Partida Rol por web

Suena a lo lejos esto: https://www.youtube.com/watch?v=P31z3q8mzcs (Hipervínculo fuera de UmbriaRol)

La niebla rodea la finca como protegiéndola de lo que hay mas allá de sus muros. Flanqueada por el río y a los pies de un camino de tierra, la granja se erige sobre una pequeña elevación de terreno que le permite vigilar cientos de hectáreas a la redonda en la época estival. Los muros de piedra, ahora musgosa, aguantan como pueden el frío y la humedad. Algunas partes ahora derruidas reflejan el paso del tiempo y el abandono. La verja de hierro forjado, que antaño supuso una magnifica entrada, chirría ahora lamentando la soledad del lugar. Un cráter producido por la artillería cerca de una señal de madera medio podrida recuerda que la paz de ese lugar es relativa y que Europa está sumida el la guerra mas horrible de su historia. Las bombas caen lejos pero su murmullo es constante. La granja parece un remanso de paz, lejos de las orugas de la caballería y los motores de los aviones pero no siempre el silencio supone paz. A veces la calma es mas peligrosa que la tormenta a la que precede.

Albert Chase se sacudía el polvo de su ropa mientras se tambaleaba en dirección a la verja de hierro chirriante. Su mano izquierda apretada contra el pecho sujetaba la cámara fotográfica. Entraba en la propiedad con el mismo miedo con el que entraría en el mismísimo Berlín. Preguntado con voz temblorosa si había alguien en la propiedad. Pero lo descartó rápido, el olor a muerte era muy presente en el ambiente. En el patio centra al lado de un carro destruido yacían dos caballos comidos por las moscas, uno de ellos era difícil de reconocer como un caballo. Se acerco hacia el edificio principal. Antaño habría sido una preciosa casa de campo de piedra y madera con colores vivos, ahora parecía deshacerse buscado alejarse de los horrores de Europa. Las ventanas, muchas de ellas rotas, asomaban sus cortinas que años atrás las vestirían de manera elegante, pero que ahora solo sobresalían por el viento roídas y sucias. Al lado de la puerta había una bicicleta de niño tumbada sobre una mancha del color del borgoña.

Albert busco como entrar. Debajo del felpudo, tras una maceta vieja y en el quicio de la puerta son los sitios mas comunes para guardar una llave. Sin embargo la llave no aparecía. El reportero probó colándose por una ventana. Ya dentro del edifico encontró la llave en un cuenco en la entrada. Decidió abrir por si acaso la puerta. Observando la casa comprobó que no se podía acceder al segundo piso por las escaleras por lo que decidio tumbarse en uno de los sofás en lo que decidía que hacer.

Albert llegó a la granja exhausto, hambriento y sediento. Llevaba diversas horas a la deriva, desde que se había separado del pelotón que estaba acompañando. Maldita guerra y malditos bombardeos. Además se había levantada una insidiosa niebla. Sin duda nunca tendría que haber dejado Inglaterra, pero cuando el director del Telegraph te pide que vayas al frente a cubrirlo simplemente no puedes decir que no.

Pese a su primera impresión de felicidad al ver algún tipo de estructura esta se desvaneció al fijarse mejor. No auguraba nada bueno. De hecho sus instintos le decían que más valía seguir caminando, pero su cuerpo no podía más. Se sacó el polvo de la ropa y se acercó lentamente a la granja, despacio como un depredador acechando a su presa. Aunque en este caso no tenía muy claro quien era la presa. Apretó su cámara contra el pecho en un vano intento de sentirse más seguro.

-¿Hay alguien aquí? Dijo con voz temblorosa. Sin embargo el olor a muerte y podredumbre revelavan que seguramente se encontraría con un edificio abandonado. Empezó a caminar hacia la puerta dando cuenta del carro, con sus cadáveres, y de la bicicleta de niño con una mancha borgoña. Tragó saliva "Maldita guerra" pensó. A aquello era lo que llevaba la guerra. A muerte y destrucción. Nada bueno saldría de allí.

Finalmente llegó a la puerta y intentó abrirla temorosamente. Cerrada. Miró en los sitios típicos a la busqueda de la llave. Ni rastro. Sin embargo encontró una ventana rota por la que consiguió colarse sin mucha dificultad.

La casa por dentro tampoco auguraba nada bueno. Encontró la llave y abrió la puerta y al ver que no podía subir al segundo piso se sentó en un sofá y metió la cabeza entre las manos. Por fin un poco de descanso. Estuvo allí 10 minutos dejando la mente en blanco, dejando que el descanso le reparara. Un vez más descansado sintió que tenía que ponerse en marcha, buscar algo de comer, beber algo y quizás alguna forma de comunicación o mapa. No podía continuar caminando a ciegas. Apreciaba demasiado su vida para eso.

