo, que es causada porque la atmósfera está comenzando a ser devorada por las esporas tiránidas.

El suelo era un terreno roto, como si fuera de puro hielo o uno de esos desiertos de roca resquebrajada por el sol. Hay alguna colina asolada, pero no se ve nada que pueda considerarse "vivo" como vegetación o algo así.

Rápidamente, el mapa de las servoarmaduras se cargó y proyectó sobre lo que veían, mostrando una interfaz de qué era lo que tenían en cada dirección de forma más cercana. Al oeste tenían el punto del accidente de la lanzadera del Magos, al norte un Conjunto de Edificios y al sur tenían el Bunker de Seguridad y el Enlace de Comunicaciones. 

Las comunicaciones fuera de esa zona estaban cortadas, solo podían comunicarse entre ellos y por los sistemas internos de la armadura, cualquier intento de comunicarse con algo fuera de la escuadra por radio sería un fracaso.

¿Por donde comenzarían a buscar?

Adenoriel salió de la cápsula y observó a un lado y a otro mientras su servobrazo se desperezaba levemente al moverse con rigidez. Gracias al mapa se hizo una idea de la posición que ocupaban. Lo cierto era que la situación no era muy buena, era una misión contra reloj y debían ser rápidos y certeros, solo el Emperador sabía donde estaba el magos y Adeonriel, esperó en su fuero interno que les ayudara a encontrarlo con presteza, no quería perder el tiempo ni hacer un mal uso de los recursos del Imperio.

Valoró las distintas opciones, algunas parecían lógicas como ir directamente al bunker que tenían al Sur, o explorar la serie de edificios que había al norte, pero sin duda, la deducción más lógica era investigar los restos del accidente de la lanzadera que transportaba al V.I.P. 

Hermanos - comenzó por el sistema de comunicación, Adenoriel llevaba el bolter en su izquierda y con la derecha señaló hacía los restos que tenían relativamente cerca de donde habían desembarcado - Avance rápido, Hermano Bolverk y yo iremos en cabeza, hermano Muerte, cubra la retaguardia. Salaphael, en medio. Iremos directos hacía los restos de la lanzadera, confiemos en las habilidades de rastreadores que os hacen tan famosos - miró al lobo espacial, él sería la pieza clave, con el, si el objetivo había sobrevivido, sería realmente fácil localizar un rastro y seguirlo - en marcha - dijo con voz autoritaria y emprendió el camino a velocidad de marcha rápida

Salaphael bajó con paso firme y rápido de la cápsula, con la pistola bólter alzada y lista para derramar condenación y muerte sobre los enemigos del Emperador. Sin embargo, al menos el recibimiento fue muy calmado. No parecía haber absolutamente nada a la vista. Pero el astartes estaba convencido de que las apariencias engañaban. Había vida allí, otro asunto sería que estuviera del lado del Imperio o en su contra. Las órdenes de Adenoriel no tardaron en llegar, y pronto el sacerdote sanguinario se colocó en posición, listo para avanzar.

-A sus órdenes, hermano Adenoriel. 

Dado que en los últimos tiempos había trabajado en solitario en bastantes ocasiones, hacía ya lo suyo que no experimentaba el dulce descenso de una cápsula de desembarco a través de una atmósfera, rugiendo y temblando al alcanzar velocidades que sin duda podrían destrozar los huesos y órganos de aquellos que no estuvieran preparados para ello.

Y si la caída no lo hacía, el impacto sin duda lo conseguiría.

Una vez tocaron tierra, todos se movieron como los guerreros perfectamente entrenados que eran, saliendo al momento de la cápsula para tomar posiciones a su alrededor. Muerte llevaba el bólter en sus manos alzado, revisando los alrededores con la mirada. Vió los edificios y búnkeres que había a su alrededor, así cómo la lanzadera estrellada, y no se le escapó el estado de la atmósfera: los malditos xenos estaban actuando rápido. Le daba rabia tener que abandonar el planeta en sus garras, dejando que se perdieran tantas vidas y, a la vez, uno de los mundos del Emperador, más no dudaba que se había hecho todo lo posible. Ahora, al menos, con esa misión podrían tener alguna opción de encontrar una forma de destruir a la amenaza tiránida.

