Partida Rol por web

La noche mostraba un poco de estrellas que se colaban a través del cielo iluminado por las dos lunas de Roshendal. Fafnir caminó junto a Gladia que quería acompañarlo. La hadita revoloteaba por todos lados brillando con colores claros, señal de que estaba feliz. En un punto, de todos modos, se posó sobre el hombro del íncubo. Miraba hacia el espeso bosque que los rodeaba con sus brazos de madera. Los árboles del norte era más huesudos, menos frondosos; pero eso no quitaba que fueran bonitos también. Ellos no tenían la culpa de habitar en una tierra Orca.

Mientras caminaba miraba a Gladia, notaba que a pesar de todo se sentía algo incómoda en aquel lugar, seguramente porque era territorio orco.

-Si vas a sentirte incómoda, probablemente no tendrías que estar conmigo, tal vez lo que voy a hacer te haga sentir más incómoda- le dije mientras buscaba un lugar tranquilo, desde donde se pudiera ver la fortaleza donde nos metimos.

Cuando el íncubo dijo aquello, la hadita revolotéo alrededor suyo, cambiando el tono brillante de unos momentos para que se volviese más oscuro, un dorado opaco, como el de la miel oscura. Vio que Fafnir seguía caminando hasta que el edificio del que habían salido hacía aparición nuevamente en el horizonte, iluminado por ambas lunas.

-Estás loco!

Dijo, luego se llevó ambas manos a su pequeña boca y oteó alrededor, temerosa de que la pudieran oír. Nada salió del bosque, todo seguía silencioso.

-No te olvides de que estás solo... y no, no intentes sacarme de encima. ¿Quién protegerá a tu cabeza dura si algo sale mal? -se cruzó de brazos y se paró en su hombro, decidida.

-Íncubos... -dijo -no piensan claro, si me lo preguntas. Uf... ¿bueno, cuál es el plan?  Recuerda la maldición del muro, no podemos tocarlo. Podemos pasar siempre que no toquemos el muro.

Fafnir rememoró la advertencia de Iato, ese muro estaba maldito. O entraba si es que pensaba en hacer eso, por la puerta o volaba o hacía algo que no implicara tocarlo.

-No te preocupes, por ahora no voy a entrar...por ahora- tras decir eso comencé a buscar entre mis ropas para luego sacar algo envuelto, lo descubrí revelando la bola roja que respondía cosas, la que había tomado antes de enfrentar a los nigromantes y a "La Muerte".

La apunté hacía aquella fortaleza.

-Dime, esfera, que nos olvidamos allí? Que nos faltó registrar y que podríamos haber encontrado?-

La esfera resplandeció al contacto de Fafnir y, cuando hizo esa pregunta, respondió con voz clara, como si fuera algo obvio.

-Una armadura. Una llena de magia negra, la de nuestro Señor.

Gladia se puso azul del miedo y se escondió tras el cuello del íncubo.

-Nadie puede usarla si es del Bien, guerrero... no sueñes con poder que no puedes manejar o serás consumido por ella. 

-Y que hay de los demonios? Mi causa es ayudar a los elegidos, pero soy un demonio en sangre y poder, tengo mis propias razones para ayudar a los demás- dije mirando la esfera.

La bola refulgió antes de responder.

-Conéctate más con ese lado, íncubo. Conéctate con el lado de los demonios primero y la armadura al menos no te matará. Pero sabe que tiene un solo Amo, y no eres tú.

-Ten cuidado -susurró Gladia al oído del chico. Se refería a intentar usar dicho objeto, la hadita temía el efecto que tendría en él.

-Y quién es ese amo?- le pregunté a la esfera mientras hacía memoria- si lo mato entonces la armadura me obedecerá?- 

Tenía una idea de como conectarme más con mi esencia, hacía mucho que tampoco veía a su madre ni a nadie de su raza, pero también sabía que a través del mundo de los sueños podría alcanzar la ayuda de alguien que quisiera dársela, después de todo había sido una visión y una mujer la que lo llevaron a iniciar su viaje junto a los demás elegidos.

