Partida Rol por web

Kivo estaba cansado del viaje, pero al menos en la ciudad tenía algo más en lo que entretenerse. De estar en el camino, seguramente habría preferido montar una buena hoguera y dormir cerca del fuego. Pero ¿en una ciudad populosa? Imposible. Hay muchas cosas raras para ver y gente todavía más peculiar que conocer. Aunque posiblemente el peculiar y el extraño allí fuera él, eso no entraba en su punto de vista.

Así que agarró su vara de Faerys, que siempre era una ayuda para caminar cuando estás cansado, y salió con los demás a pasear con la tripa llena. Ya dormiría de noche, como un lirón. Y no tardaron en encontrarse con algo extraño: unos soldados del rey golpeando a un muchacho. ¿Sería un rufián?

– Sí, podríamos ayudarlo –dijo. No tenía intención de enfrentarse a la temible guardia, pero tampoco le gustaba la idea de dejar a ese chico de pintas salvajes–. A lo mejor sabe algo.

Mañoromsadv apwsoekwm - las palablas de Kon se habían vuelto ininterpretables dado que al ver las literas su estado de sueño avanzó hasta límites insospechados. 

Dejándose caer en una de las primeras literas que vió, poco caso hizo al comentario de Dastan, de hecho apenas oyó que le hablaban lo justo para intentar responder.

Una vez tendido en el catre murmuró más palabras aún más difíciles de descifrar, pues había caído boca abajo con la cabeza en la almohada.

Tras descansar volvería a ser persona.

El joven cazador vio su oportunidad cuando los Viajeros se interesaron, hasta pareció despejarse un poco para poder llamar la atención de los Viajeros.

-Estos Viajeros me ayudarán a buscar a la bruja del bosque. Ella sabe que le pasa al príncipe y qué le pasó a ese otro cazador. ¡Ella puede ayudarnos!- dijo, tratando de nuevo de soltarse de los soldados. -Ayudadme, Viajeros. ¡Podemos despertar al príncipe?

El guardia volvió a golpearle, tratando de dejarle inconsciente. Para él no era más que un charlatán que trataba de librarse de su destino.

 -¿Acaso no veis que este hombre diría cualquier cosa para escapar de su destino?- dijo el soldado, tirando del joven cazador, que ya no tenía fuerza ni consciencia para oponer resistencia. -Ha obrado malas artes para que nuestro príncipe caiga en ese sueño maldito y pagará por ello. Y yo cobraré la recompensa por despertar a nuestro futuro soberano.

Y Kon y Dastan fueron a dormir, estaban muy cansados. Y mientras dormían ambos soñaron con un lugar bello y extraño a la vez. Por alguna razón ambos se encontraban en el mismo lugar, ¿uno en el sueño del otro? ¿Quién en el sueño de quién? 

El sitio era muy bonito, pero ninguna regla conocida de su mundo se aplicaba. Sus cuerpos pesaban muy poco e incluso las rocas parecían flotar, como nubes de humo que campan a placer entre las nubes. Aquellas rocas tenían como centro una especie de ciudad o templo, al cual rodeaban de alguna forma. Ambos Viajeros se miraron extrañados, pero sus pasos sin duda les llevaría hasta aquel lugar.

Y por el camino encontraron un joven acuclillado, que parecía escribir en el polvo del suelo algo y hacer cálculos. Al oírlos caminar levantó la cabeza y miró a ambos.

-¿Estáis aquí de verdad...?- dijo con extrañeza y se incorporó.

Caí dormido casi nada más posar la cabeza en la almohada. Supongo que durante un tiempo todo fue bien... pero al poco me encontré en otro lugar. Teniendo un sueño, que seguramente no era mío, porque yo siempre soñaba con agua... y cuando vi a Kon y más aún, a una persona que jamás había conocido, comencé a preocuparme.

—¿Aquí de verdad? Bueno, creo que estoy soñando. Yo me llamo Dastan y él es Kon... estamos durmiendo en una posada actualmente. ¿Tú eres?

