Partida Rol por web

Tras reponeros de vuestras heridas, os dais cuenta que ya estáis cerca del Molino.

Cita:

Lo mío solo era un corte superficial, pero tal vez Sureya debería echar un vistazo a las de Boran. Mientras hablaban, Varis se ha ocupado de vendar su herida, quedando como nuevo.

Cita:

Tal vez no fuera normal entre los de tu especie, pero tu llevas mucho tiempo en nuestro mundo, y este parecía tener una buena posición en el vuestro, no sabemos que tipo de magia regenerativa han podido desarrollar con el gran poder que tiene la naturaleza en el mundo de las hadas... de hecho, creo que sería buena idea confirmar que el caballero esté muerto. Incluso podría portar algún tipo de documento o alguna pista útil. Aunque no lo dice, al paladín también le interesa examinar con más detalle esa extraña espada que portaba Sir Oberest. Parecía mágica, aunque es posible que no funcione en otras manos que no sean las de su legítimo dueño, o las de un eladrín.

Aelar se encoge de hombros.

Bueno, pues examinemos el molino, dice.

Sureya se acerca al valiente caballero Boran.

- Veamos esas heridas con calma. Acercarté donde pueda lavarlas bien. 

Dicho esto dirige a Boran a la rivera del río y mientras lava los cortes del caballero entona, en voz tenue y sibilante unos tranquilizadores versos. Nada más concluir, la clérigo, con un paño limpio extraido de su mochila seca las heridas con cuidado. Cuando retira el paño, el cuerpo de Boran ha cerrado los cortes.

-Sí, quizás tengas razón--asiente Hadarai al comentario de Varis, sintiéndose de pronto realmente alienado--Lamentablemente ya no pertenezco a ninguno de los dos mundos. ¡Menos mal que os tengo a vosotros!

Os aproximais al molino. Es una estructura de madera con una enorme rueda que gira continuamente por el movimiento del río. La estructura tiene dos accesos, unos portones que dan a la parte trasera y una puerta de madera chapada con planchas de acero al otro lado. Ambas puertas están cerradas con llave.
El lugar tiene un segundo piso en el que se ve alguna ventana abierta, sin embargo a ras de suelo solo se ven unos ventanucos muy pequeños que parecen salir de un sótano.

A ver, hombretones, dice Aelar. Alguien que me ayude a subir a esa ventana, dice juntando las manos haciendo el estribo.

Cita:

¡Por supuesto! Para mi eres un buen compañero, y siempre podrás contar conmigo. Lo siento si te ha dolido mi comentario, entiendo que enfrentarte a tu gente después de tanto tiempo no debe de ser agradable... se disculpa el paladín avergonzado por su falta de tacto mientras sigue al mago a través del puente.

Boran todavía revisaba el río, ya había visto caer al caballero una vez y levantarse de nuevo, y tardó varios minutos en fiarse de que no volvería a aparecer.

La petición de la elfa lo sacó de su despiste, y rápidamente se acercó a alzarla hasta la ventana sin mucho esfuerzo.

Boran aupa sin problemas a Aelar que se mete sin problemas por una de las ventanas del segundo piso.
En cuanto la elfa entra dentro, se oye un grito ¡Ladrón!. Escuchais pasos correteando por el piso de abajo.

Entras por la ventana y descubres una habitación con un pequeño escritorio y un par de bolsas de tela que parecen contener dinero.
Sobre la mesa hay una especie de libro de cuentas. Hay una puerta abierta que lleva a un pequeño pasillo que da a un dormitorio y a una escalera descendente.
En cuanto pones un pie se oye un grito proveniente de esta misma sala ¡Ladrón! y pasos correteando en el piso de abajo.

Aelar atraviesa rápidamente la habitación y baja las escaleras en busca de la puerta principal. Con el molinero preso y su mujer supuestamente muerta, hay números de que la voz proceda de una boca mágica o similar, pero no está dispuesta a correr riesgos, sola.

-¡Oh, oh!--exclama Hadarai negando con la cabeza.

Al mismo tiempo el mago frunce el ceño y da unos pasos hacia atrás mientras observa detenidamente la ventana por la que se coló Aelar.

-Igual hubiese sido mejor llamar primero a la puerta...