Partida Rol por web

Ni siquiera entre Sasha, Kivo (y su brújula) y Dastan habían logrado acercarse a la guarida del sombrerero, y la culpa no era totalmente de Komori, tampoco, por más que les hubiera hecho dar mil vueltas y revueltas. Al final, estaban delante del único sitio al que no querían ir. El castillo de la Reina Roja. 

Sasha olfateó para ver si había enemigos cerca y Komori habló en voz alta. Dastan la miró con ojos desesperado y habló en susurros —Todos atrás poco a poco. Muy poco a poco. Intentaremos regresar. No hagan ruidos y alerten a los centinelas...

Dastan creía que había sido pura mala suerte el que hubieran acabado allí*. Esperaba que la Reina estuviera congelada o que al menos la mayoría de sus esbirros lo estuvieran también. 

Selenne no fue de demasiada ayuda en el laberinto, estuvo dejando en las manos del resto ser los guías y ella mientras tanto iba dibujando los caminos que tomaban en un cuaderno, por si más adelante les pudiera servir de ayuda.

Tan concentrada estaba en su labor que se chocó contra mike cuando pararon, clavándose la punta de la pluma de uno de los dedos  - ¡ah!- apunto estuvo de gritar, pero al ver el castillo y la reacción del conejo acabo soltando el aire en un murmullo - ayy...

- si volvemos... he dibujado este camino, si lo he hecho bien... - dijo sin demasiada seguridad. - al menos sabremos por donde no ir. 

Por el momento guardó el cuaderno y se adelantó a sus compañeros tomando su lanza, si decidían avanzar o volver, ella trataría de protegerles de lo que fuera.
 

¡Al final nada!

—Esa no es la casa del señor de los sombreros, ¿verdad, Dastan?

Se rascó la oreja. No lo parecía, no. A no ser que el tal sombrerero fuera un conde o un rey. Porque aquel castillo palaciego era, sin duda, la casa de algún monarca. La Reina Roja, decían.

—Brrr…

Resopló y se acercó al poni con su vara de Faerys bien agarrada mientras retrocedían.

—¿Crees que es una señora mala, Mike? —preguntó, mirando a todas partes en posición de guardia—. Pero ¿dónde está todo el mundo?

En sus viajes ya había visto muchas ciudades y muchos castillos y en todos ellos había montón de gente por todas partes. Sirvientes, soldados, ministros, panaderos, músicos y vendedores de crecepelo.

Era demasiado tarde y las palabras de casi todos al ver el castillo alertaron a los guardias de la Reina Roja que no se encontraban demasiado lejos del lugar. Se acercaron un par de guardias enormes que les apuntaron con sus lanzas para que ni se movieran ni escaparan.

-Intrusos, se os llevara ante la Reina- dijo uno de los guardias y hacia el interior del palacio fueron escoltados.

Los soldados llevaron por todo el palacio a los viajeros, cuyo interior parecía que estaba siendo redecorado entero en rojo. Por todas partes olía a pintura, como si tratara de pintar por encima de muebles, cortinas, paredes y suelos con aquel color a rojo sangre.

No tardaron en encontrarse en una gran sala del trono, con un trono rojo y todo ya pintado de rojo.

Sobre el trono la Reina Roja.

-Vaya, vaya. ¿Quiénes sois? Esta visita no estaba prevista en mi calendario- la Reina Roja miró a uno de sus consejeros buscando una explicación. -¿Habéis pedido audiencia para venir? ¿Qué se os ofrece?

Si luchábamos contra los intrusos acabarían ensartados en las lanzas de los soldados, quizá no de los primeros pero sí del resto. Porque la reina roja tenía un gran ejército. Tratando de evitar la violencia Dastan y el resto del grupo acudieron a la audiencia con la Reina Roja. Era tan diferente de la que habían tenido con Blancanieves...  

—Hola mi señora —dijo Dastan tratando de sacar lo mejor de la situacion, hizo una reverencia apropiada para la realeza— somos viajeros que vienen de muy lejos. Lo primero es presentar nuestros respetos a vuestra eminente magnificencia. Lo segundo es comentar nuestro propósito. Estamos tratando de solucionar el problema del Tiempo, que congela a las personas. 

Komori se quedó callada. Principalmente porque no quería que en su voz se revelara el desprecio que sentía por los autoritarismos, de cualquier color que fueran.  Segundo, porque era ella maravillense, sujeta a las caóticas regulaciones y leyes de su país y no quería que ninguna palabra suya la atara de ninguna manera a los compromisos extraños que de ahí se derivaban. 

Se limitó a ver si su bastón tenía la empuñadura limpia y bruñida, y si Mike tenía suficiente pienso en su morralito de brida. 