Al escuchar las instrucciones del tecnomarine, asintió al tiempo que se ponía en posición pero también hizo su propio apunte:

- Hermano Adenoriel, sin desmerecer en absoluto las habilidades del Hermano Bolverk, creo que va a ser difícil seguir cualquier rastro dado el estado de la superficie del planeta. Lo más probable es que nuestro objetivo se haya refugiado ya en el búnker más cercano o haya intentado realizar algún contacto con el exterior a través del enlace de comunicaciones.

   Bolverk sintió como los sensores del traje controlaban la descarga de adrenalina que le producía el inminente combate. No podía desperdiciarse nada que luego pueda ser útil, aunque solo se trate de una pizca de adrenalina. Parecían cuatro estatuas mortales, enfundados en sus servoarmaduras y practicamente inmóviles esperando el impacto. Cuando la capsula entró en la atmósfera Bolverk sonrió. Un enorme estruendo lejano, como el ruido de un enorme tambor de guerra, estalló cuando la capsula entró en la atmósfera. Y seguidos golpes ritmicos similares le seguían cuando la capsula entraba en zonas de cambio de viento y gravedad. Parecía como los tambores de guerra que anunciaban la presencia de un ejercito y la cercanía del combate.

   Cuando impactaron, Bolver salió de la cápsula tranquilo pero atento y en guardia. Tenía la pistola bolter en una mano y una espada sierra en la otra. Pero guardaba su segunda arma blanca para entrar en acción. Se encomendó a Rus y al Padre de Todas las Cosas, no para que le dieran suerte y le protegieran, sino para que pusieran sus ojos sobre él y sus hazañas.

  Bolverk gruñó visiblemente y sacó los dientes, que quedaron ocultos pues el lobo tenía puesto el casco. Hizo caso omiso al ultimo comentario, pero al pasar junto al Marine conocido como "Muerte" no dijo nada, pero si le dió un empellón dirigiendose hacia la zona donde la capsula del Magus se habia estrellado.

   Allí empezó a buscar pistas y rastrear un posible camino. Se quitó el casto, aunque eso supusiera perder las comodidades y tecnologias que le daba su visor. Habia veces que uno debía confiar más en los conocimientos más básicos que en la más alta tecnología. Ningun HUD le ayudaría a distinguir el tenue olor de un rastro. Si el Hermano Muerte pensaba que iba a seguir un rastro buscando huellas en la tierra... estaba claro que no conocía a los Hijos de Rus.

Tantalus, satélite principal de Castobel

Orpheus Salient

6-220-818.M41

T -47 antes de la llegada de la ofensiva Xeno

Caminaron a un paso ligero, sin llegar a correr con toda la prisa pues estaban en un lugar hostil y los tiránidos eran conocidos por parecer salir de la nada por completo, como si se teleportaran o fueran invisibles.

A lo lejos comenzaron a ver la situación del punto de impacto de la lanzadera del Magos. 

La errática cicatriz causada por el impacto es visible desde lejos, y va desde el lado sudoeste hacia el noreste donde se encuentra el cuerpo de la lanzadera. En una ocasión fue una magnífica máquina, pero la cabeza afilada de una lanzadera clase Kestral se muestra destrozada contra un banco de tierra y semienterrada, y el resto de la lanzadera está partido por la mitad unos metros atrás y otros muchos restos esparcidos por el suelo. A pesar de la fuerza del impacto, el lugar donde está el reactor y las líneas de combustible se muestran intactas. Las puertas de los laterales se muestran abiertas con ráfagas de energía y disparos. Los ocupantes no están, y no parece haber signos de vida de ningún tipo de vida.

No habían pasado más de veinte minutos de tiempo, lo que mostraba que iban bastante bien de tiempo.

