Partida Rol por web

Mientras la mayoría de sus compañeros ayudaban a Aeldar, Naedunëa observó un objeto extraño avanzar río abajo hacia su posición. Mirando con más detenimiento, más objetos lo siguían y pronto formaron un grupo de unas especie de balsas que en total sumaban unas diez. Cuando ya se encontraban a unas decenas de metros Nae comprobó que se trataba de pequeñas balsas élficas procedentes de los habitantes de los Robledales, su pueblo. Al momento distinguió sobre las balsas diferentes objetos élficos como capas, frascos, otros objetos y lo que le pareció algún tipo de arma.

-Mi pueblo. No están prestando ayuda...-razona Nae agradecida.

La joven tuvo que darse prisa en avisar a sus compañeros ya que las balsas se acercaban a su posición y si no se lo decía a tiempo perderían todo lo que había en ellas.

-CABALLEROS, COJAN LO QUE HAY EN ESAS BALSAS, ES DE MÁXIMA IMPORTANCIA!-gritó Nae de manera desesperada a sus compañeros...los objetos de las balsas les serían de gran ayuda en el largo viaje que les quedaba por recorrer.

Un grito de Nae le desconcentró por un momento.

¿Balsas? ¿Ahora? ¿Y que cojamos su contenido? Puedo hacer malabares, no magia...

Áran se encontraba en mitad del río, a la altura de Aeldar, guiando al caballo con la mano izquierda mientras con la derecha seguía sujetando la cuerda que le tendía al elfo para que se agarrase y poder remolcarlo.

Tal vez si consigo ponerme justo al lado de una de las barcas o esta pasa junto a mí sin chocarme frontalmente (de manera que seguramente me tiraría al agua) podría pasar una pierna por encima y sugetarla, para llevarla conmigo hasta la orilla...

-¡Aeldar, agárrate a la cuerda que sugeto y enróscatela alrededor del brazo! ¡Y si puedes desviar alguna barca de un manotazo para que encalle en las piedras en las que estás agarrado sería estupendo!

Áran parecía dudar antes de hablar. Finalmente dijo:

-Verás, aunque terminemos la misión y volvamos con vida, yo sigo acusado de ser un bandido. ¿Qué será de mí a la vuelta? ¿El duque me indultará? ¿Estaré bajo tu custodia hasta el fin de mis días? ¿O simplemente... pues... ya sabes... se me ajusticiará?

De acuerdo! Oliver alcanzale una cuerda a Aeldar yo haré lo mismo!! - Sigmund hace girar un par de veces la cuerda en el aire con el pequeño pedazo de piedra en el extremo y lo lanza encima de Aeldar - Vaamos!!! cógete compañero!

Viendo que su puntería seguía respondiendo como antaño y que Aeldar agarraba la cuerda, Sigmund grito - Calypso! Lihem! Áran! mirar que podéis hacer por conseguir esas balsas! Oliver y yo sacaremos a Aeldar de aquí.

Aeldar agarra bien fuerte la cuerda y enrédatela en un brazo o cintura!- Sigmund gritaba por encima del ruido del rio mientras los pies del guerrero luchaban por situarse firmemente bajo el suelo del rio y de vez en cuando debía de echarse atrás para no entrar en la fuerte corriente.Oliver lanzale tu una, y tira de el mejor que pasa a vuestro costado!.

El guerrero entendía perfectamente la preocupación del artista y con voz tranquila le respondió:

Tranquilo Áran, si nos ayudas a completar con éxito la misión, estate por seguro que el duque estará muy contento de volver a ver a su familia, por lo que el indulto será seguro, si no, yo hablaré con él, palabra. Y en cuanto a mí - Le digo posando una mano sobre su hombro para afianzar que lo decía de buen corazón- La deuda que contraimos al salvarte de los guardas quedará saldada en cuando volvamos a Fianosther. Ahora descansa un poco, lo necesitaremos para el camino.

