Asentí firmemente a las palabras de Kyle. Escuché las palabras de apoyo por parte de mis compañeros, pero estas me parecían lejanas, ya que solo tenía un objetivo en mente; Kyle. La ira me sosegaba, y tal vez el abatir a alguien que odiaba me calmaría. O tal vez las heridas que este me causara me dejarían tendido en el piso.
Salí de aquella habitación, con la espada en la mano. Aún seguía lloviendo, pero poco me importaba. Al voltear, pude ver que todos se habían refugiado en la lluvia, y Kyle se encontraba frente a mi. Con una voz extraña, tal vez llena de sufrimiento y odio dije.- Comencemos.
Motivo: Duelo
Tirada: 2d6
Resultado: 10
Kyle había salido a la lluvia y admiró el paisaje que lo rodeaba. Este no se veía con intenciones de luchar, por lo que no demostró mucha fiereza en la pelea. Al contrario, mantuvo una postura sumamente defensiva, a la espera de las acciones impulsivas que la ira de William demandaban.
Tras unos cuantos choques de espada, no le resultó difícil a Kyle lograr desarmarlo, quedando la espada a pocos metros de William.
Kyle volteó en vez de acercarse a William.
Toma tu espada de nuevo. Esto aún no ha acabado.
Motivo: duelo
Tirada: 2d6
Resultado: 10
Bertram tuvo poco interés en los motivos de la lucha que estos se estaban montando. Sintió pena por la historia de William, pero de ninguna forma creía que Kyle tuviese la culpa de las acciones de otra persona. ¿Qué poder tendría este para detenerlo? Después de todo, el derecho de pernada era una ley real que regía entre los nobles, lo que le daba la posibilidad de reclamar la primera noche cuando una doncella se casase con un siervo, como lo era William, quien no ostentaba título alguno de nobleza.
Aun así, tomó una silla para sentarse y admirar la pelea. Ya había visto a Kyle luchar y sabía perfectamente de lo que era capaz. No se iba a perder una demostración por nada del mundo.
¡Vamos William, toma la espada, no te rindas! ¡Ataca con mayor calma, respira, piensa antes de actuar!
Tomé la espada del piso, tratando de calmarme sin ningún éxito. Por el contrario, eso solo incrementó mi ira.
Motivo: Duelo
Tirada: 2d6
Resultado: 11
Varen observó la lucha junto a su buen amigo Polux. Siempre fue un gran admirador de los duelos personales 1 a 1, y siempre fue un gran crítico de estilos de duelo.
Verás, amigo Polux, este muchacho Kyle, posee una forma defensiva esplendida, pero es notable que no es su forma de batalla. Debe ser de quienes arremeten sin dar respiro al otro. Si William tuviera un físico más fornido, sus golpes serían contundentes en un ataque agresivo.
Kyle vio a William enojarse todavía un poco más. Mejor para él, entre con mayor ira arremetía, más predecible se volvía.
Atacó de forma indiscriminada a la defensa de Kyle, hasta que este logró encajar un fuerte golpe de codo en el mentón de William. Así, apenas cayó al suelo pero pudo levantarse de forma veloz.
¿Quieres volver a intentarlo?
Motivo: duelo
Tirada: 2d6
Resultado: 11
esto se pone interesante
Respiré profundamente. La ira me estaba dominando, lo que terminaría en ocasionar mi derrota. Tomé la espada con mayor fuerza, y respiré profundamente. Caminé con decisión hacia Kyle. Esto acabaría ahora
Motivo: Duelo
Tirada: 2d6
Resultado: 7
Kyle pudo observar como William parecía respirar y buscar calmarse a sí mismo. Este se acercó con mayor calma y firmeza, por lo que Kyle sabía exactamente que hacer. Ya lo había hecho en otra oportunidad y le funcionó de maravilla.
¡ADELANTE! - gritó con enorme fuerza, provocando que William se descontrase y atacara con menor concentración. Los golpes se repartieron sin éxito, hasta que Kyle simplemente empujó a William usando su mandoble, proporcionandole un muy doloroso golpe en la frente con esta, tras esquivar un ataque frontal que William haría.
