Un joven marinero rompió la monotonía de aquel compartimento de carga y dijo que el capitán requería de la presencia del grupo ante el. ¿ Recobraria Liozard el aspecto humano o se presentaria ante el capitan como un corcel ?
Una bocanada de aire limpio inundo los pulmones de Oliver invitándole a aspirar de nuevo tan agradable placer, el ambiente en el compartimento de carga se había cargado demasiado gracias a la presencia de los caballos y respirar aire fresco era algo que en ese momento agradeció de buen gusto. Miro a su alrededor y en el horizonte a lo lejos parecida divisar el puerto de donde partieron, Si que hemos adelantado desde que zarpamos... pensó Oliver mientras seguía al resto de compañeros dirección al camarote del capitán.
Una vez ante el capitán a Oliver le dio la sensación de que no eran bien recibidos en aquel barco, la sonrisa forzada del capitán y la mirada de alguno de los marineros lo habían echo patente, no hacia falta ser muy avispado para darse cuenta de ello.
Oliver escucho atento todas y cada una de las palabras que el capitán pronuncio, sin nada que decir al respecto espero a ver si alguno de los allí presentes tenia algo que decir.
Tirada oculta
Tirada: 1d8
Motivo: Quien escucha
Resultado: 7
Decisión de quién escucha un comentario (1d8):
1 -> Sigmund
2 -> Oliver
3 -> Nae
4 -> Áran
5 -> Thorin
6 -> Calypso
7 -> Aeldar
8 -> Lihem
Mientras anochecía, fueron llamados a cenar con el capitán y cuando se encaminaban hacia su camarote, Aeldar se detuvo para ajustar un cordón de su pantalón. Mientras lo hacía, escuchó a dos marineros que charlaban animadamente a pocos pasos de él en un lugar donde no podían verlo.
- Shhhh... que te pueden escuchar -dijo uno atrayendo sin querer la atención del elfo.
El capitan con un gesto de hospitalidad invito a sus pasajeros a una suculenta cena y estos no tardaron en acudir al camarote del capitan para dar buena cuenta de ella.
Las tripas de Oliver empezaron a sonar al ver semejante banquete, se relamio, la boca se le hizo agua, tenia unas ganas locas de incarle el diente a todo cuanto pudiera y estubiera a su alcance.
Miro a su alrededor para ver quien seria el primero en coger algo y empezar a comer para el seguir los mismos pasos, pero en ese momento, en el que observaba a sus compañeros se dio cuenta de que Aeldar no estaba, pero no pasaron ni 5 segundos el elfo aparecio por la puerta con un gesto en la cara que al paladin no le gusto nada.
Aeldar!!! ¿ Te encuentras bien ?, parece como si hubieras visto un fantasma.
Tras sentarse en la mesa del capitán, no sin antes darle las gracias por la hospitalidad que les estaba ofreciendo, aún sabiendo, que parecía de mala gana, el guerrero se queda mirando con cara seria a Aeldar y se suma a las palabras del paladín.
-Si Aeldar, tienes mala cara, ¿Que sucede?
Desde que pusieron un pie en el barco, Nae fue consciente de que su presencia no era muy grata y la reunión que tuvieron con el capitan no hizo más que confirmar esta impresión. Por ello, le sorprendió la invitación a cenar al día siguiente. La mañana y la tarde pasaron sin ningún tipo de incidentes y al comenzar a caer la noche muchos de sus compañeros estaban ansiosos porque llegara la hora de la cena y probar la comida que el capitán les tenía preparada.
Mientras se dirigían al camarote la joven elfa sintió la mirada de desprecio de los marineros. Será mejor que esta travesía termine cuanto antes...pensó mientras tomaba asiento en la mesa. Justo en ese momento se dio cuenta de que Aeldar no estaba allí pero el joven no tardó en aparecer aunque con un gesto extraño. Nae le observó mientras iba hacia la mesa y no le gustó la expresión que su cara reflejaba y se preocupó por lo que le pudo haber pasado.
Ey Aeldar...si prefieres volver a nuestro camarote porque te encuentras mal no creo que al capitán le moleste y si es necesario yo te acompaño. Pero...¿qué te ha pasado?