Sin embargo antes de ponerse en marcha salió un momento de la granja y realizó un seguido de fotos al lugar. Sin duda aquello reflejaría el horror que allí se vivía. No se lo publicarían, en tiempo de guerra se necesitaba esperanza y optimismo. Pero no podía dejar de plasmar la realidad. Como reportero apreciaba la verdad, y quizás era uno de los pocos que quedaban.

James Ira Thomas Jones. Taffy para sus compañeros de escuadra, cruzaba el puente en el momento en el que el reportero trataba de buscar unos minutos de paz. El militar, algo cansado, y con el arma en la mano se aproximaba a la verja de entrada.

El patio central estaba presidido por un pozo que no le inspiro mucha confianza la villa se componía de tres edificios. Decidió que el que estaba mas al sur, el almacén, sería el primero en ser investigado. Las puertas estaban entreabiertas y entro despacio con el fusil en la mano. No cría que se encontrara a nadie pero tenía que asegurarse. El edificio estaba compuesto por una zona llena de paja, seguramente para mantener a los caballos buenos; una zona grande llena de cajas y sacos y una habitación cerrada. A pesar del forcejeo era imposible de abrir.

En la pared de detrás del almacen hay 3 cuerpos. Un hombre y dos niños. Han sido fusilados contra el muro.

A causa del sigilo (-1) Albert Chase ha descubierto que no está solo en el complejo.

James andaba por inercia desde que había "aterrizado de forma improvisada hacia 4 horas" sin saber muy bien donde iba, seguía dando tumbos, los oídos le habían dejado de pitar hacia solo unos minutos, y la el dolor de cabeza parecía disminuir. había vomitado dos veces.

Cuando vio la granja -por dios y San Jorge, gracias- un poquito de suerte al fin.

Fue dando tumbos hasta llegar a la granja.

Al llegar examino bien la granja por fuera. ese pozo no me gusta un pelo, vaya que no.

Luego entro y examino la granja por dentro tras ver y oler los cadáveres vomito, ya iban 3, la suerte taffy te vuelve a abandonar, zorra esquiva. Aun recordaba la batalla aérea y el bonito aterrizaje que había hecho y volvió a vomitar. El pozo ya no le daba tan mala espina.

Se sentó donde pudo y respiro profundamente durante un minuto para calmarse luego reviso el arma que había cojido a un pobre desgraciado que había muerto ahogado por uno esos gases que tanto le gustaban a los kartophen. Jodidos kartophen y el que mas ese cabrón que le había derribado con ese avión todo de rojo maldito bastardo. Aunque que bien volaba, Dios.

-IL Y A QUELQU'UN, Anglais ami- Repitió dos veces esperando respuesta, en algún idioma que parecía de todo menos francés, lo poco que se acordaba del entrenamiento.

Por dios y san jorge, que me responda un franchute o un buen ingles, pero por todos los santos no un come coles cabeza cuadrada.

Bueno al menos estas vivo Taffy da gracias a San Jorge, otros no tuvieron tanta suerte, como los 4 froilans a los que dejaste con el culo al aire.

-IL Y A QUELQU'UN, Anglais ami- Dijo una última vez esperando respuesta con el dedo en el gatillo y la cabeza mas centrada.

Albert estaba acabando de realizar las fotos cuando escuchó, a pleno pulmón, el peor francés que había escuchado nunca. Eso solo podía significar una cosa: aquel que estaba gritando no era francés ni por un millón de libras. Aquella gente amaba su idioma más que a cualquier otra cosa, y ese tipo estaba dañando lo que más querían.

Por un momento se le ocurrió la idea de esconderse y esperar. De hecho era posible que fuera un alemán. Pero por otra parte también podía ser alguien inglés. Y sinceramente la idea de encontrarse con un camarada le iluminaba la perspectiva de explorar el siniestro edificio.

Se colgó la cámara al hombre, sacó la pistola y comprobó que estuviera cargada. "Perfecto". Una vez comprobado la agarró con cuidado y se puso a caminar hacia el origen de la voz de forma sigilosa y escondiéndose.

Finalmente, escondido detrás de una de las parades del edificio consiguió ver al hombre. Parecía a todas luces un inglés pero uno nunca puede estar seguro. Así pues desde su escondite y sin revelarse habló (en inglés claro). -Aqui una persona armada. Da un paso y te vuelo la rodilla. Tragó saliva. -Identificate.

Estaba nervioso. Había visto mucha miseria pero no sabía si realmente podría repartirla el.

Joder taffy la suerte te sonríe, es imposible que los cara cartón o los chimpancés come quesitos o los traga spaguetti hablen con acento del norte de Inglaterra. 