Me temía la respuesta, pero esperaba reunir información. 

No tenía ninguna razón para confiar en aquel muchacho, y quizás con suerte sería el responsable de lo que le sucedía al príncipe Tenji y todo se solucionaría. Pero... algo le decía que no sería así. No tenía la pinta que tenía un envenenador, o un hechicero malvado. Aunque no había conocido nunca a ninguno, en su cabeza se los imaginaba con esa risa perversa, un aura negra y algún símbolo con la calavera en su equipo. 

Sí que les había dado algo de información: había una bruja en el bosque con información útil. Quizás. Y él podría llevarlos a ella.

- Señor... ¿guardia? ¿Soldado? No sé cómo les llaman aquí...  - dijo, acercándose con una sonrisa y las palmas abiertas ante él, indicándole que no iba armado - Hooolaaaa... seguro que nos estamos metiendo donde no nos llaman pero... ¿por curiosidad sería el primer sospechoso que se entrega como culpable de lo que le sucede al príncipe? Quizás aquí no se estile, pero de donde vengo se suelen usar... ¿cómo se llaman...? ¿Pruebas? Para sustentar una acusación. Y llevar a este muchacho sin pruebas... ¿no sería hacer perder tiempo a las autoridades? Y... quizás... ¿no os castigarían por ello...?

¿Y por qué estaba hablando así, como si hablara con un niño pequeño?

Kivo trotó detrás del guardia que tiraba del muchacho. La verdad es que tenía un aspecto imponente.

– ¿Qué ha hecho? ¿Cómo saben que ha sido él? –dijo–. ¡Creo que puede ayudar!

Correteó hasta ponerse delante del soldado con los brazos abiertos.

– ¡Espere, señor! ¿Y si se equivoca? Imagine el ridículo que hará en el castillo y delante del rey. Todos se reirán de usted y a lo mejor lo echan de su puesto. ¿Se arriesga a tanto? ¡Tiene que asegurarse de que hay pruebas, señor, o perderá la recompensa y el honor!

Kivo no entendía muy bien eso del honor del guerrero, él era una criatura más bien silvestre y desenfadada, y la importancia de esos códigos se le escapaba. Pero había oído que a los guerreros les importaba mucho su imagen y su palabra.

Me sentí un poco sobrecogida por los golpes que le daban al pobre chico, que para mis sonaba convincente. 

- ¡Por favor! No golpearle más. Somos Viajeros, no le conocemos de nada y no tenemos más interés que ayudar a averiguar qué pasa con el Principe. Si hay una bruja en el bosque, las encontraremos y si no, y el chico miente, será todo vuestro. Pero mientras podemos hacer un trato... Nosotros chequeamos lo de la bruja y vosotros no golpeais más al chico, aunque quede preso mientras no estamos. 

Todo el sueño de Kon se esfumó en un instante y, allí estaba, de pie, en un paraje extraño que no había visto nunca, y como de costumbre, soñando con gente extraña que nunca antes había vis.... espera, ¿era ese Dastan?

Cuando el joven meteomago les presentó ante el tercero en discordia, el cual no había visto nunca, (segurísimo que no, pues se había fijado bien por si fuese otra de las personas que había conocido hace poco), se convenció de que sí era su compañero. Ya que era bastante propio de él tomar la iniciativa de esa forma.

¡Hola! - dijo cuando Dastan pronunció su nombre, seguido de la gran sonrisa que caracterizaba a Kon.

Ante la pregunta del extraño, Kon no pudo más que empezar a filosofar... "¿estais aquí de verdad?" Desde luego él estaba dormido, y pocas veces había soñado con alguien a quien conociera, como Dastan, entonces... ¿dónde estaba? Él era de verdad, pero lo último que recordaba era estar en la posada, como apuntó su compañero a continuación. En ese caso... estaban en algún tipo de "sueño compartido".

