Partida Rol por web

Nada más terminó el ataque de los extraños seres insectoides, Dapnhe llamó, desde la misma mansión Deaths, al mayor Leighton. Una hora después los militares entraban en la mansión, sellaban la zona, comenzaban a clasificar y recopilar los extraños artilugios que habían en el laboratorio y registraban con una enorme eficiencia todas y cada una de las habitaciones de la casa victoriana sin encontrar el mínimo rastro que pudiera indicar que vuestros hijos hubiesen estado en aquella casa.

Leighton continuó moviendo sus hilos con una llamada nocturna al fiscal general del estado de California obligó a movilizarse al sheriff local y a sus hombres quienes reforzados por personal de otros condados registraron los locales de la asociación la puerta y la llave y detuvieron a todos sus miembros acusados de los asesinatos de negros e inmigrantes de San Mateo y el resto de poblaciones cercanas.

Los informes policiales hablaron de extraños incidentes que provocaron la muerte de P.P. Jars durante su detención, que incluían armarios llenos de ropa que se desplazaron sin ninguna ayuda humana y balas que rebotaban sobre una especie de escudos invisibles. Naturalmente, esos informes fueron prudentemente modificados en la versión final.

Los posibles cargos en vuestra contra por el tiroteo ocurrido a las puertas del hotel St. Mattew fueron desestimados en primera instancia por el juez del condado quien declaró lo sucedido como un evidente caso de defensa propia.  Andrew Frey, el recepcionista de ese mismo hotel, no corrió vuestra misma suerte y tras la declaración de Wood, el único testigo de lo ocurrido, durante el juicio fue condenado por asesinato en segundo grado y espera en el corredor de la muerte el momento de su ejecución.

Las investigaciones realizadas y interrogatorios a los que fueron sometidos los miembros de la asociación concluyeron que si bien los miembros de la asociación eran responsables de los asesinatos era físicamente imposible que fuesen los culpables de las desapariciones de los niños.

No obstante, el presidente de la asociación, el señor Josef Pars, un hombre evidentemente perturbado según todos y cada unos de los alienistas que le han entrevistado desde su encarcelamiento afirma entre una serie de gritos incomprensibles y palabras sin sentido cada vez que se le pregunta sobre este hecho en particular que el destino de los niños está escrito, que de momento siguen vivos pero que morirán irremediablemente.

Aún así, ya han pasado casi dos angustiosos meses desde lo ocurrido en San Mateo sin que tengáis ninguna noticia nueva sobre vuestros hijos por mucho que la mayoría de vosotros se haya dedicado a buscarlos incansablemente durante día y noche.

El Warmice, aquella especie de club de caballeros que Francis Campos fundara para no perder el contacto y hablar del símbolo que compartís, se ha trasformado y ahora sirve como nexo de unión entre todos los compañeros que participáis de un modo u otro en la búsqueda de los niños.

Esta noche vuelve a haber una reunión del Warmice, una reunión a la que estáis invitados.

Matthew golpeó con fuerza el periódico contra la mesa antes de encender un cigarrillo. Ni siquiera aquella noticia sobre un vuelo que había atravesado el Atlántico lograban apartar su mente de lo que estaba por venir. Aún no había llegado prácticamente nadie de la compañía Rainbow y eso le ponía nervioso. El hombre además, tenía motivos para estar nervioso: su hijo había desaparecido, igual que los primogénitos de sus compañeros y, por mucho que lo intentasen no habían logrado descubrir prácticamente nada de donde estaban. Para colmo de males, su mujer seguía teniendo pesadillas por las noches donde mencionaba insectos y llamaba a un tal Troinoir, el monstruo que les había metido en aquello, y al despertar o bien no se acordaba de los sueños o bien no quería hablar de ellos. No era raras las pesadillas, si se ponía a pensar en todo lo que habían perdido, pero ello no lo hacía mejor.

