Partida Rol por web

La historia del viejo ermitaño

Un largo viaje

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04/08/2018, 19:12
Barzai el Sabio

El viejo, sin apenas pestañear, da comienzo a su extraño relato. Al principio las palabras suenan dubitativas y su voz temblorosa, y todo lo que expresa resulta prácticamente ininteligible para la prosaica mente del mercader. Pero pronto, la niebla del recuerdo cubre los ojos del viejo, y entonces su voz se vuelve segura, y su rostro taimado se endurece mientras una nube de palabras fluye de su desdentada boca.

 

El Ulthar vivía una vez un hombre dedicado en cuerpo y alma al estudio de los Dioses de la Tierra. Se llamaba Barzai, y le apodaban el Sabio, pues eran tantas las cosas que sabía sobre estos Dioses, que podía contar sus idas y venidas, y adivinaba tantos de sus secretos que se tenía a si mismo por un semidiós.

Era poco lo que la gente corriente conocía de las deidades de la Tierra, pues apenas existían algunos documentos mohosos sobre sus paraderos, sus gustos y sus andanzas, y estos pergaminos eran tan antiguos y sus idiomas tan extraños, que los sabios capaces de interpretarlos podían contarse con los dedos de la mano. Barzai era uno de ellos, conocía profundamente los siete libros crípticos de la tierra y los Manuscrítos Pnakóticos de la distante y helada Lomar, y había tenido entre sus manos todo aquello que los humildes mortales podían atesorar sobre las enigmáticas deidades de la Tierra.

Tras incontables años de estudio dedicado a la Ciencia de los Dioses, y una vez agotadas todas las fuentes de conocimiento sobre ellos, Barzai tuvo una revelación: debía contemplar sus rostros. Anhelaba contemplarlos, deseaba verlos danzar y contorsionarse en las cumbres nevadas, observar sus formas y escuchar sus descarnadas risas. Mas este no era un objetivo sencillo, pues los dioses de la Tierra no deseaban ser contemplados, y detestaban que los hombres se jactasen de haberlos visto.

 

El viejo interrumpe momentáneamente su relato. Extrañamente animado y desprovisto en apariencia de la debilidad física que había mostrado anteriormente, se levanta de un salto del pequeño montículo en el que estaba sentado, toma una rama de la palmera, y comienza a dibujar extrañas referencias en la arena.

 

Por aquel entonces los Dioses de la Tierra habitaban en las cimas de los picos más altos del mundo. Mucho tiempo antes de que Barzai alcanzase su condición de sabio, se cuenta que también se les podía encontrar en los picos inferiores. Pero los hombres de las llanuras se empeñaron siempre en escalar las laderas de roca y de nieve, empujando a los Dioses hacia montañas cada vez más elevadas e inhóspitas para preservar su soledad, hasta que se refugiaron en un reducido número de pináculos. Al abandonar paulatinamente las cumbres de menor altitud, los dioses se llevaron sus propios signos, salvo una vez que, según se dice, dejaron una imagen esculpida en la cara del monte llamado Ngranek.

Barzai sabía que los Dioses no aprobarían su intento de contemplarles, pero confiaba en  su hondo y secreto conocimiento para protegerse de la ira de éstos.  Entonces, junto a su séquito de fieles seguidores y ayudantes, decidió escalar la cima del elevado y rocoso Hatheg-Kla una noche en que sabía que los Dioses estarían allí.

 

Notas de juego

Os dejo claro que la identidad del viejo que narra en el desierto no está definida. Podría ser Barzai, pero también cualquiera de vosotros, ya ancianos. Ya veremos al final quién es.

Podéis postear lo que queráis. Os aporto algunas sugerencias:

- Relatar parte del camino a la región de Hatheg, donde se encuentra el Monte Hatheg Kla. 

- Describir lo que siente vuestro pj al acompañar a un sabio como Barzai.

- Los temores de vuestros pj ante la idea de burlar a los dioses...

 

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07/08/2018, 09:34
Kalah

Como muchas las mañanas antes de aquella, el amanecer sorprendió a Kalah ya despierto, trabajando en uno de sus gruesos volúmenes, fuera de la tienda. Mientras el sol comenzaba a despuntar por el horizonte, el joven escriba cosía el lomo de lo que pronto sería un libro, un pesado conjunto de pergaminos amarillentos en los que se consignaba el comienzo de aquel peregrinaje, aquella... herejía.

En la base del monte Hatheg Kla, la pequeña expedición se encontraba en una especie de isla en medio de la tierra. Debajo de ellos, la infinita extensión brumosa del valle de los antiguos, cubierto desde el alba hasta el anochecer por una capa de niebla y nubes que impedía ver nada. Sobre ellos, la descomunal silueta de la montaña, un auténtico fenómeno de la naturaleza, de un brillante color rosado bajo la primera luz de la mañana.

Aislados mentalmente entre esas nubes bajas que parecían negarles la posibilidad de regresar, esa montaña se había convertido en todo su mundo. Un grupo de osados pigmeos frente a esa especie de imponente manifestación física de los dioses de la tierra. Su mundo era ahora vertical, y el absurdo contraste entre su objetivo -la montaña, inmensa, eterna- y ellos mismos -los peregrinos, insignificantes, efímeros- le causaba a Kalah una desazón que iba en aumento.

Nunca osaría cuestionar al sacerdote, aunque, en el fondo, ya lo estaba haciendo. No importaba: Kalah sabía que su sed de conocer, de saber, de ver... era más fuerte que su prudencia, que su miedo. Ascendería por el Hatheg Kia, pasaría por los tres santuarios y llegaría hasta la cumbre... perplejo, pero convencido; exactamente igual que la polilla se dirige hacia la llama: perpleja, pero convencida.

