Partida Rol por web

Las llamas impactaron sobre los dos seres más pequeños pero, debido a la presencia de aquella barrera invisible frente a ellos, el fuego se detuvo justo delante tomando la forma de una esfera alrededor de los dos seres. Pero, y en un momento, como si un cristal se rompiera en mil pedazos, la barrera no soportó más golpes y restalló con un sonido de chispas. Haciendo que las llamas, ya débiles, quemaran suavemente a los enemigos al envolverlos en fuego. En ese momento uno de los rayos de energía oscura de Darkness penetró en las llamas -el otro pasó de largo y acabó produciendo una pequeña explosión al fondo- y emergió de entre las llamas siendo seguido por un salpicar de sangre oscura.

Cuando las llamas se desvanecieron, uno de los enemigos estaba totalmente cortado en dos en el suelo. Su compañero, aterrado por la situación, recogió un pequeño orbe plateado de su cinturón y lo lanzo hacia el centro de la habitación. Este comenzó a brillar rápidamente.

Djimbo despertó poco a poco conforme Silvia, de algún modo, iba sanando las heridas de su cuerpo que, rápidamente, se iban cerrando. Sus ojos se abrieron, aun algo aturdido, mientras la alarma, las explosiones y los disparos acompañaban a la escena que, poco a poco, parecía encontrar una solución. Pero todos pudieron ver aquella esfera plateada en el centro de su propia habitación, ¿qué era exactamente?

Estaba muy concentrado en el ordenador cuando por el rabillo del ojo visualiza una esfera plateada que fue arrojada por uno de los Grunts. Sólo podía ser una cosa...

- GRANADA! - Exclama para asegurarse de que todos lo oigan, mientras se posiciona para salir corriendo y tratar de patearla fuera de la habitación pero todo se va sucediendo muy rápido...

Viendo que Djimbo reaccionaba bien, suspiré aliviada. De haber traspasado el umbral de la muerte, no habría podido traerlo de vuelta, pero no había sido así y ahora sólo debía reubicarse. Entonces una granada entró en la habitación. Parecía que el tipo del terminal quería hacerse cargo de ella, pero estaba claro que no iba a llegar a tiempo.

Rápidamente pensé en lo que podía suceder si eso estallaba allí dentro. No podía permitir que afectara a la gente de nuestra sala. En la otra sala, los humanos o meta-humanos estarían protegidos por sus propias barreras contenedoras.

Dejando a Djimbo en el mismo suelo donde lo acababa de depositar, salté hacia el punto en que había caído la granada y, al más leve contacto que sentí entre ella y la yema de mis dedos, la arrojé dentro de la sala contigua, de vuelta hacia el alienígena que quedaba activo, al más puro estilo pelota vasca.

Dejé que la inercia del salto me llevara hasta la otra pared, donde me preparé para lo que pudiera pasar.

La explosión abarcó casi toda la habitación contigua a la de los prisioneros. Una llamarada de color azulado con un enorme estruendo provocó un destello tal que, durante una fracción de segundo, todos quedaron momentáneamente cegados. Los destellos eléctricos del sistema de altavoces y luces de la otra habitación chisporrotearon y comenzaron a emitir pequeños destellos intermitentes, y si alguno de los extraterrestres que se había quedado dentro de esa sala sobrevivió al combate, a todas luces habría muerto justo en ese instante. Uno de ellos, destrozado y con las tripas fuera, yacía en el interior de la sala donde todos ellos se encontraban. Obviamente debía de estar muerto. Fuera como fuera, el peligro parecía haber pasado al menos momentáneamente. Aunque la alarma seguía sonando, ahora amortiguada debido a que se había perdido parte del sistema de sonido. De las celdas de contención de la sala contigua se escuchan gritos algo apagados debido a la distancia.

La granada de plasma tenía un poder tremendo. Tendría que ponerse a analizar la tecnología de los invasores para poder formular una defensa viable. Pero no había tiempo para andar pensando de más, debía de concentrarse en la tarea a mano...
 

Maldición! Esa granada tiene tremendo poder destructivo - dijo mientras volvía a dirigirse hacía la termnal - Aquellos que son rápidos, pueden ir a ver a los prisioneros de la sala contigua? Quizás la granada los liberó o, Dios no lo permita, los hirió. Fíjense también si alguna pieza de tecnología sobrevivió a la explosión, quizás la necesitemos.

Necesito un momento más pero ya encontré la forma de guiar esta habitación hacía la salida. Sólo les pido un poco más de tiempo.- dijo mientras volvía a tomar control del ordenador

Aturdido y desconcertado, la mirada perdida, Djimbo comenzó a balbucear palabras en francés mezclando palabras en otro idioma.

