Partida Rol por web

A Hobbard le pareció sentir movimiento detrás de él. Volvió la cabeza bruscamente esperando verse cara a cara con un Siervo, pero no fue así. No dedicó ni un instante más a tal impulso y se volvió para tirar otra piedra muro abajo, ésta pasó rozando al Siervo encaramado al parapeto, para golpear contra otro de ellos más abajo. Iunus, a la carga, se ocuparía del más cercano, seguro*.

Jace jadeaba por el esfuerzo, subía y bajaba por la muralla cubriendo cada hueco, cada desliz de sus compañeros. Parecía estar en todas partes. Ya se lo había advertido a Ursu, sin éxito. Mantente atrás, reserva tus fuerzas. Y esas fuerzas estaban desapareciendo de Jace a toda marcha. Pero mantendría el ritmo, lo haría. No había otro modo.

Entre jadeos y golpes con la jabalina le pareció ver movimiento al otro lado de la fortificación, en el lado este. Un guardia aprende a cubrir todos los ángulos. Jace, sin embargo no tenía tiempo, ni capacidad de estar a todo. El lado sur parecía controlado por un instante, aunque se amontonaban cadáveres, móviles e inmóviles al pie de ese muro. En el centro sin embargo otro Siervo del Nigromante escalaba el parapeto.

El soldado vió como Iunus cargaba para defender a su padre y escuchó como, con un crujido, el hacha del muchacho se estrellaba, no contra la cabeza sino contra el borde el parapeto y estallaba en mil pedazos de bajo metal, mientras el no muerto completaba su ascenso incólume.

Resolución del turno 6.

Normoh tenía un no muerto encima, se estaba encaramando éste por el parapeto y el cazador, cambiando rapidamente piedras y cuchillo de manos se lanzó hacia adelante. El golpe sin embargo aunque acertado no fue más que una corte superficial en la cara del Siervo, que apenas detuvo su ascenso, si cabe más furioso que antes.

Velocatus observando la precaria situación del cazador corrigió el lanzamiento que iba a realizar más allá del muro* para hacerlo contra el Siervo frente a Normoh, sólo una de las dos piedras le acertó y tampoco consiguió frenar el avance del ya maltrecho enemigo.

Hobbard afanándose con las piedras no vió, al darle la espalda, a uno de los Siervos que escalaba el muro junto a él, apenas a un metro de distancia. El leñador, como hasta entonces, lanzó otra piedra contra el pie del muro, como si de una máquina se tratara y no de un hombre de carne y sangre. El impacto fue brutal, partió la columna del ser que cayó al suelo gimiendo.

Iunus no vio el éxito de su padre pero si vio la peligrosa situación en la que éste se encontraba, dando la espalda a uno de aquellos. Sin pensarlo cargó gritando por la muralla y descargó el hacha con todas sus fuerzas. Mala fortuna. La hoja golpeó el parapeto estallando en pedazos. Afiladas esquirlas arañaron la piel de Siervo y leñadores. Una vez más, el muchacho estaba desarmado frente al enemigo. Los hados estaban sin duda contra Iunus.

A Jace le brillaban los ojos, jadeaba, perlada la frente de sudor. Seguía evaluando todo el muro, como le habían enseñado, como llevaba haciendo en este bastión desde lo que parecían siglos. El alma se le cayó a los pies, ahora que el extremo sur estaba más a salvo, los Siervos entraban por el norte y el oeste. Miró a Normoh, con uno de ellos a punto de caerle encima y a Iunus, en la misma situación. Tenía que elegir, corrió. Tomó la decisión mientras corría, no tenía elección, no le daba tiempo a llegar junto a Normoh. El cazador tendría que arreglárselas solo. Al menos de momento. Con un grito clavó la jabalina en la cabeza del no muerto pero la punta, poco más que madera afilada y esto, cada vez menos, no llegó a atravesar el cráneo como habría hecho su antigua lanza.

Ursu observó la turbamulta y a punto estuvo de unirse a ellos, pero apenas quedaba sitio para nadie más allí y Jace, que parecía tener ojos en todas partes le gritó al intuir sus intenciones - ¡Quédate ahí! ¡Defiende el extremo sur! - el explorador volvió a su puesto y dejando la espada apoyada en el parapeto agarró el cuerpo que había sobre el parapeto y lo arrojó al montón de cadáveres, móviles e inmóviles que se agolpaban al pie del muro. El cuerpo golpeó sobre los ya tendidos en el suelo.