-Líder de escuadrón James Ira Thomas Jones de la Real Fuerza Aérea Británica, y también tengo una arma pero jamas apuntaría a un buen ingles. Por San Jorge que no.-

Veo a mi interlocutor entre los arbustos parece mas un banquero que un soldado.

-amigo que estas haciendo aquí no pareces soldado, seguro que tienes una historia interesante que contar-

Taffy y Chase se reúnen en el salón cerca de la chimenea. Deciden que lo mejor sera encenderla. Las ventanas no están muy bien pero aun podrán mantener el calor en la estancia. El frío es bastante acusado. La piedra del marco de la chimenea es gris, en parte por el color natural de la piedra, similar al de toda la casa, y en parte oscurecido por el hollín tras el paso de los años. El suelo de madera. Todo ello decorado con muebles bonitos pero algo desvencijados. Encima de la parte superior de la piedra descansa un marco roto y colgado por encima de él un espejo viejo y sucio que refleja toda aquella desolada habitación. Sentados al lado de la chimenea acercan la mesa y hablan de su Inglaterra, su familia... la guerra. El reportero encontró un saco de nueces y almendras. Había muchas malas por la humedad, pero fue relajante llevarse algo a la boca con una conversación y algo de calor. Empezaba a oscurecer así que decidieron preparar los dos sofás como camastros para descansar. Antes de disponerse a dormir oyeron una explosión mas cercana que las que estaban acostumbrados a oír. Después silencio. Las tablas de la casa chirriaban...Sería difícil dormir... Cuando se les estaban cerrando los ojos algo les sorprendió...

Mientras tanto...

Jimmy Brasco, Wildfred Laurier y Nicolas Fourrier se encontraban a 500 o 600 metros de lo que parecía una granja o una casa de campo. Los tres variopintos personajes, unidos por el destino, se aproximaban a la casa de manera lenta y sigilosa. Aunque solo uno de ellos era parte del ejercito. Encabezaba la expedición el militar armado con un fusil y avanzando una trinchera por delante que sus compañeros. La casa emitía una cortina de humo por su chimenea, por lo que era probable que hubiera alguien dentro, o lo hubiera habido hace poco. Eso suponía o algo bueno o algo malo. De ahí el sigilo. El leñador tumbado junto con Fourier en una trinchera tomo una piedra que lanzó contra otro agujero bastante lejano. Se hizo el silencio durante el instante en que la piedra desaparecía de la vista por la niebla y el atardecer.

Y de pronto.

Una tremenda explosión en el lugar en el que la piedra había caído. Brasco, y los dos civiles se pegaron mas aun al suelo con las manos en la cabeza.

-¿¡Que coño?!

Las tres figuras se quedaron inmóviles durante un par de minutos antes de avanzar. Llegaron al muro y lo rodearon hasta encontrar una puerta. No había luz en los edificios, a lo mejor la habían apagado tras la explosión. El humo también había remitido. Tras entrar, Brasco se había colocado detrás el pozo apuntando a la puerta. El leñador algo mas abajo del porche preparado por si había que asaltar la casa y Fourier llamo al timbre, sin que sonara, y a la puerta con 3 golpes secos.

Una explosión y posteriormente unos golpes secos en la puerta. Aquello pintaba bastante mal para ellos. Ya decía el que no podía ser que se encontrara un saco de nueces y almendras lleno, además de un buen colega inglés. La buena suerte es una ramera despiadada.

Le dirigió una mirada a Taffy. Indicando que el iría a mirar por la ventana y que el podía ir a contestar a la puerta.

Así pues se agachó y se dirigió lentamente a mirar por la ventana. Era de noche y no contaba con mucha luz pero esperaba poder discernir alguna cosa.

Mientras sacó lentamente la pistola y estuvo atento a todos los movimientos de la noche. La verdad es que aquella maldita guerra acabaría con sus nervios. Inutil y fútil. Todo aquello eran movimientos de peones de un tablero mucho más grande. Y como todo el mundo sabe los peones no deciden nada.

¡No hay más opción, es vivir o morir! ¡Maldito seas, Spencer, si no fuera por ti no estaría en esta situación! - repetí una enorme cantidad de veces. Sin siquiera pasar cinco segundos pero ya me lo había repasado de manera mental como si se tratase de un libreto para el teatro, pero en este caso no iba a ir a un teatro, estaba a segundos de conocer a mi salvador o el que sería mi verdugo.

Mantuve el dedo en el gatillo, mientras miré a los dos civiles para saber que es lo que estaban por hacer. No me fiaba un pelo de ellos, ¡pero vamos! si me arriesgo con estos mediocres tendré una ventaja sobre la muerte - ¡no moriré en unas penosas trincheras!