Tras sus abluciones y una rápida oración -el desgastado ídolo de jade siempre lo acompañaba-, Kalah comenzó a desmontar su tienda. El sacerdote se despertaría pronto, y siempre decía lo mismo: no hay tiempo, no hay tiempo. Debemos continuar.

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07/08/2018, 15:38
Kaori

Kaori despertó bastante temprano, empapada en sudor y con una sensación de urgencia y desasosiego. Probablemente fruto de una extraña pesadilla en la que se le apareció un lobo monstruoso, enorme, erguido sobre dos piernas y con ciertos rasgos que le dotaban de cierta humanidad si es que esa palabra podría aplicarse a tal criatura. Este ser inició un ascenso rápido y con una seguridad y agilidad asombrosa hacia la cima de la montaña. En un momento dado, esa cosa se percató de que estaba siendo observado por Kaori. Sin embargo no dio muestras de sorprenderse por ello ni hizo nada para poner fin a su vida. Simplemente la miró de manera inescrutable y prosiguió su marcha.

La mujer salió de la tienda y pronto reparó en la presencia del escriba. Pasó a su lado y saludó levemente con la cabeza. No estaba acostumbrada a convivir con gente, y a excepción del sabio todos eran extraños para ella. Además tampoco se sentía segura de si misma. Le faltaba vocabulario. Había muchas cosas que solo sabía expresar como lobo, no como humana. Y desde luego eso no le pareció buena idea. Se limitó a observar y aprender pacientemente, algo a lo que estaba acostumbrada. 

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10/08/2018, 11:17
Haku

El muchacho apareció de repente detrás de unas malezas y caminó tranquilo hacia el campamento. Sus dos nuevos compañeros de viaje le observaron acercarse y vieron que en sus manos tenía agarrados dos conejos muertos. La comida. No entendían como lograba el muchacho cazar en aquellas tierras inhóspitas, pero se las arreglaba siempre para ello. 

Haku, ajeno a las miradas, dejó los conejos cerca de su fardo donde había pasado la noche, y comenzó a preparar con la leña del día anterior un pequeño fuego para preparar el desayuno para el anciano. Había un acuerdo tácito entre los viajeros, y es que el muchacho se encargaba de las necesidades del anciano. También hacía de guardián en los días en el que el anciano se marchaba a meditar y volvía varias horas mas tarde. Era una especie de criado a la par que guardián. Pero solo para el anciano. 

Además, poco podían hablar con él. El muchacho no hablaba, bien fuera porque era mudo o bien porque no quería hablar. En cualquier caso, en el tiempo que llevaban con él, el chico no había dicho ni una palabra. Conocían su nombre, Haku, solo porque el anciano lo dijo. Como lo sabía el sabio, era algo desconocido. 

Tras calentar un poco de agua, el chico metió varias hierbas en un vaso y vertió el líquido en él. A continuación removió el contenido con una cuchara de madera, y tras esperar un par de minutos, se acercó hacia donde se  encontraba el anciano y le dejó el contenido cerca de él. A continuación dejó preparada varios vasos más para el resto y para él mismo. Se sentó en un pequeño rincón a la espera de que el anciano decidiera que hacer a continuación. 

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10/08/2018, 14:52
Barzai el Sabio

La peculiar comitiva se encontraba en las faldas del techo del mundo, el majestuoso Hatheg-Kla, con sus altas cumbres sumergidas en nieves perpetuas. Por fortuna para Barzai y sus acompañantes, en la zona baja de la cordillera el clima no era desagradable, pese a la desolación del pedregoso entorno en el que decidieron montar el campamento y preparar el ascenso.

 Allí transcurrieron largos días de primavera en los que Haku y Kaori se encargaban de aprovisionar el campamento, de cazar, y de recolectar las hierbas que Barzai les ordenaba. Mientras tanto, Kalah escribía el tedioso y críptico diario que el Sabio le dictaba cada noche con sus nuevas investigaciones sobre los Dioses de la Tierra, y ordenaba y reordenaba los centenares de legajos que el viejo quería llevar consigo.

En el grupo había un miembro más, un joven sacerdote destinado a ser el sucesor de Barzai, y que tenía por nombre Ataal. Dicharachero pero de mirada atenta y astuta, el muchacho era de orígenes humildes, pues según contaba, había sido regalado como esclavo a Barzai por los gobernantes de la lejana Ulthar. Dedicaba los días y las noches a estudiar los documentos que le prestaba su mentor, y ya sabía recitar muchos de ellos de memoria. Nadie dudaba de que Ataal era feliz con su oficio antes de que Barzai ordenase el ascenso al Hatheg Kla … pero después, su carácter cambió. Se volvió más taciturno  y temeroso y aunque no se lo reveló a nadie, era por todos sabido que no deseaba escalar a la morada de los Dioses de la Tierra.

 

Tras varias semanas de inactividad, Barzai se dirigió a su séquito. Reveló que nunca antes había visitado aquellas tierras, y que quería conocer las tres ciudades que se situaban en los picos más bajos del Hatheg Kla.

Primero visitarían Ilarnek, la ciudad del lago. Toda ella estaba construida por piezas de granito negro y húmedo extraídas de un gran lago a las afueras de la ciudad.  Los más ancianos del lugar creían que muchos eones atrás había existido una ciudad sobre el lago, construida con la sillería negra y extraña, pero que en algún momento debió ser abandonada por sus habitantes o derribada por un movimiento sísmico. Este fenómeno habría provocado que las piezas de sillería quedasen sumergidas y disponibles para el uso de los pobladores actuales. El único objeto superviviente de aquella época remotísima se encontraba en medio del lago: asomando entre las aguas, se alzaba el busto de una estatua, una figura mitad humana mitad batracio que ni los más valientes nadadores del lugar se habían atrevido a contemplar de cerca, ni a tocar con sus manos.