Steffan llegó al local como la última vez que había estado allí. Con su propio coche y una maleta donde iba su querida recortada. Dos meses habían pasado desde los terribles acontecimientos que habían vivido en San Mateo. Cuando cerraba los ojos y lograba relajarse un poco aún veía las formas insectoides que les atacaron. Él no tenía hijos y daba gracias por ello muchas veces. Durante aquel tiempo se había dedicado a la lectura de los libros que Claypole había sustraído de la asociación La Puerta y la Llave. Ya no podía negar la realidad de lo que había sucedido y, por tanto, su actitud había cambiado. Estaba mucho más receptivo. Quería saber, quería saciar sus inagotables ansias por conocer lo que antes ignoraba por completo. ¡Era un científico! Pero esos libros...no sabía cómo describirlos. El conocimiento le había perturbado un poco, aunque aún tenía claro el objetivo principal. Debía ayudar a sus compañeros a salvar a los niños. Saludó a Matt con cierta solemnidad. Su compañero, con un hijo desaparecido desde hacía ya más de 2 meses, debía estar pasando por un terrible momento

- ¿Cómo estas?- Las ojeras de Steffan, de aspecto siempre impecable,delataban lo que había vivido junto a Daphne, su mujer.

Derek apareció de pronto en la puerta apoyado en su muleta. Parecía un poco más elgado y mucho más cansado que hacçia dos meses, y de hecho lo estaba. No tenía hijos, pero eso no quitaba que entre los libros que había leído y las pesadillas con cucarachas y escarabajos gigantes le hubiesen pasado factura. Por otra parte ya había empezado a darle forma al inicio de su nuevo libro, que prometía ser mejor aún que el que lo lanzó a la fama cuando volvió de la Gran Guerra.

En estos últimos meses Derek había adquirido una cierta manía con el orden y la limpieza, y evitaba por todos los modos posibles el contacto con insectos, en especial cascarudos y otros de ese tipo. Al punto que en su casa había una ingente cantidad de fluoruro e potasio (lo mejor según el boticario de su calle) y el hombre siempre, SIEMPRE, llevaba una buena bolsa del él en un bolsillo.

Al entrar vio qye allí ya estaban Steffan y Matthew, asi que saludó con la cabeza y se dejó caer en un sillón cómodamente mientras sacaba el paquete de cigarrillos el bolsillo interior de su chaqueta.

Roderick Craven hizo acto de presencia envuelto en una nube de humo, su aficción por el tabaco no había echo más que acrecentarse tras la terrible experiencia vivida. Su aspecto estaba mucho más demacrado a pesar de que su gusto por los buenos trajes y la elegancia permanecían intactos. No obstante lucía unas evidentes ojeras, signo de los desvelos nocturnos que venía sufriendo desde hacía dos meses, amén de que parecía estar en continua alerta o lucha interna.

Roderick seguía escuchando los gritos de la mujer de sus pesadillas, pero además su terror se había incrementado porque en sus sueños se repetía de manera sádica la visión del hombre en silla de ruedas mutando en bicho, la muerte de Layton, la del teniente... pero lo peor de todo es que tras al lectura de aquellos endemoniados libros que encontraron en el club, parte de sus creencias, las que le ayudaban a seguir adelante se estaban debilitando... No sabía como podía acabar todo aquello, pero no podía mantenerse al margen pues era consciente de que aquellas pesadillas y aquellos sueños sólo finalizarían cuando resolvieran el asunto de los niños.

- Buenos días caballeros- saludó tras una calada sosteniendo el cigarrillo entre sus delgados y largos dedos.

¿Cómo quieres que esté? preguntó en un tono algo más agresivo de lo que quizás debía. Debió de ver algo en la expresión del afrancesado porque en seguida se disculpó. Lo siento, hermano,* llevamos sin dormir bien desde que empezó esto.  Yo lo llevo mal pero Daphne... Matthew sacudió la cabeza. Nos ha costado Dios y ayuda, pero entre mi hermana, que dicho sea de paso no sabe lo que ha pasado, Leigthon y yo la hemos convencido  para que se vaya a un retiro. Vigilada, por supuesto. Matthew expulsó el humo antes de continuar saludando a Roderick y a Dereck. En una reunión más informal, seguramente Matthew hubiese soltado alguna chanza, pero aquel día no estaba de humor. Creo que lo peor de esto es no poder contárselo a nadie... y no haber podido retorcer el cuello con mis propias manos al que mató a Highway...