Sigmund parecía seguro de sus palabras, pero eso no tranquilizó a Áran.

-Esa es otra de mis preocupaciones, Sigmund. El duque parecía enfermo y debilitado. No debería haberse tomado esa pócima mágica. Hay algo que no me huele muy bien, y las manchas de la piel que tenía el duque el día de nuestra partida me hacen temer por él...

Espero que él también se fijase en eso y me diga de una vez que no tienen nada que ver con los temores despertados por Calypso. Sino, estamos jodidos.

Oliver ayudame con la cuerda! despues iremos a por esas balsas!

Aeldar, aún en las rocas veía como sus compañeros trataban de sacarle de allí lo antes posible y el elfo agarraba con fuerza la cuerda lanzada por Sigmund.

¡Ya la tengo! gritaba el elfo sujetando la cuerda con fuerza.

Arrastrando al elfo poco a poco Sigmund le tendió la mano aggarandolo con fuerza mientras Oliver terminaba de remontarlo- Ya eres mio! - dijo al chorreante Aeldar- Hehehe! Que mal trago ¿EH?- golpeo fuertemente la espalda del elfo haciendo que saltaran varias gotas en todas direcciones.

¡¡Bien hora de coger esas balsas!!!- No había terminado de decir esta frase cuando vió como con la destreza de un felino Áran se hacia ¡¡con seis de ellas!!- Así se hace Áran jaja - "grande chico" le hacia señas con la mano mientras el artista le contestaba risueño con otras señas acercando las balsas a la orilla.

"Mi turno"- pensó esperando a que se acercran varias de ellas y con algo de dificultad agarró el costado de una, hundiendose casi todo su cuerpo en un hueco del fondo del rio, para salir despues completamente empapado y echando un chorro de agua por su boca - Puaj! Cof! cof! Brrr... refrescante. Y  con fuerza empezó a tirar de las balsas hacia la orilla.

Oliver consiguio llegar a la altura de Sigmund y Áran Venga, tiremos los tres a la vez....y tiro con todas sus fuerzas de la cuerda para poder sacar a Aeldar de aquel pequeño contratiempo en el que nos habiamos visto implicados.

Entre los tres consiguieron sacar al elfo de aquellas rocas Ya esta Aeldar, tranquilo..., una vez todos a salvo intentaron coger el mayor numero de balsas posibles.

Oliver se acerco a aquellas balsas que bajaban a gran velocidad y consiguió hacerse con 3 de ellas, Acto seguido se dirigió hacia su caballo, monto en el y fue donde se encontraba el resto de sus compañeros con una gran sonrisa mientras este agitaba en sus manos los 3 objetos que había rescatado de las balsas.

*Suspiro*- un pequeño gruñido mezclado con un suspiro salió de Sigmund mientras se paraba en su camino al pequeño campamento y se giraba de nuevo hacia Áran.- A mí tampoco me gustaba el aspecto del duque, Áran.-Dijo todo lo calmo que podía y con voz fría- Pero ahora no ganamos nada preocupándonos por él, delante nuestro tenemos un camino que seguramente este plagado de peligros y tenemos que estar todos centrados y preparados. Además, a la vuelta, pase lo que pase con el duque mi palabra y seguramente la de tus actuales compañeros, gente influyente en sus tierras, te avalará, ya no serás ningún proscrito, te lo aseguro.

Oliver y Sigmund se acercaban hacia la posición de Aeldar cuando una serie de misteriosos paquetes llegaron flotando río abajo. Mientras tanto, Nae desde la orilla les advirtió que aquellos paquetes eran enviados por su pueblo desde los Robledales y que debían alcanzarlos. Dada la situación los guerreros se dieron prisa, y utilizando una cuerda lograron rescatar a Aeldar que permanecía agarrado a una roca.