Tras visitar Ilarnek, el grupo ascendería  varios miles de codos más hacia la otra cara del Hatheg Kla y se detendría en la misteriosa Sarnath, cuyos habitantes tenían prohibido responder a las respuestas de los foráneos, y donde se encontraba uno de los tres santuarios con sus vetustas puertas cerradas a cal y canto desde tiempos inmemoriales.

Finalmente visitarían el enclave de mayor altitud, Lerión, la ciudad muerta. Hacía mucho tiempo que nadie se había atrevido a subir a ella, sobre todo desde que los Dioses de la Tierra seleccionaron las cumbres del Hatheg Kla como su refugio predilecto. Nada se sabe de los últimos pastores que se atrevieron a conducir a sus rebaños hasta sus helados pastos.

Por último, escalarían la desconocida cumbre del Hatheg Kla, donde moraban los dioses.

Notas de juego

La idea es que cada uno describa una de estas ciudades y diga que vieron los personajes en ella, o qué les sucedió. Repartirlas como queráis. En función de lo que redactéis y añadiendo algo más de mi cosecha, os solicitaré una tirada a cada uno de vosotros para ir sometiéndoos al estrés generado por lo desconocido, o a los propios percances del viaje.

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17/08/2018, 09:54
Kalah

Primero fueron a Ilarnek, la ciudad del lago, que algunos apodaban La Ciudad de los Mil Vástagos. En ella todo era nuevo para Kalah, todo le impresionaba. Y también a sus acompañantes.

Porque todo en Ilarnek, los edificios, las antiguas y semiderruidas murallas, los templos de excéntricas formas, todo... estaba construido con la misma piedra negra, brillante. Eran sillares cúbicos, de la altura de un hombre, con una apariencia extrañamente húmeda y resbaladiza, y siempre ligeramente cálidos al tacto, incluso cuando soplaba el frío viento nocturno procedente del desierto de sal de Kaltai.

Los lugareños explicaron al grupo que aquellas piedras eran un regalo del lago, sin especificar más. En el antiguo mercado de la plaza central, presidido por la escultura de obsidiana una mujer de aspecto vagamente reptiliano que lanzaba un silencioso grito al cielo, un viejo ciego -esos ojos lechosos que miraban sin ver- y medio loco les explicó que una gran piedra cayó del cielo, eones atrás, y de ella los antiguos pobladores de la zona extrajeron ese extraño mineral oscuro. El viejo Barzai sonrió, simplemente, mientras Kalah escribía en uno de sus tomos amarillentos. La mujer lobo y el niño, Haku, paseaban fascinados por el mercado, cuyos colores ofrecían un vivo contraste con los negros edificios de la ciudad.

El lago de Ilarnek, gobernado por la semisumergida escultura de aquella criatura imposible, era como un presagio. Algunos lo llamaban el Umbral, y existía la leyenda de que si uno buceaba a la suficiente profundidad, acababa emergiendo en una Ilarnek diferente, situada justo debajo de la conocida, donde todas las leyes de la naturaleza estaban invertidas y donde vivían todo tipo de seres inquietantes, cada uno de ellos una balbuceante y grotesca parodia de un hombre que hubiese vivido en algún momento en la Ilarnek superior.

Las mansas aguas del lago eran una tentación inevitable para todos los chiquillos de la ciudad, que se retaban los unos a los otros a bucear a más profundidad, a nadar a más distancia. También los jóvenes, deseosos de impresionar a sus amigos y a las mujeres, se lanzaban ocasionalmente al lago para probar su hombría. Todos ellos salían al de pocos minutos, sin ganas de repetir la experiencia. Pero algunos jamás volvían a emerger, y en esas ocasiones los habitantes de la ciudad hablaban, con escasa convicción, de corrientes traicioneras y pies enredados en algas.

Cuando se asomó a la superficie del lago, Kalah se sintió inquieto. Las tranquilas aguas ejercían una extraña atracción sobre él, sobre todos ellos. De alguna manera, susurraban. Era muy sutil, apenas la delicada caricia de unos dedos femeninos que se sentía en la nuca, justo detrás de la cabeza. Como un murmullo a un lado... y cuando uno se giraba, dejaba de escucharse, solo para empezar nuevo al de pocos segundos. Era insidioso, casi enloquecedor, pero también extrañamente seductor. 

Porque las aguas del lago hablaban de sumergirse en ellas, de alejarse de los problemas del mundo, de la absurda búsqueda de su maestro, de tantas cargas y sinsabores. Debajo de la superficie, le decían -de nuevo ese roce en la nuca...- hay un presente eterno, de cálidas aguas turquesa y suaves corrientes en las que mecerse para siempre. No hay arriba ni abajo, no hay peso ni gravedad, no hay ruidos estridentes, no hay gritos, solo una delicada y acariciadora sinfonía acuática -el movimiento del agua, el suave burbujeo...- que no tiene principio y no tendrá final, un mundo verdiazulado en el que flotar como en el útero materno. 

Y Kalah flotaba, ¡sí! Estaba en posición horizontal en el interior de un océano interminable, y en las profundidades brillaban burlones los ojos de su gemelo del otro lado del Umbral...

