Partida Rol por web

Pasada la noche, habría un sol radiante que te despertaría de forma muy temprana. La lluvia acabó, y parece ser realmente un día hermoso. Un poco frío, eso sí, pero aun así muy placentero.

No demorarías en observar a tus compañeros y levantarte para saludarlos. Todos ya estaban despiertos.

De pronto, al salir al comedor, te darías cuenta que no había nadie en las ruinas. ¿Y Kyle? ¿Y el gigante mercenario? ¿Dónde se han ido todos?

Edain no se demoraría en levantarse de la cama cuando el sol empezó a golpear su cara. Con quejas y muchos insultos, terminó por ponerse de pie, enfurecido por tener que interrumpir su sueño por ello. Después de todo, había caído rendido y como una bomba tras el venado que se comieron, y con sus increibles especias, que lo dejaron realmente como un verdadero manjar de dioses.

Este buscó por los alrededores, mientras los otros también comenzaban a despertar.

Vamos, vamos, chicas. Levanten esos culos.

Y entonces, Edain se dio cuenta que no había nadie en el recinto.

¡No me lo van a creer! - dijo agitado - ¡el afeminado y su perro mascota abandonaron el lugar! ¿Pueden creer esa cobardía?

William no demoró en saltar de un brinco de la cama, como si dependiera su vida de eso. 

¿Kyle ha abandonado el lugar? No puedo creerlo.

Su corazón se llenaba de rabia, alimentando con el puño un enorme deseo de buscar venganza. Este lo supero en el duelo y no podía permitir que se esfumara, así, como si nada. Con él, toda posibilidad de redimirse se iba, y no podía creer que fuera tan cobarde como para aprovechar la noche para escapar. 

Oktael se puso de pie cuando el sol golpeó su cara. Había tenido un hermoso sueño donde lograba regresar a su casa y ver a su familia, y el sol, el radiante sol típico de Africa, que quema y palpita las espaldas oscuras de los que trabajan la tierra allí.

Todo se rompió cuando finalmente abrió los ojos, para encontrarse que no estaba en su hogar. Su mujer no estaba allí, ni sus hijos, solo estaba acompañado de esos aventureros, que hace pocos meses eran simples desconocidos.

Solo, allí, en las ruinas de un imperio del poco sabía, de un sitio que ni logra ubicar en el mapa, y confiandole su vida en personas que realmente poco conoce.

Pero allí estaba Oktael, y no había muchas otras opciones.

Escuchó a estos decir que Kyle ya no estaba y rió. No le extraña semejante acto cobarde de parte de Kyle, más cuando se rehusó a probar la comida.

¿Habrá dejado el cuadro?

El mercenario se levantó con el frío bastante calado en los huesos, debido a aquellas ruinas lóbregas; mas no era algo a lo que no estuviera acostumbrado, por lo que sacudiéndose un poco para entrar en calor, se puso a hacer cosas para espabilarse. Así pues, lo primero que hizo fue ir al mueble donde el grandullón guardaba el queso y ver si quedaba algo. 

Acto seguido reparó en las averiguaciones de sus compañeros, por lo que les dijo:

-¿Teníais pensado ajustar alguna cuenta con ese tipejo por la mañana? -preguntó Pólux un tanto olvidadizo de las conversaciones con el noble la noche anterior- voy a echar un vistazo por si están, y si no es así, pienso recorrerme todas las salas de este sitio y llevarme cualquier cachibache de valor, el cuadro incluido, a fin de cuentas le pertenece "por derecho" a nuestro amigo Edain, el nuevo emperador de Varkoglia jajaja -dijo con bastante coña, pues le resultaba cómico dicho parentesco, aunque a ser verdad no tenía ni idea de historia y no sabía que maldito imperio era ese, pero le traía sin cuidado.

Cuando todos salieron de la habitación y se dirigieron a la sala común, sorprendidos, notarían que el cuadro seguía allí.

Al parecer, las ruinas estaban completamente abandonadas.

Edain apareció con una enorme sonrisa al ver el cuadro. 

Ya estamos entonces, llevemosnos esta cosa para venderla y hacer algo de dinero. 

Pólux, tras recorrerse aquellas ruinas sin encontrar a nadie ni nada que pudiera interesarle, llegó hasta el cuadro y dijo:

-Sin duda, aquello que han dejado atrás es porque no lo necesitan, vamos Edain, ayúdame a descolgarlo, no queremos que le pase nada jeje -dijo con su risa de mercenario sin escrúpulos- estoy seguro que le daremos un buen uso... -concluyó haciendo ya planes de en qué se gastaría el oro.

William observó a los demás presentes, y algo en él no estaba haciendole sentir cómodo con la situación.