Cayó al suelo y Kyle decidió terminar el duelo, acercando el filo de su espada a su cuello.
Esto terminó ahora. Es suficiente.
Lo observó unos instantes para ver si este aceptaba la derrota con su mirada, y si ese era el caso, le ofrecería la mano para que se ponga de pie.
Motivo: duelo
Tirada: 2d6
Resultado: 12
Podía probar la sangre en mi boca. Amargado por mi derrota, arrojé la espada y me quedé tendido en el suelo. Miraba el cielo nublado, y las gotas frías de la lluvia calmaban el dolor en mi cara. Mi boca articuló una simple oración.- Déjame solo.
Aparté el mandoble de mi cara con la mano, sin ningún tipo de hostilidad. No haría nada tan infantil como para exigir una revancha. Tal vez, si hubiera estado más tranquilo, hubiese podido ganar. Me levanté con pesadez, y me dirigí al bosque. Necesitaba enfriar mi mente...
Ese último dado de la desgracia jajajaja
Este asintió tras ver como William rehusó su ayuda, y se marchó solo al bosque.
El bosque esta lleno de serpientes y creo que algunos lobos. Sugiero que alguno vaya con él.
Este volvió a adentrarse a la casa de las ruinas.
no había visto dados tan altos desde las batallas de ageslao y ecbert, polux sabe de lo que hablo jaja
Oktael contempló el desenlace de la lucha. Había sido algo magnífico lo de ese tal Kyle. El africano comprendió mejor que nadie lo que era necesitar un momento de soledad. No hace mucho lo había necesitado para despedirse de su hijo. Dudaba que William quisiese algo de compañía en aquel momento.
- No seré yo quien interrumpa la despedida de un hombre...-
Victorinus, prominente e imponente, llevaba aquél saco tejido por las sirvientas de algún noble mercader las cuales servían como propósito de sus ingresos. ¿En el saco? Carne de ciervo del espeso bosque. Aquél saco tejido rebosaba en peso, el olor a hierro que despedía la sangre era exhaltante y escabroso. El rastro que dejaba con cada gota que caía de ya muerto animal hacía ver que este hombre traía una carnicería dentro, que hasta en tus más recónditos pensamientos te harían suponer que se trataba del cuerpo de un hombre asesinado, y sin embargo, nada más alejado de la realidad.
Victorinus Apolienensis. Sí, dichoso era su nombre, desgraciada su presencia, sobre todo para aquél que se cruzase en su camino. Aquél conocido por todo el Reino de Pulkria y Roland, conocido como el Destrozador de Cráneos. Un mercenario asesino, de lo más férreo y sanguinario que alguna vez hayas escuchado hablar en esta vida tuya. Vestía de una armadura de cuero basante ligera y refinada, la cual resaltaba por unas placas de acero gruesas pesadas en exceso para el hombre común, y que nada pesaban para él, pues su altura no era menor a dos metros y su contextura era físicamente imposible para el soldado promedio. Era sin dudas una maldita máquina de carne.
Victorinus llevaba a su costado un mandoble, cuya funda en ocasiones golpearía con alguna que otra roca y esta probablemente sea la razón de por la que escuchaste su aproximación hacia tu dirección. En su espalda colgaba un arco, un portador de flechas y -naturalmente- flechas en este. Probablemente las usó para cazar a lo que sea que esté dentro del saco.
Victorinus miró a William, como si fuera natural para él la presencia de otro en el bosque. Ya su mandoble se encontraba desenfundado, el saco en el suelo, y con una arrogante, agresiva y gruesa voz le gritó en un tono desafiante.