Los fuertes brazos de Kaori, la mujer lobo, sacaron al joven escriba del lago al que había caído como un fardo, sin oponer ninguna resistencia. Mientras tosía para expulsar el líquido de sus pulmones, Kalah tenía la expresión desconcertada de quien no sabe si ha pasado un minuto o toda una era debajo del agua. Tal vez fue lo segundo, ya que las medidas de tiempo, razonó horas después, no son sino un invento de los hombres, arbitrario e imperfecto. Toda una era.

Tal vez los nativos de Ilarnek estaban algo más habituados al extraño magnetismo de las aguas con las que convivían. Tal vez Kalah fuera especialmente sensible. Nunca lo sabrían. Mientras se alejaban de Ilarnek, los compañeros del escriba permanecían en silencio. Kalah, aún algo desconcertado, se pasaba la mano por la nunca en un gesto inconsciente, mientras reflexionaba sobre si incluir o no aquella experiencia en el relato del viaje.

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22/08/2018, 14:26
Narrador

Notas de juego

Os he puesto el reglamento de Cthulhu Oscuro en el apartado de características de la partida.

Kalah debe realizar una tirada de Locura (un dado de 6). Todos los personajes comienzan con locura 1, si en la tirada sacan un número superior a su locura, esta se incrementará en un nivel. 

Que el nivel de locura crezca tiene efectos a nivel interpretativo (en vuestros siguientes posts). Si se llega a locura 6, el personaje muere, o se vuelve irrecuperablemente loco.

Apuntad todos en vuestra ficha vuestro nivel de locura (1).

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30/08/2018, 15:29
Haku

Tras viajar y dejar atrás la Ciudad de los Mil Vástagos, el pequeño grupo continuó su camino. Esta vez sus pasos se detuvieron en la ciudad de Sarnath, lugar extraño cuanto menos. Era una ciudad bastante grande, con altos muros que protegían el lugar, aunque sus construcciones carecían de esa belleza extraña que vieron en la ciudad de Ilarnek. No obstante, si algo definía aquel lugar era una palabra: el misterio y la muerte.

Tras entrar por uno de los portalones principales custodiados por dos grandes estatuas, el grupo se encaminó hacia la plaza principal.

Durante su trayecto, vieron una ciudad oscura, con callejuelas estrechas y edificios de piedra con poca o nula decoración. Aquí y allá veían algunos mendigos pidiendo limosnas. Sin embargo, lo peor eran los ciudadanos que habitaban aquel lugar, hombres completamente pálidos, que caminaban en silencio y apenas respondían a las preguntas que se les formulaba. El escriba de nombre Kalah hizo varios intentos de mantener conversaciones con un par de personas, sin conseguir nada más que respuestas evasivas y cortas. Frustrado, finalmente lo dejó por imposible. De aquellas gentes poca información iba a sacar.

Tras un pequeño trecho, llegaron a la plaza principal. Donde debería haber un lugar lleno de vida, quizás de gente comerciando o charlando animadamente, solo encontraron un lugar tétrico, con varias ratas corriendo escurridizas por la zona, varios transeúntes que apenas les echaron un vistazo, y un hombre colgado en un lado de la plaza. Buena parte de su cuerpo ya había sido devorado por los cuervos, lo que era indicativo que llevaba tiempo allí, ¿quizás como una señal de advertencia? Nunca lo sabrían.

Y a lo lejos, en el horizonte vieron la inconfundible silueta de uno de los templos sagrados de aquella región, el templo de Tlalocan. De aquel lugar, informó el escriba, había leído que llevaba miles de años cerradas sus puertas y que tras ellas se escondían enormes riquezas, pero que nadie había podido entrar para averiguarlo. A decir verdad, los que lo intentaron habían aparecido muertos en la calzada que llevaba al santuario. Tras el paso de los años, el camino se había llenado de tantos cadáveres de los aventureros que habían intentado entrar en el lugar que al camino se le empezó a llamar la calzada de los muertos.

El anciano miró a sus discípulos, y les indicó que hoy dormirían en la ciudad. Aquello causo extrañeza en el grupo, pues nunca dormían en ciudades sino al aire libre, pero la palabra del anciano era ley así que el grupo lo aceptó de mejor y peor grado.

Fue Kalah el que, tras muchas preguntas logró que le indicaran una posada, conocida con cierto toque de humor negro como la posada de la muerte negra.

Sorprendentemente, el lugar era bastante acogedor, y en la misma se encontraban aparte de varios lugareños del lugar tomando sus bebidas en completo silencio, varios viajeros venidos de otros territorios, que agradecieron la nueva compañía.

Tras alquilar varias habitaciones, el escriba aprovechó para ampliar sus conocimientos hablando con los viajeros que no eran de la ciudad, Kaori por el contrario se mantuvo cerca del anciano, ensimismada en sus pensamientos.

Mientras tanto el niño silencioso mantuvo su fija puesta en el anciano y tras pasar unos instantes, asintió. Acto seguido, salió de la posada rumbo a su objetivo. 

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31/08/2018, 10:13
Haku

Haku caminaba por las calles oscuras de Sarnath. El niño silencioso nunca había estado en aquella ciudad antes, pero se movía con la familiaridad de quien conoce el lugar de toda la vida. 

A su paso dejó atrás varios lugares que dejaban y dejaron su impronta en aquella ciudad impía. Así, no se paró en la Torre de Sarnhak, habitado por un nigromante, según las malas lenguas del lugar. También dejó atrás la Mansión de Selene, conocida popularmente como la Casa de los Mil Placeres. Allí, cualquier hombre o mujer podía satisfacer sus deseos más oscuros, depravados y placenteros. Tampocó se fijó en la Fortaleza Negra, lugar donde dominaba con puño de hierro el líder de aquella ciudad y sus tierras circundantes, conocido como el Señor del Dolor. Poco se sabía de él, puesto que hacía años que nadie le veía salir de su fortaleza, pero aun así infundía terror en los corazones de las gentes de la ciudad. No, al niño silencioso no le interesaba nada de aquello. Solo le interesaba un único lugar: el templo. Allí estaba su objetivo, lo que necesitaba el sabio. Haku lo sabía, y con eso bastaba.

