Partida Rol por web

Susurrando le dijo a Silmesh.

¿Que te parece si esperamos a la noche y cortamos unas cuantas gargantas? Tendremos que tener cuidado con esos lobos que has visto pero supongo que los tendrán apartados. Aquí no cabe mucha gente así que en caso de combate creo que podríamos con ellos. También podemos esperar a que salga alguna patrulla o grupo y atacarles.

Después salió un poco a una zona visible por Riva y los demás y lanzó un conjuro de luces para señalarles que se acercaran.

- Me temo que el sigilo no es una de mis virtudes.

Al ver las luces en el camino más adelante, Faris se adelantó junto con Riva y Jorr. Se reunieron con la avanzadilla, quienes estaban agazadapados a cierta distancia de la fortaleza. Faris desmontó y se acercó a sus compañeros.

- Bueeeno, ¿qué tenemos aquí?- dijo, mientras se colocaba una mano como visera sobre los ojos, oteando de forma teatral.- Parece que no han escogido una base de operaciones en muy buen estado.

Faris señaló el humo que salía del suroeste.

- Apuesto a que solamente usan esa torre, el resto parece en ruinas.

- Querría dar una vuelta a la fortaleza aprovechando la espesura para ver si hay algún otro tipo de accesos, guardias, etc. Esperad un momento aquí, mejor que vaya sola para que no nos detecten.

- Te acompaño, no creas que vas a empezar ningún festín de goblins sin mi presencia!

Jorr se cuelga el arco a la espalda y se sitúa a la altura de Silmesh, dispuesto a ir con ella mientras el resto del grupo espera.

La pareja de exploradores se aleja bordeando la cima de la colina, entre los últimos árboles, cobijados por su pericia y la noche que empieza. En sentido de las agujas del reloj, pasan primero por el muro sur de la fortaleza. Ahí se corrobora lo que avistaban de lejos: un boquete en el muro sur permite acceder al patio central de la fortaleza. Tampoco desde este lado se ve a nadie allí.

Continuando el rodeo, el muro oeste se alza intacto, soportando la torre suroeste, también en bastante buen estado. Algún trapo ondea al viento en su tejado, a la altura de un segundo piso alto. En la torre y en el muro oeste hay varias aspilleras a buena altura, que deben ayudar a tener luz en el interior de la fortaleza sin convertirse en puntos de acceso al ser solo rendijas desde fuera.

Finalmente, el muro norte es más bajo, de un solo piso. Tampoco presenta fisuras importantes, ni ningún elemento destacable. Completando el rodeo, los exploradores no han visto ninguna señal de vida, ni siquiera oído ningún ruido desde fuera, aunque es razonable pensar que los gruesos muros ahoguen los sonidos que puedan producirse en el interior.

En todo el recorrido, Jorr, susurrando, ha ilustrado a Silmesh con historias de abuela del lugar.

- Los rumores insisten en que el fantasma de Amery Vraath, el humano conquistador de la fortaleza, encantan las ruinas. Algunos viajeros de la Carretera del Amanecer que se atreven a viajar de noche, afirman que a veces han escuchado sonidos de gritos angustiosos viniendo de algún lugar subterráneo cerca de esta fortaleza.

- Te acompaño, no creas que vas a empezar ningún festín de goblins sin mi presencia!

Jorr se cuelga el arco a la espalda y se sitúa a la altura de Silmesh, dispuesto a ir con ella mientras el resto del grupo espera.

La pareja de exploradores se aleja bordeando la cima de la colina, entre los últimos árboles, cobijados por su pericia y la noche que empieza. En sentido de las agujas del reloj, empiezan a bordear la fortaleza.

Minutos más tarde, aparecen por el otro lado, sin novedad, Jorr susurrando historias del lugar al oído de Silmesh.

No se ve un alma ni otro lugar por donde entrar. Lo que he visto es algún tipo de trapo en la torre suroeste, si tuviera que adivinar pienso que allí es la zona mas habitada y que han izado el trapo como bandera - me encojo de hombros - o puede ser una vieja bandera y estar abandonada, siendo todo no mas que rumores y no buena información lo que ha llegado a nuestros oídos - aunque no me creo ni por un momento esta explicación

Oh cierto y Jorr me ha contado una historia de un alma en pena al que algunos viajeros dicen haber escuchado en los subterráneos al pasar por las inmediaciones del fuerte

Pues si no vemos guardias ni signos de actividad, puede que nos hayamos equivocado, y que los hobgoblins no estén aquí. Supongo que sólo nos queda entrar en la fortaleza para asegurarnos.