Ahora, si querían investigar el interior de la lanzadera deberían de entrar por una de esas puertas abiertas y ver que esperaba en el interior.

Muerte había sentido el empujón del Lobo Espacial, por supuesto. Igual que las intenciones detrás del mismo. Más no le dio importancia: si Bolverk era tan temperamental como para tomarse a mal una evaluación táctica con respecto a la situación, no sería el Escudo Negro el que le diera razones para tener un enfrentamiento, especialmente cuando en ningún momento había deseado ofenderle.

Siguió a sus compañeros a paso ligero, manteniéndose en la retaguardia como Adenoriel le había ordenado, con el bólter siempre levantado y atento a los alrededores. Si algo había aprendido sobre los tiránidos era que podían sorprenderte cuando menos te lo esperabas, puede que incluso más que cualquier otro xeno conocido. Por ello no iba a bajar la guardia ni un segundo.

Una vez llegaron a la lanzadera estrellada, Muerte clavó la rodilla en tierra, dándole la espalda a sus compañeros mientras describía un arco de 180º con la vista, apuntando con su arma, por si veía algo, cualquier cosa, que no fueran los propios edificios que rodeaban la zona.

- Yo vigilaré, hermanos, si alguno va a adentrarse en la lanzadera.- les dijo sin mirarles, muy atento al reloj. Debían darse mucha prisa. Aunque fueran Marines Espaciales, Muerte era realista: no sobrevivirían contra toda la horda enemiga.

De acuerdo Hermano - comentó mostrándose de acuerdo con su iniciativa, Adenoriel había pensado que fuera Muerte quien le acompañara al interior de la nave siniestrada, pero no iba a poner en tela de juicio una buena iniciativa por parte del marine, por lo tanto aceptó y siguió adelante - Salaphael, al interior conmigo - dijo quitándose el casco y colgándolo del enganche magnético, su curtido rostro sintió el intenso frío del lugar y arrugó la nariz - Hermano Bolverk, busque rastros por el lugar - y sin más preámbulo, miró al ángel sangriento mientras su ojo zumbó y se introdujo en los restos del accidente.

Al acercarse a la lanzadera, le extrañó no ver ningún cuerpo. ¿Rastros de sangre? Quizá los xenos los hayan consumido. Quizá no haya sido una colisión aparatosa y hubieran salido todos por el mismo pie. ¿Cuantos tripulantes habia?

  - Hmmmm...

El Lobo Espacial dio un rodeo a la nave, golpeando con la palma la hombrera del Hermano Muerte. Un guerrero decidido, que sin decirle nada el líder él se habia posicionado. Eso estaba bien, tener iniciativa propia. Eso hablaba bien del guerrero. Dio un par de vueltas a la lanzadera para familiarizarse con el entorno. Entonces cerró los ojos y murmuró unas palabras antes de quitarse el casco. El viento azotó las delgadas trenzas y los mechones del pelo de Bolverk, golpeandole en el rostro. El Hermano Lobo empezó a olfatear por la cabina de la lanzadera, o por la lanzadera para buscar vestigios del rastro y así empezar a seguirlo.

El marine asintió, aunque a diferencia de dos de sus hermanos, su rostro no estaba visible, sólo la parte frontal de aquel casco modelo Corvus que, al igual que el resto de su armadura, tanta acción y gloria parecía haber visto. Decidió, de cara a entrar en un espacio mucho más limitado, cambiar de arma, y guardó la pistola bólter para empuñar su espada sierra antes de seguir al tecnomarine al interior de aquellos restos. 

El tiempo corría en su contra. De momento no habían gastado demasiado, pero el vástago de Sanguinius no podía evitar pensar en que no les quedaba mucho más margen, y eso que acababan de llegar. Aquel mundo se había perdido, asolado por los aberrantes xenos, y en breve el grueso de la horda estaría allí. Y, para entonces, ya deberían haberse marchado. 

Con esos pensamientos muy presentes, entró con paso decidido en aquel lugar, confiando en los sentidos y filtros del casco para evitar la oscuridad que suponía debía reinar dentro de lo que quedaba del vehículo. 