Tras recorrer buena parte de la ciudad, el muchacho llegó a su destino. Un pequeño puente conectaba la ciudad con aquel enorme y siniestro santuario. No había guardias que custodiaban el lugar ni lugareños que fueran allí. Al fin y al cabo, del lugar se decía que estaba maldito. Pero eso no iba a detener a Haku. No cuando su objetivo estaba tan cerca.

Lentamente, comenzó a caminar hacia las enormes puentes de Tlalocan. Dos enormes gárgolas de piedra completamente negra vigilaban aquellas puertas, las cuales estaba decoradas por dibujos macabros que representaban torturas, dolor y muerte. Cualquiera se hubiera estremecido ante aquella visión, no así Haku, que seguía caminando y acercándose hacia aquel lugar.

Tras encontrarse a varios metros las puertas, que llevaban incontables siglos cerradas, estas se abrieron en completo silencio Ningún sonido salió de aquellas enormes puertas de hierro. Una pequeña abertura suficiente para que el joven muchacho entrase, y así lo hizo. Cuando estuvo ya dentro de la estancia, las puertas se cerraron de nuevo detrás de si, dejando a Haku completamente solo en aquella inmensa oscuridad. Caminó un par de pasos más, pero no viendo absolutamente nada se quedó quieto, esperando. 

Te he estado esperando- una voz fría le susurró. A su frente, donde debía haber oscuridad, distinguió la forma delgada de un hombre o mujer (no podía saberlo) embozado por completo en una túnica negra- el sabio necesita de mi sabiduría. Y la tendrá. Ven, muchacho y coge lo que te ofrezco. Dáselo al sabio y recuérdale que esto será su perdición. Vuestra perdición.

Una mano huesuda se alzó portando un pergamino. El niño silencioso se acercó y extendió su mano para cogerlo. Tras agarrarlo, la mano soltó el pergamino y el muchacho miró hacia la cara embozada de aquel extraño ser. Y eso fue un grave error, pues el niño silencioso estaba mirando a los ojos vacíos de la mismísima muerte.

Haku se estremeció y tras dar varios pasos hacia atrás, se dio la vuelta y comenzó a correr hacia las enormes puertas del templo, las cuales volvieron abrirse nada más acercarse él. 

Recuerda mis palabras al sabio- la voz fría de la mismísima muerte retumbó en la cabeza del muchacho- esto traerá su perdición, y la vuestra. 

Y con ese grito de advertencia, Haku corrió de nuevo hacia la protección del anciano, sin mirar atrás. 

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31/08/2018, 10:52
Narrador

Notas de juego

Haku debe realizar una tirada de Locura (un dado de 6). Todos los personajes comienzan con locura 1, si en la tirada sacan un número superior a su locura, esta se incrementará en un nivel. Que el nivel de locura crezca tiene efectos a nivel interpretativo (en vuestros siguientes posts). Si se llega a locura 6, el personaje muere, o se vuelve irrecuperablemente loco.

Creo que Kalah tampoco ha hecho la suya de momento.

Turno de describir la última ciudad para Kaori.

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31/08/2018, 10:59
Kalah
- Tiradas (1)

Notas de juego

2 en la tirada de locura. Se me incrementa en un nivel.

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31/08/2018, 11:45
Haku
- Tiradas (1)

Notas de juego

La locura se me incremente un nivel. 

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03/09/2018, 11:52
Kaori

Tras su paso por Sarnath, continuaron su ascenso hacia Hatheg Kla, aunque aún quedaba un último enclave que visitar antes de alcanzar la meta, la ciudad muerta de Lerión. 

Un escalofrío recorrió a Kaori la primera vez que pusieron un pie en Lerión. Las desoladas y lúgubres calles sin vida de la ciudad no eran el motivo. Más aterrador que la propia ausencia de vida humana, era la ausencia de frío, calor, o cualquier otra sensación térmica. El enclave parecía encontrarse en un vacío existencial más allá del tiempo y del espacio. ¿Cómo no podía la mujer lobo experimentar un terror indefinible cuando minutos antes de entrar en Lerión sentía un frío que helaba la sangre y dolía en la piel y al entrar dejó de percibirlo súbitamente? 

Kaori miraba al resto de miembros de la expedición. Las palabras sobraban. El miedo ante lo desconocido e inexplicable era la argamasa que mantuvo unido a este peculiar grupo en estos desconcertantes momentos. 

El grupo pululó por las distintas calles con sus edificios en estado de decadencia sobre pavimentos destrozados. Tras un rato deambulando la sherpa dijo "Volvemos al mismo sitio una y otra vez, da igual qué camino tomemos...". A excepción del sabio, que asintió en silencio, el resto prefirió ignorar aquella inquietante afirmación. Pero en un momento dado la rutina se rompió y apareció alguien, o algo diferente. Una figura embozada en su túnica, de aspecto débil y mortecino, salió al encuentro del grupo mientras canturreaba - si es que se le podía llamar así a tal conjunción de sonidos - una extraña letanía: "Que no está muerto lo que yace eternamente, y con el paso de los extraños evos incluso la muerte puede morir".

Cuando el extraño llegó al punto exacto donde se encontraban los demás, se dirigió a Kaori diciendo: "Oh. Sois vosotros, ¿verdad? Llegáis tarde. O pronto. No lo se, aquí no entendemos el concepto de tiempo. Además. ¿Cuándo es tarde o pronto para morir? Pero seguidme, seguidme al templo". 