- O tal vez son lo suficientemente hábiles como para ocultar su presencia, o tienen otras formas de entrar.

Bueno, en todo caso vinimos a investigar esto, tal vez han salido a saquear, no sería tan raro, una vez dentro estaremos seguros. Puedo lanzar un conjuro de silencio, y si están dormidos, pues los degollamos...

- Lo que yo decía, seguro que solamente la torre está habitada.- dijo Faris, intentando dárselas de importante.

Mientras Silmesh explicaba lo que habían visto y el trapo colgado a guisa de bandera, Faris no pudo evitar el comentario:

- O tal vez sea la colada...- dijo, sonriendo.- Bueno, vamos a echar un vistazo entonces, ¿no?

- Si, vayamos. Sería absurdo venir hasta aquí y salir con el rabo entre las piernas por unas historias de fantasmas. Además si hay goblinoides atrincherados más vale dejarales claro de que han tenido una mala idea, no vaya a ser que se envalentonen como los del camino. - echo mano al arco para llevarlo dispuesto y me giro hacia los demás.

- Estos seres pueden haber preparado trampas así que iré delante, el tiempo que he pasado con mi hijo Monroe me ha hecho familiarizarme desmontandolas. Pisad donde yo pise y avanzad en sigilo. - Miro a Riva - Bueno, intentad avanzad en sigilo al menos.

Hago brillar la perla que cuelga de mi oreja y recupero el conjuro gastado contra la hydra, después, murmuro una plegaria a Erastil, volviendolo a lanzar antes de avanzar hacia la fortaleza.

- Vayamos. Como decís, hemos venido a enfrentarnos a esa amenza. Aunque la idea de degollarles dormidos me parece poco honorable.

El grupo sale de su escondite y avanza en bloque, a paso lento y prudente, observando los alrededores. Ninguno está convencido de las historias de fantasmas, y más de uno espera una flecha surcar el aire, un grito de alarma, algo.

Nada.

Dejando a la izquierda un corto sendero hasta una choza de jardinero, os plantáis ante la puerta principal de la fortaleza, que ha visto días mejores. Las torres de guardia a cada lado se han derrumbado parcialmente, y varios grandes bloques de piedra yacen esparcidos alrededor. Los restos podridos de dos grandes hojas de madera se apilan en un montón en el suelo.

Un rápido vistazo de la tierra de la entrada revela a aquellos con conocimientos de rastreo, como Silmesh, pisadas de lobos, varias de humanoides pequeños y medianos, y lo extraño, al menos una criatura humanoide de gran tamaño.

Avanzáis al interior de la fortaleza, entrando al patio central.

Este patio de dura tierra prensada tiene un espeluznante aire de desolación. Parece que las piedras dentadas incrustadas en el suelo hubieran sido dejadas aquí, o tiradas desde larga distancia; muchos de los muros muestran grandes muescas y grietas donde estas piedras podrían haber impactado. Dos enormes esqueletos yacen en lados opuestos del patio, uno apoyado en una torre de guardia y el otro despatarrado en el extremo más lejano junto a un edificio que bien pudiera ser un establo. Al sur, donde una sección del muro exterior de la fortaleza se ha derrumbado, un tercer esqueleto gigante yace parcialmente enterrado entre los escombros.

Silmesh levanta una mano. Todos paráis. Señala la puerta doble al norte, donde todos escucháis fácilmente al menos un par de voces de goblins atenuadas por la puerta cerrada. No distinguís el diálogo, pero parece algo animado y jocoso.

Después, señala también la zona edificada al suroeste, aunque no escucháis nada.

En el edificio al suroeste, aunque los demás no lo han oído, hay voces también. Parecen más graves, frente a las más agudas del norte.

Señalo a Celgadis, Faris y Fertel y alzo mi arco, despues a Riva y hago el gesto de abrir las puertas señalando las que están al norte. Inmediatamente después me pongo frente a las puertas con una flecha preparada en el arco tensado

Riva asiente y se aproxima a las puertas atenta a sus sentidos.