Partida Rol por web

Kivo se acercó con una tacita de té y un platillo de tarta de zanahoria.

—Toma, ¿quieres?—le ofreció al conejo blanco. A lo mejor había estado ahí espiando a escondidas porque quería comer pasteles. ¿Y no es el de zanahoria y jengibre el preferido de los conejos?— Yo soy Kivo, ¿te acuerdas?

Kivo había estado escuchando con toda la atención que podía para ver si se enteraba de algo. Sus amigos estaban muy al tanto de muchas cosas que él no tenía en cuenta y que le sorprendían de pronto. Con lo dormilona que es Sasha y lo espabilada que se pone a veces.

Empezaba a entender ese interés por Alicia y los relojes. Era como había estado pensando hacía un momento, una cuestión de abrir puertas y entrar en burbujas.

—Si la señorita Alicia no sabe volver a su casa, ¡nosotros la ayudaremos! La madriguera del señor Conejo tiene una puerta mágica, ¿verdad, señor Conejo? Ella entró por ahí.—Miró a Mike para confirmar que el poni estuviera de acuerdo con su hipótesis.— Y si no podemos, la inventamos.

Para Kivo, el tema de los umbrales entre mundos seguía siendo una cuestión de querer abrirlos, pues era lo que conocía en su pequeña existencia y sus viajes Al Otro Lado.

—¿Nos llevas a tu casa, señor Conejo?

La pesadilla rió y no contestó a Komori sino que se preparó para atacarla. Alrededor el jardín desapareció, como lo había hecho la reina y todos los sirvientes presentes. El paisaje cambió y se oscureció. La pesadillas estaba lista para atacar.

El Sombrero abrió los ojos cuando Dastan nombró a Chronos.

-¡Pero Chronos era de otro mundo! ¿Y si era del mismo mundo que Alicia? Quizás ella pueda ayudar a eso. Chronos era un soñador y el encargado del tiempo en este lugar. Dicen que los dragones lo trajeron de otro mundo para que se ocupara de asegurar la fluidez del tiempo en los Trece Reinos. Lo conocí una vez, tomando una infusión que me hizo Cheshire- comenzó a contar. –Yo pensaba que era un té de hierba gatera, pero ese maldito antroponeko parece que decidió gastarme una broma, cococo.

El conejo seguía en las zarpas de Sasha, moviendo los bigotes de forma enérgica. Fuera lo que dijera hacía que el Sombrero pusiera caras, incluso Mike no parecía contento con lo que decía el conejo.

-Esas cosas que dices son muy feas, Conejo Blanco, habría que lavarte la boca con jabón- contestó a lo que fuera que dijera.

No es hasta que Sasha lo soltó y que Kivo le trajo té y tarta que se tranquilizó un poco. Al tiempo que asintió a las palabras de Kivo, les llevaría a su casa si era lo que querían.

-¿Y os llevaréis a Alicia?- añadió el sombrerero. –Si debe volver a su mundo deberéis llevarla…

Komori era lista, se preparó.  ¿Podrá usar su magia? ¿Su duro bastón de madera y dragón de primavera?  ¿El entorno le ayuda a una maravillense?  Lo sabremos pronto. 

Mmhm, dijo con un tono que denotaba ya la voz de una anciana sabia.  ¿Que tipo de ser de pesadilla eres?   Quería saber sus ventajas y desventajas a un poco mayor detalle.

Así sabré cómo derrotarlo mejor.

Todo comenzaba a aclararse, Alicia podía ser la hija de Chronos y al llevarse ese reloj, solucionar el problema del tiempo. 

—Lo que dice Kivo, Señor conejo... ¿Vamos de vuelta a la madriguera y hablamos con ella? Igual si la mandamos donde debe estar con el reloj, solucionaremos todo el problema del tiempo. 

Nerviosa me estaba poniendo yo. Porque no entendía nada de lo que el conejo estaba diciendo. Y más aún porque sus bigotes se movían tan rápido que se tornaba casi hipnóticos.

- A ver ¿pero que carajos está diciendo? - pregunto, entre perdida y embelesada. Además, le había hecho preguntas que quizá estaba respondiendo y allí nadie traducía. Parece que contaban con que Alicia estaría por la labor y colaboraría. ¿Pero y si no era así? Si hay forma de volver a su mundo, ella desde luego no lo ha hecho.

No estaba muy segura de que soltarlo fuese una buena idea, puede echar a correr. Pero parece que tiene algún gen gatuno, porque se le olvida que hace poco se estaba escondiendo con comida y té. 

