Partida Rol por web

- ¡Ohh... mierda ....- es lo que pudo decir, cuando casi antes de poder darse cuenta, los bichos se habían abalanzado sobre él sin darle tiempo ni siquiera a pestañear,  un par de garras de un obrero pasaron rozándole el casco, .. eso pasó cerca .. y de pronto estaba rodeado de ellos. Por la radio parecía que alguien seguía dando órdenes, seguramente el cabo, del sargento no se sabía nada desde que cayera desvanecido, aún así no conseguía saber que demonios estaban diciendo, pero la lógica no daba para más tenía que atravesar la valla esa era su única opción, pero primero tenía que quitarse de encima a esos bichos, se movió un poco hacia atrás esperando sus golpes, otro paso más, otro más, decía hasta que por un instante pudo zafarse de uno de ellos y encontró un hueco, y empezó a correr para volver a formar la linea, sea como fuera recibiera los golpes que recibiera tenía que moverse sino sería su fin.

Con cada disparo que salía de su arma, un nuevo bicho se unía al combate. Eso es lo que se juraba Stukov cada vez que abatía una chinche, viéndolas caer solo para servir de plataforma para una entrada aun más espectacular a la que le seguía. No solo se sintió abrumado, se sintió superado. Según se acercaban, Stukov no dejaba de disparar, intentando retener al enemigo para ganar más tiempo.

Pero no sirvió de nada.

El enemigo se les echó encima, y Stukov bajó el arma, llevando la mano donde llevaba las granadas, agarrando una de ellas. Si iba a acabar siendo pasto de los putos bichos, se llevaría al infierno unos cuantos para que le hicieran compañía. En el mismo momento en el que estaba a punto de tirar de la anilla, dieron la orden de retirada.

Las pulsaciones le iban a mil. Estaba sudando como pocas veces había sudado y se había despedido mentalmente de cuanto conocía. Pero por suerte, aquella orden le decía que hoy no era el momento de su sacrificio final, así que se dispuso a correr en dirección a la valla cuando vio que Haggar estaba siendo superado por los bichos.

- ¡HAGGAR! - Gritó por el comunicador. - ¡Olvídate de los bichos... CORRE! - Le recordó, mientras él hacía lo mismo que le había indicado: Correr. Al darse la vuelta, miró a Llorens a quien con un gesto de la cabeza, le invitó a que le siguiera. Y tras eso, comenzó a correr hacia la barrera como si le fuera la vida en ello.

A decir verdad, le iba la vida en ello.

Vamos joder, vamos... Una gota de sudor frío recorría la frente de la Consejero Táctico mientras mantenía el dedo sobre el gatillo, dispuesta a vaciar el cargador sobre todo arácnido decidido a cruzar la barrera tras sus compañeros. Los segundos que el resto del escuadrón tardó en ponerse a su altura le parecieron eternos, pero le supusieron un alivio cuando por fin pudo liberar la adrenalina contenida sobre unos enemigos que prácticamente ya se abalanzaban sobre ella. Vamos... ¡Ahora!

Las balas de su Morita salieron directas hacia las chinches, reventando su exoesqueleto justo antes de que la barrera se prendiese a menos de un metro de Mia. El rostro de García reflejaba euforia y miedo a partes iguales: había sacado al sargento de aquel infierno y había cubierto la retirada del escuadrón sin problemas. Pero, por encima de eso, todo apuntaba a que conseguir la ciudadanía iba a ser más fáctible que nunca. Papá... va por tí.

Una vez más el escuadrón abrió fuego contra la marea de insectos y, una vez más, el enemigo parecía ignorar la batalla que los soldados estaban presentando. Por cada arácnido que abatían, dos más ocupaban su lugar para seguir avanzando. McNillon no daba crédito a la terrible realidad que estaba presenciando, como si de una broma de mal gusto se tratase. Pero ya había decidido que no se dejaría abrumar por funestas que fuesen sus esperanzas. El enemigo estaba ganando una batalla física pero Jenkins no les daría el gusto de dejarles ganar una mental.