Y así lo hicieron. Al fin y al cabo, no parecían tener alternativa. No era momento de dar marcha atrás. Dentro de lo malo estaban juntos para enfrentarse a lo que pudiera ocurrir allí. Lo curioso es que siguiendo al extraño parecía que las calles no eran una mera repetición, si bien tenían el mismo aspecto decadente. En poco tiempo alcanzaron el templo de Lerión, un edificio que inspiraba un temor reverencial y que parecía haber emergido de la propia roca. También estaba rodeado por agua, aunque no habían visto mar antes y no tenía ningún sentido cuando estaban cerca de la cumbre de una montaña. Pero ya daba igual, nada tenía sentido, así que prosiguieron.

 

Una vez dentro, a excepción de Kaori cayeron al suelo como fardos de paja en una especie de estado comatoso. El embozado le pidió a la mujer que le siguiera hasta el altar dedicado a una horrible figura con tentáculos. "No te preocupes por tus compañeros. Despertarán cuando vayas a abandonar el templo, pero estas palabras son solo para tus oídos. Toma esta estatuilla de nuestra deidad. Es una maldición y a la vez un presente para los tuyos. Solo con ella podréis seguir el ascenso e intentar lograr vuestro objetivo. Ahora bien, cuando hagáis uso de ella, uno de vosotros morirá. Quizás seas tú, quizás uno de tus compañeros. Ya se verá. Ese es el precio". 

Kaori tomó con reticencia la figura de tentáculos y regresó a la entrada del templo a tiempo para ver cómo sus compañeros despertaban confusos, atemorizados. El extraño se despidió del grupo diciendo "Hasta siempre, aunque quizás vuelva a ver a alguno de vosotros en otras circunstancias", tras lo cuál estalló en una carcajada gorjeante y maligna. 

Ella no se sentía cómoda hablando con el grupo, pero antes de partir transmitió a Barzai los detalles de lo ocurrido entre el extraño y ella. Así acabó la breve y descorazonadora visita a Lerión. 

 

 

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03/09/2018, 15:38
Kaori
- Tiradas (1)

Notas de juego

Pues nada, mi locura también se incrementa en un punto

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06/09/2018, 13:11
Barzai el Sabio

Tras visitar las espeluznantes ciudades de la base del Hatheg Kla, el grupo reinició la marcha hacia la mayor de las cumbres de esta cordillera, el único lugar de la tierra que ahora servía como cubil y patio de juegos a los misteriosos Dioses de la Tierra. Cada vez eran menos los campesinos que se cruzaban en el camino de Barzai, pero todos ellos le advertían sobre los Dioses de la Tierra y le rogaban que no los visitase, mucho menos de noche, cuando la niebla logra ocultar la cima y la luna. Pero el sabio se reía de ellos, desechaba sus advertencias y les hacía huir con aspavientos. El padre de Barzai había sido un noble dueño de un gran castillo, por lo que no había supersticiones en sus venas. Además, creía que su hondo conocimiento de los Dioses les protegería de la ira de los Dioses de la Tierra, y nada le haría cambiar de idea.

 

Los viajeros caminaron durante muchos días hasta que divisaron a lo lejos el altísimo último pico del Hatheg Kla, con su halo de lúgubre bruma. "Las brumas son los recuerdos de los Dioses, y estos aman el Hatheg Kla. Frecuentemente visitan el pináculo en sus naves de nube,  y derraman pálidos vapores sobre las laderas cuando danzan añorantes en la cima bajo la luna clara"  - recordaba haber leído Kalah en algunos de los manuscritos del viejo, entre estremecimientos.  Al decimotercer día llegaron al pie de la solitaria montaña, y Ataal confesó sus temores. Pero Barzai era viejo, sabio, y no conocía el miedo, así que marchó delante osadamente por la ladera que ningún hombre había escalado desde los tiempos de Santzu, de quien hablan con temor los mohosos Manuscritos Pnakóticos. 

El camino era rocoso y peligroso, a causa de los precipicios, acantilados y aludes. Poco a poco, el entorno se volvió cada vez más frío y nevado, y Kalah y Haku resbalaban a menudo y se caían mientras se abrían camino con bastones y hachas.  El aire se enrareció, el cielo cambió de color y los escaladores encontraron que era difícil respirar. Pero siguieron subiendo más y más, maravillados ante lo extraño del paisaje, y emocionados pensando en lo que sucedería en la cima días más tarde, cuando saliera la luna y se extendieran los pálidos vapores. Durante varios días estuvieron subiendo más y más hacia el techo del mundo. Después acamparon a la espera a que se nublara la luna, y durante cuatro noches esperaron en vano las nubes mientras el cielo estrellado derramaba su frío resplandor sobre ellos.

La quinta noche apareció la luna llena, y Kaori vió unos nubarrones densos por el norte. Ni ella ni Barzai se acostaron esa noche, observando como los vapores se acercaban de forma inexorable, espesos y majestuosos, navegando lenta y deliberadamente. Las nubes rodearon el pico muy por encima de los observadores, y ocultaron la luna y la cima. Durante un largo tiempo estuvieron observando los dos mientras los vapores se arremolinaban y la pantalla de nubes se espesaba y se hacía más inquieta.

Notas de juego

(Textos tomados con casi total literalidad de la obra de Lovecraft).

Turno para Kaori. La idea es que describa qué sintió en ese momento, y qué extrañas formas vio o creyó ver ver en las nubes que se encontraban sobre ella. También puede narrar sus conversaciones con Barzai en ese momento.