Colt se unió esa noche al resto del grupo. Antes de entrar se detuvo en el dintel y refrenó un angustioso gemido de rabia e impotencia. Al momento se limpió las lágrimas que le caían por las mejillas y entró.

- Hola chicos- dijo escuetamente tratando de taparse la cara para que no pudieran ver las ojeras y los ojos rojos de no dormir y llorar a menudo.

Colt era un asiduo a la cita de la compañía rainbow, pero en la última, cuando se fraguó todo lo que desencadenó los últimos acontecimientos faltó por expreso deseo de su esposa...quién no paraba de llorar por la pérdida de su hijo y que estaba inmersa en una tremenda depresión. 

pero esa falta, en esa reunión jamás se la perdonaría a él mismo. 

Si hubiera estado ahí...seguro que habría acompañado a mis compañeros y habría ayudado a encontrar a los niños...pero...que vida más perra y vil.

La cabeza del cabo no paraba de atormentarse con pensamientos como ese. Se culpaba de la desaparición de los niños, de que sus compañeros no hubieran conseguido nada y de la muerte de su mentor, el sargento Highway.

Keeper llegó a la reunión con la misma cara cansada y las mismas ojeras que exhibía desde que desapareciera su hijo. Desde su desatendido despacho de abogado coordinaba las actuaciones que todos los miembros supervivientes de la antigua división Rainbow, los amigos que os ayudaban e incluso algún que otro investigador privado que habíais contratado.

Pero siempre pasaba lo mismo, al final ninguna de las pistas era buena y todas acababan en un callejón sin salida mientras los niños seguían secuestrado.

Hola amigos.- Dice cuando entra. Busca una silla libre donde sentarse y saca una carta del bolsillo de su chaqueta.- Esta tarde he recibido una carta de Michael Olive.- Que os pasa para que leáis.

Estimado señor: Mi nombre es Jordi Cabo, y soy profesor de Historia Antigua de la Universi­dad de Barcelona.

Conocí al profesor George Zamarrenov hace unos años, en Oxford, du­rante un ciclo de conferencias al cual asistimos ambos. Pronto congeniamos, ya que descubri­mos que teníamos una obsesión común: La bús­queda de Tartessos, esa mítica ciudad-imperio de la que nos hablan Isaías, Hesíodo y Estrabón.

Ambos decidimos dedicarnos a su búsque­da, buscando pistas de su localización en la in­fluencia cultural, que por fuerza debía haberse reflejado en las civilizaciones vecinas. Personal­mente me concentré en la búsqueda de su lite­ratura, (según Estrabón tan hermosa y abundan­te), y de la que al parecer todavía podían en­contrarse fragmentos cien años antes de Jesu­cristo. El profesor Zamarrenov, en cambio, inves­tigó los posibles restos de su religión, disemina­dos por el Mediterráneo.

Estuvimos carteándo­nos durante unos años. En noviembre del año pasado recibí su última carta, en la cual me hablaba de que por fin había encontrado la «lla­ve» que nos desvelaría el misterio de Tartessos. Insinuaba en su carta que la religión turdetana (nombre de los habitantes de Tartessos) podía tener aún seguidores. Decía que era de suma importancia llegar a Tartessos «antes de que fuera demasiado tarde». No daba más explica­ciones. Parecía insinuar que algo estuviera a punto de ocurrir... Yo debía encontrarme con él en Sevilla en Enero, cuando arreglara mis asuntos en Barcelona. Sin embargo, no estuve libre hasta mediado de Febrero. Para entonces Zamarrenov ya había partido, sólo, hacia un pue­blo situado en la desembocadura del Guadal­quivir, llamado «Bonanza». Fui tras su pista pero no lo encontré. Parecía como sise lo hubiera tra­gado la tierra. He vuelto a Sevilla. Sigo los pa­sos de Zamarrenov, intentando descubrirla pista que lo llevó a Bonanza. No estoy tranquilo, sin embargo. Tengo la sensación de que me vigi­lan.

Si George Zamarrenov tenía amigos capa­ces de venir a este país a resolver el misterio les aguardaré. En caso contrario le ruego que lo comunique, ya que entonces volveré a Barcelo­na olvidando para siempre este asunto.