- ¿Pero ella va a querer volver? Quizá no quiera y en ese caso tendremos que tener un plan B. Como el modo de llevarla por la fuerza - aquello sonaba un poco feo, pero si era la única solución para arreglar el problema del tiempo... ¿habría que hacerlo, no?

Komori se quedó en la retaguardia, expectante a lo que haría aquel ser de pesadilla. 

-Pues si no quiere volver habrá que hacerla volver- les explicó el sombrero. -Y cuanto antes mejor, no perdáis tiempo. ¡Tiempo! ¡Eso es lo que no tenemos, cococo!- comenzó a reír y luego se levantó de la mesa.

El sombrero se acercó a los viajeros y los despidió, sabiendo que tenían la misión más importante de sus vidas. Debían devolver a Alicia a su mundo y quizás así el gran reloj del que suponía ella una pieza volvería a funcionar. Porque si Morfeo no era de este mundo y Chronos tampoco, puede que Alicia perteneciera al mismo mundo de los dos.

Así los viajeros pudieron retomar su viaje y su misión, si no tenían nada más que pedir al sombrerero. Debían llevar con ellos al conejo blanco de vuelta y pensar qué decir a Alicia.

Lo mejor sería decirle a Alicia la verdad. Eso pensaba Dastan. Con eso no podían fracasar... y seguro que estaba contenta de volver a ver a su familia. 

—Muchas gracias por la explicación, señor sombrerero —dijo Dastan al personaje. Podía ser un poco excéntrico, pero les había explicado más que nadie. 

—Vamos, compañeros —dijo animoso— el final del viaje está cerca y presiento que con éxito. 

No iba a perder de vista al conejo en su viaje de vuelta hasta su madriguera, pero estaba seguro que no sería el único que estaría vigilante. 

—Vale—dijo Kivo tras acabarse su taza de té calentito—. Así mejor.—Paladeó—. Tan difícil no era.

Se sacudió unas miguitas y cogió un par de galletas de naranja de un plato.

—Para el camino.

No recordaba muy bien si la casa del señor Conejo estaba muy lejos. Pero nunca había mala excusa para comer galletas.

—Señor Conejo, vamos a su casa. ¡Portate bien esta vez! ¿Crees que la señorita Alicia estará esperándonos allí?

Mientras el Sombrerero nos despide, me hago cargo de la imprescindible tarea de hacer acopio de galletas y pasteles para el camino. Kivo coge solo un par, pero eramos muchos. Lo guardo luego todo en mi petate, fantaseando con la fantástica merienda que nos vamos a pegar.

Me despido del Sobrerero con la mano y me quedo muy cerca del conejo, por si pensaba que echaba a correr. 

- A su casa no, a donde estaba escondida Alicia. Tenemos que pensar que decirle y qué hacer si se niega. - miro a mis compañeros. 

Los viajeros tomaron el viaje de vuelta, que fue menos tortuoso y confuso que el de venir. La verdad que parecía que Alicia les había hecho moverse por las zonas más laberínticas de todo Wonderland para ir al castillo de la Reina Roja. Antes de lo que pudieran esperar se encuentran de nuevo donde empezaron, en aquel enorme tablero de ajedrez custodiado por los gemelos antroponeko.

-Vaya, vaya, que trajo el conejo de vuelta- dijo uno de ellos.

Nada menos que a los viajeros y la antroponeko esbelta- contestó el hermano.

-Esperemos que traigan buenas nuevas- contestó el primero.

Dastan asintió a las palabras de los Antroponekos.

—Sí, creemos que tenemos buenas noticias y que estamos en camino de solucionar todo el problema con el tiempo —sonrió. Era una sonrisa cansada, llevaban mucho tiempo de viaje y sin dejar de moverse. Incluso en el mismo día. Y aunque habían tomado té y pastelillos en todos los lugares a los que habían ido, el confort que les había dado era temporal. Estaba deseando arreglar el tiempo y poder dormir bien una noche. 

Komori-san se movió primero en el tablero, se fue hasta atrás, a la retaguardia. La criatura de pesadilla había estado muy ocupada riéndose de ella con esa profunda y cavernosa risa suya como para notar a la anciana moverse. 

Sacó su  arco, besó aquella flecha en las plumas susurrandole: Para que te despiertes soñador atribulado.  Después, con algo de esfuerzo, tensó el arco, y la soltó al vuelo, demasiado pronto.  Sus manos temblaban un poco y le salió desviado el tiro. Hacía mucho que no lo hacía, esto de disparar contra... contra algo. 

Acto seguido tomó el escudo que el guardia del sueño había dejado en el piso, o digamos, el guardia del sueño de la princesa. 

A protegerse del siguiente ataque. -pensó, desafiante.