Partida Rol por web

Llorica es un comerciante Rosano que vive en el Túmulo, tiene permiso del Monitor para ejercer como anticuario y se dedica a comerciar con los agentes de exportación y con La Guardia. Suele traer armas desde Pacto, Rosas, Fosberg y Galeote que vende para abastecer a los hombres que guardan el lugar. También trae armaduras, además comercia con armas antiguas, que son especialmente valiosas por ser de calidad superior a las locales, y porque se sospecha que poseen cualidades un tanto peculiares.

Las armas Tellekurre, Uchitelle y de Las Tropas de los Tomados, son escasas en el mercado, dificiles de ver, pero su calidad es insuperable y conseguir una de estas armas en buen estado es una mejora sustancial para cualquier equipamiento.

Armas medieval
Arma Daño Alcance Precio
Arco corto (2M) 1d6+3 15m/30m/60m 1mp
Arco largo (2M) 2d6 25m/50m/100m 30mp
Ballesta (2M) 2d6+2 15m/30m/60m 50mp
Bastón 1d6+2 n/a 10mc
Cimitarra 1d6+3 n/a 13mp
Cuchillo 1d6+1 5/10/15m 3mp
Daga 1d6+2 3/6/9m 4mp
Espada corta 1d6+3 n/a 30mp
Espada larga 2d6 n/a 50mp
Hacha de combate (2M) 2d6+1 n/a 50mp
Hacha de guerra 2d6+1 n/a 20mp
Honda 1d6+2 5m/15m/30m 1mp
Lanza ligera 1d6+2 15m/30m/60m 8mp
Lanza pesada (a caballo) 2d6(3d6) n/a 50mp
Mandoble (2M) 2d6+2 n/a 50mp
Mangual* 1d6+2 n/a 6mp
Maza* 1d6+3 n/a 9mp
Sable 1d6+3(1M)/2d6(2M) n/a 15mp
Vara 1d6+1 n/a 5mc

Armaduras:

Armadura Absorción Estorbo Precio
Cuero            2            0         7 mp
Malla             4            1        75 mp
Placas           6             2       750 mp

Escudos:

Escudo Defensa CC Defensa Dist. Estorbo Precio
Pequeño +1              +2                  0         2 mp
Mediano +2              +4                   1        8 mp
Grande   +3              +6                  2        20 mp

- ¡Salve Llorica!, dijo Tragasapos que entró con lentitud asomando primero la cabeza por si el comerciante estaba disponible. Una vez que se cercioró... entró con su bolsa en la mano cuyo interior estaba lleno de plata. - ¡Por fin!, tengo dinero suficiente para comprar mis armas, decía mientras miraba la exposición que había visto muchas veces pero que le era imposible de comprar. - Quiero un arco largo y un bastón, también quisiera saber si con el dinero que me queda tienes un bastón especial, ya sabes, de esas armas Uchitelle...

Llorica, con un gesto lastimero, se encogió de hombros mientras tomaba un bastón de fresno con refuerzos de bronce en el tope y la empuñadura, además de un arco largo bastante decente.

No ha aparecido nada últimamente, la semana pasada saqué una buena colección... ¡Pero ese condenado Rodiak lo compró todo! Dice que un noble del este lo ha comprado todo con lingotes de oro... Dijo mientras envolvía ambas armas en tela de gamuza engrasada. Espero poder extraer algo interesante pronto, he encontrado una tumba de soldados Uchitelle que se ha conservado muy bien.

Llorica sacó un mandoble enorme. El hoja era ancha y estaba repleta de grabados que formaban un complejo dibujo. Su pomo estaba forrado de un cuero excepcionalmente conservado, y revestido de piel de borrego cerca de la cruz. El arma carecía de punta, sin embargo su filo era excepcional.