En la carta, además de adjuntar esta otra del señor Cabo, me pide ayuda para que le acompañemos a España.- Continúa hablando mientras uno a uno vais leyendo.- Sé que es un locura marcharnos a Europa cuando nuestros hijos deben estar secuestrados en algún oscuro sótano, pero ...

¿Estás loco Keeper? No voy a irme a un país de gitanos dejando sola a mi mujer... ni haber encontrado a los niños. ¡Ni hablar, hermano!* dijo Matthew negando con la cabeza. El hombre estaba tan cansado que era incapaz de recordar que entre las toneladas de papeles que Daphne le había hecho leer aparecían una referencia a Zamarrenov. El cigarrillo que tenía en su mano estaba corría un gran peligro de desaparecer entre sus dedos mientras hablaban peor no parecía importarle. El piloto negó con la cabeza, consternado. No. No puedes pedirme que deje de buscar a mi hijo.

-¿Y de qué modo podemos asegurar que los niños aún siguen aquí?-dijo en tono neutro Derek quien, a pesar de no tener hijos ni familiares directos desaparecidos, parecía casi desesperado por hacer algo que fuese más que leer libros y discutir.Para terminar diciendo -Yo digo que si hay una única pista y nos lleva al fin del mundo podemos seguirla... o podemos seguir aquí sentados.-

- El que mató a Highway no era más que un pobre hombre me temo, compañero.- Lo cual era aún mucho peor. Ni siqueira podía culparle. Le puso la mano en el hombro en señal de apoyo. Le preocupaba el estado de aquellos que habían perdido un hijo, más aún que el estado de lo que habían presenciado las inexplicables aberraciones de la asociación la Puerta y la Llave, más aún que los que habían leído esos terroríficos libros.

Escuchó con atención a Keeper.

- Otra vez ese Zarramenov. ¿La "llave"? ¿Y si esa llave que menciona es lo que buscaba la asociación la Puerta y la Llave?- Steffan se echó el pelo hacia atrás.- Ya no sé qué pensar, la verdad. Todos mis sólidos principios se están derrumbando desde...- No podía ni mentarlo. Había acabado con la vida de aquellos insectoides pero aún así, decirlo en voz alta le era imposible.- Si no queréis venir lo entenderé.- Dijo a aquellos cuyos hijos estaban desaparecidos.- Pero hace muchos días que no sabemos nada de ellos y quedándoos aquí no conseguiréis mucho más. Este asunto es fuera de lo normal y, quizás, tengamos que abrir nuestras mentes y tratar de solucionarlo de una manera , como decirlo, menos ortodoxa.- El mundo de Steffan se tambaleaba, pero aún así, su alma de científico luchaba pro encontrar una explicación a todo aquello. Una explicación lo más lógica posible.- Me preocupa vuestro estado. tenéis que descansar. ¿Por qué no me dejáis prepararos algo para que podáis dormir tranquilos al menos una noche? Luego pensaréis con más claridad.- Consideraba que Claypole, Roderick y él mismo conservaban mejor la frialdad necesaria para saber por dónde tirar en las investigaciones. Al no tener hijos tenían menos presión que soportar. Sus compañeros con hijos tenían un aspecto deplorable, de no haber dormido en muchos días. Steffan podía darles un preparado de distintos fármacos que les ayudara a descansa y olvidar, al menos una noche.

Matthew resopló como un caballo antes de responder. La referencia de Stephan le había hecho recordar que había leído algo de Zarramenov. Algo relacionado con los niños. ¿La llave? ¿Tiene algo que ver con Zarramenov? Joder, Daphne me dejó un monton de papeles, pero al final me dejaron el cerebro como si lo hubieran pasado por una picadora de la cantidad de notas y conjeturas que había por todas partes. Luego está lo de Harper, joder...¡Le cambió el maldito color del tatuaje! Lo vi con mis propios ojos... Matt se llevó la mano a la frente, como si hubiese sentido algo;Stephan tenía razón. Debía descansar pero había algo, algo que se le escapaba. Al levantar la cabeza tenía una expresión desconcertada. Hay algo que no hemos pensado, y que puede encajar muy bien con ir a España... ¡Debemos volver a Reims! Seguro que ese pueblo, Sevilla no está lejos y podemos perfectamente ir en cuanto encontremos a Zarramenov.