Áran se mantuvo apartado del grupo dormitando en una esquina de la sala durante gran parte del viaje, saliendo siempre que el clima se lo permitía a holgazanear por la cubierta y disfrutar de la brisa marina. Sin embargo, durante las escapadas al aire libre, el pícaro no dejaba de seguir a los marineros con la mirada.
La gente no odia a los demás sin razón... Hay algo que no me termina de gustar a bordo de esta cáscara de nuez, y demasiada gente a la que me gustaría tirar por la borda... aunque si los tirase a todos, ¿quién se encargaría de hacer que este trozo de madera avance en su dirección?... ¡Eh, mami, mira! ¡Me he vuelto filósofo! Y solo llevo un día a bordo... Jodido aburrimiento.
Cuando el capitán les invitó a cenar, se apresuró a ir hacia el camarote a comer algo caliente. Pero nada más sentarse en la mesa se percató de que había un asiento libre. No pensó mucho en ello porque en seguida apareció el elfo con una cara definible como curiosa.
Eso es, atosigarlo a preguntas para hacerle un lío... ¡Dejárle coger aire y que conteste a la primera antes de hacerle las seis siguientes! Por si acaso, como dijo el gran pensador de cuyo nombre no me acuerdo: Si crees que alguien puede ser apuñalado, asegúrate de colocarte tú tras la guarda de la daga.
Y Áran, en su paranoya contína, saco una daga con el brazo oculto bajo la capa, donde se quedó fuera de la vista de los demás.
Por si no era obvio que el tiempo libre en un barco sin absolutamente nada que hacer y gente mirándote mal desarrolla paranoyas, aquí teneis la reacción más obvia del paranoico del grupo... un día más con este ambiente y alguien morirá...
¡CHIN CHIN CHIN CHIN! (sombra de un tío con un cuhillo en la mano y seguido de grito) XD
Aeldar entró en el camarote del capitán donde se encontraba el resto de sus compañeros con cara de circunstancias.
Cabizbajo y pensativo se sentó junto al resto mirándo de soslayo al capitán del barco para después contestar a la preocupación de sus compañeros.
Eh... no, no... yo... creo que tanto tiempo en el mar me está pasando factura, eso es todo.
El joven elfo echó una leve sonrisa algo forzada, pero en aquellas circunstancias era lo primero que se le había ocurrido para salir al paso.
Tranquilo Aeldar, ésto se solucionará sin problemas. Se animaba el elfo internamente.
Perfecto - Dijo Sigmund con despreocupación para quitarle importancia al estado de Aeldar - El mar es pesado si no se está acostumbrado. Si nunca se ha pisado un barco, se necesitan varios viajes para acostumbrarse a veces.
¿Seguimos? - la mano del guerrero iba hacia un muslo de pollo asado que había en la mesa para dar buena cuenta de él y para animar al grupo a comer. Mmm... delicioso capitán, de nuevo debo agradecerle su generosa hospitalidad y el trato que nos da.
"Mmm... es extraño" Pensaba el guerrero mientras de vez en cuando con alguna mirada rápida comprobaba el estado de su compañero "Parece que algo le aflige pero o bien por la presencia del Capitán o por la de todos nosotros no quiere contarlo, más tarde intentaré hablar con él. De mientras...".
Sigmund sabía que tal vez no era un movimiento acertado, pero él era un hombre directo al cual no le gustaban las tretas ni embustes por lo que sin pelos en la lengua a mitad de la comida decidió preguntarle al capitán uno de los temas que tenían a sus compañeros algo preocupados.
Y dígame Capitán - la mano del guerrero fue hacia la copa de vino para aclararse la garganta y bajar los restos de comida - Ejem, ¿Hay alguna superstición entre los marineros, referente a elfos, enanos o mujeres? Me he fijado que alguno de sus subalternos, nos lanzan miradas algo agrias, ¿Sabe a que es debido?
Incomodemos al hombre xD
El capitán dejó sobre la mesa la copa de vino que sostenía y con un gesto de desdén restándole importancia al asunto comentó:
- No hagáis caso a esos viejos perros de mar. Son gente de mar, dados al trabajo duro. Hombres de tareas mecánicas y de costumbres. Su actitud, ya de por sí agria, se agudiza ante el más mínimo cambio en su rutina. Si cambiara un solo tablón del casco empezarían a rosmar sobre mi ineptitud, cuánto más con la presencia de un grupo como el vuestro a bordo. Simplemente no están acostumbrados. Ignorad sus miradas y no se lo tengáis en cuenta.