Acto seguido, se dispusieron para alcanzar los paquetes que en ese momento llegaban a su altura. Afortunadamente y gracias a la extraordinaria pericia de Áran, consiguieron hacerse con todos los paquetes cuyas balsas se deshacían y hundían mágicamente cuando su contenido era alcanzado y que transportaron sin más problemas hasta la orilla, donde los depositaron. Una vez en tierra firme, los guerreros se sentaron a descansar observando con curiosidad cómo Nae desempaquetaba el contenido de cada balsa.

- Mi pueblo tiene una mística relación con el río que nace en el corazón de su pueblo. Nuestros más sagrados sacerdotes pueden emplear el río como una extensión nerviosa más de sus cuerpos, y según cuentan, en contacto con cada gota de agua pueden sentir a todos aquellos objetos con los que esa gota contactará. -comentó Naedunëa mientras extraía un conjunto de 8 capas élficas que contenían los dos primeros paquetes -No conozco los mecanismos concretos de esa relación mística pero intuyo que mi pueblo pudo sentir cómo nos internaríamos en el agua y nos ha enviado estos presentes.

Desenvolvió el tercer paquete que contenía 4 dagas élficas con adornos grabados en la empuñadura y a lo largo del filo. Siguió con el quinto y descubrió que contenía una de las joyas más preciadas de Lindórië reina de su pueblo, un hermoso collar con una joya ovalada que cambiaba de forma como si de un material líquido ingrávido se tratara pero que resultaba rígido al contacto. Además, en este paquete había una carta personal de la propia reina redactado en élfico. Nae lo abrió de inmediato y lo leyó en silencia mientras con un gesto invitaba a los demás a desempaquetar el resto de bultos.

Entre el resto de paquetes se encontraron con otro grupo de 4 dagas, comida élfica, dos paquetes idénticos que Calypso y Aledar identificaron como dos pócimas de curación y otras dos de elixir de fortaleza y de destreza (6 frascos cada paquete, 2+2+2), una vasija sellada cuyo contenido no conocían y en otro un saco con polvos verdes que tampoco lograron identificar.

En cuanto tuvieron todos los paquetes abiertos, Nae se dirigió al grupo y leyó en voz alta y en lengua común el contenido de la carta.

- Dice así -comenzó Nae-

Querida Naedunëa,

hemos sabido mediante los misterios del agua que te encuentras viajando en dirección sur junto a un variado grupo de aventureros de diferentes razas. Quiero que les hagas llegar nuestros deseos de que el viaje les sea lo más propicio posible y que serán bienvenidos a nuestro pueblo sincera e incondicionalmente. Como muestra de ello os enviamos estos presentes que esperamos os sean útiles en las jornadas que os esperan sean o no los Robledales vuestro destino más cercano.

Dejamos en tu mano la decisión de repartir como gustes el contenido de estos paquetes con la única condición de que seas únicamente tú la que porte la joya que acompaña esta carta. Debes saber que entre otras propiedades, esta joya permite a su portador conocer el momento en que un peligro le acecha emitiendo un particular brillo.

Esperamos poder disfrutar de vuestra visita en los próximos días. Sea como fuere, bendecimos vuestro viaje y os ofrecemos nuestro más sincero apoyo en todo lo que quede en nuestra mano.

Y concluye con un mensaje de despedida en élfico que no tiene traducción exacta a lengua común.

Nae miró a sus compañeros e identificó los dos paquetes cuyo contenido era aún un misterio para los demás.

- Esto es una bolsa de polvos de fuego amigo; vertidos sobre cualquier fuego, establecen un radio de acción de varios metros desde cuyo exterior la luz emitida es indetectable, mientras que desde dentro, la luz ilumina todo con total normalidad. Este otro contiene una vasija que disuelta en agua potencia las características de los caballos volviéndolos más rápidos y resistentes durante varias jornadas.