Tantalus, satélite principal de Castobel

Orpheus Salient

6-220-818.M41

T -47 antes de la llegada de la ofensiva Xeno

Muerte se mantuvo alerta en el exterior mientras que sus hermanos de batalla se disponían a realizar diferentes tareas. Adenoriel se quitó el casco mientras se dirigía a la nave, notando la poca visibilidad que había en ese mundo, pues salvo un fulgor naranja propio de un crepúsculo no había una gran visibilidad.

Al entrar en el interior, pueden ver a cuatro miembros de la tripulación, incluido el piloto, que murieron en el impacto. Sus cuerpos fueron abandonados allí. Varios servidores se mantienen en sus puestos, hechos trizas y con trozos afilados de la nave atravesándolos. En la zona de control de la cabina, pueden ver que el sistema de comunicación ha sufrido varios arreglos y retoques tras el imapcto.

Fuera, el Lobo Espacial también se había puesto el casco para poder buscar mejor el rastro del Magos, si es que lo había. Al quitárselo notó como si se le destaponaran los oídos, y la escasa luz no le afectó tanto como al tecnomarine, pues los sentidos de los hijos de Russ eran los más agudos de todos. Olisqueando el aire y observando el terreno, le pareció captar el rastro de un grupo de personas que había salido de la lanzadera y se había dirigido al norte. No podía estipular el número ni quienes eran, pues el olor de toda esa instalación apenas le permitían captar algo diferente al olor de productos químicos, incendios y humo.

   Bolverk habia captado algo. Olia como ocre, quizá temor. Habia prisa. Y era muy tenue. El Hijo de Russ avanzó unos pasos para cerciorarse del camino que el rastro seguía. Pero era tan tenue...

   - Hermanos. Daos prisa. He encontrado el rastro, se dirige al Norte.

   Y practicamente sin esperar a sus hermanos más que unos pocos segundos (lo justo para que respondan), Bolverk empezó a avanzar con cautela hacia el norte. Mientras tanto Bolverk trataba de aislar en su mente ese rastro. ¿Tenia algun recuerdo? ¿Algo a lo que lo podría asociar? ¿Máquinas? ¿Xenos? ¿Olía con ese toque a ozono que rodeaba a los Sacerdotes cuando entonaban sus cánticos?

Mientras aguardaba a noticias por parte de cualquiera de sus compañeros, Muerte seguía con una rodilla en tierra con el bólter levantado sin dejar de ir mirando a su alrededor en arco. Toda su mente y su cuerpo estaba concentrado en esa labor de vigilancia, manteniendo el dedo en el gatillo para disparar al primer enemigo que apareciera.

De hecho... la verdad era que todo le parecía estar demasiado tranquilo. Si quedaba tan poco tiempo para que todo el planeta fuera arrasado por los xenos... ¿dónde estaban las fuerzas de vanguardia? ¿Y dónde estaban todos los que ocupaban en el puesto? No debían haber sido evacuados todos y más si encima se habían enfrentado entre ellos.

Al escuchar a Bolverk, asintió:

- Recibido, Hermano. En cuanto salgan les sigo.

El sistema de comunicaciones de la nave había sido dañado, reparado y alterado, pero no había  durado mucho. Parecía haber sido reparado con piezas que acabaron quemando los circuitos de forma irreversible, pero eso mostraba que alguien con grandes conocimientos tecnológicos lo había hecho. Tras verificar los códigos de comunicación, pudo corroborar que era el punto de origen de la última comunicación del Magos Vyakai.

Tras unos minutos de exhaustivo escrutinio del aparato siniestrado y del equipo del mismo, así como de la radio modificada, Adenoriel llegó a una clara y satisfactoria deducción que, al salir de la nave, la compartió con el resto del equipo de rescate que conformaban.