La voz del cabo resonó a través del comunicador dando nuevas órdenes a la vez que la regenerada línea enemiga se abalanzaba sobre ellos. Por el rabillo del ojo vio como algunos de sus compañeros y el mismo cabo se enzarzaban en combate con los primeros bichos que llegaron hasta su posición. Pero McNillon no tuvo mucho más tiempo para contemplar la situación, pues un obrero se dirigía para batir su duelo personal con el fusilero. -¡Malditas cucarachas!- Gritó mientras levantaba su morita instintivamente para defenderse mientras retrocedía para luego darse cuenta de que había agotado su munición. De modo que, haciendo acopio de las fuerzas que aun le quedaban y sometiendo sus reflejos a una dura prueba, el soldado se retiró del combate siguiendo las órdenes para ocupar su posición tras la barrera que esperaba pacientemente a ser activada. 

El cohete impacta en el tanque explotando de manera defectuosa, se me congela la sangre al pensar en tener semejante armatoste encima nuestro vomitando fuego o ácido pero al irse el fogonazo veo que el bicho no tiene más cabeza. - ¡Stukov, Haggar los quiero atrás de la barrera ahora! - Pero veo como Haggar está más rodeado que el resto, cuatro bichos lo están flanqueando y pienso un cruento destino para alguien que hizo tanto para que el resto cruce la barrera.

Quiero frenarme y usar esa última ráfaga de municiones pero las órdenes fueron claras, o pasamos del otro lado de la barrera o la bendita flota nos cocinará con sus bombas. Doy media vuelta esperando que mis pensamientos sean errados y nos encontremos todos a salvo dentro de poco.

A pesar de que la distancia es corta, la linea imaginaria que tengo que cruzar parece estar tan lejos que dudo poder llegar. El darle la espalda a los bichos quizás sea lo más motivador que pueda llegar a tener y con eso en mente corro hasta que me duelen las piernas.

Sigo retrocediendo paso a paso para alejarme de las defensas. No se si el resto del escuadrón conseguirá pasar, espero que si, pero lo único que puedo hacer es alzar mi arma y estar atento por si algún bicho se me echa encima.

¿Donde está ese bombardeo?. ¡Que empiece ya!

El enemigo avanzaba hacia ellos con una voracidad implacable, el frente de batalla de la federacion ya era un completo caos, gritos de dolor y desesperación inundaban el campo de batalla en todas direcciones. Y mientras todo ello acontecía, los escuadrones Eco y Gatling luchaban por ponerse a salvo antes de que la barrera de energia fuera encendida. Muchos de aquellos infantes se encontraban rodeados por enemigos y solo la suerte podría evitar que salieron ilesos; y milagrosamente así fue pues no hubo heridos en el centro de batalla en aquellos instantes de entre los escuadrones pesados que quedaban aun en batalla.

Desde detrás de la barrera, los miembros de los escuadrones pudieron divisar a algunos pocos infantes ligeros y soldados de asalto de la flota que intentaban ponerse a salvo. Solo dos infantes ligeros mas lo habían conseguido, y todos los soldados de asalto de la flota estaban muertos. Había sido una dura lección para las fuerzas de la federación, el enemigo les había roto sus planes con un simple ataque letal y sorpresivo de tridente. En el centro de batalla no surtió tanto efecto y de no ser por que las fuerzas de asalto cometieron muchos errores, quizá no habrían conseguido avanzar tanto en tan poco tiempo. Pero aun así, con los lejanos flancos caídos, era imposible que el enemigo no hubiera ganado aquella batalla.

