Thomas la recogió en sus brazos y permaneció un tiempo callado mesando la melena de la castellana.
-Ahora lloras, pero cómo sé yo que esto no es otro... Quiero decir... No tengo nada a lo que aferrarme para saber que... -su lengua se trababa y la apretó mas fuerte contra su pecho-. No quiero odiarte... no puedo odiarte... Pero te deseo tanto que no puedo acallar esos anhelos. Sé mía... -dijo de pronto-. Sólo una noche...Deja que mi pasión te queme y pueda salir. Yo te amaré siempre... Estaré siempre a tú lado y si alguna vez llega la noche en que sepas que nunca nadie te amará como yo lo hago, estaremos juntos, pero si no... al menos sabré que fuiste mía durante unas horas.
Permaneció así mientras Thomas hablaba, con las manos sobre su pecho y el rostro refugiado en él. Cuando el Ventrue calló pudo oírla sollozar aún una vez más, pero después ella levantó los ojos hacia él y alzándose de puntillas lo besó dejando que la sangre que manchaba sus mejillas llegara también a sus labios.
-Pero no sufras -dijo en un susurro.
Thomas la aferró y la besó, primero con ternura y después con fervor y dejó que su pasión la inflamara aquella noche fría en Zaragoza cuando los dos se dejaron llevar por la lujuria.
Fin de esta sesión.
Ganas 12 de Experiencia.
Puedes comprarte Humanidad.
Rosalía despertó a la noche siguiente en la habitación de Thomas, quien yacía dormido a su lado, pues la naturaleza perezosa de la Bestia era más intensa en él. La Vampira lo contempló y recordó el dolor de los sollozos, el intenso placer de los amantes y cómo se habían quedado dormidos, entre besos y caricias sólo interrumpidos por el inapelable Amanecer.
Con la noche anterior todavía bailando en su mente adormilada contempló al Ventrue unos instantes preguntándose si aquello podría realmente impedir que su amor no correspondido acabara convirtiéndose en aversión.
Después dejó el lecho y se vistió, y dudó si abandonar la alcoba o esperar a que él despertase. Por fin se acercó de nuevo a la cama y sentándose en el borde aguardó a que Thomas abriera los ojos.
A los poco minutos, los ojos de Thomas se abrieron repentinamente y de par en par, como los de un depredador que, escondido, acabara de divisar a una presa. Cuando su mente hubo tomado consciencia de la situación, miró a Rosalía y la sonrió dulcemente, con el recuerdo de la noche anterior todavía vivo en su memoria, deseando en secreto dejar de amarla.
-Buenas noches
Ella le devolvió la sonrisa.
-Buenas noches -respondió; después guardó silencio un momento hasta que por fin se puso en pie-. Voy a ordenar que preparen el carro y a despedirme de Lucita. Cuando estés listo me gustaría hablar contigo, vi cosas en el medallón que tal vez signifiquen algo...
Miró dubitativa al sajón. Resultaba tan extraño tratarse de aquella forma después de una noche así...
En un gesto repentino se inclinó para besarlo en la frente.
-Hasta luego -dijo sonriente antes de abandonar la alcoba.
Rosalía bajó del piso noble para encontrar a la Lasombra en el comedor. Sus criados estaban cargando unos arcones con ropas.
-Buenas noches -la saludó Lucita con una sonrisa cómplice-. ¿Habéis... descansado bien?
El azoro tiñó las mejillas de Rosalía.
-Sí, gracias -respondió casi en un susurro-. ¿Os marcháis también? -preguntó enseguida mirando los arcones.
-Sí... La ciudad se ha vuelto muy convulsa. Anoche atacaron al príncipe Fernando. Me aburro de tanto alboroto -dijo con convencimiento-. Creo que es el momento de tomar nuevos aires y reencontrarse con viejas amistades -confesó-. Viajaré hacia el centro de Europa, a ver qué se cuece.
Rosalía se acercó a ella hasta tomarle las manos.
-Me alegro -dijo con una sonrisa sincera-. Esta ciudad se os queda pequeña. Espero que encontréis a quien buscáis y viváis felices aventuras que alegren vuestras noches. Y que nos volvamos a ver, sea donde sea.
Lucita dejó que ella le tomara las manos y la miró con candor. El recuerdo del beso regalado le cruzó por la mente.
-Gracias, Rosalía. Espero que consigas todos tus propósitos. Sé que vencerás cualquier oposición.. Y sí, confío en volvamos a vernos.
Thomas bajó apresurado del piso de arriba, terminando de cerrar el cuello del jubón de sus ropajes. Al llegar a la zona más iluminada Rosalía pudo ver que la cicatriz del pecho del Ventrue presentaba mejor aspecto, sin embargo la piel de su rostro estaba pálida, veteada de hambrientas venas azules.
-Señoritas -saludó el sajón.
-Thomas... -respondió la aragonesa-. Tengo que subir a elegir qué vestidos llevarme -se disculpó-. Diré que preparen vuestro carro
Esperó a que Lucita se hubiera marchado para acercarse a Thomas.
-No tienes muy buen aspecto... -comentó con media sonrisa-. Ve a cazar, Oana y yo nos ocuparemos de prepararlo todo. Y después hablaremos de lo que vi.
Thomas la miró, como si quisiera resistirse, pero después le devolvió la media sonrisa
-Tienes razón. Me siento bastante hambriento -admitió-. Apenas tardaré.
Después marchó por la puerta.
Motivo: Percepción+Callejeo Thomas (Especialidad)
Dificultad: 6
Tirada (7 dados): 3, 4, 7, 9, 5, 3, 7
Éxitos: 3
Motivo: Presa
Tirada: 1d10
Resultado: 3
Motivo: Autocontrol (Especialidad)
Dificultad: 6
Tirada (4 dados): 7, 3, 3, 9
Éxitos: 2
Motivo: Autocontrol (Especialidad)
Dificultad: 6
Tirada (4 dados): 8, 2, 1, 1
Éxitos: -1 Fallo
Rosalía abandonó el salón para dirigirse hacia las caballerizas. Tal vez Oana ya hubiera dado orden de preparar el carruaje, pero en cualquier caso no tenía nada mejor que hacer hasta que Thomas regresara y pudieran partir, y no quería pensar.
De camino a los establos, Rosalía se topó con Oana, quien regresaba de dejar unos fardos en su carruaje. Al verla de frente la escrutó con ferviente mirada, detonando enfado en sus ojos.
-Buenas noches -la saludó secamente-. El carro está listo. ¿Dónde está mi Sire?
Rosalía no pudo o no quiso evitar arquear una ceja.
-Alimentándose -respondió imitando su sequedad-. Partiremos tan pronto regrese.
Le esperaba un viaje muy desagradable si ésa iba a ser la actitud de Oana a partir de ahora, pero no tenía ganas de solucionar con la Chiquilla un problema que para ella no existía. Se le pasaría, o no, pero en cualquier caso era asunto de Thomas.
-¿Partiremos? ¿Al final vendréis con nosotros? -preguntó con incómoda extrañeza.
Tira Percepción+Empatía