Partida Rol por web

El aviso de Amy pareció fortalecer a Strutman, tenía toda la pinta de que se habían convertido en dos formas de vida parasitarias, cuando uno caía, el otro se hacía más fuerte. Como un péndulo, primero estaba en un lado, al segundo siguiente podía decantarse hacia el otro.

-Vamos rubita, tenemos que jugárnosla tu y yo, a tumba abierta, espera a que se mueran estos idiotas, y entonces pelearemos tu y yo, solos, a muerte por esta carretera, las casas de apuestas van a arder-

-No decaigas ahora que apenas quedan media docena-

Interestatal 95, a 10,9 kilómetros de Providence. 12:27 horas.

Strutman apretó el paso para obligar al resto a seguirlo inconscientemente a mayor velocidad. Se sentía más fresco y decidió que había que intentar eliminar al resto de manera más efectiva. Amy le siguió el ritmo sin problemas al igual que casi todos. El dorsal 88 comenzó a retrasarse cada vez más. Cuando ya le habían sacado unos cincuenta metros, el joven intentó esforzarse para ponerse a su altura. Pero lo único que consiguió fue sufrir un infarto fulminante. Con los labios azulados, se derrumbó en el ardiente asfalto hasta que los soldados pusieron fin a su agonía.

Quedaban 6 participantes... 

Seis, personas. Tan solo seis pobres almas continuaban andando en aquella infernal prueba. Amy parecía haberse retraido más de la cuenta, y eso le jodio a John, necesitaba hablar para mantener su salud mental. Los otros cuatro payasos le daban igual. Carrera a tumba abierta contra Amy, un final épico.

-Vamos, chicos, izquierda, izquierda, izquierda, derecha, izquierda- Comenzó a jalear a los cuatro  que iban en cola, quería que doblasen el gorro ya.

-Chavales, si no podeis, dejadnos esto a los marchadores de verdad- Señaló a Amy y luego a él mismo. Estaba cansado, si, pero no hecho picón.

Amy decidió seguirle el juego a Strutman, apretó el paso para ir detrás de él y hacer que los demás tuvieran que aumentar el ritmo. Volvió a sacar su altavoz para desmotivar a los pobres cuatro participantes que quedaban. 

<< ¡Sí, rendíos! >>

Dijo dando saltitos. 

<< No véis que aquí mi compañero y yo estamos en plena forma. >>

 Dijo mientras marchaba hacia atrás sin detenerse y siguiendo el mismo ritmo de Strutman. 

<< Nosotros vamos a empezar con el sprint final y creo que vosotros no estáis a nuestra altura. ¿Qué tal si dejáis de sufrir y os detenéis para que podáis acabar con vuestras agónicas vidas? >>

Interestatal 95, a 1,3 kilómetros de Providence. 13:46 horas.

Las últimas palabras de Amy con su maldito megáfono supusieron el fin de las esperanzas del resto de participantes. Cayó como un jarro de agua fría la aparente buena forma física de los dos. Poco a poco, todos los demás fueron abandonando. Entregándose a la benevolente muerte que dispensaban los soldados del blindado.

Ahora sólo quedaban 3 participantes. El dorsal número 100 había sobrevivido a la escabechina anterior y les seguía el ritmo con el pálido rostro perlado de sudor. Las casas de Providence se divisaban ya en la distancia y hacía bastante calor a esta hora del día.

-A mí no me enterraréis tan fácil, cerdos -murmuró el 100 apretando los dientes.

¡Qué valiente! Dijo Amy mientras le enseñaba el megáfono de forma amenazadora. La chica prefirió dejar algo más de competencia. Strutman era algo pesado, así que sería mejor que el soldado encontrase a alguien con quien hablar que no fuese ella, así que prefirió no seguir amenazándole. Se dio media vuelta y continuó a buen paso, aunque no tan fresca como su archioponente.

Finalmente solo quedaba un trio, y el que los acompañaba, no parecía en buena forma.

-Si, si, muy valiente, pero sabes que esta marcha tan solo te llevará a la tumba, amigo-

-Bueno, Amy Lee, parece ser, que nos vamos a quedar solos en breve, ¿Vas a estar callada hasta que uno de los dos gane?, o si quieres podemos charlar para batir el record de Bachman-
 

Interestatal 84, a 112 kilómetros de Hartford. 14:54 horas.

-¡Continuamos en directo con La Larga Marcha! Nuestro trío de participantes sigue a buen paso con Hartford como nueva meta. Nadie en las casas de apuestas de Las Vegas da un sólo dolar porque alguno logre llegar hasta allí. Sin embargo, se han disparado las cuotas referentes a batir la marca de Bachman del año pasado. Sólo el dorsal 100, Austin, tiene los tres avisos. Tanto John como Amy siguen en cero. Sobre todo desde que nuestra joven madre lograra borrar el único que tenía.

-Cuidado Robert, que se te ven las preferencias.

-Bueno, no voy a negar que la señorita Lee ha despertado la simpatía de muchos a lo largo del país. Si bien es cierto...

El locutor continuaba hablando para su programa en la retaguardia del trío que seguía andando bajo el sol de la tarde. Habían abandonado la Interestatal 95 para tomar la 84 nada más salir de Providence. Toda la ciudad estaba de fiesta y recibieron a los marchadores como si fueran héroes nacionales. Sin embargo, los tres estaban demasiado cansados siquiera para saludar a los miles de aficionados que se agolpaban en las calles. Ahora, andando por la autopista que había sido cerrada sólo para ellos, continuaban en solitario ya que no se permitía el paso de aficionados.