Como no puede ser de otra manera, mis pies acompañan al grupo mientras las lanzas de los soldados quedan cerca de nuestros cuerpos, amenazantes. Durante todo el camino el pelo de mi nuca luce encrespado, en tensión, como el lomo de un gatito asustado. 

Dastan es el primero en hablar, bien hecho como lider, aunque no estoy muy segura de si los argumentos que le suministra a la Reina sea los que más nos vayan a ayudar, si es que hay algunos que nos ayudaran más en un momento así.  Quizá la Reina Roja fuera la primera interesada en que el problema del tiempo se quedara como está... gracias a eso había usurpado el trono, por ejemplo. 

En cualquier caso, lo dicho queda dicho y yo no puedo evitar mirar con recelo a aquella mujer. Aunque hago una reverencia apropiada, en modo respeto.

La Reina Roja miró uno a uno a los presentes, no parecía del todo convencida de las palabras de Dastan.

-¿Y cómo pensáis llevar a cabo ese cometido?- preguntó y esperó paciente una respuesta, no sin antes añadir algo. -Porque a mí me parece que sois espías. Sois espías de Alicia y venís a ver cómo podéis robarme el trono. Pues ya os digo yo que no podéis, es mío y así será por derecho. Ella no es ni de Wonderland y mucho menos podrá solucionar un problema que le queda grande.

Entraron un par de soldados con un carrito uno y una tetera otro.

-Un piscolabis, antes de que os marchéis y mientras me contáis vuestras ideas para parar esto- dijo señalando el té y las pastitas que les ofrecía. Aquella comida olía bien.

—Gracias por la comida, mi señora —dijo Dastan— No somos espías ni estábamos espiando, somos viajeros con una misión —Su falta de pericia en el laberinto los había llevado a aquel lugar, y tendría que apechugar, así que se sentó a comer— la misma que hemos realizado en el Reino del Peligro y en el Reino Encantado. Arreglar el tiempo antes de que se quede todo paralizado. 

Esperó a tomar algo más de comida. Si la reina quisiera hacerles daño lo podría haber hecho de cualquier otra manera. 

—El propio Morfeo nos dijo que debíamos hacerlo y que sólo podíamos nosotros, la Reina Blancanieves nos agradeció cuando arreglamos el tiempo en su reino con una Joya. Mi señora, si no nos ayuda, quizá podríais quedar paralizada en unos días.  

Decían que la Reina Roja era malvada, pero no querría quedarse paralizada, ¿no?

Uy Dastán, ¡no comas!  Que quizá este psicolabis sea psicotrópico, y te haga decir la verdad de las verdades.  -pensó la Komori en cómo interrumpirlo si parecía que empezaba a hablar de más, y como aparentar que comía pero sin hacerlo, dejando moronas en el plato y tirando sin que se vieran un tanto.  Pero, mientras tanto, decidió comenzar intentando una distracción. 

Con su venia, señora.   -dio pausa a que le dieran la palabra.  Cuando así fue, continuó.

Hay varias teorías para arreglarlo. Lo del tiempo.  Para empezar, con magia estacional, hay que entender lo que está pasando.  Por ejemplo, viera la preocupación cuando en uno de los lugares que visitamos, por la falta de tiempo las nubes se estaban quedando quietas y no llovía nada y las cosechas estaban amenazadas y el hambre acechaba.  -miró a Sasha que seguro reforzaría esta expresión con una honesta cara de preocupación de acordarse de no encontrar pastelillos de eso tan rico que le gustaba. 

En este momento, su señoría (que no la mía), una de las ideas innovadoras que quisiéramos probar es la de recorrer de nuevo el laberinto, pero al revés, caminando para atrás y trazando nuestros pasos de nuevo hasta la entrada.   Y creo que debemos probarlo relativamente pronto ya que la energía temporal del camino hasta acá se podría disipar. 

Al hablar, Komori veía la reacción de los cortesanos, y la decoración pintarrajeada encima de rojo.  Quería ver si veía algún objeto o persona (u objeto-persona, que en Las Maravillas es algo común) mandara secretas señales de estar con Alicia y por lo tanto de ser potencial buen aliado en un momento de necesidad.

No pude evitar relamerme ante la visión del gran festín que los soldados de la Reina Rojo sitúan ante nuestras narices. Aquello era naturalmente extraño, pues era evidente que aquel personaje nos veía como algo hostíl y aún así nos obsequiaba con comida y decía que "antes de que os marchéis". La lógica me decía que había gato encerrado, pero la vena antroponeka es fuerte y el olor de la comida me tortura.

Trato de no mirarla mucho y prestar a atención a los compañeros.