Creo que no corresponde que robemos el cuadro. ¿Por qué mejor no lo dejamos?

-Venga William, no seas estirado, esto aquí no sirve de nada, si te sirve de consuelo, usaremos el oro para motivos nobles -dijo conociendo la virtuosa motivación de su compañero- lo cogeremos para equiparnos decentemente, y ayudar a nuestros compañeros nobles a conseguir su misión, ¿de acuerdo? prometo no gastarlo en mujeres y vino -dijo con una media sonrisa burlona- éste oro al menos jajaja; además, si nuestro amigo Edain es descendiente del tal emperador, tiene todo el derecho del mundo jajaja.

No, Polux, deja eso ahora mismo.

Este tomó su espada y se puso en guardia. Al parecer se veía de forma muy agresiva, y al mismo tiempo firme en lo que reclamaba.

¿Te has vuelto demente, William? - este no reparaba en su asombro. No podía entender como William, quien parecía ser el hombre más correcto y sereno de todos, estaba enfrentandose abiertamente a todo el grupo.

¡Baja tu espada, somos tus amigos!

¡Eres el menos indicado, Edain! ¡Poco y nada nos conoces! ¡No sabes lo que hemos pasado! Llegaste hace media hora y crees ya ser parte de nosotros.

Este escupe a un costado y se prepara para lo que se viene.

El veterano miró al caballero con suma sorpresa, a la vez que exclamaba sin tapujos, como acostumbra por su conducta:

-¿Qué demonios te pasa William? ¿te pegaron demasiado fuerte ayer en la mollera? -dijo bastante extrañado- tú mismo lo dijiste, esos De Vincenzo te han jodido la vida, si esto pertenece a su familia, serías un idiota si no lo cogieras para ti, para que empiecen a pagar lo que te hicieron... -expuso esperando que su amigo entrara en razón- ¿por qué tenemos que dejarlo aquí para que lo roben otros y se lleven ellos el oro que tanta falta nos hace? -concluyó finalmente sin soltar el cuadro, pero sin disponerse a pelear contra William, pues no pensaba hacer daño a ninguno de los de su grupo, hay barreras que no se deben rebasar, y no derramar la sangre de un amigo es una de ellas...

En el justo momento que la cosa parecía que podía llegar a enfriarse tras las palabras de Polux, Edian arremetió con un ataque a William.

Entonces todo se fue por la ventana. Comenzaron a luchar y cruzar sus espadas con ferocidad.

Este parecía dispuesto a calmarse pero cuando vio que Edain se acercaba para atacarlo, recobró la postura y respondió a su ataque.

La pelea hallaría a ambos de forma desprolija, luchando en lugar con poco espacio, encontrando a William como vencedor de la contienda. Rápidamente, acabó por matarlo.

¿Qué has hecho, William? Tu no eres así. 

Este tomó su lanza, no por atacar sino para estar prevenido, a modo de defensa. Apenas entendío porque William hizo lo que hizo.

Las cosas se habían salido de control demasiado rápido, un miembro del grupo atacando a otro, ¿y matandolo? ¿Qué estaba pasando? Tu cabeza no paraba de dar vueltas en el asunto, y mientras observabas el rostro de los demás presentes, no parecían inmutarse frente a los hechos ocurridos. Pronto te diste cuenta que los hermanos nobles no estaban allí con ustedes. ¿Y todos los demás? 

Pronto, comenzaste a sentir un fuerte dolor de cabeza, que te obligó a cerrar los ojos y tener que tomarte de la sien. Cuando los abriste, todo había cambiado.

Cuando te percataste de que todo cambió, ya no estabas más en las ruinas con todos los demás. Miraste a tu alrededor, ¿qué es esto? Las tierras parecían hacerte acordar a tu época que vivías en Roland. Te encuentras a ti mismo, y de forma sorpresiva, como alguien joven, y observas a tu lado que estás junto a varias personas que parecen ser mercenarios. Recuerdas la primera vez que te uniste a un grupo de mercenarios y eso te genera nostalgia.

Estos parecen dirigirse a una aldea, donde comienzan a atacar a varios campesinos y personas armadas, armandose una gran pelea.

El guerrero se miró bastante extrañado las manos, como sin reconocerlas, pues no eran sus puños callosos del manejo de la espada, sino unas mucho más jóvenes. Miró hacia todos los lados intentando buscar una cara amiga, e intentando descubrir qué maldita aldea era esa. 

Así pues, sintiéndose víctima del hechizo de un poderoso mago, empezó a gritar:

-¿Varen? ¿estás ahí? -dijo mirando al resto de mercenarios- ¿dónde demonios estamos? -preguntó al soldado más cercano, por si podía aclararle algo.