Mientras esperaba las respuestas buscó una piedra donde apoyarse y descansar.

La esfera respondió pero sin dar un nombre. No podía hacerlo o no lo sabía. Ambos hechos eran significativos.

-Es el dueño de la Oscuridad, el mal contenido en materia. La armadura te obedecerá si eres lo suficientemente perverso para ella. Incluso así, si el amo está físicamente presente, irá con él. Es parte de él...

Gladia a esta altura se había alejado para esconderse en la rama más alta de uno de aquellos árboles de hueso que poblaban el bosque. Fafnir encontró igualmente un sitio cómodo para descansar si quería contactar a una aliada del inframundo. La bola, mientras tanto, siguió sin hablar.

No tenía más que decir a aquella pregunta o un poder superior a ella la había restringido de hacerlo.

-Bien, gracias- dije envolviendo nuevamente la esfera y guardándola.

Luego de eso miré hacía arriba.

-Asegurate de despertarme si ves venir a alguien- le dije a Gladia.

Luego de eso me acomodé y cerré los ojos.

Lo último que vio Fafnir antes de entrar en el Inframundo era a la hadita prometiéndole cuidarlo desde las alturas. Pronto el paisaje cambió:

Se encontró en una gruta azulada, con estalactitas decorando su techo y el sonido del agua proveniente de un río subterráneo que discurría cerca. Flores de colores violáceos se encontraban entre las piedras que recubrían en cielo y, desde una abertura a lo lejos, se veía el brillo de una única luna.

Pero no estaba en Rhosendal ya, sino en el mundo de los muertos.

-¿Íncubo? ¿Como vas con tu misión? -le preguntó el ángel llamado Illtrhya apareciendo en un pestañear de ojos. Vestía un ajustado traje de terciopelo negro con mangas acanaladas. Su cabello llegaba por debajo de la cintura y se lo había adornado con unas mariposas azules que brillaban en la oscuridad.

El paisaje cambió de repente y comprendí que había logrado lo que quería, aunque no estaba en un lugar que hubiera visitado antes en sueños, o al menos uno que recordara.

Comencé a caminar hasta escuchar la voz de aquel ángel que había hecho que comenzara mi viaje, contemple su belleza y le hice una reverencia.

-Pues creo que bien, aunque algunos de mis compañeros son un poco...lentos, por así decirlo, siento que les falta vivir muchas cosas, se comportan como inexpertos muchas veces, pero al menos hemos logrado llegar lejos, creo que estamos cerca del final y puede que haya encontrado el verdadero significado de mi misión...-

El ángel se paseó alrededor de Fafnir interesada en esto último que había dicho:

-Pss… es cierto que a veces otros seres carecen de nuestra visión de las cosas, de nuestro empeño. No me extraña que seas más abierto a ver lo que hay tras del velo. ¿Pero a qué te refieres con eso del verdadero significado?

Tomó la barbilla del chico con dos dedos largos y frescos, que la levantaron un poco para estudiar sus ojos. Ella era más alta que él por unos cinco centímetros.

-¿De qué hablas?

-Pues es bastante simple- dije mirándola a los ojos- si mato al señor oscuro el puesto quedará libre, si tomo ese puesto el armadura me hará caso pero no solo eso, puedo lograr la paz entre las demás razas y aquellas que sirven a la oscuridad, solo debo de encontrar la forma de no corromperme...- le mantuve la mirada, aguardando a ver que me decía, seguro que era una locura, pero nadie dijo que era imposible.

Los ojos del ángel se abrieron como platos mientras miraba a Fafnir. Soltó su barbilla, se dio vuelta y comenzó a caminar por la gruta sin mirarlo. Estaba pensando en lo que el íncubo le había dicho, sopesando la posibilidad.

-Es muy riesgoso, Fafnir... tentador, pero riesgoso.

Se volteó y lo miró a los ojos.