- Así es, su señoría, somos viajeros con una misión en las espaldas - refuerzo las palabras de Dastán, aunque la vieja Komori empieza a divagar con cosas que sólo podían perjudicarles, o con alta probabilidad. A veces era mejor simplemente decir la verdad, porque al fin y al cabo, Dastan la había dicho - Su señoría, simplemente nos hemos perdido en el laberinto y hemos acabado en su castillo, pero íbamos a seguir de largo para intentar poner buen puerto a la misión  que Morfeo nos indicó, como comentada por mi compañero, Dastan. Yo soy Sasha, antroponeka del Clan Yagami, nacida y crecida en Wonderland. No teníamos intención de importunarla ni de interferir en su camino. Al contrario, el problema del tiempo acabará afectando a todos.  - miro a Komori - Ella vive un poco en su realidad paralela, es la edad, ya sabe. Entiendo su desconfianza ¿Que podemos hacer para que comprenda que no pretendemos nada en su contra?

La reina escuchó atenta cuando hablaron de una misión. Cuando mencionaron a Morfeo torció ligeramente el gesto, como si le estuvieran contando historias para niños y nada realmente posible. Eso eran palabras mayores en Wonderland, pero es que nadie había conocido a Morfeo nunca. Era como encontrarse con algún dragón, historias de viajeros y no hechos reales.

-Es imposible que yo quede paralizada pues no hago más que correr para mantenerme donde estoy. No puedo quedarme parada pues siempre me estoy moviendo- replicó, pensando que tenía toda la razón.

Después habló Komori y el gesto de la reina se torció aún más, pues propuso recorrer a la inversa el laberinto.

-Ir hacia atrás no os hará ningún bien. Aquí hay que correr hacia delante y no parar para estar en el mismo sitio y no quedar congelados en el tiempo- aseguró de nuevo y replicó a Sasha. –Si os habéis perdido en el laberinto y, sin embargo, habéis llegado al final de este… ¿Dónde queríais ir?

-Ir hacia atrás no os hará ningún bien. Aquí hay que correr hacia delante y no parar para estar en el mismo sitio y no quedar congelados en el tiempo- 

Komori-san checó si lo que decía era cierto.   Yo no la veo correr, gran señora.

En todo caso, si se quiere investigar que pasa con el avanzar hacia atrás podemos intentarlo ahorita. 

Sabiamente, dejó que Dastán y la antroponeka respondieran a lo de perdidos en el laberinto.  Parecían tener sus propias ideas de cómo debía transitar esto, y les ayudaría siguiendo la corriente a lo que dijeran.

Mm, si saliéramos corriendo de aquí, ¿por dónde nos iríamos? 

A la reina no debía parecerle posible la existencia de Morfeo, y eso que vivía en el "País de las maravillas". Además, no pensaba que pudiera quedar paralizada. No tenía nada de empatía y pensaba que no podría parar de moverse. 

Pensó como responder a la pregunta de "a donde iban" de la reina, pero Komori se le adelantó. ¡Y dudó de la sangrienta mujer! 

—Sí, debemos ir hacia delante, como el tiempo. Como ha dicho mi compañera Sasha, estábamos tratando de cumplir la misión de Morfeo. Tenemos que encontrar un gran reloj y volverlo a poner en marcha —omitió lo de encontrar un pequeño reloj que insertar dentro del grande— pero es de buen nacidos ser agradecidos. ¿Cómo podríamos agradeceros este piscolabis? ¿Podemos devolveros el favor de alguna manera? —Sasha le había preguntado si podíamos hacer algo por ella y eso era lo más inteligente.   

—También podríamos hacerle algún regalo...

A estas alturas, comenzaba a pensar que lo mejor era ser sinceros. Aún más sinceros. Estábamos dando rodeos y el final más probable fuera que la Reina Roja se enfadara.

- Si, mi señora. Estábamos buscando una pieza perdida del reloj del conejo blanco, ya que está parado y pensamos que quizá tenga que ver con el fallo del tiempo en esta región, así como otros relojes parados han tenido que ver en el problema de otras regiones. Eso o el hallazgo de un gran reloj en mitad de la nada, como dice Dastan y nos ha pasado en otro sitio. De cualquier forma, para salir de dudas,  Seguíamos el camino recorrido por el conejo cuando perdió la pieza del suyo, pero nos falló la orientación y nos perdimos en su laberinto, mi señora - acabo diciendo. 

La reina no tomó a bien lo que dijo Komori y le señaló la puerta.

-Corred hacia atrás, quedáis invitados, pero no seré yo quien lo haga- le dijo molesta y le señaló la puerta de la sala del trono. Ella no mentía a su parecer y que le dijeran tal cosa siendo la Reina Roja fue cuanto menos desagradable.

Y antes de que la Reina pudiera hablar de nuevo, se oyó un grito de sus guardias.

¡Cambio de habitación!