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07/09/2018, 08:05
Kaori

Las experiencias vividas en las tres ciudades dejaron una profunda huella en Kaori, especialmente el escalofriante encuentro con aquel mortecino y extraño ser en la ciudad de Lerión y su inquietante templo. No era de extrañar, hasta los aventureros más avezados habrían palidecido ante tales situaciones...

Pero lo que contempló en ese momento en silencio junto al sabio Barzai en el silencio de la noche fue más aterrador si cabe. Sentada en el frío suelo de roca mientras los densos y majestuosos vapores que parecían adquirir formas imposibles y grotescas cubrían totalmente la luna y la propia cima del elevado pico, la hizo sentir más indefensa, más insignificante y más insegura que nunca. No podía negar que sentía una extraña atracción fascinante que la animaba a seguir y contemplar aquello no pensado para los ojos humanos, pero al mismo tiempo tenía un impulso opuesto, el de salir corriendo montaña abajo, porque había algo de sacrílego en la presencia de la mujer y sus compañeros en estas tierras. No deberían estar allí, no, pensó Kaori. 

Y así se lo hizo saber a Barzai, algo poco usual dada la poca tendencia de la joven a comunicarse con palabras. Pero sintió el deber de hacerlo. El sabio fue amable al responderle, tratando de tranquilizarla con buenas palabras, pero mostrándose inflexible en su propósito. No habían llegado hasta allí para dar marcha atrás. Las cartas estaban echadas. 

Después de dar su opinión de manera escueta la mujer volvió a su mutismo habitual y siguió contemplando aquel desfile de formas imposibles. En aquel momento no supo si era su imaginación jugándole una mala pasada a su mente o era algo real, pero entre las cambiantes nubes creyó atisbar una figura con tentáculos que se asemejaba a la estatuilla que le fue entregada en el templo, y más tarde otra con forma lobuna, pero no uno normal como junto a los que ella creció, si no uno gigantesco, imponente, que inspiraba un temor reverencial. Y escuchó un aullido que parecía llamarla. 

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13/09/2018, 10:43
Narrador

Las provisiones eran suficientes en el campamento como para no necesitar más en los próximos días, pero nadie sabía cuánto tiempo precisarían para escalar la cima y retornar, o cuántos días deseaba Barzai permanecer en la base de la montaña antes de iniciar el ascenso. Así pues, Haku, sin necesidad de orden alguna, partió en busca de animales o plantas comestibles. Mientras caminaba, sus atentos ojos escudriñaban entre las rocas y las raíces de los mortecinos y raquíticos árboles sin encontrar nada de utilidad. Tal era su concentración en estos elementos, que no fue consciente del avance de las nubes y los vapores hasta que los tuvo prácticamente encima. Trató de volver al campamento orientándose mediante la posición de las constelaciones, tal y como había hecho en el desierto innumerables veces, pero le fue imposible divisarlas a través de los vapores blanquecinos. Pese a lo delicado de la situación, consiguió  mantener la calma, buscó refugio en una covacha, y decidió esperar unas horas a que despejase. Pero estas pasaron lentamente, una tras otra sin que la visibilidad mejorase un ápice. Entonces, temiendo que sus compañeros le diesen por huido o desaparecido y le abandonasen a su suerte en aquel lugar inhóspito, intentó retornar.

Caminando prácticamente a ciegas, sin ver más allá de dos palmos de distancia y extendiendo las manos hacia una niebla tan densa que podía ser tocada, el pequeño Haku gritó y gritó los nombres de Barzai, Kalah, y Kaori. Pero las crueles montañas ya no devolvían el eco como si lo hicieran los días anteriores. Parecía como si algún elemento o fenómeno bloquease o amortiguase el sonido emitido por el chiquillo. Quizás aquellas nubes espesas, distintas a todas las vistas por el joven hasta entonces, fuesen lo suficientemente densas como para provocar ese efecto.

Muchas horas después, sediento, completamente perdido y con los pies magullados, Haku topó con los esqueletos de dos hombres, posiblemente los últimos pastores de los que jamás hubo noticias en las ciudades base del Hategh Kla. Los cuerpos permanecían arrodillados, uno junto al otro, y con la cabeza extrañamente inclinada hacia el cielo. Uno de ellos, que parecía pertenecer a un niño de su misma edad, se había tapado el rostro con el antebrazo antes de morir: en esa posición de espanto había quedado postrado hasta entonces, y en esa misma lo haría hasta la eternidad. Al rededor de los cuerpos Haku pudo encontrar algunos jirones de ropa y cientos de huesos de animales, posiblemente ovejas. Un camino en forma de estela conformada por innumerables restos óseos de ganado parecía querer conducir a Haku hacia algún lugar desconocido. El muchacho, intrigado y aterrado al mismo tiempo siguió la senda mortal durante un trecho, hasta que, de repente, un soplo inesperado le golpeó por un costado. La repentina ráfaga de viento, inenarrablemente fétido, le hizo perder el equilibrio y le arrojó sobre su lado izquierdo varios metros, hasta un precipicio que había quedado fuera de su visión hasta ese momento. Antes de caer, consiguió asirse penosamente a unas raíces que asomaban por el borde de la sima.

Notas de juego

Haku,

- Haz una tirad de locura. (1d6)

- Después haz una tirada de acción para ver cómo de bien o mal consigues escalar. En este juego no se puede morir por cuestiones de acción, solo por locura. El éxito es automático, pero a más bajo sea el resultado, más maltrecho quedarás. Puedes tirar 2 dados (1 dado normal + 1 dado por tu oficio - "eres joven y ágil"), y si quieres arriesgar tu cordura, otro más. Te quedas con el resultado más alto.