Hacía tiempo que quería ir a una de las reuniones pero el imbécil del comisario siempre encontraba una excusa para obligarme a trabajar ese día. Pero esta vez no. Esta vez la situación era tan excepcional que no tuvo forma de retenerme.
Cuando le conté al médico como Devon se fue por la pared, no lo dudó un instante. BAJA PSICOLOGICA. Esta vez no tuvo más remedio que darme unos días libres.
En cuanto convencí a Mary Ann que volvería en unos días, cogí el primer tren a Nueva York. Dejé las maletas en hotel que había reservado por teléfono y me monté en un taxi que me llevase a la reunión.
Me costó encontrar la sala en donde estaban reunidos mis antiguos compañeros de armas. Después de abrir varias puertas y encontrarme las estancias vacías, di con la correcta e hice mi entrada. – Con permiso. Perdón por el retraso. Estas puñeteras puertas son todas iguales. - Dije mientras buscaba un sitio donde sentarme. Una vez que me acomodé, miré a Keeper y dije, – No sabéis lo que me ha pasado en casa... - Miré a Steffan, - ¿Has dicho que han matado a Highway?

Y sigui dil mismo mialdito color riojo fuigo.- Dice el taxista argelino que no suele perderse ninguna de las reuniones en referencia al color del tatuaje del hombro de Harper.- La simana pasada fui a virlo y no ha vuilto a movir un músculo disdi ir día qui sicuistraron a nuistros hijos.

Aún quidan sitios por buscar, sitios dondi ir. Bastantis problimas tinir nosotros como para ir ayudando a otros.

Pero Zarramenov es el único que ha encontrado alguna pista sobre el tatuaje.- Le contesta el abogado.- Si hay una opción de encontrarlo deberíamos intentarlo. Tal vez sea él quien termine ayudándonos en lugar de nosotros a él.

De todas formas no hace falta que vayamos a Europa todos. Algunos podemos quedarnos aquí continuando la búsqueda mientras otros pueden ir a buscar a Zarramenov a España. ¿Qué opináis? - Os pregunta.

- Yo voy. Entiendo que los que tenéis hijos os parezca una pérdida de tiempo. Pero pensadlo, ¿qué hemos conseguido quedándonos aquí? Debemos tomar medidas desesperadas para situaciones desesperadas y lo que hemos presenciado...no sé, es inexplicable.

- Yo...yo... yo estoy desesperado- pudo decir el cabo antes de agarrarse la cara con las manos mientras temblaba-.  Me da lo mismo si me quedo o voy a España....tengo que hacer algo...¡tengo que recurperar a mi hijo!

Dicho esto Abraham cogió el vaso de agua que tenía enfrente de ñel y se lo bebibió de un trago. Se notaba su nerviosismo por todo lo que estaba ocurriendo y, por supuesto, por no encontrar a los niños en todo este tiempo. Pero lo que le estaba matando es que aun no había hecho nada por ayudar a sus compañeros en la investigación que parecía que estaban llevando a cabo.

-Cuanto antes os decidáis.... antes los encontraremos.- dice Derek a todos los padres allí pesentes, sabiendo que se está ganando la enemistad de muchos, pero no hay tiempo para ser diplomático.

Keeper. Después de ir a España ¿iremos a Reims? En serio, estoy seguro de que los niños pueden estar ahí...¿No desaparecieron por un portal de esos? ¡King lo vio!¡Y nosotros también! Y precisamente en Reims fue donde aparecimos nosotros. Deberíamos dar un vistazo a la zona. Parecía que Matthew estaba dispuesto a ir a España...siempre y cuando después fuesen al lugar donde comenzó todo. Al puñetero Reims

Sí. No es mala idea.- Contesta Keeper a Greywood.- ¿Cómo puede habérseme no ocurrido antes? Una vez en Europa podemos visitar las catacumbas bajo Reims.

¿Y vosotros?- Le pregunta a quienes aún no se han pronunciado.- ¿Qué haréis amigos?¿Os quedáis ayudando aquí o preferís volverá Europa?