Todo se volvía muy turbio en la mente de Kon, el cual, hecho un lío mental, optó por sonreirle al desconocido para tratar de tranquilizarle, pues no tenía una respuesta pero sí un millón de preguntas más, sin embargo, no quería acrecentar los dilemas de ambos.

La verdad es que Detlef no veía muy claro lo de meterse en camisas de once varas, especialmente viendo las pintas que gastaban los guardias... pero a lo hecho pecho. La chica gato ya se había lanzado y todos habían ido a apoyarla, así que lo menos que podía hacer por quienes le habían acogido entre ellos de una forma tan natural era arrimar el hombro, aunque no le gustara.

Además, había que reconocerles que tenían razón. Aun en el caso de que realmente fuese él quien hubiese puesto esa maldición sobre el príncipe- cosa harto improbable, porque podría tener pinta de muchas cosas, pero de un mago con tanto poder como para eso no- el ensañamiento con el que le golpeaban no eran maneras. Así que se adelantó, carraspeó un poco y procuró poner su mejor voz de erudito.

Señores, sin pretender menoscabar su autoridad como guardias, creo que deberían escuchar a mis compañeros. En el caso de que su suposición sea cierta, y empíricamente es difícilmente demostrable sin recurrir a una lectura comparada de patrones de aura del príncipe y este sujeto, que requeriría un rito del Trisagion Trifecta, recogido por Aurelius el Viejo y que llevaría varios días preparar, entretanto no convendría manejar al sujeto con tan poco cuidado. Los estudios de Valentiniano, Abd Abu-Bakr y Mohnblume Grimm revelan que en los usuarios del tatari como el que han descrito pueden transmitirlo incluso por vía táctil, suponiendo que la carga de emociones negativas del entorno sea lo bastante alta que, ejem, bueno... digamos que irradian mas karma. Por supuesto podría ser simplemente un caso de contagio infeccioso, aunque sin saber el vector y habida cuenta de que podría ser por vía aérea, si pasasen más tiempo en su proximidad sería conveniente que se les aplicase cuarentena y, bueno... 

En realidad, la mitad de la perorata que estaba soltando se la estaba inventando sobre la marcha... con suficientes datos académicos reales para que sonase creíble. Sí, clato, Valentiniano ciertamente mencionaba el tatari, la maldición de los espíritus enfadados en el De Reum Sphera Caelum... pero para decir que era un cuento de viejas. Mohnblume Grimm simplemente había dicho que las emociones negativas cristalizaban en energía, no que se pudiera transmitir al tacto... pero bueno, para pillarle en todos esos renuncios habría que haber leído bastante, y los guardias no parecían bibliófilos, precisamente.

en fin, que creo que sería conveniente que dejasen esto en nuestras manos. Asumo plena responsabilidad por el riesgo, pero creo que con el equipo de contención que tengo en la posada, las posibilidades de transmisión endémica quedarían dentro de un márgen aceptable y bueno... vengan si quieren, claro, pero yo creo que deberían hacerse una revisión inmediata. Si quieren, les puedo indicar a un par de especialistas en contagio que viven en este reino... dejeme pensar, lo tengo por aquí apuntado en algún lado.

Y si cuela, cuela....

-Soy Tenji- dijo el joven, revelando su identidad pues no era otro que el Príncipe que yacía dormido en el sueño. –Todos estamos soñando y a la vez no. Este lugar no os dejará salir de él si habéis llegado. Es como si el mundo de los sueños estuviera trabajando de una forma extraña para retenernos- señalo la especie de escudo que se formaba en la lejanía sobre el edificio.

Cansado, Tenji se sentó en el suelo y miro a Dastan y a Kon. –Creo que algo anda muy mal, que va a pasar algo y que aquí se está construyendo algo a consecuencia para no sé…- añadió confuso. –Por el momento no podemos salir, yo al menos no, este sitio me retiene.