Una vez hayas hecho las tiradas, narra como consigues regresar al campamento (la niebla permanece, pero logras orientarte o que alguien finalmente te escuche, eso queda ya a tu elección).

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24/09/2018, 10:15
Haku

La vida de Haku pendía de un hilo. Su mano, helada por el frío que hacía en aquel inhóspito lugar, logró aferrarse a unas pequeñas raíces y se mantuvo en un precario equilibrio, sin llegar a caer. Sabía que un movimiento en falso podría ser fatal, pero tampoco podía quedarse en esa posición por mucho más tiempo. Tanteó con los pies en busca de un asidero en el que apoyarse, y tras varios intentos logró apoyarse en una pequeña abertura. Ya en una posición algo menos precaria, comenzó el ascenso. Buscaba antes los mejores puntos para apoyar los pies, sabedor que esta era la mejor forma de escalar. Lento pero seguro, siguió subiendo hasta que logró llegar finalmente al lugar donde se encontraba anteriormente, antes de que una súbita ráfaga le arrojase al precipicio. 

Sabiendo ya que el viento en aquel lugar era bastante fuerte y repentino, avanzó lentamente y algo encorvado, pensando que quizás así si le pillaba otra nueva ráfaga podría aguantar su embestida. La niebla aún cubría todo, tan espesa que casi podía cogerla con sus manos. Prácticamente no se veía nada, pero el muchacho siguió avanzando, poco más podía hacer. 

No sabía cuanto tiempo había pasado, pero el niño silencioso siguió avanzando sin un rumbo fijo. Sus ojos buscaban desesperadamente algo que pudiera reconocer para seguir guiándole. Desesperado sin poder encontrar nada que le orientase hacia el campamento, el muchacho estaba a punto de rendirse, pero justo en ese instante su mirada captó algo que le hizo detenerse en seco. Eran un pequeño promontorio de varias rocas bastante oscuras, que destacaban por encima de las demás. Aquellas rocas las había visto cuando caminaban por aquel lugar. Sabía que justo cerca de ellas debía estar el camino por donde habían avanzado. Rápidamente, el muchacho, sin perder la referencia de las rocas, comenzó a buscar lo que sería su salvación. Su alegría no cabía en si de gozo tras encontrar el camino (más bien pequeño sendero) que se adentraba en las montañas. Avanzó lento al principio, corriendo después, mientras la niebla, como por arte de magia, comenzaba a perder su densidad con cada paso que daba. Tras un buen rato caminando la niebla prácticamente había desaparecido y al o lejos vio la señal inconfundible de un campamento: fuego. Finalmente les había encontrado. 

- Tiradas (2)
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27/09/2018, 14:55
Narrador

Notas de juego

Perfecto, buena narración. Haku sube en locura, ya está a nivel 2 si no me equivoco (id apuntándolo en la ficha). Os recuerdo que, a medida que vayáis incrementando la locura, debe reflejarse en vuestras interpretaciones y narraciones de alguna forma.

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17/10/2018, 11:06
Narrador

Tras narrar lo que le sucedió a Haku aquel día, el viejo vuelve a sentarse. El peso de la edad parece retornar a sus desgastados huesos, y la vitalidad que había asomado en sus ojos desaparece en un instante. Aquello fue el comienzo de todo - musita de forma casi inaudible para el viajero, que le escucha con una taza de té en las manos. 

Barzai dijo  que los Dioses de la Tierra solo pretendían atemorizarles usando sus argucias, su poder sobre la naturaleza y sobre las nubes en las que surcaban las cimas. Que querían mostrarse severos y hacerles retroceder igual que habían hecho con el resto de las gentes de Ulthar, de Ilarnek, de Sarnath y de Lerión. Pero nada debían temer, repetía, pues el sabía todo sobre los Dioses, y les protegería con sus conocimientos y su voluntad férrea. El grupo le escuchaba con cada vez mayor desconfianza pues, ¿qué podía hacer un simple mortal, por sabio que fuese, para controlar la ira de seres eternos? ¿Qué armas utilizaría el maestro para apaciguar la fuerza de los elementos y del éter? El sabio intuyó con claridad todas estas dudas y muchas otras en los rostros de sus seguidores, y decidió demostrar parte de lo que sabía, y que hasta ahora había guardado para sí mismo. Pidió a Kalah que le acompañase a la tienda donde guardaba todos sus manuscritos, y le ordenó buscar uno de ellos. Un breve grimorio con hechizos escritos en lenguas obscenas.

Notas de juego

Toca postear a Kalah. Antes de nada haz una tirada de acción usando también tu dado de "empleo". Serían en total 2 dados, y si quieres arriesgar la locura, uno más (en tal caso, el dado de locura será el primero que saques en la tirada). A partir de ahí, deberás incluir el pergamino que recibió Haku en Sarnath en la narración.

La idea que tengo para lo que ocurrirá a continuación es la siguiente:

- Si sacas 4 o menos, Kalah confunde el pergamino que le pide Barzai con el que recibió Haku en Sarnath. Por algún motivo numinoso ambos se parecen mucho, pero el de Haku incluye un error fatal. Narra a tu gusto qué sucede, pero no mates a Barzai (aún).

- Si sacas 5 o más, Kalah descubrirá que existen dos pergaminos aparentemente iguales al que le solicita Barzai, y no uno (como debería ser). Kalah descubre a tiempo que el pergamino de Haku en Sarnath se ha colado entre los suyos, antes de que Barzai termine de leerlo (como tú veas). Estará a punto de pasar algo grave, pero Barzai o Kalah podrán detenerlo a tiempo. Barzai consigue despejar las nubes enviadas por los dioses, relegándolas a la misma cima.