¿Dónde estoy? ¿qué ha sucedido?...la oscuridad me envolvió, me tragó. Fuí consumido por ella... el dolor me trajo de vuelta. el dolor y ... una mano, un rostro...¿Quién es?...creo que la he visto antes...

Una explosión, una luz cegadora y un pitido agudo y constante en el oído, dejaron a Djimbo aún mas confundido de lo que estaba.

Al ver la esfera lanzada por el enemigo cavilé un segundo antes de reaccionar, por lo que de no haber intervenido la velocista ahora estaría muerto en el suelo junto a unos cuantos mas. Respiré profundamente para tratar de calmarme. La verdad es que no era agradable ver morir a nadie, aun siendo tu enemigo.

Una vez tranquilizado fui volando a la habitación contigua para comprobar como había quedado todo. No tenía mucha idea de tecnología, así que se lo dejé a quien fuera a ir también.

-¿Estáis bien? -luego se acercó a la chica más joven- ¿Te encuentras bien? Estás como... totalmente roja

Después de eso, si alguno miró a la chica más joven, efectivamente pudo comprobar como toda su piel era de un rojo carmesí extraño, extraño para cualquier ser humano incluso que pasara por una fiebre intensa. ¿A qué podía deberse?

-¡Déjame joder! -dijo apartándose justo antes de que Vivian la tocara- No eres mi madre y no pretendas serlo.

Conforme hablaba y su voz se volvía más iracunda y con más volumen, el tono rojizo brillaba más y más. Se apartó rápidamente hacia una esquina y se sentó en silencio mirando al resto.

"De algún modo el ser ese sigue vivo, deben de ser resistentes" transmitió mientras levitaba hacia el lugar donde yacía el medio cuerpo superior del alienígena que salió catapultado hacia el interior de la habitación "Estoy sondeando su mente, es bastante extraña..."

Se quedó unos segundos en silencio.

"No tiene muchos recuerdos acerca de los últimos minutos. Sus imágenes más claras son de... los momentos de descanso. Parece que, siempre justo después de recibir una orden, su mente no almacena los recuerdos. ¿Son controlados mentalmente por alguien superior?"

Mientras QR preparaba el ordenador para salir de allí, Darkness -curioso sobre los otros prisioneros- se adentró en la habitación a echar un vistazo. Se perdió por la puerta desde la que atacaron los soldados enemigos dejando un rastro de sombras a su paso. Y, tras un par de minutos, su voz se alzó como un eco desde allí. 

-Hay dos prisioneros más. Poco importantes, pero podrían ayudar en nuestra huida. ¿Los liberamos o nos vamos a ir nosotros y que les den? -dijo con total tranquilidad, sin emociones- Aquí van a estar a salvo si no hacen nada, claro, pero...

Vuelves a tu base de dato después de que el asunto de la granada en el interior de vuestro habitáculo se hubiera solucionado. Por un pelo, la explosión de plasma podría haber destruido la única posibilidad de escape si, por algún casual, hubierais sobrevivido a la explosión. Pero por suerte ese no era el caso y podíais respirar con alivio. Tras ponerte a los mandos de control, pinchas en el enlace que formaba una ruta directa entre la entrada de la base de datos que leía y la que llevaba a los soldados conocidos como Campeones. 

Campeones Shimenari, carceleros de élite dentro de las bases de concentración de especies inferiores durante las ocupaciones planetarias. Sólo hay uno por base y están conectados a esta por un dispositivo teletransportador. Son capaces de volver a la base asociada a su obligación con tan solo activar este. Modificados genéticamente y adaptados a la alta tecnología shimenari, son capaces de detectar los cambios dentro del patrón genético y epigenético de la especie huesped del planeta para localizar a aquellos considerados como "Mutantes" y, tengan o no aptitudes especiales, ser encerrados en prisiones especializadas. Entre sus capacidades se encuentra la de Sentir a los mutantes a varios kilómetros en radio de su base de operación, Salto cuántico hacia estos, Prisión cuántica. La aleación de su cuerpo está formada de un duro metal que anula toda capacidad más allá de la genérica de la especie, siempre y cuando esta sea una modificación biológica. Vulnerables a la magia. Resisten el dominio mental. Su fuerte adaptación y habilidades de emisión de energía y cambio de densidad le provocan la habilidad suficiente para resistir a cualquier prisionero sea como sea al convertir su cuerpo en lo necesario para combatir su fuerza. Insuficientes en combate numeroso, pues su adaptación no soporta cambios tan veloces. En casos de fugas masivas es necesario la intervención de la Unidad de Élite de la Reina Shimenari, los Profetas de la Verdad,  los encargados de velar por la mente común de los Campeones.