Saque esto de una tumba, era de El Señor de la Agonía... Un caudillo bárbaro Uchitelle al servicio de El Ahorcado. El comercian apenas era capaz de sostenerla. Dicen que con ella decapitó a uno de los generales de La Rosa Blanca... Su precio es de quinientas platas... Sé que es caro, pero los ricachones de Galeote me pagarían cerca del doble por ella.

Aunque no le había dado uno de aquellos objetos que ansiaba todo buen guerrero, el hecho de prepararles sus armas, hacía que mostrara una cierta perplejidad de haber podido ahorrar para ello. Hasta entonces había entrenado con armas viejas, muy usadas y poco efectivas, ahora con sus armas nuevas tendría mucha más posibilidad de sobrevivir a los ataques que se avecinaran. - Vaya, es normal, ante armas de tal renombre es muy usual que nobles quieran tenerlas para su colección, aunque se queden cómo meras armas decorativas sin uso. Mientras nosotros estamos aquí protegiendo la gran tumba. Podrían tener también algo de consideración pero bueno, miró a Llorica de reojo, y tendrás flechas y un carcaj que darme Llorica, con cincuenta flechas será suficiente, no quiero ir con un arma que no puedo utilizar, si puede ser que las puntas no sean de metal, ya sabes la magia y el metal no son buenos amigos. 

La visión de esa arma hizo que el malestar del frío día se disipase casi por completo. Su manufactura era tan extraordinaria como antigua, una auténtica obra maestra cuyos artesanos de hoy en día quisieran saber crear. Su diseño, eso sí, era peculiar. Su filo era grueso pero a la vez increíblemente afilado, cosa de magia sin lugar a dudas, lo que hacía que la carencia de punta fuese algo ínfimo.

“A veces me pregunto cómo tienes tanta suerte, Llorica…”, le digo con gesto serio, aunque claramente interesado por el arma. Tal es así que, en silencio, le pedí poder cogerla un momento. De nada me serviría un arma así si ni siquiera era capaz de blandirla.

“Me temo que no dispongo de tanto efectivo ahora mismo. Quizás mi familia nadase en oro generaciones atrás, pero no es mi caso…”, comento, devolviéndole el arma, con sumo cuidado, al comerciante. “Si estás dispuesto a aceptar algo más que platas, puedo proporcionar magia. Ya sabes de mis capacidades…”, añado, tomando una pausa medida, pensativo. “Te puedo suministrar Curación directa, Vino, Cerveza y Aceite, ya sea para tu uso personal o comercial. Yo comercio con tales productos, como bien sabes…”.

Llorica señaló un cubo alto que estaba bajo la única ventana de su garito. En ella había unas cuentas flechas hechas de hueso. Eran como las que usan las tribus salvajes que habitan el Bosque Viejo.

Las compré a uno de esos bárbaros del bosque, venía buscando quién le vendiera vendas y licor, y yo se lo cambié por todo lo que llevaba encima. Se encogió de hombros. Mis chicos han encontrado una tumba, ahora mismo están revisándola para ver que no sea algo prohibido, en un mes o así quizás tenga algo interesante.

No te cobró las flechas, incluyendolas en el precio del arco. Volvió a sus quehaceres catalogando unos colgantes y vasijas.

Llorica hizo un gesto quejumbroso, era una vieja alimaña poco interesada en nada más que el dinero.

Sabes que no... Pero podemos hacer una cosa. Dijo acercandose a Lobo. Rodiak, mi agente comercial,  no vendrá hasta la primavera a por su cargamento, si ningún Guardia la compra y consigues el dinero, será tuya.

Y aquello pareció su última palabra.

Llorica podía hacerse con toda una fortuna gracias a lo que le ofrecía, pero él sólo estaba interesado en el preciado metal. No obstante, parecía que no todo estaba perdido.

“Veremos cómo se presenta todo de aquí allá…”, respondo tras pensarlo detenidamente. “Eso no quitará con que pregunte por más armas si la situación se presenta. Tienes la suerte de un demonio a fin de cuentas…”.