-Primero debes dejarte tentar por el mal. Tú eres un íncubo pero no un demonio, no eres malvado. Deberías probar la semilla prohibilda primero, corromperte un poco. Y la armadura te pedirá más. Niño... juegas con fuerzas oscuras, de poderes insospechados.

Suspiró.

-¿Cómo exactamente piensas hacerte de la armadura?

Sabía que era demasiado arriesgado, pero al mismo tiempo sabía que de lograrlo podría salvar al mundo para siempre.

-Pues entrando a la fortaleza y tomando el armadura, con un compañero ya la vimos, se donde está, una vez que me la ponga no creo que sea problema salir de allí, en entrar esta el riesgo, pero creo que soy lo suficientemente rápido como para entrar sin ser visto y se disfrazarme de tener que hacerlo-

Me crucé de brazos y suspiré.

-Se que es riesgoso, pero tu eres un ángel del inframundo no es así? Tienes un poco de bien y un poco de mal en tu interior, por lo que deberías ser capaz o al menos una forma de saber como corromperme y al mismo tiempo proteger mi alma...- no iba a decir nada sobre si los íncubos eramos malos o no ya que podíamos matar a las mujeres teniendo relaciones sexuales o alimentándonos de sus deseos, pero tal vez para ella eso no fuera tan malo.

La mujer escuchó los planes de Fafnir, lo de tomar la armadura y eso. También prestó atención a que ella le ayude a corromperse sin sacrificar su alma. Él íncubo quería seguir siendo bueno pero poder ser capaz de engañar a la armadura.

-Podrías usar mujeres para corromperte; o robar dinero. Matar gente es también una gran manera pero deberían ser personas buenas. No sirve que mates a villanos. El mal no es tan fácil de engañar, sabría estas cosas. Pero si pisas la línea de grises que separa al bien del mal, tendrías una manera de lograr tu objetivo. Puedes torturar a un hombre malvado, y en la tortura misma existe el mal. La muerte es pacífica. Podrías violar a una mujer malvada, y así harías algo malo y a la vez... no tanto. Robar a los vilanos serviría si les haces algo de daño innecesario primero.  

Se paró delante del muchacho.

-No será fácil, cariño. No puedes hacer algo que solo aparente ser malo, no funciona así. Deberás hacer cosas malas, o medianamente malas. Elige, ¿cómo quieres corromperte?

-Bien, entiendo y que hay de aquellos que sirven a los hombres malvados? Por ejemplo, que pasaría si ahora causo una matanza entre los orcos y destrozo su pueblo hasta los cimientos? Eso serviría?- pregunté al ángel mientras la observaba.

No me gustaba violar, pero si la derrotaba en batalla y era un premio por que no tomarlo? Lo de torturar no sonaba mal, tenía el sadismo necesario para hacerlo y muchos enemigos se lo merecían.

-Por supuesto. El mal que generes que no sea para balancear el equilibrio, te otorgara corrupción. Matar para defenderte no es como matar por placer. Cuanto mayor la inocencia del que lastimes, mayor el mal que te cubra. Pero nunca podrías gobernar esa armadura como su dueño.

El ángel quería advertirle.

-Puedes engañarla, pero si deseas gobernarla de verdad te convertirás en aquel a quién quieres destruir. Así que te advierto, hazlo en la justa medida... o tus amigos se verán teniendo que matarte a ti también.

Su semblante era serio y preocupado.

-Te recomiendo además no usar el sexo, eres un íncubo. En tu alma está un deseo irrefrenable, si le das rienda suelta, sin restricción a esa parte de ti... temo que podrías de verdad convertirte. En el inframundo hay muchos íncubos y súcubos, eres de los pocos que tienen corazón. No quiero verte convertido en un demonio de verdad.

Aquello que me dijo no me gustó.

-Entonces no hay forma de volverse el amo de la oscuridad? Acaso un ser de oscuridad no puede tener corazón? Me suena a algo demasiado trillado y al mismo tiempo simple...todo ser tiene maldad y bondad y hay seres ambiguos, después de todo tu eres un ángel y representas al inframundo...-