Partida Rol por web

Y así los tres volvieron hasta la callejuelas cercanas al puerto donde se habían separado. Hakkan miró a los cielos y supo que apenas restaban dos horas para el amanecer.

-No importa. Estoy ansiosa por contároslo todo -dijo precipitadamente-. Mi nombre es Chiara. Y Chistian Adler... Vos lo creasteis. Christian Adler es esto -dijo señalando la habitación-. Soy yo. Son ellos -explicó mirando a los dos hombres en la puerta-, y sobretodo sois vos. El acoso de los Tremere era continuo y todos los ojos estaban sobre vos y vuestros compañeros, así que decidisteis idear un personaje. Un revolucionario, un fantasma, un intrépido que podía hacer el trabajo por vos y estar en varios lugares a la vez... porque era en realidad una organización...Christian Adler terminó por convertirse en una verdadera molestia para los Tremere y otros de vuestros enemigos. Para el resto la Estirpe se convirtió en un Vampiro de leyenda.  Hasta que los Tremere utilizaron el nombre de Christian Adler para acusaros de la Diablerie de Cayo Marco y tuvisteis que huir.. encomendándome a mí que mantuviera vivo el mito y vuestros asuntos aquí... 

Rosalía contempló atónita a Chiara. ¿Era cierto todo lo que escuchaba? ¿Había tramado ella aquel enorme enredo? ¿Realmente llegó a estar cerca de librarse de los Tremere?

-¿Cómo...? -se llevó una mano a la frente. Le resultaba difícil razonar en el estado en el que se encontraba-. ¿Cómo lo hicieron? Los Tremere. ¿Cómo lograron que fuera condenada?

-Los Tremere se aprovecharon del vacío de poder provocado por la Revuelta Anarquista y se hicieron fuertes en la Corte. Cayo Marco había desaparecido y las piezas estaban ahí... Investigaron la relación de los actos de Christian Adler con vuestros objetivos y dieron por sentado que era vuestro Chiquillo... Imitando sus métodos denunciaron la Diablerie. Os sometieron a una prueba de Sangre y descubrieron que vuestra Generación era un grado menor de lo que debería ser... Os interrogaron y no supisteis decir a quién habías Diabolizado realmente...La presión de los Brujos hizo el resto.

-Y sigo sin saber decirlo... -murmuró bajando la vista al suelo.

Al final vencieron. Como siempre.

-¿Cuántos sois? -preguntó con repentina urgencia volviéndose hacia los dos hombres que aguardaban en la puerta-. ¿Qué sabéis? ¿Sigue Thomas Daister en Roma? ¿Dónde está Cayo Marco?

-Somos diez, ahora mismo- explico Chiara acercándose con algo de inocente cautela-. Thomas Daister estuvo en Roma y se reunió con el Príncipe. No se le ha vuelto a ver, pero nuestros agentes afirman que no ha abandonado la ciudad. ¿Ha dejado Thomas de ser un aliado? De Cayo Marco no se ha vuelto a saber.

-Fue Thomas quien me delató -respondió con tanta dignidad como pudo-. A través de su Sire, Mithras ha manipulado sus recuerdos para hacerle creer que lo traicionamos. Y él no ha tardado en devolver el golpe -bajó la vista y apretó los dientes-. Ahora es un enemigo más, pero el único que sabe dónde encontrar el tercer clavo -miró dubitativa a su Chiquilla y a los dos hombres-. No sé cuánto sabéis... Hay que localizar a Thomas Daister, y también al Vástago con el que llegué a Roma. Su nombre es Hakan, es un bárbaro de las tierras del Norte. Traedlo aquí.

-Ahora tú nos diriges. Te has ganado la lealtad de todos estos Vástagos. Da las órdenes y las cumplirán 

-Ésas son mis órdenes: encontrad a Thomas Daister pero no dejéis que sospeche. Y traed a Hakan, él podrá ayudarnos -dijo sintiéndose al mismo tiempo poderosa y extraña. Miró a Chiara y a los demás y se mordió el labio. ¿Quiénes eran en realidad y por qué le habían guardado lealtad durante todo un siglo?-. Siento mucho no recordaros... -se disculpó con sinceridad-, pero no creáis por ello que no fuisteis importantes para mí, o que no volveréis a serlo... Os debo mucho.