El Nigromante, maldito fuera debía haber redoblado sus esfuerzos en un último intento de acabar con todos ellos; pues por todas partes los Siervos empezaron a coronar las murallas. De pronto Normoh se vió frente a dos Siervos y no sólo uno, mientras que un tercero se asomaba ya por el borde del parapeto. En el centro de la muralla, donde Hobbard, Iunus y Jace aún pugnaban por acabar con uno de ellos otro rebasó el murete igualando las tornas. Ursu tuvo que volver a tomar su espada, pues otro Siervo más había ascendido por aquel lado.

Normoh, acosado por todas partes no sabía qué hacer, el no muerto más cercano cayó sobre él y el cazador lo agarró por las muñecas para evitar sus garras. El empuje le hizo retroceder casi hasta el borde interno de la muralla y por poco no cayó al patio. Apretando los dientes hizo más fuerzas e hizo retroceder al Siervo el terreno perdido. La cosa pintaba mal para el cazador.

En el centro de la muralla el no muerto al que Jace acababa de golpear en la cabeza se abalanzó sobre Iunus empujando al muchacho que no pudo hacer otra cosa que retroceder a trompicones. Los pies empezaban a perder apoyo y sólo tenía la punta de los pies sobre el borde interior de la muralla. Con los brazos se aferraba a los del propio zombi que le empujaba para no caer al interior. Si éste seguía empujando no tardarían en caer los dos.

Mapa de combate al inicio del turno 7.

Uf. Normoh había rechazado la embestida del siervo por los pelos. De reojo pudo ver que las cosas no iban mejor para Iunus, y los esfuerzos de Velocatus no daban el fruto deseado. Los más cercanos le oyeron decir:

-Suficiente.

Lanzó un tajo lleno de rabia al siervo malherido* que tenía delante que resultó efectivo, justo antes de descolgarse** con ligereza por el muro hacia el patio interior, mientras echaba un vistazo furtivo a los caballeros de enfrente.*** El aterrizaje no fue todo lo elegante y silencioso que hubiera deseado, pero Normoh se encontró de cara al edificio que en esos momentos pisaban sus compañeros.

Mientras saltaba, la ágil imaginación de Normoh se lanzaba ya en otra dirección... ¿Qué habría tras aquella puerta, tal vez cerrada, de aquel pequeño edificio?

Normoh: Matizaciones.

El Siervo no recibe malus por estar herido. Tales penalizaciones sólo se reciben cuando, de un único golpe, se supera el UHG (umbral de herida grave), que en el caso de vuestros enemigos es de 10. A continuación se tira por Fortaleza vs CD10+el daño y se aplica el efecto en función de la magnitud del fallo.

Las tiradas de daño también se ven penalizadas por la sed, el hambre, el miedo... Los malus son para TODO dado que tires. Por eso son algo a evitar a toda costa. El daño causado sería 1d4 +1FUE -2malus, en total 1d4-1. En tu caso 1.

No todo son malas noticias, el impacto ha sido un crítico y eso duplica el daño causado. En total por tanto 2.

Y esto respecto a la acción retrasada del turno 6.

Respecto a la acción de Normoh del turno 7. La idea es descolgarse de la muralla. Bien. Tirada de atletismo de dificultad estandar (CD15), no está muy alto, Normoh lo hace con cuidado pero tanto la superficie desde la que se lanza está mojada como la superficie sobre la que aterrizará y además hay dos tipos soplándole en la nuca y eso no le deja concentrarse.

La sed ¿se aplica a Atletismo? como ya he dicho, sí. Normoh se caerá del borde (sí, con daño). La tirada de Sigilo (aplicada a la acción anterior) es una pifia. Si no lo fuera, sería innecesaria pues al fracasar el salto, el aterrizaje no será suave y desde luego tampoco discreto.

Pero lo mas importante respecto a esta segunda acción de Normoh es que se desarrollará (si puede) al final del turno actual. Recordemos que tanto Normoh como Jace decidieron retrasar sus acciones y por tanto son los últimos en actuar en el turno. Los dos nuevos mejores amigos de Normoh (dos Siervos de refresco) están a punto de caer sobre él.

Iunus no podía estar más frustrado. ¿La segunda hacha? ¿De verdad? De nuevo quedaba con su escudo como única arma y defensa. Sólo que ahora estaba a pocos centímetros de caer al patio interior con un Siervo queriendo morder su carne. No podía permitirse eso.

-¡Arrgh! ¡Malditos!- gritó lleno de enojo el joven leñador mientras golpeaba con fuerza con su mango de hacha al Siervo que intentaba lanzarlo de la muralla.