-¿Pruebas? ¿Tengo pruebas? Estaba al lado de otro cazador que sufre el mismo mal que el príncipe, este mal nacido le estaba dando algo para dormirle- contestó el guardia a Hamo y a Kivo. Parecía muy seguro de lo que había visto, pero el joven cazador lo había negado todo.

Las palabras de Sasha no parecieron ser suficientes tampoco, que ellos se encargaran de descubrir si el cazador decía la verdad le parecía una pérdida de tiempo. Dejar preso al chico lo iban a hacer igual, además que si era culpable de la desgracia del príncipe, tendría un castigo ejemplar a manos del rey.

Sin embargo, lo que dijo Detlef captó de inmediato la atención de los guardias. No solo porque les causara confusión de que usara tantos términos desconocidos, sino que lo decía con una seguridad que casi los convertían en realidad. Ambos guardias se miraron confusos.

Claro que los guardias de un lugar como el Reino del Peligro no eran nada leídos, habían nacido para la caza. Había pocos eruditos por allí, pero a todos se les tenía en cuenta. La mayor razón para tenerles en cuenta era que muchas de las criaturas de los bosques se escondían o hibernaban por temporadas muy largas, lo que dejaba su solo conocimiento a los libros de registros y  que otros sabios habían dejado tiempo ha. Un erudito que sobrevivía en el reino del Peligro era alguien a tener muy en cuenta.

Negaron a la invitación de ir a consta de ser infectados, soltando de inmediato al joven cazador. –No, no… No, no, no- continuó el guardia, dando un paso hacia atrás. –Es todo vuestro, no sabíamos que erais un erudito, señor. Nuestras disculpas. Esperaremos a que su… invi… ive… sus estudios estén acabados. Llévenselo.

Y con las mismas los guardas se marcharon, dejando al joven cazador en el suelo retorciéndose por el dolor.

Detlef adoptó su aire solemne más convincente y asintió circumspecto a lo que decían los guardias, tratando de que no se le notase en la cara el alivio de ver que había tragado. Cuando hubieron acabado de mirarse entre ellos se limitó a decir "Gracias, apreciamos su colaboración. No se preocupen, le mantendremos en un entorno controlado. Gracias, buenas tardes..." y saludó educadamente mientras se alejaban. Después de que hubiesen desaparecido tras una esquina y dejar un tiempo prudencial para asegurarse de que no volvían, se apoyó en el bastón y soltó un largo suspiro de alivio.

Vaya... no estaba seguro de si eso iba a colar. Hoy debe de ser mi día de suerte.

Tras eso, se acordó del cazador al que los guardias le estaban dedicando sus "atenciones" y se puso a su lado en un par de pasos, inclinándose junto a él. 

¿Estás bien? ¿Puedes andar? Si estás muy malherido quizás podamos echar una mano, o llevarte a una posada...- dijo, pensando. Conocía un hechizo de curación, pero no era muy potente. Quizás la chica-gato supiese algo de medicina, solía ser útil a los exploradores. O alguien más del grupo podría ser un sanador. Lo que estaba claro es que no era cuestión de haberle salvado de la paliza para ahora dejarle tirado de cualquier forma...

Kivo no entendió una palabra de lo que dijo Detlef, y lo miró tan estupefacto como los guardias. ¿De dónde había salido ese sabio y cómo podía saber tanto? ¡Increíble! Los guardias soltaron al chico y eso a Kivo le pareció normal. Si alguien te contaba cosas tan complicadas es que tenía razón, ¿no?

– Uau, cuánto sabes –comentó, asombrado. Luego se acercó al cazador, que era la preocupación más inmediata. A Kivo todavía no le había llegado a preocupar el estado del príncipe, no veía nada muy raro en que alguien quisiera dormir. A ver, sí, era raro pasar tanto tiempo durmiendo y daba curiosidad. Pero era dormir, ¿no? Tampoco es tan grave. Por lo que Kivo sabía, la gente como Sasha podría pasarse todo el día durmiendo sin problema. En cambio, al cazador aquel le acababan de golpear y eso parecía más duro–. Hola, ¿estás bien? Soy Kivo. Si te duele mucho a lo mejor puedo hacer algo–¡quizá hubiera que hacer magia!