Y con prisas y antes de que ninguno pudiera coger algo más de comer o beber, disfrutando de la hospitalidad de la Reina, salieron un montón de guardias y sirvientes de todas partes. Era como si hubieran estado escondidos en las paredes, o invisibles. Tomaron los objetos de la sala y comenzaron a correr con lo portado a otra habitación. Dos de los guardias llevaban el trono de la Reina y ella comenzó a correr hacia donde corrían sus sirvientes con sus cosas.

-El que no corra hacia atrás que me siga- les informó antes de salir de allí todo lo rápido que le permitía su vestido y sus piernas.

La intervención del guardia me pilla desprevenida, pero pronto me doy cuenta de qué se trata. A eso se refería con que ella no está parada, sino que se está moviendo todo el rato.  

Quizá aquella mujer no era tan malvada como la pintaban, o lo que pueda extraerse del hecho de que Alicia esté escondida de ella. Podría haberles hecho algo malo nada más llegar. En cambio les ofreció comida, que no parecía ser perniciosa a juzgar con que algunos compañeros habían comido y ahora les daba la opción de irse, sin más.

La sigo, simplemente la sigo. La estábamos enfadando, en su territorio y eso no era buena idea. A veces las cosas eran más sencillas de lo que parecían y simplemente había que ser sinceros. Así que... 

- ¡Galletas! - miro al resto, cojo algo del banquete antes de que lo quiten y sigo aquella mujer. Esperaba que ellos hicieran lo mismo. Por nuestra cuenta nos habíamos perdido en el laberinto y si huíamos, seguramente si que mandaría a sus guardias en modo hostil.

Entre Sasha y yo contamos más o menos la verdad a la Reina Roja, salvo por que habíamos hablado antes con Alicia y no nos caía mal. La verdad es que parecía ser una reina mucho mejor y más justa que la Reina Roja, la cual, si le quedaba algún tornillo, debía estar muy escondido. 

Sin embargo, Komori, que no debía soportarla, la insultó o la incomodó una y otra vez. 

Como sigamos así, nos cortará la cabeza, es lo que hacen los reyes con quién les incomoda...

Nos dijo que nos fuéramos, o algo así, pero antes... ¿Nos mandaba cambiar de habitación? Sasha la siguió y yo seguí a Sasha, no la iba a dejar ahí, con la loca aquella. Mike desde luego debía estar alucinando con semejantes idiotas que éramos. 

—Yo tomo unas verduras... —le dije a Sasha, para llevarlas a la otra habitación. Era lo que más me gustaba. 

Lo bueno es que Dastán y Sasha no son del País de las Maravillas, de esta manera no se les sube el enojo de ver tanto de justo y bueno que esta usurpadora ha tirado.   El que ellos no pierdan la cabeza ayuda a que nadie la pierda.   Me moderaré.  -pensó la anciana mientras la plática discurría.  

Hasta que vino el grito de... ¡Cambio de Habitaciòn! 

Komori pensó que esta era su oportunidad.  Esperó a que los más rezagados de los guardias y sirvientes siguieran a la Reina Roja, y, aprovechando el pretexto de las galletas y verduras se posicionó hasta atrás de ellos y ...

¿Saldría en reversa?  Noo señores; si que era una mujer experimental y científica y meteomaga la Komori, si, peeero sabía bien cómo les había ido a los de aquel otro pueblo donde fueron a rescatar a los comerciantes y campesinos y que se habían quedado congelados, así que, dispuesta a ir a buscar al conejo, hizo como que se iba para atrás y realmente se fue en diagonal, escondiéndose aquí y allá, entre las cortinas, estatuas y así (que no fueran sirvientes), y aprovechó para salir de ahí.  Si podía. 

Los guardias mueven todo a una nueva habitación, la cual parecían ser los pasillos adyacentes a la sala del trono. Ahí colocaron el trono de la Reina Roja y ella se sentó. A todos les trajeron sillas mullidas para que pudieran tomar asiento y comer con tranquilidad, el tiempo que tuvieran para eso.

-Como veis aquí es aún peor vuestro problema- explicó la Reina Roja, aunque ninguno de ellos había visto un cambio real o una amenaza al cambiar de habitación. Sin embargo, Komori no se encontraba con ellos.

Komori había desoído las advertencias de la Reina Roja y su petición de seguirla a otra habitación. Así que quedó congelada en el tiempo, como una estatua. Sus prejuicios habían hecho mentir y desobedecer a la Reina y había pagado su precio. El resto notó su ausencia pero no supo de su destino al menos de momento.

-El conejo blanco se encargaba de marcar las horas a las que teníamos que cambiar de habitación pero ahora se encargan los guardias. Él podía marcar las habitaciones seguras, ahora no sabemos, solo nos movemos al contrario de las agujas del reloj pero a veces no funciona. Nos pasamos corriendo todo el día, como veis- explicó la Reina. –Desde que Alicia se fue todo empeoró…