Pero la cosa no había acabado aun, la barrera aun estaba apagada y los bichos se lanzaban contra ellos en grandes cantidades, si lograban pasar, bien podrían darse por muertos. Y entonces, justo cuando los primeros grupos de bichos obreros y guerreros cruzaban la barrera, esta se encendió de forma súbita; los bichos brillaron entonces en un halo de energía que hacia que sus cuerpos se retorcieran por pocos instantes antes de caer calcinados y muertos. La barrera solo lanzaba sus descargas cada vez que un objetivo intentaba cruzar y los bichos no tardaron mucho en darse cuenta de ello, aunque uno esperaría que no pudieran aprender eso.

No obstante la flota estaba preparada, el bombardeo orbital de la misma inicio apenas unos pocos segundos después de que los primeros bichos cayeran ante la barrera. Un linea de fuego orbital se precipito erraticamente sobre la zona cercana a la barrera, al parecer la idea era ir quemandolo todo tal como habían hecho antes del inicio de aquella batalla. Solo que esta vez, se supondría que todos los bichos estarían fuera de su nido.

Mia se alegró de veras al ver a sus compañeros cruzar sanos y salvos la barrera justo antes de que esta se prendiese chamuscando a multitud de arácnidos que de otra forma les habrían descuartizado. ¡Justo a tiempo! Sin más demora que la necesaria para recargar su rifle, la Consejero Táctico volvió a abrir fuego sobre las filas enemigas: no se terminaba de creer que aquella valla electrificada fuese a aguantar para siempre. Mente fría y arma caliente, Mia... sigue así...

Había conseguido atravesar la linea de la barrera,  con un leve jadeo dijo, eso estuvo cerca, y sonrió,  demasiado cerca, no sabía muy bien como lo había conseguido pero consiguió salir de entre los bichos sin ningún rasguño, aún tenía en la retina como esas mortales garras pasaban a escasos milímetros de su cabeza pero la suerte esta vez no le había dado la espalda, de pronto empezaron a sonar chasquidos y la barrera se ilumino llevando por delante a gran numero de los bichos que habían intentado seguirles. 

Otra vez cogió la Shreder entre sus brazos, esta vez intentaría ser más rápido y más efectivo, solo debían aguantar un poco más el ataque de la flota era inminente, eso si los de la flota no nos dejan en la estacada, para variar , pensaba el artillero. ¡En  posición!

Cuando pasó corriendo por la altura de la barrera, sus labios solo pudieron dejar escapar un susurro. Un "gracias" que no fue ni lo suficientemente alto como para activar el micro de del casco. Solo avanzó unos metros más, dejándose car de rodillas, jadeando ante el sobresfuerzo realizado, y al escuchar el crepitar de la barrera y los bichos rugir, se dio la vuelta, sentado justo para ver como una de esas chinches estaba a punto de lanzarse sobre él. 

Stukov levantó el arma, cerrando los ojos y apretando los dientes esperando acertar al bicho cuando sintió la estática y el bicho sufrir para morir pocos segundos después. Seguía encañonando la posición del bicho, pero su arma no había disparado proyectil alguno. La presión del momento le había podido, y el seguro del arma aun estaba echado.

Joder. Joder... Mierda, si no llega a ser por la barrera la hubiera palmado. Joder. Joder, gracias al que puso la puta valla, quien la activo y todos sus ancestros. Los invitaré a cigarrillos, jurado por Dios. Pensó, mientras se ponía en pie para ver como la flota comenzaba a dejar caer sus proyectiles sobre los bichos. Stukov no pudo evitar mirar el espectáculo, así como los cadáveres de los aliados en el campo de batalla, mientras pensaba en quien se había equivocado en toda aquella mierda de estrategia.

Por desgracia, no era momento para descansar, y se acercó hasta donde estaba el Sargento. - ¿Cómo está el Sargento? - Preguntó a Tarcus, mientras se agachaba y apañaba un pequeño agujero en la nieve para meter al Sargento. - Vamos a meterlo ahí, lo protegerá de la ventisca y te será más fácil atenderle. - Los bichos ya se habían llevado a demasiados. La flota se había llevado a demasiados. No podía permitir que el frío también se llevara a alguien.