Los ojos de Iunus estaban inyectados en sangre. Estaba enfurecido no sólo por los Siervos y la situación complicada en la que se encontraban, sino también porque ya era la segunda vez que se le rompía el hacha. Parecía que la suerte no estaba con él, pero de todas formas daría mucho combate antes de caer. No se dejaría vencer tan fácilmente, y su padre vería que había luchado con bravura hasta el último momento. 

Hay ocasiones en que un hombre, cuando cuenta con la perspectiva suficiente, puede reconocer el momento clave de un combate como quién ve rodar una moneda con la que se juega el resultado a cara o cruz. Es el instante mágico en el que todo pende de un hilo, el punto de inflexión, aquel en el que todo puede cambiar de una forma radical e irremediable. Blanco o negro, victoria o derrota... todo en un segundo en que, incluso en medio del furioso frenesí de la lucha, el tiempo subjetivo parece transcurrir para quién sufre esta epifanía a una velocidad ralentizada. Muy, muy despacio...

Y justo ahora, en este asalto, Jace, guardia de la muralla de Forbrab y responsable de la seguridad de este grupo de inesperados aventureros, reconoce estar ante esa tesitura. Cuando Normoh el cazador se ve superado y decide retroceder saltando desde la muralla al interior de la estructura, cuando el joven Wits ha quedado desarmado y se lanza desesperadamente sobre su contrincante tratando de derribarlo con su escudo, cuando todo parece perdido... Jace ve con una claridad casi preternatural que es el momento de jugársela a todo o nada para cambiar las tornas. Para evitar la más completa derrota. Porque o hace algo rápido, o su defensa de esta sección habrá fracasado miserablemente. Y la horda de siervos del Nigromante les pasará por encima sin piedad. Todo estará perdido sin remisión.

Por eso hace acopio de todas sus fuerzas y parece desdoblarse en su afán para contener a la turba de cadáveres reanimados. Golpea con un barrido a los dos rivales que amenazan a Hobbard y Iunus Wits, causando tanto daño como puede con el triste trozo de madera que emplea como lanza... y con un esfuerzo sobrehumano corre hacia los tres muertos vivientes que están afianzando su posición sobre el parapeto, gracias a la deserción del asustado cazador. La maniobra es temeraria, desesperada, pero alguien debe contenerlos...

Cuando pasa como una exhalación junto al nieto de Lana Culprit le grita:

- Velocatus, organiza una línea de defensa, rápido... ¡Yo los contendré tanto como pueda!

Y se lanza al combate contra un enemigo que le supera abrumadoramente en número. Su carga es una maniobra inverosímil, propia de un loco, tal como evidencia su grito de guerra, que más parece el aullido de un poseso que un sonido brotado de una garganta humana...

- YAAAAAAAAAHHHHHIIIIIIIIIIIiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii...

Se ceba con saña en los dos siervos del Nigromante que acaban de escalar la muralla, dejando al que perseguía a Normoh, ya muy malherido, en la vana esperanza de que persiga a este cayendo desde el muro defensivo...

Jace. En primer lugar, me alegro de tenerte de vuelta en acción. En segundo lugar, me ha impresionado el post. Olé, si señor. No obstante me temo que hay un pequeño problema con los números. Te explico:

se lanza al combate contra un enemigo que le supera abrumadoramente en número

En eso tienes toda la razón. Aunque la acción de Normoh ha sido suficiente para acabar con su contrincante (eso aún no lo había puesto, pero es justo, justo lo que necesitaba para acabar con él. Sin embargo, aún así los contrincantes de Jace son dos Siervos. En los números has hecho lo siguiente (gracias por la explicación, con este sistema se hace muy necesaria):

Jace Carga (ATQ 7) +2 Lanza +2 Carga -1 malus -4 ataque a la cabeza + 2 superioridad numérica -2 Barrido [Total +6]

Cuando en realidad el bonus de (+ 2 superioridad numérica) no te pertenece a tí, sino al enemigo que de sobrevivir, cuando contraataquen, tendrán +2 para cada uno por superioridad (y +2 adicional por haber cargado tú).

Las tiradas de ataque Jace son por tanto (restando ese -2):

- 16 y 14 en el primer ataque: dos impactos.

- 19 y 18 en el segundo ataque: dos impactos críticos

- 7 en al ataque gratuito por lluvia de golpes por el 19: fallo

- 24 en el ataque gratuito por lluvia de golpes por el 18: sería un impacto crítico, pero en realidad, siguiendo estrictamente las reglas no tendrías derecho a este ataque pues cada Dote (incluida Lluvia de golpes) sólo puede emplearse una vez por asalto, pero creo que con anterioridad ya concedí esta excepción una vez y me veo obligado a hacerlo de nuevo (no hay otra forma que crear jurisprudencia con estas cosas para poder ser justo). En resumen, concedo: crítico.