 - Hermanos, tras un claro análisis he podido dilucidar algunos datos. Fue desde aquí donde emitió la petición de ayuda de nuestro objetivo, la nave esta muerta en todos los sentidos, su espíritu maquina ha sido modificado más allá de su capacidad y el daño es irreversible - flexionó brevemente la cabeza y miró hacía el norte - buen trabajo hermano, ya tenemos una ruta que seguir, en marcha, vayamos al norte, mismo avance, veloz y directos.

El sacerdote sanguinario salió también de los restos, siguiendo al tecnomarine. Al menos, el líder del grupo había podido identificar aquello, e incluso, por lo que decía el lobo espacial, tenían un rastro que seguir. Mientras tanto, lo único que había hecho Salaphael era pasearse de un lado a otro. Los siervos del Emperador que quedaban en aquellos restos ya llevaban un tiempo muertos. Habían muerto como héroes, en cumplimiento de su deber, y por desgracia estaban más allá del alcance de sus artes.

Sólo quedaba esperar que el adepto de Marte, o al menos sus datos, estuvieran enteros y pudieran dar de ese modo un golpe a los xenos. Volvió a cambiar el arma, pues en entornos abiertos probablemente sería más útil tener la pistola bólter empuñada, y asintió.

-Cuando digan, hermanos. 

Tantalus, satélite principal de Castobel

Orpheus Salient

6-220-818.M41

T -43 antes de la llegada de la ofensiva Xeno

Bolverk siguió el rastro de los supervivientes de la lanzadera, pero sin saber quienes serían y, sobre todo, con menos velocidad que la que habían usado hasta entonces, pues el rastro en roca viva y con unos olores tan fuertes no le permitían guiarse con gran facilidad. Tras unos veinte minutos caminando hacia el norte, el Equipo de Eliminación llegó a un punto entre las rocas en el que había algo. 

En el suelo, entre las rocas, había el torso seccionado de un servidor de combate aún chisporroteando, dos miembros de las tripulación naval muertos y un servo cráneo hecho pedazos. También se ven dos cuerpos de hormagantes muertos, uno de ellos con el cuerpo casi desecho de una descarga de fusión. No hay rastro del Magos, pero se puede ver como un rastro de una sangre de un color negro se separa de los restos del combate, aunque desaparece tras un par de metros.

En esa ocasión sí que tardaron bastante más tiempo en llegar a dónde fuera que aquél rastro estuviera conduciendo al Lobo Espacial, seguramente por las razones que Muerte había expuesto antes: el terreno era seguramente de los peores imaginables para hacer algo semejante.

A pesar de ello, no podía tampoco negar que tampoco es que fuera tan exagerado el tiempo empleado, más no debían descuidarse. Cada segundo contaba y lo más recomendable sería dejar Tantalus con tiempo de sobra antes de que los xenos dominaran todo.

Cuando encontraron los restos, el Escudo Negro, que no había bajado apenas el bólter ni un momento, volvió a mirar a su alrededor con atención, esta vez dando la vuelta completa.

- Si esos hormagantes estaban aquí, habrá más cerca. Y lo que es peor, seguramente algún organismo tiránido superior - dijo a sus hermanos, señalando el rastro de sangre con la cabeza -. Y eso no parece humano en absoluto.

Adenoriel no sabía como estaba tan seguro de que fuera un hormagante, pero lo cierto era que los conocimientos sobre esa amenaza xeno eran escasos y no iba a aventurar a decir nada al respecto, si el hermano muerte estaba seguro, Adenoriel confiaría en el juicio de su hermano de batalla, por lo tanto asintió con cierta terquedad y se quedó mirando los restos del servo cráneo valorando si quizás podría recuperar algunos datos del mismo, como la ultima entrada de audio o imagen.

Luego, sin soltar los restos del artefacto, observó el rastro de sangre que se perdía. Accedió al mapa del lugar gracias a la interfaz de su casco - El paso lógico, salvo encontrar nueva información, sería dirigirnos hacía el centro de control central, punto número nueve en el mapa; pero estoy dispuesto a escuchar sugerencias hermanos