Tras terminar de leer la información, en la ventana dividida de tu terminal observas como, por la sala que sellasteis se ha intentado acoplar una habitación con media docena de soldados de baja clase. Pero al estar bloqueada, está buscando los códigos de acceso para acoplarse al otro extremo. Notas que en un par de minutos expulsarán la habitación de al lado e intentarán acoplarse. 

La alarma, súbitamente, se apagó. También las luces volvieron a la normalidad. ¿A qué podía deberse? Nadie podría saberlo con seguridad. Mientras Hi no Kami echaba un vistazo por la habitación en busca de alguna pieza de tecnología -aunque no la entendiese mucho- y Darkness caminaba no muy lejos de él examinando a los prisioneros. Los dos seguían gritando que los liberasen, pero sus voces estaban muy amortiguadas por las paredes energéticas. El hombre en sombras se había parado frente a una, analizándola de arriba a abajo. Parecía divertido. Mientras tanto, el japonés encontró algo que podía resultar interesante y que se encontraba entre los restos calcinados de uno de los extraterrestres.

Entre los restos calcinados de una de las tropas encuentras que, sorprendentemente, han sobrevivido un rifle de plasma de los que usaron para combatir y otra de esas esferas plateadas que, a todas luces, eran granadas de plasma energético. También el casco que cubría la cabeza del acorazado se había separado de este. Su cabeza tenía forma de pájaro, con un enorme pico naranja y retorcido. El casco, cuando echaste un vistazo, emitía luces y sonidos intermitentes, en binario.

Tras la explosión en la habitación contigua y al ver el destrozo en el ser alienígena, me quedé como traspuesta allí donde había detenido mi cuerpo. Mi mente se perdió en un mar de dolor interno que no trasladó hacia afuera no con lágrimas ni con otro modo de revelar los sentimientos propios. No era el momento ni el lugar. Mejor era dejar todo aquello para una misma que mostrarlo a tal cantidad de extraños, que no entenderían y que, de entender, tampoco sería de su incumbencia.

No pretendía matar a nadie. Ni siquiera enemigo, pero no hubo más opción y allí yacía el medio torso de aquel ser sintiente.

Por suerte, la jugada había salido lo mejor posible para los humanos y meta-humanos. Eso me consolaba.

Tras unos segundos que, en mi caso, parecieron horas, me erguí y me recompuse el vestido, que ya había recibido algún desgarrón debido a la intensa actividad del combate. Pero por lo menos aún mantenía su integridad estructural.

Miré a Djimbo.

- ¿Cómo te encuentras?

Caminé hacia él con tranquilidad. Debía ver si la curación había sido suficiente para que él mismo pudiera regenerarse. Aunque no podía saber nada de sus capacidades regenerativas, pues entre los meta-humanos los hay de diverso pelaje. Pero intuí que si se había lanzado con aquel arrojo al combate, debía tener confianza en su recuperación. De lo contrario habría sido algo mucho más estúpido de lo que por sí fue.

- Mejor liberarlos. No sabemos si van a tomar represalias en ellos. - Dije tranquilamente a quien quisiera escucharme.

Al llegar a el africano, me agaché a su altura y lo miré con la ternura maternal de una buena enfermera.

Rápido, liberadlos, entre más escapemos mejor. Debemos apurarnos, media docena de los pequeños está intentando ingresar. - Luego señala al cuerpo del extraterreste blindado - Lamento pediros esto, pero podría alguno traer los restos de todos los invasores? Si salimos de aquí una autopsia nos servirá para conocer más de ellos...

Rápido! una vez todos estemos dentro llevaré la habitación a la salida, con suerte en unos minnutos nos libraremos de esta prisión...

Tengo algo más de tiempo para seguir buscando información. Siento que estoy muy cerca de conocer mucho de ellos, pero no puedo arriesgar la vida de los demás, es una línea muy fina por la que debo moverme...

Pero al menos debemos de conocer todas las unidades enemigas.

Por lo menos habían dejado una buena colección de cosas. El rostro bajo el casco era bastante extraño. ¿Nuestros enemigos eran unos pájaros? Unos pájaros grandes y con brazos en lugar de alas, pero tenía plumas y pico, así que era un pájaro. Me preguntaba si los extraterrestres eran así o se habían dedicado a atrapar animales y modificarlos para que lucharan por ellos.

- Rea¹ - dije en voz baja para mi mismo.

Recogí lo que había quedado en el suelo: el rifle, una de aquellas granadas y un casco que aun emitía pitiditos. Se lo llevé todo al científico de la bata, y entonces me fijé en que la chica volcánica estaba al rojo. Extrañado y preocupado por si iba a explotar me acerqué a ella.

- Oe, ¿te pasa algo raro? Parece como si fueras a entrar en erupción.