Amy cada vez estaba más y más cansada, y el pesado de Strutman no hacía más que insistirla en que hablaran y hablaran. Su intención sería que perdiera toda la energía posible, dudaba mucho que tras tres días sin dormir, realmente tuviera alguna sola gana de mantener una conversación. Además, no estaba ya como para andar pensando mucho, sino para concentrarse sobre el ritmo, y seguir avanzando pasito a pasito. Y sobre todo que su hijo se mantuviera tranquilo, por eso iba masajeando su tripa con cada paso que iba.

Muérete ya. Es lo único que pensaba Amy cada vez que Strutman le dirigía la palabra. Pero aquella competición parecía estar aún lejos de acabarse, y no solo eso, sino que parecía que su rival a abatir estaba muchísimo más fresco que ella.¿Al final no lograría obtener su sueño y tendría que morir en un triste y horrible segundo puesto?

John seguía hablando, sin obtener respuesta de ninguno de los participantes, así que finalmente se hartó y se separó de ellos con un sonoro 'Que os jodan, perros'.

Viéndose aburrido, sacó otro cigarrillo y se puso a fumar. Quedaban 4.

A esas alturas de la marcha, el humo pareció implosionar en sus pulmones, y esto, unido al maldito FLUTOXIN-7, terminó por marearlo. John dio un par de pasos de manera errática y se paró.

-Número 44, ¡Primer aviso!-

John espabiló al escuchar la voz del soldado, tiró el cigarrillos al suelo, y continuó con la marcha, más cansado que hace cinco segundos.

Interestatal 84, a 100,6 kilómetros de Hartford. 16:13 horas.

A esas alturas de la marcha, el humo pareció implosionar en sus pulmones, y esto, unido al maldito FLUTOXIN-7, terminó por marearlo. John dio un par de pasos de manera errática y se paró.

El dorsal 100 adelantó a John por la izquierda mientras se debatía asfixiado por la mezcla del tabaco y el veneno que corría por sus venas.

-Revienta de una vez, cabrón ¿Por qué no os rendís de una puta vez? Sólo quiero pararme y atiborrarme a hamburguesas y cerveza. Ya no puedo mas...

Continuó jadeante unos pasos por delante de John, bastante cansado para añadir ni una palabra más.

Pues muérete tú también. Le dijo Amy al tercer marchante mientras veía como sus deseos se hacían realidad y veía como el tabaco hacía implosionar el corazón de Strutman. Ya era cuestión de tiempo que ese desgraciado soldado, seguidor del excomandante muriese. Era absurdo que siguiera aquella marcha, pues lo mejor que podría hacer, especialmente para su hijo, sería morir.

Pues muérete tú también.

-Cállate, zorra. Te veré reventar y pisaré la cabeza de tu hijo cuando te hagan dar a luz a balazos.

Apenas comenzó a andar, impelido por los avisos de los soldados, Strutman aumentó su velocidad, con el resultado de un tropezón que lo hizo caer al suelo, ganándose su consecuente segundo aviso. El veterano, experto en estos contratiempos, rodó con rapidez y se puso en pie de un salto.

-¡Ja! joderos, no acabareis tan rápido conmigo, hijos de puta-

Interestatal 84, a 93,1 kilómetros de Hartford. 17:14 horas.

-¡Estamos asistiendo a algo histórico, señoras y señores! ¡Se ha roto el record de permanencia en La Larga Marcha impuesto por Bachman el año anterior! Nuestro trío protagonista sigue rumbo hacia Hartford y por ahora sólo Amy Lee se mantiene con cero avisos. Sus rivales ya han encajado dos y tres y la cosa pinta bien para nuestra joven futura madre!

Amy continuaba corriendo a buen ritmo, iba la primera y en cabeza. Estaba muy contenta por ver como sus rivales pronto serían acribillados a balazos, y como terminaría ganando ella la Larga Marcha. Además a juzgar por el sol, parecía que empezara a entrar ya la tarde, lo que implicaba que muy probablemente habrían superado el record del ganador de la anterior marcha.

Estaba orgullosa de ella misma, y sabría que pronto podría darle un final digno y feliz a su hijo. Ella ganaría, y lo haría por él.

Tras el percance sufrido, John se recompuso un poco, y continuó a un ritmo normal...normal para Amy, no iba a dejar que esa pequeña rubiaja le ganase, y si finalmente, así era, al menos quedaría segundo.

-ya creias que me iba al hoyo ¿no?, mala suerte Amy Lee, mala suerte-

Comentó soltando una malvada carcajada.

Interestatal 84, a 86,2 kilómetros de Hartford. 18:15 horas.

Caía de nuevo el crepúsculo anunciando el fin del tercer día de marcha y tanto Amy como John continuaban aguantando con firmeza. Aunque Amy parecía llevar las de ganar, John se resistía a caer y estaba cerca de borrar uno de sus avisos. En cuanto a Austin, había quedado reducido a un cadáver sanguinolento unos kilómetros más atrás. Ahora sólo quedaban ellos dos. El final estaba cada vez más cerca.