-Así lo haremos -dijo poniéndose frente a ella-. Sin embargo y en vista de lo sucedido con Thomas Daister, creo que sería mejor no revelar a vuestros restantes aliados la existencia de esta organización... Por si en el futuro se vieran comprometidos. Si lo juzgáis adecuado me presentaré ante ese Hakan como el único Christian Adler y haré que se reúna con vos. 

Rosalía no ocultó una sonrisa al observar a quien le hablaba. Sí, a Hakan no le costaría creer que Abrazó a alguien como él.

-Muy bien, hazlo así. Pero preséntate sólo ante Hakan, no ante la bárbara que lo acompaña. Sólo Hakan es de fiar.

-Así se hará -respondió esforzándose por evitar que la sonrisa de Rosalía derrumbara su actitud diligente. Acto seguido dejo la habitación junto con el otro de los que la había rescatado.

Siguió con la vista a los dos hombres hasta que abandonaron la estancia. Entonces se volvió hacia su Chiquilla.

-Dime, Chiara, ¿la corte conoce tu existencia? ¿Quién eres para los Vástagos de Roma? ¿Es éste tu refugio o tan sólo un escondite?

-Se me considera un Vástago menor. Mantengo relaciones tan cordiales como superficiales con la sociedad vampírica. Lo suficiente como para poder salir sin que se me considera una extraña. Nadie me conoce como vuestra Chiquilla y esto tan sólo es un escondite para reuniones de este tipo -explicó con su graciosa verborrea.

Una vez más, Hakan se ocultó de la vista de posibles curiosos y su cuerpo mutó. En realidad, la mutación era mucho más lenta y laboriosa que la de cualquier otro vampiro que no perteneciera al clan Gangrel y usara aquel don. Las formas bestiales de su clan eran más poderosas que las de otros, pero también costaba mucho más lograr adoptarlas. De cualquier modo, cuando salió del callejón ya no era él, sino un lobo de denso pelaje negro como la misma noche y un tamaño inmenso.

Sólo una de sus garras era del tamaño de un puño humano, y entre sus fauces cabría sin problema alguno una cabeza adulta. Sus ojos de depredador, amarillos y brillantes en la noche, observaban con curiosidad su entorno. Era una visión aterradora, digna de pesadilla o de cuento para asustar a los niños. Posó el hocico en el suelo y comenzó a olfatear, buscando la esencia de Rosalía que, debido a cuatro siglos de compañía, creía conocer bien.

Sin duda, captar la esencia de la mujer terminaría por llevarles hasta ella.

La actitud de Chiara invitaba a confiar en ella; parecía sincera e inocente, quizás demasiado para haber vivido ya cien años. Ella y su grupo la habían librado de una muerte segura, ¿pero cómo saber que tras ellos no se ocultaban los Tremere, en busca de información sobre la reliquia?

-Anoche fui interrogada por dos Vástagos, Hugo Darilio, del clan Ventrue, y un Toreador llamado Massimo -comentó con aparente indiferencia-. ¿Qué sabes de ellos?

Sonrió a sus preguntas.

-Hugo es un arribista. Es mezquino y le gusta el poder, pero a su vez siente un retorcido respeto por la legalidad y las formas de la corte. Massimo... Fue él quien nos avisó de vuestra situación...

El Gangrel siguió el rastro de Rosalía por toda la ciudad. Era un rastro confuso, pues al parece iba a venía por las calles, pasando por los mismos lugares una y otra vez y perdiéndose en algunos. Con toda seguridad se había perdido, lo cual hacía muy difícil reconstruir su itinerario y saber cuál de los puntos en que el rastro se confundía había sido el último.