La cerca defensiva se enciende casi cuando pasamos al otro lado y para rematar soy el último en hacerlo. Mal día para estar tan lento. Los bichos siguen acometiendo hasta que se dan cuenta de que es inútil, por lo menos eso le pasa a los que van por tierra, los aéreos siguen como si nada y quien sabe que podrán hacer los tanques contra las defensas.

Miro para todos lados viendo que un volador nos pasa por el costado. - ¡Guerra, Vandel, ocúpense de ese. Stukov, cubre el frente que tengo que recargar. Haggar, ponte esa arma a escupir balas.! - Pero Stukov corre hacia el otro lado de la fila y no lo puedo seguir viendo. - ¿A donde va soldado? - ¿Qué carajo está haciendo? Todavía con el lanza en las manos de nada me sirve teniendo en cuenta que no tiene municiones. La herida me sigue doliendo y eso no es nada bueno.

Me paso a la espalda el lanza para tomar la morita solo para ver que me quedan diez balas en el cargador. Con un demonio, no se llenan solos estos malditos. Pero al parecer ahora somos nosotros los que la tenemos "fácil" mientras que a lo lejos se ve que el centro está siendo defendido solo por un soldado ligeros y más al fondo se ve que la ECO tiene otro tanque encima. - ¡Cabo, mire ese tanque en el centro de la línea! - Queriendo marcarle que si ese tanque no necesita pasar la cerca para fritar al solitario soldado.

Habían conseguido cruzar la barrera. Finalmente, tras un repliegue complicado, el escuadrón pudo regresar al completo hasta la zona de despliegue. Pero el peligro todavía seguía allí, tras aquella fina barrera energética. El ensordecedor chillido de los arácnidos que osaban enfrentarse al dispositivo defensivo pasó a ocupar un primer plano de entre todos los sonidos presente en la batalla. Pero incluso estas criaturas aprenden... La marea por fin se detuvo, por lo menos por tierra.

MnNillon estaba sin munición en su morita y exhausto por la carrera. Podía contemplar, no sin sentirse extraño, la peculiar visión que suponía ver a todas aquellas criaturas moviéndose frenéticamente tras la barrera pero manteniendo una distancia prudencial de la misma. Era como estar en alguna clase de zoológico de los horrores. "Y yo sin mi cámara de fotos..." Se permitió bromear para sí desde la frágil pero mortal burbuja que era ahora mismo la valla energética. Pero, como iba siendo ya costumbre, no estaban a salvo todavía. La voz del soldado Llorens lo sacó de su ensimismamiento al alertar de la presencia de un volador que había traspasado la barrera. Jenkins respondió al instante a la amenaza. Con un movimiento fluido fruto de la práctica, el fusilero desenfundó su pistola y abrió fuego.

Todos corren hacia la línea de meta donde me encuentro vigilante. Todos, incluido un bicho, un obrero que viene a por mi y hace que el miedo me recorra otra vez, pero estoy preparado. Levanto mi pistola sabiendo que no va a servir de nada.

-No no estoy preparado mierda...necesito una morita.

Le disparo un par de veces esperando que se encienda la defensa eléctrica, pero el bicho debía estar herido y cae a unos pocos pasos de mi.

Suspiro con alivio y me relajo en cuanto los primeros bichos se fríen contra el perímetro defensivo. Todos están a mi lado, como unos guerreros, apuntando, agitados y bien dispuestos y yo me encuentro ahí, con la pistola entre las manos, acongojado y dispuesto a seguir corriendo hasta la base.

No quiero decir que no tengo el fusil conmigo, pero ahora con ellos junto a mi, no va a ser fácil escurrir el bulto.

-Cabo, necesito un fusil, tengo munición, pero...