—¡Vaya maldito mogollón en el que este hijo de puta noble de mierda me ha metido! ¡Todos los malditos días, viviendo en el fango y la inmundicia, y aún así ni aquí los refinados señores Pulkrianos dejan de romper las pelotas! ¿Y bien, perra? ¿Vienes de parte de los hermanos del simplón noblesito aquél a matarlo? Porque si es lo dicho voy a tener que arrancarte los brazos para que nadie toque el saco de oro que supone ese imbécil para mi. —Dijo refiriéndose a Kyle de Vicenzo, a quién protegía bajo el pacto del oro por sangre que suponía la labor de mercenario.
Tras lo dicho Victorinus apuntaría con el mandoble hacia William, esperando una respuesta que le satisfaciera. De cualquier modo, probablemente prefiera la idea de rebanarlo a que le de una explicación razonable.
Miré al hombre de gran estatura que se acercaba. Por las cosas que dijo, asumí que era el protector de Kyle, aunque tal vez intentaría acabarlo. Traté de posar mi mano sobre la espada, pero recordé que la había arrojado. Un estúpido movimiento.
-Apártate de mi vista. O me temo que terminarás sin piernas.- Esto no lo hubiese dicho de estar tranquilo (ya que estaba desarmado). Sin embargo, era bastante diestro en el combate desarmado.
Aunque tal vez una buena escaramuza ayudaría a despejar mi mente.
Esto esperaba, no porque conociera al hombre, sino porque sabía que en el corazón de cada hombre primero existían sus instintos antes que la razón. Esto esperaba, esto quería, aunque en algún punto de la situación, un vacío racional dentro de ese cerebro de maní que Victorinus Apolienensis tenía, razonó en si por esta vez era necesario matarlo o interrogarlo. Quizás era un explorador, o quizás ya el grupo con el que estaba había atrapado a su patrono.
Con sonrisa en boca y viendo la valentía que aquél renacuajo pretendía demostrar, clavó el mandoble en la tierra húmeda de aquél bosque espeso, maldito y desolado y se abalanzó contra él con la intención de hacerle el daño suficiente como para inmovilizarlo.
Eso, claro, si su cólera no le dominaba y le permitía restringuirse del placer de quitarle la vida con sus manos desnudas.
Motivo: Duelo
Tirada: 2d6
Resultado: 9
9 + 1 (bonificador cólerico y fuerte) = 10
Perfecto. Un duelo contra un gigante, y sin armas.
Motivo: Duelo
Tirada: 2d6
Resultado: 10
Esto tiene que ser broma jajajaja
La pelea entre ambos fue intensa y bastante pareja. William recibía pontentes puñetazos de aquél gigante asesino, pero recibía los golpes de una forma tan certera que el daño que le proporcionaba se reducía. Otros, los esquivaba. Por el contrario, aquella muralla retenía los ataques de William con facilidad; no por ágil, si no porque por cada golpe que este le daba, lo devolvía, o sentía un dolor muy mínimo gracias a su exageradamente corpulenta contextura.
La pelea a puños entre los dos duraría un par de minutos, intercambiándose uno al otro repetidas veces, pero siendo incapaces de derribarse entre sí.
William usaba para ventaja su agilidad debido a su menor peso con respecto a Victorinus. Victorinus intentó agarrarlo en repetidas ocasiones con la intención de proporcionarle un daño cercano del que no pudiera escapar. Quizá una llave, o quizá simplemente abrazarlo hasta que los huesos se le partieran.
De un momento a otro, ambos se detuvieron, exhaustos, mirándose el uno al otro.
Victorinus no creía lo que estaba sucediendo. ¿En serio estaba emparejado en un mano a mano con este renacuajo? ¿Él? ¿Aquél proclamado como una maldita bestia imposible de domar, que era capaz de comerse las entrañas de bebe que recién acababa de asesinar? -en sentido figurativo, claro está-
Lleno de cólera, Victorinus se lanzó nuevamente con la intención de destrozar de una vez por todas la defensa de William y reventarle la cara.
Motivo: Duelo
Tirada: 2d6
Resultado: 8
8 + 1 = 9
Tras ver al gigante agotado, continué mi ataque.
Motivo: Escaramuza
Tirada: 2d6
Resultado: 7