Dio un largo trago a la copa que había alcanzado de nuevo y echó una fugaz mirada hacia Aeldar.
Siguiendo la conversacion y mientras daba buena cuenta de la comida Oliver lanzo la siguiente pregunta....¿Y usted capitan, esta incomodo ante la presencia de alguno de nosotros?. No parecía muy cómodo cuando se nos presento.
Dejando la pregunta en el aire Oliver espero la contestación del capitán mientras tomaba su copa de vino y se disponía a beber un gran trago del liquido elemento.
El capitán frunció el entrecejo sintiéndose repentinamente interrogado. Arrugó los labios antes de contestar.
- Si os ha molestado mi comportamiento al recibiros lo lamento profundamente. No suelo disfrutar de la compañía de un grupo de aventureros como vosotros y puede que esa haya sido la razón de mis reparos. Si he de seros sinceros no me gustó la idea de acogeros en mi barco cuando Dabben me lo propuso, pero tuve que acatar sus órdenes por motivos que no vienen al caso. Ahora que os tengo aquí cenando a mi lado no puedo más que admitir que me alegro de haber aceptado y que es un orgullo teneros aquí, en mi barco.
El capitán se había puesto en pie mientras hablaba gesticulando airadamente para dar énfasis a sus palabras. En cuanto acabó se sentó de nuevo y continuó con su batalla personal contra el muslo de pollo que tenía ante sí.
Volviendo la mirada hacia el capitan....No se ofenda capitan, pero sinceramente me siento muy incomodo en los lugares donde se que mi presencia o la de cualquiera de mis compañeros no es grata.
Oliver miro con perplegidad a su amigo Sigmund ante el comportamiento del capitán.
El capitán levantó la mirada y dejó el muslo sobre el plato que tenía ante sí.
- Creo que me has malinterpretado. Me siento honrado de que estéis aquí compartiendo mesa conmigo. Es un extraordinario honor y placer. Si os parece bien quisiera abandonar esta infructuosa conversación. No es momento para tensiones innecesarias. Quisiera que disfrutarais del pequeño placer que supone una cuantiosa cena en alta mar. Y a ser posible me gustaría escuchar alguna que otra historia de vuestro largo viaje. Siempre me han entusiasmado las historias del camino.
El capitán observó a sus compañeros de mesa a la espera de que alguien tomara la palabra con la esperanza de que aquella repentina tensión se esfumara.
Menudo carácter tienen estos viajeros, pensó con cierta admiración.
Seguro que Thorin sabe más de una historia, capitán - Dijo Sigmund mirando al enano que no había levantado la vista de la comida desde que habían entrado - Por si no lo sabéis es un gran aventurero que recorre el mundo en busca de historias que contar.
>> Además, debo añadir que tiene una curiosa forma de contarlas he he.
Calypso no se molestó por las miradas de los marineros. Él era un mestizo. Un ser entre dos mundos, y estaba costumbrado a miradas de desdén.
Cuando bajó para comer, Calypso no le prestó demasiada atención a la comida, al igual que el retraso de Aeldar. Se centraba en su propio malestar viajero, y si el elfo se sentía mal por el viaje lo comprendía. Si, por otro lado, había algo que el elfo prefería callar, sin duda era un asunto en el que no deseaba entrometerse. Al fín y al cabo, Aeldar se había mostrado muy callado durante todo el viaje, y leal cuando había sido necesarío.
Al recapacitar sobre ello, Calypso se percató de que Aeldar no había llamado la atención ni causado problema alguno durante el viaje. Todo lo contrario, parecía mostrarse siempre dispuesto, y no soltar palabra a menos que fuera necesario.
Calypso comprendió entonces que en realidad, a diferencia de de los demás, no conocía de nada al elfo ni al oriental. Ambos parecían sombras misteriosas.
