Partida Rol por web

El corazón de Oktael se aceleró al punto que pensó que le saldría del pecho. En su interior la sangre bullía cada vez más fuerte. Trató de mantenerse calmo y se acercó lentamente. Al llegar, disimuladamente observó en su interior para ver si encontraba algún rostro familiar.

Bertram conocía la historia familiar de Oktael, y sabía que buscaba a su familia desaparecida, desde que él mismo fuera capturado y vendido como esclavo.

Intentó detener a Oktael, pero le fue inútil por la propia fuerza que inspiró esa curiosidad de él. Los soldados de alrededor lo miraron extrañados, pero no hicieron nada al respecto.

Oktael miraría con atención dentro de la jaula. Allí vio un rostro, haciendo que su corazón se detenga por unos cuantos segundos. Era su hijo. Este ya tenía como 16 años de edad aproximadamente. Pasaron muchos años desde la última vez que lo vio, y quizás se equivocaba. Pero no, Oktael estaba extremadamente seguro de que se trataba de él. 

Oktael sintió que el corazón le daba un vuelco. Estaba su hijo ahí, tan diferente, tan cambiado, pero su esfuerzo al fin había dado resultado. Contuvo las lágrimas, se sentía aturdido. Había pensado un millón de veces qué hacer al encontrarlo. Pero ahora estaba paralizado, con el miedo recorriendole las entrañas. "¿Y si lo echo a perder?" pensaba para sí. Trató de guardar la compostura, no debería hacer ninguna locura. 

- Ureko!.- chistó lo más bajo posible. Al notar que el joven el prestaba atención, intentó hacerle un gesto con la mano para que mantuviera la calma. Habían pasado alrdedor de 10 años, pero confiaba en que su hijo lo reconociera.

Con disimulo miró a los lados, para ver cuántos guardias habrías allí apostados. Había llegado hasta ahí, y nadie le volvería a arrebatar a su hijo.

Ureko tenía la mirada perdida, como si no estuviera en sí mismo. Este yacía sentado, mirandose sus propios pies, mientras el resto de los esclavos hacían lo mismo. Todos se veían muy tristes, estancados, rendidos.

Cuando apareció Oktael, y comenzó a llamarlo, Ureko no reaccionaba. Tras su insistencia, este finalmente dio vuelta su cabeza. Vio a un hombre de piel negra, tal como él, y se sintió muy extrañado. Miraba a los guardias a su alrededor, percatandose que no le hacían nada. No era un esclavo que se había escapado, entonces ¿quien era?

Ureko se acercó al extraño, sin reconocerlo aún.

¿Sabes mi nombre? ¿Quien eres? ¿No eres un esclavo?

La mirada paternal de Oktael no demostraba lo compungido que estaba su corazón. Tanta juventud, tanta felicidad arrancada de su hijo. Pensó por un momento desatar su furia contra los guardias, liberar a los esclavos y utilizar toda la ayuda posible. Pero sabía que no iba a hacer más que poner en peligro a todos. No, debería haber otra forma. Mientras pensaba a toda velocidad, se dirigió a su hijo, sin percatarse de las lágrimas que corrían por sus ojos.

- Soy yo, Oktael.- dijo con voz entrecortada.- Hijo mío, al fin te encuentro. Que los Dioses me protejan! Lamento tanto todo esto! Pero no voy a permitir que nos vuelvan a separar. A partir de hoy hijo mío, vas a ser libre.-

-Entiendo... Pero es algo que necesitamos con carácter de urgencia. Y si no conseguimos una soga pronto... Me temo que no lograremos cumplir nuestro objetivo, y por ello los soldados que vendrán de refuerzos no serán enviados, y tal vez, así duraremos mucho más tiempo encerrados acá...

El viejo ya estaba suspirando, claramente había perdido la paciencia.

Miró a William, desganado, y le dio un manojo de cuerdas que tenía cerca suyo.

Está bien, ya está. No creo que vaya a poder liberarme de ti. Llevatelo.

Charles asentía cuando vio al anciano otorgar la soga, y en voz baja decía.

Que lástima, quería que se armara algo de jaleo.

Ureko retrocedió unos pasos, extrañado, aún no entendía que pasaba. Miraba a Oktael y apenas lograba reconocerlo.

¿Padre? ¿Eres realmente tú? ¿Cómo es eso posible? Oh, por todos los dioses, diez años... y ahora estas aquí... ¿que brujería es esta?

Oktael no quería que su hijo se descompusiera o reaccionara de mala manera luego de diez años. Sus propios ojos ya no podían mantener la compostura, y las lágrimas corrían ya desenfrenadas por su rostro.