El daño causado por Jace sería 1d6+1 (1d6-1 del arma, -1 por malus, +3 por FUE2 multiplicado por 1,5 por uso de ambas manos)*:

Barrido 1 -  daño 6 en el primer impacto y 7 en el segundo

Barrido 2 - daño 11 en el primer impacto y 7 en el segundo

Reataque al primero - fallo

Reataque al segundo - 14

En total 17 y 28 puntos de daño para cada uno de los Siervos respectivamente. Una vez más una acción heroica y unas tiradas desproporcionadamente brutales.

Hobbard no era un gran estratega. Ni en combate, ni tampoco en casi ningún otro orden de la vida. Quizás no tanto por capacidad, sino más bien por decisión. O eso se decía a si mismo...

Bien por el contrario, era un sujeto sencillo y franco, que solía abordar sus problemas de la manera más directa posible. Incluso aunque pudiera visualizar otros cursos de acción que pudieran parecer más efectivos... lo cual tampoco ocurría demasiado a menudo.

Por ello, en cuanto había visto que JACE conseguía ingeniárselas para sostener el flanco sur de la muralla, alejando de momento el peligro sobre su hijo IUNUS, el veterano leñador había centrado otra vez su mente en los enemigos que tenía por delante. Que no eran pocos, por cierto. Y se había desentendido de todo cuanto ocurría a su alrededor.

Por otro lado, incluso aunque hubiera tenido ojos en la nuca, el enorme esfuerzo que le representaba recoger cada uno de aquellos tremendos pedruzcos (un ejercicio que le demandaba siempre un poco más con cada agachada) lo volvía descuidado y torpe, impidiéndole ocuparse de nada más que alzar las piedras sobre su cabeza y arrojarlas al otro lado de la cerca.

Por ello, nunca notó a la criatura que conseguía encaramarse al muro justo a unos palmos de su posición, y apenas si alcanzó a sorprenderse con la repentina aparición de JACE, que surgió como de la nada para protegerlo.

Resolución del turno 7.

Normoh desesperado lanzó una cuchillada al no muerto que aún intentaba tirarle muralla abajo. El golpe fue flojo, pero el no muerto esta seriamente herido y era lento y el cazador pudo alcanzarle en la sien, atravesando hueso y cerebro. Retrocediendo y sin dejar de mirar a los otros dos Siervos que se lanzaban sobre él Normoh resbaló con el borde interior de la muralla y cayó al patio dándo con la espalda contra el barro. Gritó por el dolor sin poder, ni querer, hacer nada por evitarlo.

Los dos siervos restantes de la esquina noroeste superaron el parapeto y se adelantaron tambaleantes dispuestos a caer dentro del patio interior y sobre Normoh. Jace, sin embargo, no estaba dispuesto a permitirlo, con un grito desgarrador cargó muralla arriba y quemando sus últimas fuerzas descargó la jabalina a diestro y siniestro muchas veces. Los dos Siervos recibieron múltiples golpes con canto y el filo del arma. Uno de ellos se tambaleó, con varias costillas rotas y el cráneo fisurado, mientras que el otro, atravesada la cabeza completamente cayó al suelo con un estremecimiento para no levantarse más.

Iunus estaba en el borde a punto de caerse, con uno de los Siervos agarrado a su escudo y los pies resbalando en el suelo mojado. El hacha rota. Gritó. Grito como Normoh y como Jace, consumido por la furia, dispuesto a matar a aquel engendro aunque fuera a mordiscos. Le golpeó con el canto del escudo con todas sus fuerzas y el Siervo cayó al suelo tras escucharse un crujido. Vió entonces como un Siervo se abalanzaba sobre la espalda de su padre, quien, ocupado en mantener a raya a aquellos al pie de la muralla no había visto a éste justo junto a él. El muchacho cargó enarbolando el mango del hacha rota y golpeó al Siervo entre los ojos, éste cayó al suelo por el golpe, frenado, pero no muerto empezó a incorporarse de nuevo para reguir luchando.

Hobbard alertado por su hijo se volvió, piedra en mano y en lugar de lanzar ésta por encima de la muralla, la dejó caer sobre el no muerto a sus pies, destrozándole cabeza y tórax.