Nae repartió los contenidos de forma que cada uno portaría una capa élfica (que sustituiría a las incómodas capas marrones del duque), y una daga. Los frascos de pociones los entregó a Calypso, pues era el que más conocimientos tenía sobre ellos. Repartió la comida élfica a partes iguales entre todos, se quedó con el colgante de Lindórië y entregó a Sigmund los polvos de fuego amigo y el líquido para los caballos.

- Calypso te entrego las pociones pero debes recordar que son de todos pero debes ser tú, en su defecto Sigmund, el qué decida cómo usarlas.

Tras un pequeño descanso y dar de beber a los caballos el contenido de la vasija destinada a ellos, el grupo se puso de nuevo en movimiento aprovechando las pocas horas de luz que les quedaban. A pesar del esfuerzo y la fatiga, el alivio de pisar tierra firme y avanzar sin el temor a ser descubiertos (volvieron a caminos secundarios poco frecuentados) además del nuevo impulso otorgado por la poción élfica para las monturas les hizo avanzar considerablemente llegando poco antes de anochecer a un punto próximo a la parada prevista de esa tarde, con lo cual el retraso provocado por el incidente del río no les supondría demasiado inconveniente.

Acamparon un una zona aparentemente tranquila y algo alejada del camino, y encendieron un fuego empleando cierta cantidad de polvo de fuego amigo para evitar ser vistos por animales y visitas inesperadas. Los viajeros cenaron algo animados por la nueva situación y la eficacia de la poción de los caballos.

Estaban a punto de echarse a dormir cuando todos detectaron movimiento entre unos arbustos cercanos. Todos giraron el cuello hacia allí, y lo que fuera que había provocado aquel ruido pareció detenerse. Por un momento todos guardaron silencio, hasta que empezaron a reaccionar...

Después del chapuzon que se dieron en el rió ayudando a Aeldar, el grupo se dispuso a descansar mientras Nae, abría y repartía entre todos lo recolectado de las balsas después de leer una carta destinada al grupo de parte de la reina del pueblo de Nae. Durante ese tiempo Oliver no pudo mas que dar gracias a los elfos que les habian mandado todo aquello y asi se lo hizo saber a Nae, asi que levantandose Oliver pornuncio unas palabras a Nae... Nae, le estoy sinceramente agradecido a tu pueblo, sin duda estos regalos nos seran de gran utilidad a lo largo de nuestro viaje.

Cuando Nae entrego a Oliver la capa elfica y la daga este se lo agradecio con unas simples palabras... Como ya he dicho antes, muchas gracias Nae. Y acto seguido se equipo con ellas poniéndose la nueva capa y guardando la que el duque les había proporcionado.

Una vez acabo el descanso y después de darles de beber a los caballos el contenido de la vasija el grupo puso de nuevo rumbo a su destino. Oliver enseguida noto que el brebaje que habían tomado los caballos hacia efecto rápidamente, pues parecia que llevaban un ritmo mas alto de lo habitual ¡¡¡ Buenos regalos !!! si señor. Llegaron a lo que parecía un buen sitio para acampar y así lo hicieron, algunos se encargaron de encender el fuego mientras los otros se dedicaron a acomodar a los caballos.

Oliver disfruto bastante de aquella cena ya que el animo del grupo parecia florecer de nuevo. Justo cuando se disponian a acostarse todos detectaron movimiento entre los arbustos y oliver como el resto de sus compañeros dirigio su vista hacia la zona de donde provenia el ruido....¡¡¡ Que demonios !!!, oliver se levanto y camino lentamente hacia unos arbustos, ya que creía haber visto algo.

Oliver fue el primero en reaccionar ante el movimiento que detectaron en los alrededores. Se levantó y se acercó a la zona afectada. En ese momento vio algo moverse un poco más allá, alejándose del campamento y ocultarse tras un arbusto. Era evidente que aquel individuo los estaba espiando.

Con el intruso ya detectado y ubicado Oliver se enfrentó a una decisión: atacar por sorpresa a la posible amenaza o advertir al intruso...