Nae parecía alguien de buen corazón, pero no por ello débil. Había comprobado que la elfa estaba dispuesta a castigar a aquellos que la agrabiaran. Sigmund se mostraba como un líder firme, aunque capaz de escuchar a aquellos que le debían respeto. Sin duda le calificaría como justo. Consideraba a Áran un hombre débil de espíritu, que necesitaba superar los temores que le embargaban. Desconfiaba de él, aunque quizás le juzgaba muy duramente. Picco a pesar de su tamaño, era leal y valiente, pero demasiado imprudente. Óliver le parecía de noble corazón, y que parecía valorar la amistad de Sigmund por encima de todo. Le había visto discutir, y sin embargo ambos contaban con la capacidad de respetarse el uno al otro aun cuando tuvieran opiniones distintas. Thórin parecía un individuo práctico, que vivía el aquí y el ahora. Aunque Calypso se consideraba muy distinto a él en caracter, tenía que reconocer que admiraba su filosofía de vida. Lyozard era ... bueno Lyozard era Lyozard.
Lihem y Aeldar, por otro lado, eran grandes misterios para Calypso ¿serían fuertes? ¿cautos? ¿sensibles? No tenía ni idea. Le resultaba difícil desentrañar sus pensamientos.
Calypso se giró hacia su plato, y comió apenas un par de bocadas. Sabía que si comía demasiado lo acabaría echando por la borda. Permaneció callado durante la comida, sumido en sus pensamientos, ajeno a la charla entre Sigmund, Óliver y el capitán del navío.
Thorin se sorprendió ante la actitud de su compañero elfo.Se apuntó el hecho de interrrogarle en cuanto acabase la cena y disfrutó de un pedazo de pollo bastante bien cocinado.En cuanto se quitó los desperdicios de la boca escuchó el comentario de Sigmund.
-Ahora que lo decís, Sigmund, hay una historia que me ocurrió ará un par de años.Iva yo con mi primo Elethir, un manitas de cuidado, en una expedición a las minas de nuestro tio, cuando un grupo de purulentos trasgos atacaron nuestra comitiva.Eramos solo dos, pero llevabamos regalos y víveres para una semana y mi primo no se manejaba muy bien con el hacha cuando...-Thorin continuó narrando su agitada aventura, usando el muslo de pollo a modo de hacha imaginaria, describiendo con gestos amplios y brutos los movimientos de su hacha destrozando cranes.
-...Y cuando le contamos lo ocurrido a nuestro tio dijo ¡Pero si eran mis trasgos domésticos!-Thorin soltó una profunda carcajada recordando aquel épico momento de su vida.Sonrió ampliamente mientras masticaba otro trozo de pollo y depositaba los en el rebosante plato de huesos.
-Resulta que los habia enviado para ayudarnos, y nos haviamos pensado que nos querian atacar...Menudo patatús le dió.Eso me recuerda a una canción...hm...dejadme pensar.-Thorin se recostó en la silla masticando lentamente, cerrando los ojos de tant oen tanto para intentar recordar la cancion sobre las patatas.Sin éxito.
-Bueno, ya se nos ocurrirá algo ¿eh Calypso?-De pronto el enano notó el comportamiento de su compañero.-¿Estais bien?-Dijo limpiandose la espesa barba, casi en un susurro.
Thorin returns
El que quiera hacer algo antes de irse a dormir, que lo haga ahora
Cuando la cena acabó se dirigieron hacia el lugar que les tenían preparado para dormir. Durante el camino Nae no paraba de mirar a Aeldar. La actitud del elfo no le había parecido normal y deseaba poder hablar con él cuanto antes. Mientras todos se preparaban para dormir Nae decidió colocarse pegada al elfo y en cuanto sus compañeros se despistaron por fin le preguntó entre susurros.
-Aeldar, ¿qué te ha pasado? no me digas que nada...tu comportamiento es extraño y ya hemos pasado suficiente tiempo juntos como para darme cuenta de que algo te ocurre. Sabes que puedes confiar en mi ¿verdad? Y si no me lo quieres contar...por lo menos deja que te ayude de cualquier manera a volver a la normalidad. Me preocupas...-La joven elfa estaba sinceramente preocupada. Durante toda la cena estuvo pensando en este momento y ahora que había llegado se dio cuenta de que a lo mejor al joven elfo no le gustaba que ella se entrometiera pero no lo hacía por cotillear sino porque realmente le preocupaba.