Velocatus observó la situación en la muralla. Apenas unos instantes antes había parecido desesperada, con más muertos que vivos sobre la muralla, sin embargo, gracias a los sobrehumanos esfuerzos de sus compañeros, incluso de Normoh, que había huido, antes había acabado con uno más de aquellos engendros. Jace se había lanzado de forma suicida a cubrir el hueco dejado por el cazador y ahora era él el que más peligro corría. Velocatus lo vió claro entonces y decidió proteger a su designado protector. Giró la honda improvisada una vez más y golpeó al Siervo, mas apenas sin fuerza.

Ursu se había quedado de pronto solo en el sur de la muralla. Iunus y Jace habían corrido al auxilio de Hobbard y del hasta entonces desportegido centro de la muralla. Él se valía solo para defender aquella porción que el soldado le había encargado. Agarró la espada a dos manos y la revoleó sobre su cabeza antes de golpear al Siervo en la clavícula y atravesandole hasta la mitad del pecho. Su adversario cayó al suelo incapaz de liberarse del pedazo de metal que aún empuñaba Ursu.

Jace se permitió un instante para volver la vista atrás, había confiado en que sus compañeros cubrieran los demás huecos en las defensas mientras él cargaba a la desesperada. Sonrió al ver los efectos de la espada de Jace, pero poco duró su felicidad pues el no muerto que pensaba aturdido y de rodillas se arrojó contra él y le lanzó varios mordiscos contra el abdomen. La bestia arrancó varios pedazos de cuero y sólo los refuerzos de las tachuelas de metal de la cota impidieron un daño mucho mayor.

Mapa de combate al inicio del turno 8. Últimos compases de la batalla.

Normoh se retorció en el suelo. Había caído sobre la espalda desde una altura de más de dos metros y el barro apenas había amortiguado el golpe. Al menos gracias a un golpe de suerte había acabado con el Siervo más cercano, que de otra forma ahora estaría cayendo sobre él desde la plataforma.

Sin apenas agradecerle al Sol y el Agua su buena fortuna se dió la vuelta, se puso a cuatro patas y se incorporó. A su espalda sus compañeros defendían aún la muralla y podía escuchar los gritos de Jace, Iunus y Velocatus.

Ante él la escena no resultaba tan idílica como había esperado. La puerta principal se había abierto, quizás con la intención de hacer una salida por parte del caballero montado, sin embargo éste forcejeaba con un Siervo, que de alguna forma había conseguido entrar antes de que el jinete saliera. Si éste no acababa pronto con el Siervo muchos más harían su entrada y el patio de la fortaleza se vería inundado de muertes e irremisiblemente condenado.
 

Ugh. El suelo estaba más duro de lo que parecía. Pero Nomoh no perdió el tiempo. Se rascaba la nuca con brío (el golpe no había sido fuerte, pero picaba) mientras examinaba la construcción que ahora tenía al lado y sobre la que se desarrollaba el combate.* Examinó si había una puerta abierta o alguna ventana por la que pudiern entrar para parapetarse en caso de necesidad.

Pero era el otro edificio, el pequeño, en el lado sur, el que llamaba más su atención. Corrió hacia la puertecilla, sin perder de vista la entrada principal de la fortaleza, por si veía más siervos entrando. Los caballeros seguían inmóviles, y aquello escamaba a Normoh por encima de todo. Creía que empezaba a entender...

Se precipitó sobre la pequeña puerta intentando abrirla de un empellón, y tirando de la manija. Si no estaba abierta, él la abriría.**

Normoh se acercó al edificio principal, que desde fuera tenía el aspecto de ser una vivienda. El cazador probó la manilla de la puerta y comprobó que estaba abierta. La puerta daba a un gran salón en el que pudo ver una gran mesa y más de media docena de sillas en derredor. De éste salían varias puertas pero el cazador, poco dispuesto a explorar ese edificio cerró la puerta de nuevo y salió corriendo hacia el edificio al sur del patio.

El combate que se desarrollaba en la puerta principal no iba con Normoh, aunque pudo ver que el Siervo que se había colado en la fortaleza se abalanzaba contra el caballero montado e intentaba morderle la pierna, indiferente a los golpes que éste le propinaba con el canto del escudo. Sólo la cota de mallas del caballero había mantenido a éste indemne. La situación cambiaría sin duda radicalmente cuando el Siervo decidiera atacar la carne del caballo, mucho más desprotegida.

Normoh alcanzó el pequeño edificio de no más de 6 metros cuadrados, bajo y carente de ventanas. La puerta estaba reforzada con una plancha metálica, de aspecto bastante sólido. Para desilusión de Normoh la puerta estaba cerrada por un candado. Tiró un par de veces del mismo con escasa fe y nulo éxito.