Recordé lo que me habían enseñado en la academia, y me precipité a un lado del muro, justo a centrímetros de la puerta, con la esperanza de cubrirme por si la habrían y "pegaban tiros" desde dentro. Mantuve en todo momento el dedo en el gatillo, aún así, de esta forma no me encontraría con "aquel desconocido" cara a cara. Le hice un par de gestos a los dos civiles para que uno se pusiera en el otro lado del muro, y otro detrás mío. ¡Vamos a ver si acatan mis órdenes antes de que el idiota que está dentro de la casa abra la maldita puerta!

Maldita mi suerte, yo no deseaba estar en aquella granja ni menos entre las trincheras y el fuego cruzado. Mi lugar era el bosque: tranquilo, pacífico y silencioso... y ahora me encontraba en medio de una trifulca para entrar en una granja de la cual no quería saber nada.

El militar hizo dos señas, una para que le cubrieran y otra para que otro flanqueara por el otro lado del muro, preferí alejarme de la puerta principal. Así que me moví semiagachado hasta medio rodear la casa, buscando una puerta trasera mientras maldecía mi estampa.

Maldita sea, que está haciendo ese maldito leñador. ¡Le pedí que cubriera esta parte! - susurré con todas mis ganas, no porque le detestara, la situación me obligaba a tratar mal a otros e incluso a mi mismo. Miré hacia los lados por si avistaba al otro civil, esperando a que siguiera mi orden. ¡Es sólo cosa de tiempo antes de qué la puerta se abra! ¡Vamos, vamos, vamos! - medité impacientemente.

Son cerca de las 23.00 y la noche es muy cerrada. No hay casi niebla pero tampoco hay luz. La situación es muy tensa. Dos hombres dentro de la casa y tres en el patio exterior. Si alguien no actúa con cabeza puede acabar en tragedia.

Otra vez en el atolladero taffy, mierda esta no es el tipo de guerra a la que estaba acostumbrado el necesitaba volar tener maniobrabilidad. 

maldiciendo su suerte empieza a moverse Albert era un buen hombre y valiente no era soldado y aquí estaba.

Me acerco a un lado de la puerta al lado de las bisagras así no podrían verle si entraban.

la cabeza aún me da vueltas respiro profundamente dos o tres veces.

Levanto mi arma el fusil que arrebate al pobre soldado muerto y me preparo para lo peor.

La puerta esta abierta. Todo el mundo en guardia esperando a ver que ocurre. Las armas de ambos grupos apuntan a unos y otros esperando que alguien diga algo. Parece que el tiempo pasa despacio y muy rápido a la vez

Miré de pies a cabeza al sujeto, mientras que mantenía mi fusil Lee-Enfield apuntando directo a su pecho. No tenía aspecto de alemán, ni de algún desquiciado que pudiera ser problema a futuro.

¿HABLAS INGLÉS? - alcé mi voz sin pensar, queriendo aparentar ser un hombre duro, algo que claramente no era, porque mi primer pensamiento al momento de envolverme en aquel asunto fue el de largarme a casa y mandar al carajo todo lo relacionado con "la patria", ¡que se jodan!

Esperé su respuesta impacientemente, sin siquiera haber pasado dos segundos mientras agitaba mi fusil de manera nerviosa. ¿Qué vas a hacer, pequeño bastardo?

Miro a mi interlocutor con mi fusil aun apuntándole a la cabeza.

-a caso te parezco un jodido cara cuadrada o que chaval?, baja el arma chico, antes de que te hagas daño, por cierto soy ingles, de Carmarthenshire, mi compañero es del norte-

bajo el arma y suelto un bufido.

-haber quien es el genio que jugaba a detonar minas en medio de tierra de nadie e, a quien hay que darle la medalla por ser el mas estúpido-

hago un gesto con la cabeza para invitar a los 3 a entrar y aviso a Albert para que baje.

Sin siquiera pensarlo, entré a la misteriosa casa. Lancé un pequeño gruñido por el tono del idiota que tenía delante mío, ¿quién te has creído que eres, bastardo? - miré atrás mío por si me seguían "mis compañeros".

Albert escuchó y vió la escena entre Taffy y el nuevo bienvenido. Al parecer era inglés pero sus modales no parecían decir lo mismo. Entraba con descaro y con mala cara, sin nisiquiera aliviarse ni un momento de ver caras amigas, además de soltar gruñidos en vez de palabras. Aquel hombre era más un animal que un ser humano.

Así pues lo miró con mala cara. Se levantó y se sacó el polvo de encima. Guardó la pistola y miró de arriba a abajo al nuevo.

-Mi nombre es Albert. Si quieres puedes refugiarte aquí, pero agradeceríamos un poco de educación, pese a saber que no abunda en estas tierras. Dijo en tono severo y con el ceño fruncido.

Sin duda, era una mala situación para todos y alguien que no hacía más que acrecentarla no era bienvenido.