Me siento estúpido y se que me va a caer una buena. 

Aparentemente el obrero había retrocedido lo suficiente, gracias a los culatazos de morita que Jhonny había lanzado, como para darle unas milésimas de segundo de ventaja, una ventaja justa, a lo Indiana Jones pasando el brazo debajo de la puerta para recoger su sombrero. Ese escueto y preciado tiempo había sido la diferencia entre pasar la valla del lado seguro y quedarse a recibir toda la fuerza enemiga literalmente contra la pared.

Tras llegar a la posición y girarse, su cabeza solamente daba vueltas sobre la seguridad de sus hombres. Todavía seguía sin ver a Haggar y a Vandel, el caos y la confusión le hacían dudar de todo. Por lo menos el médico estaba haciendo su trabajo en lugar de huir como un cobarde y desobedecer órdenes. Cuando miró hacia el frente, el sonido de los arácnidos retorcíendose y cayendo fulminados fue un caos que lo reconfortó, un respiro, un soplo de vida. ¡Reportense soldados! ¿alguna baja? Gritó por el intercomunicador resoplando, tenso, con un tono desesperado. Notó que las palabras le salían más chillonas de lo habitual, los nervios estaban pudiendo con él.

Su siguiente bocanada de aire entró llenándole los pulmones en la parte baja, tenía que calmarse, lo necesitaba. Los muertos no tiene pulso, apuntan bien, matan. Sin planearlo ya tenía la culata en el hombro y estaba apuntando con la ironsight al warrior que venía detrás del poste. Es la debilidad de la barrera, los postes, van a ir a por ellos ¡Defiendan los postes! gritó nuevamente mientras disparaba una ráfaga corta y calculada al enemigo que tenía ya próximo. Los nervios lo traicionaron y los disparos salieron lejos de dónde el cabo pretendía.

¡Cabo, mire ese tanque en el centro de la línea!

La voz era inconfundible. Llorens. Siempre haciendo sugerencias acertadas. Aún el caño del morita humeaba y lanzaba un tenue vapor delatando cristales de agua sublimados. García, quiero el misil térmico sobre el tanke al sur de nuestra posición. Lanzó, como escupiéndolo, atento para volver a disparar sobre el escurridizo guerrero.

-Necesito recargar -informó el tirador mientras cambiaba el cargador de munición, de uno de sus bolsillos y se daba cuenta de que solo tenía uno más- Me quedan dos cargadores.

Terminó de cambiar el cargador e intentó observar ese bicho volador que  se les había colado.

La flota estaba dejando caer una poderosa demostración del poder se arsenal, gran cantidad de bichos habían caído bajo su intenso bombardeo, aunque también gran cantidad de ellos lograban pasar a través del mismo y hacer distancia hasta la barrera de energía. En ésta misma, los infantes de la infantería móvil seguían combatiendo con valentía usando todo aquello que tuvieran a su alcance, incluyendo sus cuchillos de combate.

La munición se acababa, y el costo de aquella infructuosa incursión había sido muy alto para el gusto de los infantes implicados en ella. Las ordenes no obstante era continuar con ella, o mas concretamente, evitar que aquella contundente derrota se convirtiera en una masacre. Habían logrado mantener al enemigo a raya gracias a la barrera de energía, y el bombardeo constante no tardaría en disuadir su incesante carga; no obstante, si se los dejaba actuar, podrían destruir las torres energía provocando que se abrieran brechas en la barrera. Lo que inicialmente era un plan para acabar rápidamente con el enemigo, se estaba tornando irremediablemente en una guerra de desgaste.

-Soldado- se escuchó por la radio la voz del teniente Hammer, -diga de Frost que a partir de este momento es sargento del escuadrón Gatling y que dejará de serlo hasta que muera o encuentra a alguien mejor. Gallagher queda degradado a raso. Dígale al sargento Frost que debe elegir cuanto antes a un cabo-.