- Hijo mío... cuánto lo siento! Te debo mil explicaciones!- hizo un esfuerzo por recomponerse.- Pero finalmente te he encontrado, y de aquí nos vamos a ir juntos, cueste lo que cueste.-

-Agradezco su colaboración.

Me alejé junto a Charles y a Sir Lucas. La soga era suficiente para 2 personas, lo que era bastante malo, considerando que eran 8 personas, incluyendo al noble. Seguramente no conseguirían más soga. Al menos no en ese estado.

Confirmé el área, y pude observar que nos encontrábamos en un sitio apartado, lejos de ojos curiosos. Entonces, decidí indicarles el plan de emergencia que había venido preparando.

-Sir Lucas, Charles... Ahora que estamos nosotros tres, podremos hablar con tranquilidad. Hemos sido testigos de que todos los planes pueden arruinarse en cuestión de minutos, ya sea en el campo de batalla, como en una posada, a la espera del día siguiente. Si esto llega a salir mal... Debemos estar preparados.- Miré cautelosamente a Sir Lucas, ya que tal vez el sea el más difícil de convencer.- Nosotros podríamos ayudarles a escapar, de esa manera todos podremos descansar mas temprano que tarde. Como símbolo de buena fe, yo seré el que se quede a defender la huida, en caso de que la situación se complique. Solo tenemos que esperar que no lleguemos a ello.

Ya habrá tiempo para ponernos al día, entonces... ¿cómo nos sacarás de aquí?

Aquí no hay muchos que puedan cargar una espada, solo gente anciana, o heridos.

Este demostraba sus intenciones de también asistir al resto de los prisioneros.

No es mi intención morir defendiendo la huida de nadie... pero, si llegamos a eso...

Este se encoge de hombros.

Lo ideal sería que lo logremos sin despertar las malas intenciones de nadie. Aunque admito estar de tu lado; los planes se pueden desbaratar en cualquier momento. Me agrada que tengas más opciones en la cartera.

Pues si es por mi, ponganme 20 sujetos delante mío, y acabaré con todos ellos.

Como siempre, irradiando esa envidiable energía de fuerza bruta, sin pensar ni 2 segundos lo que hace.

Ahrem finalmente terminó acercandose a la posición de Oktael, preocupado por su conversación prolongada con aquellos esclavos. Al darse cuenta que eran negros, se dio cuenta de que iba el rollo.

¿Oktael? ¿Qué sucede? Mi hermano me envío a verte.

En cuanto el celador le describió la situación, al guerrero no le hizo ninguna gracia todo aquel asunto, pero en cuanto vio que el carcelero le un canario y la antorcha no pudo sino aceptar. No obstante, no entendía porque aquel tipo se reía con todo aquello.

Así pues, volviendo sobre sus pasos, descendió de nuevo y continuó avanzando hasta averiguar algo más sobre aquel tipo que lo llamaba. A pesar de ello, Pólux miraba hacia todos lados, no se sentía seguro allí, por lo que a la más mínima no dudaría en volver sobre sus pasos...

La voz fue guiando a Polux, paso a paso, hasta llegar a atravesar aquel rincón oscuro de los calabozos. Solo para hallar de forma horrorosa que había un esqueleto que yacía dentro de una celda, sentado, con el cráneo en dirección a la puerta de aquella prisión.

Este parecía mirar fijamente a Polux. Su corazón empezó a calmarse. ¿Estaba confundiendose? ¿El gas le estaba pasando una mala jugada?

A punto de retirarse, volvió a oír esa voz. Polux se volteó rápidamente y vio como el esqueleto le hablaba.

Poooo... pooooooooooluxxx

POLUX - Gritó, de forma enérgica.

Oktael apenas se movió cuando llegó Ahrem. Sus manos sostenían las rejas y su cabeza gacha trataba de idear un plan a toda marcha. Sin apenas moverse le contestó
- Ahrem, tu y tu hermano han sido muy generosos conmigo. Soy una persona que honra sus deudas personales.- ahora sí se dio vuelta y lo miró con unos ojos sinceros, llenos de dolor.- Pero acabo de encontrar a mi hijo, y no voy a volver a perderlo. Necesito sacarlo de aquí, y lo voy a llevar conmigo. No creo que podamos negociar con el líder de estos soldados, pero aún así, o lo libero, o muero en el intento. Esta es mi prioridad ahora.-

-Sabía que podía contar contigo, Charles. Y Sir Lucas, no creo que alguien tenga planes de morir aquí encerrado. Si es por mi, todos saldremos vivos de aquí, y por la noche celebraremos con bebidas y algunas mujeres para aquel que las desee.

A pesar de lo que decía, podía sentirme ansioso. Estaba inquieto por algún motivo, seguramente porque no creía que todo fuera a ser tan simple como lo esperaba.