Concluido todo eso, pasé a mirar mercancía más mundana, pero no por ello mala.

Tragasapos tomó las flechas pareciendole pocas, - vale volveré, pero si encuentras más flechas de este tipo, es decir sin metal, guárdamelas pues estoy interesado. Que tengas buen día Llorica, dijo el soldado conjurador colgándose el arco al hombro, y tomando el bastón y las flechas. - Si encuentras un carcaj házmelo saber, es un estorbo llevar las flechas en la mano. Dicho esto se volvió y con pasos lentos abandonó la tienda.

Pequeño se acerco al mercader con su clásico andar lento y pesado mirándolo fijo mientras se acercaba, al llegar tomo una espada larga y la observo a detalle, luego hizo lo mismo con una hacha de guerra al finalizar volvío la mirada a Llorica y le dijo con su voz lenta y pesada igual que su andar -Oye Llorica tienes alguna espada larga o un hacha de guerra de mejor calidad, estas están hechas mierda- el gran guerrero no tenia mucho tacto con la gente.

Llorica sonrió de oreja a oreja, sacando un sable que había perdido su lustre, pero que denotaba una calidad excepcional. Su hoja parecía llena de manchas de óxido, pero el filo permanecía impertérrito y tenazmente amenazante.

El Sable que la propia Dama entregó al Capitán de su guardia, dicen que era a su vez el amante de una hechicera del séquito de La Dama. Lo empuño e hizo un movimiento rápido, golpeando una calabaza que parecía no haber sido alcanzado. El tendero, con la punta del sable, separó las dos mitadas perfectamente cortadas. Su filo es imparable, no hay armadura capaz de detenerla, y si hubiera mantenido los hechizos sobre si sería de un valor desproporcionado, pero ahora vale unas doscientas setenta platas... y que conste, que es un precio especial para La Guardia.

Llorica blandió un sable que parecía bastante desgastado pero demostro que su filo seguía impoluto a pesar del paso del tiempo sobre la demás superficie de la hoja.

Pequeño al escuchar el precio y las demás palabras bonitas que Llorica dijo para adornar el sable golpeo la mesa con ambas manos haciendo saltar todo lo que ahí tenia el comerciante desacomodando todo de su lugar, al hacer esto dijo -¡¿Que... doscientas setenta platas?! y dices que es un precio especial, venga puedes bajar mas el precio, el filo esta bien pero la hoja esta en mal estado, de que me sirve si corta perfectamente pero tal vez se quiebre por el oxido- 

Llorica se encogio de hombros.

Pero es un arma tocada por La Dama, ella la forjó en su forja arcana... En Galeote me pagarán diez veces lo que te pido y si la llevo a Rosas será cincuenta veces...  Sabías que posiblemente exagerase, pero por otro lado, sabes que un arma así es muy cotizada en el mercado de las antiguedades. Si bajo más el precio perderé dinero, tardaron semanas en excavarla, tres peones trabajando y cobrando cada semana por hacer su trabajo... Es un precio de amigo, si bajo más, lo siguiente sería empalarme en una espada yo mismo y ganaría más que vendiendola por menos plata.

Y así se ganó su apodo de Llorica. No era un comerciante duro, aunque si firme, pero Lloriqueaba y se quejaba cada vez que alguien le intentaba regatear.
 

Aun con las manos en la mesa, Pequeño exhalo, como si de un toro se tratase, intento acomodar algunas de las cosas que habían saltado y dijo un poco mas tranquilo -esta bien Llorica, déjame ver de nuevo esa espada larga y esa hacha de guerra... aquella armadura de cuero no se ve tan mal- tomo ese equipo y lo volvió a observar. -Dame esta basura, en mis manos se van a convertir en armas de primera- tomo sus "nuevos" juguetes y dejo en la mesa, de mala gana, 77 platas, se puso sobre su andrajosa ropa la armadura de cuero, tomo la espada con su brazo derecho y el hacha con la izquierda y dio la vuelta.