Llega un momento en que me pierdo en el discurso de Detlef, las palabras comienzan a juntarse y acabo escuchando un "aklfajadjsñl  asdfsdlf ajsdfaj jd pashdfewjfasdlfkd" sin fin. Pierdo por ello la atención, que acaba posada en una inquieta mosca que zumba cerca de mi oreja. Acabo queriendo capturarla con las fauces, haciendo tintinear mi Log. No se cuanto tiempo pasa, pero para cuando me doy cuenta los guardias se han ido y el cazador yace herido en el suelo. 

- Ah ¿se han ido? - pregunto frunciendo el ceño y acercándome al chico- ¿Te duele mucho...? Qué brutos... - yo no podía hacer nada por él, salgo jugar con los mechones de pelo tan graciosos que tenía, pero no era el momento.

Con su boca formando una "O" perfecta, Hamo asistió al discurso de Detlef con absoluto pasmo. Había términos que entendía, pero ni por asomo entendió la totalidad del mensaje, aunque sí el tono. Imaginaba que se estaba inventando mucha de la información - o quizás no, lo que le hacía aún más increíble - para meter algo de miedo en las cabezas de aquellos guardias, ¡y vaya si lo había conseguido! ¡Había sido un auténtico acierto que Detlef hubiera decidido investigar con ellos!

- Vaya, ¡eres increíble! - dijo, acercándose al erudito y cerrando sus manos en un puño, como si rezara - ¿En serio sabes todas esas cosas? ¡Por favor, tienes que viajar con nosotros!

Luego atendió la conversación con Kivo. Había demostrado tener dones increíbles, así que si había alguien que pudiera sanar las heridas del cazador - quien estaba todavía por confirmar si era inocente - era él.

Detlef se rascó la cabeza algo incómodo ante los cumplidos de Kivo, y se levantó y dio la vuelta para responder a Hamo con sinceridad, a la par que dejaba espacio para trabajar a Kivo, que parecía saber lo que hacía.

Hmmmmmmsibuenoooooo... he pasado mucho tiempo en bibliotecas, incluso en mi propia casa. En Bavaria hay un montón, por eso de que somos tierra de magos. En realidad lo que dije es... eh... bueno, no es estrictamente falso, en realidad mucho es cierto. Bastante. Pero digamos que he hecho una interpretación un poco... flexible.

Se le iluminó la cara al oir su siguiente frase. La verdad es que había disfrutado mucho de la conversación con Hamo y Kivo sobre madera, era agradable hablar de cosas que sabían. El grupo parecía... ¿aguerrido? Bueno, por lo menos las tallas en la ballesta de Hamo indicaban que la aventura no les era desconocida. No sabía gran cosa de los otros dos, y Sasha era algo... bueno, no sabía muy bien cómo interpretar a la antroponeko, pero parecía que tenía buen corazón, a juzgar por cómo había intercedido y se preocupaba por el cazador.

Sería un placer- dijo, de todo corazón y pensándolo realmente. 

—¿No nos dejará salir? —dijo Dastan empezando a preocuparse. 

—Pero si no hemos hecho nada, sólo echarnos a dormir en una posada... estábamos cansados.

Ahora que no los indicaba, veía el escudo.

—Si no puedes despertar, es que algo anda muy mal, cierto, pero ¿qué nos puedes decir? ¿Alguien te embrujó? ¿Qué crees que se está construyendo? ¿Podríamos acercarnos para verlo?

Eran muchas preguntas las que hacía Dastan, pero no comprendía demasiado bien lo que estaba pasando. Si Tenji no podía explicarse, se acercaría a ver el edificio que se construía.